El Talmud no lo cito jamás en mis
sermones porque es un inmenso cuerpo de enseñanzas humanas del que nunca he
sacado nada que me aprovechara. Reconozco que mi conocimiento del Talmud es muy
pequeño, pero es que todo lo que he leído (en varias de las obras que lo
componen) no me ha animado a seguir adelante. Al menos, no es tan deformante
como la cábala. Pero quien haya leído el razonamiento del Talmud y el de los
doctores de la Iglesia, quien haya leído las enseñanzas del Talmud y las
enseñanzas de los Padres de la Iglesia comprobará la diferencia de peso en el
contenido desplegado en unos escritos y en los otros.
Lo triste del Talmud es que, en la
práctica, se ha convertido en un cortinaje que aleja del Antiguo Testamento al
pueblo hebreo. Es tanto el tiempo que se requiere para leer, estudiar y
comprender todas esas tradiciones posteriores de escritores judaicos que el
tiempo para la Torá queda muy reducido.
No quiero equivocarme, pero tengo la
sensación de que si observamos los razonamientos y enseñanzas de muchos rabinos
actuales, nos damos cuenta de que son talmúdicos, no escriturísticos. Ellos
siempre defienden que el Talmud es una obra humana, pero lo humano ha acabado
(como en el caso de los fariseos) invadiendo el lugar que debería ocupar la
Torá.
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Cuando me he encontrado con cristianos
católicos y protestantes que han querido judaizar su práctica de la fe, eso
siempre me ha parecido un error.