Hace un par de minutos he
acabado de ver, por tercera vez, El
Padrino III. Dada la pasión que ha generado esta saga, os comparto mis
pensamientos sobre ella.
Le escuché a Coppola
contar como, cuando dirigía la filmación de la primera película de la saga, estaba
en un cuartito del aseo, y escuchó que dos hombres de su equipo entraban en ese
aseo y comentaba uno de ellos: Este tipo
no tiene ni idea de dirigir.
Qué poco podía imaginar
el que lo criticaba inmisericordemente que estaban filmando la que está considerada
una de las cinco mejores películas de la historia. En este caso, la categoría
de “película de culto” se queda corta.
Me sorprende cómo en las
listas de las mejores cien películas de la historia, confeccionadas por
individuos que buscan la excelencia del arte; que buscan, y lo logran,
encontrar la excelencia del mejor arte; la I parte está considerada por muchos
como la mejor obra. Este tipo no tiene ni
idea de dirigir.
♣ ♣ ♣
Ahora bien, yo no soy tan
entusiasta en mi juicio sobre la película. Pienso que sí que merece estar las
mejores películas de toda la historia, pero yo no le otorgaría el calificativo
de “obra maestra”.
No veo que esté a la
altura de Amadeus, La Misión o el Séptimo Sello. ¿Por qué entonces
desata tales pasiones? En mi opinión, siempre tendrá más admiradores Mozart que
Bach. Siempre es más fácil escuchar un recitativo de zarzuela que la Danza de los Caballeros de Prokofiev. El Padrino no tiene las complejidades de
Ciudadano Kane. Sí, La Gran Belleza es mucho más profunda
que cualquier obra de Coppola.
♣ ♣ ♣
Lo que nunca he entendido
es porqué a los entusiastas de la saga nunca les ha gustado la III parte. La
coda de esta trilogía no plantea nuevos temas, la saga era imposible alargarla
más. Ni a Puzzo ni al director se les ocurrían ya más variaciones sobre el
mismo tema. La tremenda sensación de repetición planea tras el voto de
confianza que le damos en los primeros tres cuartos de hora. Eso sí, la parte
de la ópera con que culmina la saga es de una belleza coreográfica
impresionante.
Pero las conversaciones
entre Corleone y el cardenal Lamberto son extremadamente pobres y no logran
crear la más leve suspensión de la incredulidad. Eso ocurre con algunas
conversaciones más de esa tercera parte, y es cierto que no ocurría en las dos
partes anteriores. Algunas conversaciones entre los banqueros, el arzobispo del
Vaticano y Corleone son manifiestamente mejorables.
Esta vez he visto la versión del director. Me ha parecido un puro producto para vender algunos DVD más.
No solo no cambia
prácticamente nada; sino que, encima, el cambio de la última escena de la
película no solo no la mejora sino que le sienta tan mal como a don Altobello
los cannoli envenenados.