Sermones en vídeo

jueves, septiembre 22, 2022

Por favor, que alguien frene el tren

 

La foto ganó un premio del certamen organizado por The International Photography Awards. Lo de Rusia se parece a un tren, pesado, inmenso, que sigue tomando velocidad hacia otro tren parado, Occidente. 

El tren ruso está lejos, pero su dirección de colisión resulta inequívoca. Todo el mundo se pregunta por qué no se detiene. Todos se distraen con otras noticias: unas inundaciones aquí, un terremoto más allá. 

Pero volvemos a mirar con los prismáticos y el tren lejano sigue su curso. Una y otra vez nos preguntamos: ¿Por qué no frena ese tren lejano? ¿Qué gana en seguir este camino hacia el desastre? Pero lo cierto es que sigue devorando kilómetros.

La movilización los reservistas de un país para la guerra tiene implicaciones gravísimas, ya suficientemente analizadas por los expertos. El que ha iniciado todo ya nos ha advertido varias veces hasta dónde está dispuesto a llegar. “Ya os lo había dicho”, parece estar diciendo cuando haga aquello que todos temíamos y que sabíamos que era capaz de hacer.

Urge darle algo que le haga aparecer ante su pueblo como un ganador. Urge buscarle una salida digna. El gobierno de Ucrania no tiene que firmar nada: basta un silencio tácito. Pero si Putin tiene que optar entre hacer de Ucrania un desierto radioactivo o perder esta guerra, no tengo la menor duda de qué opción escogerá.

Muchos han afirmado que Putin tiene que aprender la lección. Error. Jamás aprenderá nada. Esto es una colisión pura y dura. Colisión entre los valores occidentales y un sujeto que no aprende nada, que no atiende a ninguna razón, que ya le da lo mismo todo.

La entera aniquilación de la población ucraniana sería una opción menor, dentro de las opciones malas. La opción extrema sería bombardear tres o cuatro capitales europeas. ¿Está dispuesto a eso un ser tan lleno de resentimiento como ese asesino que gobierna una nación? Sí, indudablemente está dispuesto.

La cuestión es si aceptar un mal menor o embarcarnos en un perjuicio mayor para todos. La opción segunda no tiene sentido. Una vez que se produce la movilización de 300 000 reservistas, Putin ha volado todos los puentes para una salida airosa sin algún tipo de victoria que presentar.

Tener un arsenal atómico es lo mismo que ser el secuestrador de Europa. ¿Llegamos a un acuerdo con nuestro secuestrador o estamos dispuestos a ponerle a prueba y ver hasta dónde está dispuesto a llegar ese secuestrador?

La paz duradera, honorable, en Ucrania no llegará hasta el sucesor de Putin. Hasta ese momento, solo se nos concede elegir entre un mal menor o un mal muchísimo mayor. No hace falta hacer el experimento. 

Prefiero comerme mi orgullo y no ver la foto de un millar de niños sin pelo recibiendo quimioterapia, o guardando en frascos los fetos que han sido guardados en frascos tras Chernobil. 

Putin es capaz de esto: lo ha dejado claro que sí.