Cuando uno escribe un
libro, agradece las críticas constructivas, aunque la opinión del crítico sea
muy desfavorable. Todo escritor sabe cuándo una crítica es profesional y cuándo nace de la
inquina. Las opiniones que rezuman inquina carecen de cualquier interés.
Después de darme mucho
tiempo, he optado por hacer una crítica de Saxum, la casa que ha abierto el
Opus Dei en Tierra Santa para los peregrinos.
Una cosa más, antes de
empezar, puedo criticar con ánimo constructivo un libro, la conveniencia
estética de un determinado hábito religioso o una obra arquitectónica. Jamás me
permitiría criticar a una persona concreta,
sea laico, sacerdote, religioso o pagano. Si veo un defecto en alguien, se lo
diré a él a solas.
Ahora bien, dar la
opinión sobre un edificio para bien de la
benemérita institución que la ha levantado puede ser un modo de
ayudarle. Aunque un modo mínimo, pues no desconozco que mi influencia es
pequeñísima. Pero alguien importante de la Obra puede leerla y ser para bien.
Vamos allá.
♣ ♣ ♣
Para los que quieran ver
la apariencia del edificio por fuera, en este link tiene una foto:
https://opusdei.org/es/article/saxum-una-realidad-tres-iniciativas/
Por dentro no hay mucho
que ver.
♣ ♣ ♣
Con gran pena, pues amo muchísimo
al Opus Dei, no dejo de pensar que esta institución ha
dejado pasar una ocasión de oro de hacer una gran obra de arte arquitectónico,
levantando un mero edificio correcto.
¿Es soso el edificio? Sí.
¿Dice algo? No. ¿Entusiasma? Para nada.
Alguien me objetará que
había leyes urbanísticas que había que cumplir. Por supuesto. Pero da la
casualidad que hace menos de una semana vi un reportaje sobre las mejores viviendas
levantadas en los últimos veinte años por grandes arquitectos. Y una de esas
casas estaba en el centro de Jerusalén, donde las normas eran draconianas.
Cuando hay ingenio, se pueden hacer grandes cosas. Cuando no lo hay, la culpa
es de las normas urbanísticas.
En Israel hay varias
iglesias modernas que son geniales, perfectamente geniales. El complejo Saxum
permitía hacer algo todavía más ambicioso, pues no era solo una capilla. La ocasión,
ahora, está completamente perdida.
¿Qué ha pasado? ¿Por qué?
¿Qué enseñanza nos deja este episodio? Lo primero es que no es un episodio
suelto, es un episodio que lleva concatenando muchos más en la misma tendencia.
Obras tan preciosas como Torreciudad, la capilla de Belagua, la nuevo edificio de
la casa natal del fundador, la iglesia y capillas de Villa Tevere quedan ya muy
lejos en el tiempo. ¿Por qué?
Pues porque se han
repetido los mismos vicios y defectos que en la planificación y gestión del
proyecto para una película que contara la vida del fundador del Opus Dei.
¿Quién se acuerda ya de aquel fiasco titulado Encontrarás dragones? Si
yo fuera el prelado, ordenaría quemar las últimas copias polvorientas que
queden olvidadas en algún armario.
Si el Opus Dei quiere una
gran obra arquitectónica, hay que crear una comisión de gente que sepa para escoger al más adecuado, al más artista, al
que pueda sorprender con la belleza. Esa comisión debe tener solo la misión de escoger al Miguel Ángel y
después darle libertad. Por supuesto que la
comisión debe supervisar, vigilar, dar su visto bueno a los primeros esbozos,
al proyecto después.
Saxum es la demostración
de que no se escogió bien. Probablemente, la comisión fue intromisiva. A todos los que no son arquitectos, les encanta meter la cuchara en el pastel una vez
que se ven involucrados en la construcción de un edificio. Para escoger a
alguien genial, los miembros de la comisión deben ser muy buenos en esa materia.
No basta con que sean buenas personas. Estoy
seguro de que, al final, eran miembros de la jerarquía
de la curia generalicia, no expertos. Frutos de esas dos circunstancias
desatinadas: la composición de la comisión y la elección del artista son la película Encontrarás
dragones y el edificio Saxum.
Alguno me dirá que sí que
hubo arquitectos en los grupos de revisión de proyecto y de elección del “director
de orquesta”. Sí, seguro. La cuestión es qué puesto ocuparon y si eran los
adecuados. Se puede involucrar a personas capaces, pero de un modo no efectivo.
En cualquier caso, el resultado habla. El resultado parece indicar que los
fallos fueron estos dos señalados.
Para los que formaron
parte de las decisiones será fácil hacer una defensa frente a lo que señalo.
Pero sería más beneficioso no centrarse tanto en la defensa como en
preguntarse: ¿no habrá algo de verdad en lo que dice?
Saxum es como un papel
donde está la prueba del delito. Y el delito consiste en esos dos pasos
erróneamente dados. Lo repito: composición de la comisión y de ahí vino la mala
elección.
Saxum es frío. Si el edificio fuera un actor, es de esos cuyas
interpretaciones no generan ningún sentimiento. Los edificios tienen que
hablar. Hay edificios que son verdaderos cantos. Este es un edificio mudo. Y que
conste que el estilo escogido es de mis
favoritos, pero la comisión culpable no logró arrancar ni una nota digna
de interés en la partitura de ese “genero”.
Una cosa más. El arquitecto
hizo lo que pudo. Fue la comisión, ¡su endiablada composición!, la culpable. Sin
duda sus miembros hacían y hacen todas las normas de piedad, pero han cometido
un pecado mortal arquitectónico. Cierto que ese edificio no es un homicidio
estético, es solo la plasmación edificatoria de Encontrarás dragones.