Por acabar el tema de
ayer, cuando escribía el post sobre la misa de cara al pueblo, se me ocurrió una
pregunta, una pregunta que nunca me había hecho: En el atrio de la Tienda de la
Reunión y en el atrio del Templo de Salomón, ¿dónde
se colocaba el sacerdote al ofrecer el sacrificio en el Altar de Bronce?
Es curioso, nunca me lo
había preguntado. Busqué a ver si algún artículo o libro mencionaba la
cuestión, pero no encontré nada.
Le di vueltas al asunto y
os digo mi opinión, quedando a la escucha de alguien que tenga algo que decir
con fundamento.
Al principio, antes de la
existencia de la Tienda, la mentalidad era que Dios estaba en los cielos. Hay muchos textos que hablan de
cómo el humo asciende, llevando el olor agradable a Dios. El sacerdote, al hacer su
oración, dirigía su mirada a los cielos. El altar judío existía antes de Moisés,
no fue una creación ex nihilo.
Una vez que hubo Tienda, ¿dónde
se colocaba el sacerdote? Sin duda, los levitas se movían alrededor del altar,
con barras metálicas, para desplazar los sacrificios sobre la reja y hacer
sitio; también para golpear la carne quemada de los holocaustos y que así
callera sobre el fuego.
¿Pero existía un lugar
por antonomasia donde se colocaba el sacerdote? Sin ninguna duda, sí. Aunque a
Dios se le situaba en las alturas, el sacerdote debía colocarse de espaldas al pueblo. La razón era la anchura del altar en el Templo de Salomón; el
primero fue mucho más pequeño. Si el sacerdote se hubiera colocado de cara al
pueblo hubiera sido invisible para la masa
de hebreos que llenaba el atrio durante las grandes festividades. La anchura de
20 codos hubiera permitido ver como mucho su cabeza desde la parte opuesta.
Así que si se quería
presenciar el acto de la ofrenda era necesario que se colocara de espaldas al
pueblo. Además, poco a poco, sin dejar de considerar que Dios moraba en las
alturas, se añadió la idea de la presencia de Dios
en el santuario del Templo. Pero la razón esencial era práctica, la
visibilidad del acto sacrificial del sacerdote.
Aunque debo añadir una
pequeña explicación adicional. Aunque el gran sacrificio del sumo sacerdote se
hiciera de espaldas al pueblo, los sacrificios continuaban todo el día durantes
las festividades. De manera los demás sacerdotes iban ofreciendo sacrificios en todas partes del enrejado desde el perímetro del altar.
No tendría sentido ofrecer los sacrificios únicamente desde lo que el Eclesiástico
llama el “corazón del altar”, del que hablo en mi penúltima charla El culto
a Dios (en mi canal de youtube). No
tendría sentido porque habría que haber movido con barras mucha carne desde ese
punto hacia todas las direcciones del enrejado. Era más natural para el
sacerdote sostener en alto las ofrendas desde todas partes del perímetro y colocarlas
delante de sí mismo. De los sacerdotes rodeando todo
el altar (como en una concelebración actual) hablo en esa charla
mencionada, pues queda una mención en el Eclesiástico cuya cita ofrezco allí.
Así que la respuesta
completa es que el sumo sacerdote oficiaba en el altar de espaldas al pueblo.
Pero que una vez que acababa la parte principal de la liturgia (a cargo del
sumo sacerdote), a lo largo la jornada, los demás sacerdotes ofrecían en cualquier
parte del amplio altar, y el pueblo, entonces, sí
que estaba detrás, a los lados y casi de cara al sacerdote en el atrio. Hay
que imaginar la escena con el altar sobre un estrado de piedra.
Digo “entonces” porque,
en la parte principal de la liturgia, la parte delante del atrio debía estar
llena de cantores y levitas llegados de las comarcas, los levitas de turno,
pues estaba organizado por turnos. Pero durante la jornada el atrio quedaba
menos abarrotado y el pueblo llenaba el entorno del estrado.
De manera que la idea de
ver casi de cara al sacerdote oficiando era normal. Es más, sin duda la gente
quería ver los ritos del sacerdote, de manera que prefería estar casi de frente
o al lado. Totalmente de frente no podía estar por la anchura del altar. En la
charla menciono el texto en que se habla de cómo el sacerdote sostenía la
oblación sobre el altar. Esa mención en el Eclesiástico implica que había
oraciones (y quizá alguna ceremonia más) previa al acto de dejar la carne sobre
el altar; y por lo tanto la gente quería verla.
De manera que el Antiguo
Testamento se puede aducir como ejemplo de que el sacrificio era ofrecido tanto de espaldas al pueblo como de frente, sin
que se hiciera problema de ello. De hecho, Levítico es muy meticuloso en todo
lo referente a la oblación, pero ni una palabra
acerca de dónde debe colocarse el sacerdote. Y en Eclesiástico sí que, por fin,
hallamos una mención ¡y esta es como en las
concelebraciones actuales del rito del Vaticano II!