Las palabras
de ayer deben ser leídas por parte de alguien que ama a Inglaterra, que ama
todas las muchísimas cosas buenas que tiene el Reino Unido.
Pero voy a
hacer unas cuantas consideraciones deslavazadas más. Todas esas preciosas películas
que vemos sobre las grandes mansiones inglesas se basan en la inmensa
acumulación de riqueza en unas pocas manos y en un sistema laboral de servidumbre
en el caso de las personas paupérrimas que tenían que servir. Esas casas tenían
muchísimo personal. ¡Pero muchísimo personal con sueldos mínimos! Esas bellísimas
mansiones de campo eran el síntoma de un gravísimo problema social. La belleza está bien, ¡la amo!,
pero eso no me impide ver consideraciones morales detrás de esa belleza.
España era
muy pobre en esa época. Pero no existían esas diferencias sociales tan
sangrantes y tampoco existió una estratificación social en “castas” tan dura
como la de la Isla. Tampoco existió esa “crueldad social” en los países
escandinavos o en Francia. Eso tiene explicaciones económicas y sociológicas. Hubo
un estallido de la natalidad en Gran Bretaña. Y la pequeña isla, a diferencia
de Francia o de los territorios germanos, por poner solo dos ejemplos, no podía
asumir toda esa población, la cual comenzó a emigrar adonde fuera.
El estallido de
natalidad también sucedería en Alemania o en Italia y comenzarían las
emigraciones, en el siglo XIX. Pero la época de la Revolución Industrial fue
especialmente cruel con las clases obreras en Gran Bretaña.
Insisto, toda
la belleza que rodeaba a la aristocracia británica se basaba en una gran masa
obrera que les pagaba esos lujos y esa belleza a unos pocos privilegiados.
En el caso de
los aristócratas irlandeses (en esa época parte de Gran Bretaña), esto que he
dicho era más verdad que en ninguna parte. Irlanda entera vivió literalmente
esclavizada a esa élite. Todos los recursos de la isla eran gastados en
Inglaterra, dejando lo mínimo a la “población nativa” para seguir trabajando.
Estas
estructuras de opresión fueron especialmente claras y evidentes en Gran
Bretaña. Por poner otro ejemplo, Portugal podía ser un país menos favorecido
económicamente, pero vivía con dignidad y sin estructuras de pecado de esa
magnitud. También en Portugal había ricos y pobres, también había algunas casas
de aristócratas, pero todo tuvo una medida mucho más humana.
Os puedo
asegurar que la gente tiene una visión muy romántica del Imperio Romano. Pero todas
estas cosas tienen una dimensión moral que los cristianos no podemos olvidar. El
reino de los macabeos fue un reino humano: un reino sencillo que no oprimió.
Pero la Biblia compara a Roma con una bestia con cuyos dientes de hierro devoran y sus patas destrozan con sus garras.
Podríamos seguir
comparando entre Brasil (bueno) la Unión Soviética (malo), o entre Luxemburgo
(bueno) y el régimen racista que fue el régimen sudafricano (malo). Es decir,
hay realidades sociales buenas y realidades sociales malas.