(En la imagen el acta de independencia de España.) Poner a ignorantes a
cargo del poder ejecutivo de una nación sería cómico (casi de comedia tipo Sopa
de Ganso) si no fuera porque puede tener consecuencias muy graves. En el caso
de Pedro Castillo la gansada de elevarle a presidente le podía haber costado la
libertad a los 33 millones de peruanos. Por supuesto que el parto de la
dictadura podría haber significado cientos de muertos.
He estado mirando la
constitución de Perú y sí, Castillo ha dado un golpe de Estado. Aquí no hay
ninguna duda de quién se ha saltado las normas constitucionales.
De todas maneras, no sé
quién redactó la constitución de Perú, pero eso de que el Poder Ejecutivo (que
siempre es la institución más peligrosa para la libertad de cualquier nación)
pueda disolver el congreso (que son los representantes del Pueblo) es una mala
idea, una muy mala idea.
Tal vez a algún político peruano,
en 1993, le pareció que no había que preocuparse de que una de las ramas
constitucionales esenciales para el funcionamiento de cualquier nación quedase
vacante. Pero la disolución del congreso deja a los jueces solos frente al
Ejecutivo, y más cuando el sistema de esa nación es unicameral.
El problema de un texto
constitucional inadecuado o defectuoso o que se queda bloqueado es que a
diferencia de un partido de fútbol el resultado de la disensión de pareceres no
se decide a penaltis, sino a tiros.