Siempre he tenido la duda
de si en la cátedra del obispo es preferible que solo se siente el obispo residencial;
y no como se hacer ahora: es decir, que, en ausencia de este, se sienta
cualquier obispo que presida una ceremonia en la catedral.
Después de años en que
esta duda que me ha rondado la cabeza… Ya veis que
las dudas que rondan mi cabeza nunca son muy trágicas. En cuanto a dilemas
vitales, la sangre nunca llega al río. Mi mayor dilema vital, últimamente, ha
sido este: si el obispo de otra diócesis convendría que se sentara en la
cátedra de otro. Soy un individuo poco trágico.
…después de años, he llegado
a la conclusión de que hay dos opciones:
—o que se coloque una
sede digna, pero normal, delante de
la cátedra para estos obispos visitantes o auxiliares
—o que se coloque una tela (muy rica y ornamentada) que
recubra el respaldo y que simbolice que la cátedra no luce con todo su
“esplendor”
Si se coloca la sede
delante de la cátedra, el diseño del estrado ya debería tener en cuenta esta
posibilidad.
En cuanto a la opción de
la tela, pienso en una tela preciosa, con letras bordadas que dijeran, por ejemplo,
cum permiso. Es decir, que el que se
sienta allí lo hace con permiso del
obispo residencial (aunque ese permiso fuera general, por ejemplo, en el
caso de un auxiliar) o con permiso de la
Iglesia, en el caso, por ejemplo, de un administrador apostólico o de un
obispo visitante en situación de sede vacante.
Considero que la catedra posee
un profundo simbolismo y que hay que hacer todo lo posible para que la cátedra
luzca con todo su esplendor propio.