Hace pocos días tuve una
conversación con un amigo sobre el Imperio hispánico. Ayer me quedé pensando en
la inmensa tarea que supone sentarse ante una mesa para redactar una constitución para un
nuevo país.
Hacer una constitución supone
sentarse a reflexionar acerca de cómo administrar
la libertad.
Supone discutir acerca de
con qué cadenas se amarra al Poder.
Tiene también un cierto
parecido con la tarea de repartir una tarta, o con hacer el plano de una ciudad.
Dar las reglas para que
los jueces puedan ser héroes, para que las leyes puedan ser justas. Reglas para
que haya jueces justos aplicando leyes justas.
Es una cuestión de cerraduras y candados.
Hacer una constitución es
como hacer el plano de una casa y decidir dónde
irán las puertas; las puertas por donde se entra, los muros que no
pueden ser traspasados, las salidas de emergencia.
Son las reglas del juego
para las situaciones cotidianas y para las emergencias, para los desastres y
para la malicia.