Sigo con la relectura de La Regenta. Voy de
admiración en admiración. Ya he dicho que la considero la obra cumbre de la
novela en lengua española de todos los tiempos. Quizá como novela sea la mejor
de la historia, a mi humilde entender. Entre Madame Bovary, García
Márquez, Lolita y esta, considero a la española la mejor. Podría poner
más autores internacionales en la lista, pero la obra de Alas Clarín es la
novela total más perfecta, la más genial, las más rebosante de sutiles matices.
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Este hombre que murió con 49 años ¿cómo puede hablar
de la vida interior del cabildo con esa profundidad? Se necesitan muchos años de
pertenencia a esa institución para lograr esa penetración en las intimidades,
en los mil pequeños detalles. Y, evidentemente, él nunca fue canónigo, era un
catedrático de Derecho, casado.
¿Cómo es posible que acercándose desde fuera, unas
cuantas veces, lograra radiografiar esa “vida” de la institución?
Sí, es cierto, lo he comprobado. Del mismo modo que
hay individuos que nunca se enteran de nada, individuos que (en una
conversación) te esfuerzas para que comprendan lo evidente, también hay
individuos que tienen mirada de águila. Ven detalles que tú no ves, comprenden
relaciones entre esos detalles que tú no captas.
Lo curioso es que no pocas de estas águilas de
inteligencia acaban en puestos anodinos, y hombres obtusos acaban dirigiéndolo
todo.