¿Qué sentido tendría no mostrar la
más mínima intención de negociar por parte de Rusia y solo repetir sus
exigencias iniciales una y otra vez? ¿Qué sentido tiene en las conversaciones
haber sido grosero con todos los que se han acercado a mediar, a dialogar? ¿Qué
sentido tiene evacuar a Rusia a la población civil de las regiones ucranianas conquistadas
por Putin?
Sí, no hay ninguna duda de que el
dictador asesino ha decidido invadir Ucrania.
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Esto prueba que a todo dictador que
lleve asentado en el poder supremo más de quince años siempre se le queda
pequeño su país. Es una mera cuestión psicológica. La mentalidad tiránica
siempre busca expandir más y más su poder en el propio país. Después, cuando ya
no es posible ir más allá, empiezan a molestar las fronteras. “Por qué mi yo
no puede someter a los que están fuera de mi nación de súbditos”. El yo
empieza a sentirse encajonado, apretado.
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En este conflicto resulta
interminable la lista de chanchullos y marrullerías del Kremlin que demuestran
que Putin engaña. Pero el descubrimiento de los metadata de los vídeos del líder
ucraniano Pushilin es una metedura de pata de las que hacen historia. El proruso
dice en el vídeo que se ha desencadenado una ofensiva ucraniana en esa zona,
conflictos y tal, esa era la justificación para la evacuación, la violencia
desatada por Kiev. Pues bien, los metadata del vídeo demuestran que varios
vídeos fueron grabados dos días antes del comienzo (según los rusos) de esa
violencia por parte de Kiev.
Todo, todo, forma parte de un teatro
para convencer a los pobres rusos de que el bueno de Vladimir se ha visto
obligado a invadir.
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Nunca, nunca, jamás, la guerra. La
guerra es sufrimiento, muerte, destrucción. Generadora de odios, creadora de
divisiones. La guerra solo sirve para el mal. Todavía no ha pasado, nada. Todo
podría evitarse. La guerra siempre pone en marcha sucesiones de causas y efectos
que pueden llevar muy lejos.
Nunca, nunca, la guerra. Ahora bien,
el que es atacado tiene derecho a defenderse. Las manos de la víctima que se
defiende se lavará la sangre de sus manos y quedarán limpias. Las manos del
agresor quedarán manchadas de sangre por más que se restriegue con agua y jabón.
El que se defiende matará, pero no será un asesino. La víctima matará al
agresor, pero no habrá pecado del que absolverle.
Putin impondrá con todo boato
medallas a los agresores. Pasarán los decenios y serán medallas de la vergüenza,
medallas para ser escondidas, para ser sacadas de una caja de cartón y enseñadas
a los nietos con arrepentimiento. Las víctimas podrán ser arrolladas en el
combate, pero dentro de un siglo serán recordadas con orgullo. Defensores de la
soberanía y la libertad frente a un oso colosal que un día decidió salir de
caza.