Me fascina el género de los retratos,
en óleo o en fotografía, cuando hay un artista al otro lado de la cámara. Este retrato
es óptimo desde el punto de vista de la composición, de los colores. El único
problema es que los rostros de los jóvenes suelen ser neutros, como una página
sin escribir. Si tratan de poner gestos, es peor. Todo resulta impostado cuando
un joven trata de aparenta carácter. Mientras que un anciano, sin gesto alguno,
habla. Su vida se transparenta en su mirada.
Por supuesto que hay fotografías de
jóvenes que transmiten su mundo interior. Pero qué diferente es el retrato de
un joven del de un anciano. Los unos transmiten belleza y frescura, ilusión,
alegría infantil. Los ancianos reflejan en su mirada muchos más matices.
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Hoy he ido a la peluquería, a la
Merino Barber Shop de la Plaza de los Irlandeses. Me han dejado muy bien. Ya lo
veréis en el próximo vídeo de mi canal. Sí, hay una diferencia radical de
cuando yo cojo mi máquina de cortar el pelo y hago lo que puedo con la parte del
cogote y la nuca, a cuando un profesional usa muchos aparatos y sus manos tienen
experiencia.