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sábado, mayo 14, 2022

Nunca, tanto como ahora, me he compadecido tanto de la pobreza general de las masas


Quiero dar una explicación respecto al post de hace dos días. El tema de la factura del gas y de la luz ahora mismo, en España, es una amalgama de tasas e impuestos que se superponen al primer laberinto de subasta del precio del kilovatio y otros tejemanejes.

El tema es muy sencillo: nacionalizar el sector. Esto cuesta que la energía llegue a su casa y este es el impuesto que se añade. Punto final. Se acabaron los tejemanejes que, os lo aseguro, todos eran a favor de los beneficios de las empresas.

Esto decían que era imposible a causa de la legislación europea (hecha a medida de los lobbies), hasta que Alemania está estudiando hacer eso. Era una propuesta inaceptable hasta que ese país dijo: Pues de ser imposible, puede que sea la mejor medida.

Solventar esto supone la supervivencia de millones de puestos de trabajo. Pero parece que el gobierno tiene otras prioridades. Con lo sencillo que es: Tanto cuesta, este es el precio.

Lo de Bukele ha acabado como todo el mundo se lo esperaba. Las perdidas YA son inmensas. Ha empobrecido a toda una nación por su mala cabeza. Las pérdidas no son solo los millones de dólares volatilizados bajo la bella forma de un gráfico de cotización de bitcoin, sino los millones de inversión que de ningún modo vendrán a El Salvador, más los millones de empresarios salvadoreños que han sido puestos a buen recaudo fuera de la jurisdicción de ese patán. El costo de esta fiesta presidencial es muy superior al primer sumando de la “factura de la cena”.

Después los izquierdistas visitan el versallesco Londres, la Basilea de postal o el poderoso Berlín y comentan: Desvalijando a las naciones, así mi pueblo también viviría bien. El mismo cuento de siempre. Por otra parte, bastante creído. A los “votantes progresistas” se les puede seguir engañando con el mismo cuenta una y otra vez, son incansables, son incombustibles.

Yo siempre digo que no soy ni de derechas ni de izquierdas.  Ahora bien, reconozco que los típicos “votantes de izquierdas” —esos que están a favor del aborto, contra la Iglesia (por sistema) y que creen en tres o cuatro venerables mitologías postmarxistas más— son crédula carne de cañón para todos los Bukeles, Evos y Amlos del mundo.

La Iglesia no es de izquierdas ni de derechas, pero eso no significa que el clero no identifique, al momento, el olor a gobernante cateto. Ni que nos dé lo mismo un programa normal de gobierno frente a un programa ideologizado a cargo de un equipo de palurdos. Qué casualidad, estos (por ser de izquierdas) siempre quieren “poner en su sitio” a la Iglesia.