Gracias por vuestras
oraciones. Hoy me he levantado curado de la infección. Me admira que ahora haga
36 grados a la sombra porque no siento nada de calor, ni siquiera un poco. De
hecho, he consultado la temperatura porque no dejaba de oír a gente quejándose
del calor. Es lo que oía de algunas personas, que con la edad algunas lo van
sintiendo menos. En mi caso ese cambio en mi metabolismo es muy claro desde
hace ya más de cinco años. No digo que no empezara antes, yo me di cuenta con
claridad en ese entonces.
De hecho, ayer llegué de
la calle y al quitarme la ropa no solo sentí frío, sino que hasta me puse a
temblar. Menos mal que, en seguida, entré en calor.
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Otra curiosidad de la edad
es que lo dulce va perdiendo poder de atracción hacia mí. La mayor parte de los
dulces me parecen demasiado empalagosos. Si tengo que tomar un postre, prefiero
que tenga un ligero toque de dulzor solamente. Y muy pocos, realmente, me
atraen. Y cuando los como preferiría que fuesen media ración.
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También me llama la
atención cómo se va reduciendo en mí la necesidad de dormir. Con pocas horas me
despierto espontáneamente totalmente descansado. Ayer me acosté a las doce de
la noche. A las 6:30 ya abrí los ojos sin sentir necesidad de dormir más. El
problema de que no me despierte el despertador es que me acuerdo mucho peor de
los sueños y menos cosas en cada sueño. Ya expliqué que para mí los sueños no
son otra cosa que una tómbola de recuerdos. Aunque en alguna ocasión, rara vez,
Dios pueda advertirte de algo a través de ellos. Pero eso son excepciones. Hoy
he soñado que hablaba con un médico que me daba consejos de salud.