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viernes, diciembre 16, 2022

Una ley que es completamente distinta de las demas

El congreso, desde hace algún tiempo, se ha sumido en una inútil tormenta de descalificativos personales. Si alguien dice algo con sensatez (y los hay), sus palabras quedan ahogadas en el tumulto verbal.

Lo que la gente no se da cuenta es de que la reforma del Tribunal Constitucional supone un antes y un después para esta barrera que, hasta el día de hoy, ha protegido la democracia en España. Ya no serán jueces escogidos por consenso, sino jueces escogidos para que no den ningún susto al Poder Ejecutivo.

Si ahora, de golpe, con toda la urgencia posible, se hicieran todos los nombramientos que por cuestiones de fecha requieren hacerse, la faz de ese tribunal quedaría politizada durante muchos años. Los nombramientos de sus jueces están vigentes durante nueve años.

Si hay falta de acuerdo, es una insensatez imponer algo e imponerlo durante tantos años. Si esto lo hubieran hecho las derechas, las izquierdas hubieran incendiado las calles durante las semanas que hubiera hecho falta. Hubiéramos necesitado antidisturbios noche tras noche, hasta tirar la toalla y negociar. Si las derechas hubieran propuesto esto, probablemente no se hubiera salvado ni el edificio del congreso de un asalto “popula”. Todo lo que hacen las izquierdas siempre es popular. Lo que hacen las derechas, aunque lo hagan dentro de la ley, es puro fascismo.

Estamos en un momento gravísimo. Me gustaría poder decir que esta contienda no hay ni buenos ni malos. Ojalá pudiera escribir que presumo la buena fe de los dos bandos enfrentados.

Lo que se va a decidir en breve en el senado afectará nuestras libertades en los próximos decenios. La politización de ese alto tribunal será de imposible reversión.