Sermones en vídeo

sábado, enero 21, 2023

Este es el post que he tratado de evitar desde hace años

 

Está bien, ya que sois muchos los que me lo habéis pedido, voy a hablar de este tema del que no tengo ninguna gana de hacerlo, pues es probable que alguien se sienta no solo en desacuerdo, sino ofendido. No es mi intención. Os doy mi opinión con sinceridad, pero con la conciencia de que puedo equivocarme. Aunque me gustaría recordar que estar canonizado implica creer que esa alma está en el cielo, pero no implica que la obra de ese santo no tenga errores. En fin, sé que me voy a crear aversión de muchos por ofrecer mi parecer

María Valtorta: Creo al 100% en la veracidad de esa obra. Por supuesto que su obra no es Palabra de Dios, por supuesto que sus escritos no son parte de las Escrituras. Pero estoy convencido de que las visiones que tuvo son verdaderas y que los escritos son fiel redacción de esas visiones. 

En la obra de Valtorta se menciona la obra de Emmerick. Jesús le dice a Valtorta que la obra de Emmerick fue totalmente echada a perder por los hombres.

Sor María Ágreda de Jesús: Tuvo revelaciones de la vida de Jesús. Tras cada visión, escribía lo visto. Su director espiritual le dijo que quemara esos escritos y ella lo hizo. Años después escribió lo que recordaba. Pero ya no era la obra primitiva en la que cada texto estaba escrito después de cada visión.

Luisa Picarreta: No la conozco. El sacerdote Daniel Gagnon era muy entusiasta de esta obra y ese padre me merece plena confianza.

Ana Catalina Emmerick: No tengo la menor duda de que fue una santa y una mística. Desgraciadamente, ella hablaba y otro copiaba. Lo que más me sorprende es la ausencia de detalles específicos cuando habla de cualquier escena histórica. No quiero ofender a nadie, pero los detalles que se ofrecen pueden valer para cualquier época y lugar del mundo. Siempre se suele afirmar que la casa de la Virgen María se encontró gracias a la obra de Emmerick. Me temo que no fue así. Lo único que se debió hallar allí fue el fundamento de cuatro paredes en un terreno plagado de yacimientos arqueológicos. Nada en la base de esas cuatro paredes hizo pensar que allí hubiera algo relativo al cristianismo. Todo lo que se ve, hoy día, es una construcción actual. Que conste que en ningún sitio he encontrado un artículo arqueológico sobre lo que se halló allí. Lo que sí que es seguro es que la casa que hoy vemos es enteramente una obra moderna.

Santa Hildergarda: Dado que es santa está en el cielo, pero su obra sobre medicina, el clima, o tantos otros temas es una completa sucesión de errores. No es que haya aciertos y algún error, sino que nada de lo que afirma sobre las ciencias humanas es cierto. No es que describa las cosas con su modo de hablar medieval. No, no es eso. Lo que dice no hay manera de salvarlo ni con la mejor voluntad. Con esto no juzgo a santa Hildegarda, sino a los escritos sobre ciencias humanas que nos han llegado con el nombre de esta santa del siglo XII.

María Simma: No digo que sus visiones sobre las almas del purgatorio no fueran verdaderas. Pero todo su libro es siempre la misma historia: un alma que fue muy mala, que ahora sufre mucho y que pide ayuda. Su obra es la misma historia contada cien veces.

Medjugorge: Suspendo juicio acerca de las supuestas apariciones y me someto a lo que determine la Iglesia. No hay duda de que en ese santuario (en el que nunca he estado) hay un ambiente de mucho fervor y ha habido muchísimas conversiones.

Garabandal: Suspendo juicio sobre las apariciones y me someto a lo que determine la Iglesia si algún día lo hace: Pero Conchita (a la que conocí) es una excelente católica: humilde, solo quiere pasar desapercibida. Nunca he estado en ese santuario, pero también hay muchas conversiones, muchísimas.

Profecías de san Malaquías: No son de ese santo. Esas falsas profecías aparecieron casi cuatrocientos años después de la muerte de ese santo y en un solo monasterio. La lista de lemas de papas no aporta nada, y la concordancia con los papas hay que hacerla por medios completamente subjetivos. Estoy convencido de que son una invención anónima, y que su único éxito ha sido atribuírselas a un santo.