Hoy he comido con mis
tíos. No voy a dar más detalles porque siempre respeto la intimidad. Pero sí
que diré que me lo he pasado muy bien. Me ha hecho ilusión el verlos después de
tanto tiempo con todo esto de la COVID. La hija de mi prima no solo había crecido
mucho en sus tres años de edad; sino que, además, me parecía la niña más
sonriente y bondadosa que me he encontrado en mucho tiempo.
La comida ha sido muy
buena. A mí siempre me gusta la paella, y la suya estaba magníficamente cocinada.
Mis tíos estaban como siempre, aunque a mí me gusta bromear diciéndoles que los
encuentro fatal, que están hechos unos vejestorios y tal. Mis dos primos
encantadores.
Lo que me ha gustado ver
dos álbumes de fotos antiguas. Allí estaban mis queridos abuelos y mi padre.
Muchas fotos que no había visto hasta hoy.
♣ ♣ ♣
He leído las 30 primeras
páginas de Paris era una fiesta. Escogí esta obra porque estaba muy
recomendada, pero me ha defraudado. Estilo muy sencillo… y ya está.
El viejo y el mar del
mismo autor comunista es mucho mejor porque habla de la pesca, del mar, y eso
lo conoce bien. Relata una historia interesante, se mete en el personaje. Pero
esa breve obra no lo convierte en uno de los mejores escritores del siglo XX ni
con la mejor de las voluntades hacia los miembros de la academia, especializada
en errar la puntería.
Si comparamos la misma
ciudad, París, descrita por Cortázar en Rayuela, la diferencia con
Hemingway salta a la vista en la forma y en el contenido. El escritor de
estadounidense ni se le acerca. Eso sí, amaba a la Iglesia católica con todo su
corazón.
Hemingway era famosísimo
porque escribía en la prensa y en las revistas. Cuando escribió novelas, todo
el mundo el conocía. Pero Cortázar es de una calidad muy superior, formal y de
contenido. Y, sin embargo, al segundo no le dieron el premio Nobel.