Sermones en vídeo

lunes, enero 28, 2019

El rostro de un santo obispo



Hoy he visto algunos trozos de esta ordenación de tres obispos auxiliares. Es un vídeo muy bonito en la catedral de Los Ángeles, una catedral que me gusta especialmente.


Me ha llamado la atención cómo se echa el santo crisma en la cabeza de los ordenandos y también que, al ser obispos auxiliares, reciben el báculo de rodillas de manos del obispo residencial.

En mi vida solo he visto una ordenación episcopal, solo una; en Roma. Y tampoco la vi mucho que digamos. Estaba yo lejísimos del presbiterio y los detalles era imposible apreciarlos.

Los obispos, cuando llegan a mi diócesis, ya están ordenados. Con lo cual nunca he visto una ordenación episcopal en mi catedral.

Qué cosa tan grandiosa es ser obispo. Por supuesto que distingo entre la persona concreta y la carga sagrada que se ha puesto sobre sus hombros. La persona con sus defectos y la excelsitud de la misión a la que Dios une unas gracias a través del sacramento.

Qué poco me cuesta honrar a los obispos, a todos. Y también me cuesta poco dar un voto de confianza a todas sus decisiones. Honro a Dios honrando a sus obispos.

Hoy he puesto una foto de don Helder Cámara, un obispo al que le tengo una especial, especialísima, devoción. Aunque, como san Gregorio Nacianceno, no estuviese exento, tal vez, de algunas carencias graves en el ejercicio de su ministerio episcopal. Pero no hablo de pecados, sino de carencias que eran inculpables. Pero, más allá de todo eso, de lo que cabe duda para mí es de que fue un santo obispo.

Para aquellos que lo critican por ser de la teología de la liberación ortodoxa, hay que recordarles que su arzobispo (el que era obispo auxiliar) era un prelado muy tradicional, pero que muy tradicional, y que él era el primero en tener al obispo Cámara por un santo viviente.

jueves, enero 17, 2019

Creemos en el Dios de la Biblia: una petición a tantos pastores




Esta imagen que gusta tanto. Durante varios días la he dejado como fondo de pantalla de mi ordenador. El mismo acto de copiar las Sagradas Escrituras como adoración, como oración, como reconocimiento de la sacralidad de ese Dios Innombrable.

Como lamento el que no pocos profesores de facultades teológicas nieguen la inerrancia de la Biblia. La Tradición del Pueblo de Abraham y del Pueblo de la Nueva Alianza es clara: en los textos sagrados no hay ni el más pequeño error: ni sobre la fe ni histórico ni de ningún tipo.

Como enseñó el santo Concilio Vaticano II:
Pues, como todo lo que los autores inspirados o hagiógrafos afirman, debe tenerse como afirmado por el Espíritu Santo, hay que confesar que los libros de la Escritura enseñan firmemente, con fidelidad y sin error, la verdad que Dios quiso consignar en las sagradas letras para nuestra salvación.

Las citas de la Tradición que podría aducir son numerosísimas. Baste una más de León XIII en su carta encíclica Providentissimus Deus:

Y de tal manera estaban todos los Padres y Doctores persuadidos de que las divinas Letras, tales cuales salieron de manos de los hagiógrafos, eran inmunes de todo error, que por ello se esforzaron, no menos sutil que religiosamente, en componer entre sí y conciliar los no pocos pasajes que presentan contradicciones o desemejanzas (y que son casi los mismos que hoy son presentados en nombre de la nueva ciencia); unánimes en afirmar que dichos libros, en su totalidad y en cada una de sus partes, procedían por igual de la inspiración divina, y que el mismo Dios, hablando por los autores sagrados, nada podía decir ajeno a la verdad. Valga por todos lo que el mismo Agustín escribe a Jerónimo: 

«Yo confieso a vuestra caridad que he aprendido a dispensar a solos los libros de la Escritura que se llaman canónicos la reverencia y el honor de creer muy firmemente que ninguno de sus autores ha podido cometer un error al escribirlos. Y si yo encontrase en estas letras algo que me pareciese contrario a la verdad, no vacilaría en afirmar o que el manuscrito es defectuoso, o que el traductor no entendió exactamente el texto, o que no lo he entendido yo».

No se puede decir más claro. Por favor, os pido a los pastores de almas que me estéis escuchando que leáis la Palabra de Dios con la sencillez con que lo hicieron Amós, Ageo, san Pedro o san Bartolomé, con la sencillez de un pastor de Judea en el siglo II antes de Cristo o la de un monje irlandés del siglo VIII.

No nos olvidemos de que estamos hablando de la Palabra de Dios, es decir, de las palabras que han salido de la Boca de Dios, aunque nos hayan sido transmitidas por hombres. Pero es Dios quien habla y Dios no puede errar ni inducirnos a error. Dios nunca nos va a inducir a error.

Si en I Macabeos 3, 24 se nos dice que murieron en una batalla ochocientos hombres de los enemigos de Judas, podemos estar seguros de que murieron alrededor de 800 hombres, no 700 ni 900, sino alrededor de 800 hombres.

En nuestra religión, como en la de los judíos, la Historia y la fe están completamente entrelazadas. No es que haya una historia al lado de la fe, sino que la historia forma parte de la fe. No solo creemos en un Dios Único, sino que creemos que Dios envió las plagas que se relatan en el Éxodo y que allí están descritas fielmente. No creemos meramente en Dios en general, creemos en ese Dios. Podemos estar de acuerdo en algunos puntos acerca del Motor Inmóvil de Aristóteles o del Dios descrito por los neoplatónicos, pero nosotros creemos exactamente en el Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob.


domingo, enero 06, 2019

He derramado unas lagrimitas



Hoy, por la tarde, día de la Epifanía, he vuelto a ver, otra vez, por centésima vez, la escena de Ben-Hur en la que los Reyes Magos adoran a Cristo. De verdad, no conozco ninguna película que haya dado tanto en el clavo al representar esta escena bíblica. Porque la escena de Ben-Hur tiene un punto de candidez, de ingenuidad, que creo que refleja la verdad del Evangelio.

La música… qué dulzura perfecta tan sublime para ese momento del nacimiento en Belén. No se requieren palabras: la música, los rostros lo dicen todo. Mirad la misma escena en otras películas. Los directores quieren intervenir más, hacer que los actores hagan más cosas y lo estropean, no logramos meternos en la escena, suena a teatro. En Ben-Hur se percibe lo sacro. Se nota que se filmó como algo sacro y el resultado fue percibido así.

Aquí tenéis la escena:

Pero, como dije hace un año, el momento más conseguido es cuando uno de los pastores atónitos se vuelve hacia atrás, porque considera que debe tocar el shofar para avisar al pueblo judío que ha nacido el Mesías.

Y, entonces, el mugido del shofar calla y comienza el brillante toque, ¡impresionante!, de trompetas de la fanfarria con que comienza el Preludio de la banda sonora de Niklos Rozsa.

Ese paso de la escena del Nacimiento al toque del shofar es una escena que cinematográficamente me deja atónito. No se podía hacer algo más elegante ni teológicamente con más sentido: el shofar que marca los tiempos sagrados... Tengo en gran consideración Willy Wilder, pero no creo que, sin la intervención de una inspiración de los ángeles, se le pudiera ocurrir algo tan redondo.

Pero es que entonces ocurre un verdadero milagro cinematográfico: el sonido del shofar da lugar a una fanfarria que es como si nos expresara la alegría de los ángeles por el nacimiento de Cristo. No, esta no es una fanfarria más. He escuchado no pocas, y esta es la más inconmensurable que he escuchado.

Pero la unión de estos tres momentos musicales (La Estrella de Belén, el toque del shofar, la fanfarria del Preludio) es una conjunción excelsa.

Los tres momentos de la banda sonora a los que me he referido los tenéis aquí:



sábado, enero 05, 2019

San Gregorio Nacianceno, un eclesiástico con defectos, con no pocos defectos


Pongo este mosaico, porque a un obispo de la época de este santo hay que imaginárselo vestido como este personaje o con toga. Mi post sobre Gregorio Nacianceno se ha transformado en un fructífero diálogo con los comentaristas. Un diálogo acerca de su personalidad y santidad.

Después de escucharos, pero también después de leer más sobre él ayer, tras la cena, he llegado a varias conclusiones no muy positivas para este padre de la Iglesia.

Vaya por delante que a mí san Gregorio no me ha hecho nada malo. Un libro que me ha parecido el más claro y con citas sobre su vida (escritas por el mismo san Gregorio) lo podéis encontrar en este link. En su versión gratuita, podéis leer toda su vida hasta la parte en que se traslada a Constantinopla:


Los textos resultan, a mi entender, muy claros. Gregorio cae demasiado en la autojustificación. La descripción que hace de esa ciudad es tremenda en boca de un obispo. Un obispo insultando su propia sede. En esa época, lo que se escribía en una obra podía tener una trascendencia como no la tienen los escritos de la nuestra. Es muy difícil defender cómo puede insultar a una ciudad de esa manera. Alfonso ayer ya puso la famosa cita.

Pero podéis comprobarlo vosotros mismos en el libro que he dicho, en la cita que comienza con estas palabras: Midway along the high. He puesto las palabras en inglés, porque así podéis usar el buscador.

Al final de esta descripción de la ciudad se ve el resentimiento contra Basilio el metropolitano. No cabe hablar de otra cosa que de resentimiento.
Por otra parte no es tanto que no tomara posesión de la ciudad, como algunos han escrito para defenderle y es el argumento que usó Gregorio. Lo que sucedió es que llegó, estuvo un tiempo y no quiso quedarse. Véase la pg. 11 de ese libro en que él mismo lo cuenta.

Por si fuera poco, la respuesta al metropolitano fue desafiante. El texto no cabe calificarlo más que de desafiante. Véase la cita que comienza con las palabras you reproach us with.

No tengo la menor duda de que es un santo del cielo en cuanto que está en el cielo. Pero su ambición, el abandono de su sede episcopal y su resentimiento que muestran sus mismos escritos a lo largo de una vida, pues da muchos datos biográficos en sus obras, no ofrecen mucha posibilidad de salvarse. Aunque repito que no tengo la menor duda de que está en el cielo. 

Fue famoso porque en otros campos sí que luchó denodadamente por la ortodoxia de la fe. Fue un gran teólogo y un gran predicador, de eso no hay duda.

Me voy a encomendar más a este santo, me gustan los santos pecadores y no muy perfectos, me siento más identificado con ellos.

viernes, enero 04, 2019

Más sobre san Gregorio



En el mosaico se ve cómo iba vestido un obispo del siglo VI, por supuesto, sin mitra. Es el de la derecha, a su lado hay un archidiácono. 

La historia de san Gregorio Nacianceno que conté ayer prima facie no parece muy edificante. Ahora bien, no sabemos si el obispo Basilio le engañó o le presionó, o le engañó y le presionó, para que aceptara la sede de Sasima. Solo Dios lo sabe.

Ahora bien, la impresión general que saco con un conocimiento superficial de esta figura es que Gregorio era una persona muy inteligente, tenía dones intelectuales grandes, pero que, tal vez, era un poco soberbio.

Lo lógico hubiera sido retornar al obispo Basilio y explicarle que la vida en Sasima se le hacía muy dura. Pero era algo extraño que buscase vivir como monje y que no quisiese quedarse en una localidad pequeña como pastor. Un poco incongruente sí que parece.

Además, se va como monje, esa es la decisión. Pero después se queda como obispo de una ciudad más grande. Otra cosa bastante sorprendente.

Por si fuera poco, los cánones eran muy claros: no podía abandonar una sede episcopal por otra. No obedeció la disciplina eclesiástica. Y no en una materia precisamente pequeña. A eso se añade que estando en Nacianzo debería haber regularizado su situación en algún sínodo, sometiéndose a su determinación. O, al menos, debería haber expuesto su caso ante el metropolitano.

El resultado es que llegaría a Constantinopla con una situación canónica nada clara. No regularizó su situación y después, con toda razón, se lo echaron en cara en mitad del concilio.

Señalo estos pequeños detalles porque se suele pensar que los obispos de la Antigüedad eran todos canonizables, mientras que los de ahora son mundanos. Y, a nivel global, es justamente al revés: el episcopado actual está formado por hombres totalmente entregados al cuidado del rebaño, sin divisiones con asuntos terrestres, como sí que las había en esos siglos pretéritos. Son hombres que viven en sus diócesis, en otros siglos las ausencias podían ser muy prolongadas por los viajes. Actualmente, la situación canónica siempre está clara. En la época del arrianismo, los bandos enfrentados hacían que algunos obispos se hallaran en situaciones irregulares o, por lo menos, no claras.

El episcopado actual puede tener sus defectos, pero no tiene algunos de los defectos de los obispos de siglos pasados. Y sí que tiene aspectos positivos que no eran tan frecuentes en otras épocas.

jueves, enero 03, 2019

San Gregorio Nacianceno


Este mosaico de Tarragona muestra a un obispo del siglo IV o algo más tardío. Observad que, tal como digo en mi obra La catedral de san Agustín, no lleva ninguna vestidura eclesiástica. Lleva una toga blanca.

He puesto este mosaico para poner imagen a la vida de san Gregorio Nacianceno. Y es que ayer me sorprendió mucho las vida de este obispo oriental.

Su padre (un padre del siglo IV) se convierte al cristianismo y años después llega a obispo. Gregorio joven que duda si hacerse sacerdote o monje, y el padre le dice, al final, que o se queda y se hace sacerdote o se va a un monasterio, pero que en casa no se puede quedar dudando y dudando entre lo uno y lo otro.

Cómo, finalmente, san Basilio le convence para ser ordenado obispo de Sasima, una sede episcopal recién creada por Basilio. Pero Gregorio se quejará de que esa ciudad no era más que «un agujero espantoso; una mísera parada de postas de la carretera principal... sin agua, vegetación, o la compañía de caballeros... ¡esto era mi iglesia de Sasima!». Y no llegó a tomar posesión de la sede, alegando que prefería retirarse a vivir una vida monacal.

Pero acabó ayudando a su padre obispo. Tras su muerte, se retiró a un monasterio. Combatió el arrianismo. Fue llamado a Constantinopla para combatir esa herejía con sus predicaciones. Fue nombrado obispo. Lideró un concilio ecuménico. 

Pero una facción de obispos no le aceptaba, alegando que canónicamente no podía haber dejado la diócesis de Sásima, y que su nombramiento como obispo de Constantinopla era ilícito. Así que Gregorio renunció y se retiró a Nacianzo. Allí sería escogido como obispo de la ciudad por el clero. Sus últimos cinco años de vida, ya débil, los pasó en una finca de su familia, habiendo colocado a otro obispo en su sede antes de retirarse.

Una vida apasionante, no me digáis que no es digna de una película. Si yo tuviera tiempo, me encantaría hacer una novela breve con estos mimbres. Una novela lo más pegada a la realidad histórica. Pero tengo que dosificar mi tiempo y dedicarme a los proyectos ya empezados.

miércoles, enero 02, 2019

Comienzo de otro año



En este 1 de enero del año del Señor de 2019, puedo decir con toda sinceridad que lo que más le agradezco a Dios es mi sacerdocio. Nada me produce mayor gozo que celebrar la misa. Por supuesto que realizo más trabajos como presbítero que la celebración de la eucaristía: me siento en el confesonario, escucho a la gente que viene a hablar conmigo, administro muchas unciones de los enfermos, et caetera res. Pero nada, absolutamente nada, me resulta más gozoso que celebrar el augusto sacrificio. Mi vida solo la veo dedicada al sacerdocio. No siento ni la más mínima atracción por otras formas de vida.