He quedado impresionado al saber que
el joven García Márquez empeñó todo lo que podía empezar para sobrevivir
mientras escribía Cien años de soledad. Empeñó hasta electrodomésticos
caseros por los que le daban una miseria. No pudo enviar entera la novela por
correo a la editorial porque solo tenía dinero para enviar la mitad.
En ese momento se le podría haber
acercado un ángel y preguntarle:
—¿Sabes cuánto te pagarán solo por
una de tus obras?
—Ni idea.
—15 millones de dólares.
Sí, esa fue la cifra por un solo
libro para aquel que no podía pagar ni al casero.
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Hoy no os quiero cansar más con mi
post. Sé que tenéis que hacer muchas cosas.