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domingo, mayo 28, 2023

El Padrino: algunas consideraciones

 

Hace un par de minutos he acabado de ver, por tercera vez, El Padrino III. Dada la pasión que ha generado esta saga, os comparto mis pensamientos sobre ella.

Le escuché a Coppola contar como, cuando dirigía la filmación de la primera película de la saga, estaba en un cuartito del aseo, y escuchó que dos hombres de su equipo entraban en ese aseo y comentaba uno de ellos: Este tipo no tiene ni idea de dirigir.

Qué poco podía imaginar el que lo criticaba inmisericordemente que estaban filmando la que está considerada una de las cinco mejores películas de la historia. En este caso, la categoría de “película de culto” se queda corta.

Me sorprende cómo en las listas de las mejores cien películas de la historia, confeccionadas por individuos que buscan la excelencia del arte; que buscan, y lo logran, encontrar la excelencia del mejor arte; la I parte está considerada por muchos como la mejor obra. Este tipo no tiene ni idea de dirigir.

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Ahora bien, yo no soy tan entusiasta en mi juicio sobre la película. Pienso que sí que merece estar las mejores películas de toda la historia, pero yo no le otorgaría el calificativo de “obra maestra”.

No veo que esté a la altura de Amadeus, La Misión o el Séptimo Sello. ¿Por qué entonces desata tales pasiones? En mi opinión, siempre tendrá más admiradores Mozart que Bach. Siempre es más fácil escuchar un recitativo de zarzuela que la Danza de los Caballeros de Prokofiev. El Padrino no tiene las complejidades de Ciudadano Kane. Sí, La Gran Belleza es mucho más profunda que cualquier obra de Coppola.

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Lo que nunca he entendido es porqué a los entusiastas de la saga nunca les ha gustado la III parte. La coda de esta trilogía no plantea nuevos temas, la saga era imposible alargarla más. Ni a Puzzo ni al director se les ocurrían ya más variaciones sobre el mismo tema. La tremenda sensación de repetición planea tras el voto de confianza que le damos en los primeros tres cuartos de hora. Eso sí, la parte de la ópera con que culmina la saga es de una belleza coreográfica impresionante.

Pero las conversaciones entre Corleone y el cardenal Lamberto son extremadamente pobres y no logran crear la más leve suspensión de la incredulidad. Eso ocurre con algunas conversaciones más de esa tercera parte, y es cierto que no ocurría en las dos partes anteriores. Algunas conversaciones entre los banqueros, el arzobispo del Vaticano y Corleone son manifiestamente mejorables.

Esta vez he visto la versión del director. Me ha parecido un puro producto para vender algunos DVD más. 

No solo no cambia prácticamente nada; sino que, encima, el cambio de la última escena de la película no solo no la mejora sino que le sienta tan mal como a don Altobello los cannoli envenenados.