Sermones en vídeo

miércoles, septiembre 30, 2020

Parque Jurásico en versión más barata, pero con el mismo terror

 



Por la mañana, he seguido trabajando en mis inacabables tomos sobre san Pablo. Llevo una semana aprendiendo todo lo que puedo sobre los misterios órficos, dionisiacos y eleusinos, también sobre el mitraísmo. En esa época había de todo en el imperio romano, incluidas algunas influencias budistas. Testigos de Jehová no había.

Al final de la mañana, he grabado un sermón sobre los ángeles en el Apocalipsis. Di, ayer, una conferencia en un seminario de Honduras sobre el mismo tema. La de hoy era la segunda parte. Después de un saludable almuerzo de pan tostado con aguacate y sardinas, seguido de un yogurt cremoso de frutas tropicales, me he dado un paseo junto al río.

Un delicioso y largo paseo con un lector mío que me ha venido a ver. Me gustan las visitas y llamadas de los lectores.

Qué bonito está el campo en este comienzo del otoño, tan lleno de luz, con una temperatura perfecta. En el río Henares hay patos, pero ahora observo que hay un trecho que lo han colonizado las garcetas, tan bonitas y tan blancas. Es una delicia pasear fijándose en los tipos de cantos, en las clases de árboles fluviales.

Ayer fui a concelebrar a la Basílica de san Miguel en Madrid, ¡qué sagrario tan bonito! Me quedé extasiado contemplándolo. No he encontrado fotografías bonitas en Internet para que lo veáis.

Quiero especificar (para daros ideas) que las sardinas que comí son unos filetes de sardina marinados que parecen completamente anchoas, solo que un sabor mucho mejor. Son deliciosas y se pueden tomar los viernes de cuaresmas. Yo las compro en Hipercor, no las he encontrado en otro lado. Se llaman Anchodinas. Acabo con un chiste:

—¡Estás obsesionado con la comida!

—No sé a qué te refieres croquetamente.

martes, septiembre 29, 2020

Receta forteniana

 


Nunca os había contado una historia que sucedió hace unos tres años. Yo estaba pagando en el supermercado de un centro comercial muy grande. Mientras esperaba a que me diera ya la cuenta, me fijo en que a unos diez metros había otro cajero (de unos veinte años) que parecía gemelo del que me estaba cobrando.

Se lo comenté: ¿Sois gemelos?

Daba por supuesto que iba a decir que sí.

Me contestó: No que yo sepa.

Me dejó claro que no eran familia. Pero yo, cuanto más miraba a los dos, más idénticos me parecían. No es que hubiera similitud, eran dos gotas de agua. Pero el cajero que me atendía me lo había dejado claro: no tenían nada que ver entre ellos. Lo dijo sin dejar lugar a dudas.

Me fui al aparcamiento con mis bolsas, pensando que el cajero me había hablado con sinceridad, pero que eran demasiado iguales. Hacía poco había leído acerca de gemelos separados que se reencontraron casualmente.

Mientras metía la compra en mi coche, pensé que me gustaría tener una excusa para echar otra hojeada a ambas caras. ¿Pero qué excusa podía alegar para regresar?

Entonces, me doy cuenta de que se me había caído la bolsita pequeña donde llevaba las llaves de mi casa. Las llaves estaban en mi bolsillo, pero la bolsita con cremallera no.

¿Se me habrían caído junto al cajero? Regresé y, efectivamente, allí estaba la bolsa en el suelo. Me volví a fijar y era cierto: eran iguales.

Lo curioso es que yo había buscado una excusa para regresar y ¡se me había caído allí una cosa del bolsillo!

Me dieron ganas de fijarme en los lóbulos de las orejas, en el tipo de nariz. Pero me di cuenta de que el cajero ya me empezaba a mirar como el que mira a alguien que se cree Napoleón o cosas parecidas, así que dejé correr el asunto: recogí la bolsa y me marché. 

No deja de ser inquietante que hayas cobrado a un cliente y este se te quede mirando a seis metros, fijamente. Eso es más siniestro que la vieja del visillo.

Pero es curioso, quise volver y tuve que volver. ¿Serían gemelos y no lo sabían? ¿Sólo eran dos personas casi idénticas sin familia?

lunes, septiembre 28, 2020

Escuchar música por la calle, antes del movil, también era posible

 


Uno sabe que ha llegado a la vejez cuando con los amigos se cumple la Ley de la conversación senil en tres fases. Esta ley es invención mía.

En la primera fase, siempre se habla de la salud: estoy perdiendo la memoria, estoy engordando, el colesterol.

En la segunda fase, se habla de lo mal que está todo. Uno se parece un poco a los cascarrabias del palco de Los Teleñecos (The Muppets Show).

En la tercera fase, muchas veces precedida por las palabras te acuerdas..., se habla de lo maravilloso que era el mundo, la vida y España en la época de nuestra infancia y juventud. En esas conversaciones, el planeta era una Arcadia feliz hasta que llegamos a los treinta años. Entonces, todo empezó a torcerse. Cuando cumplimos cuarenta años, ya habíamos entrado en una edad de hierro. (Ahora, con peste, ya ni digo nada.)

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Hoy están filmando una serie de televisión justo debajo de las ventanas de mi casa. Todo el rato me estoy asomando a ver qué hacen. Debo aparecer dos docenas de veces mirando entre las cortinas, como la famosa figura de la vieja del visillo.

No sé de qué trata la serie, pero miro con una mirada siniestra de película de terror de los años 70. Una mirada profunda entre Hitchcock y La noche de los muertos vivientes. Y es que, de verdad, no hay efecto especial que sea tan siniestro como una vieja con mirada de psicópata mirando entre los visillos.

El camino hacia el teléfono móvil tuvo muchos intentos fallidos

 


Es un hecho que Internet se ha convertido ya para una gran parte de la humanidad en su patria. Ya no es un instrumento que se consulta en un momento dado, es un lugar, es la parte del mundo donde la mayoría pasa una gran parte del día a ratos o seguida.

Esto es un hecho, no estoy haciendo ahora una crítica, ni a esto va a seguir un sermón. No estoy diciendo si es bueno o mal, únicamente constato una realidad.

Podemos contraponer realidad e Internet, pero sin olvidar que Internet forma parte de la realidad.

No estoy diciendo que no haya que reconducir los aspectos desordenados del uso de la Red. Pero el trabajo, el descanso, la amistad, la lectura, hasta la oración, en gran medida, pasa por la Red. O, mejor dicho, está en la Red y nosotros estamos en ese “lugar”. Nosotros vivimos en esa patria grande como el mundo, donde caben muchos mundos.

Matrix apareció en 1999. Y hablaba de un mundo donde los hombres reales estaban conectados. La conexión a la Red de la humanidad es un hecho históricamente irreversible. Podemos discutir muchas cosas, pero la conexión de cada ser humano resulta inevitable, avance como avance el futuro.

Nosotros, los sacerdotes, debemos encauzar las cosas lo mejor posible, del modo más humano, más enriquecedor. Pero sin echar sobre las conciencias sentimientos de culpabilidad. Una sociedad pastoril en las que cuidamos de las cabras mientras tocamos la lira ya no volverá.

El mundo preinternet

 Esto era una red social normal antes de que Internet confinara a todos hace veinte años.


Así era trabajar en el campo hasta 1970.



Esto era Facebook en 1917. Era, digamoslo así, otro concepto de selfie.



viernes, septiembre 25, 2020

Coronavirus y moralidad: evaluación general

 


Mi postura en todos estos meses ha sido de apoyo al gobierno. La situación que se vivió era trágica y era preferible no crear división dado que las medidas que se tomaban por el Ejecutivo eran razonables. El clero, los políticos, todas las fuerzas sociales, la misma entera población han remado en la misma dirección, en esta situación de emergencia. Y eso ha sido loable.

Pero ya ha pasado casi medio año desde la declaración del estado de alarma y considero que es momento de hacer algunas nuevas valoraciones de tipo moral. Permítaseme no fundamentar todo lo que voy a decir, sino ir más bien a las conclusiones, para no alargar todo innecesariamente. Todo lo que tengo que decir se puede resumir en estas afirmaciones telegráficas:

—Los países de Europa que han tomado medidas muchísimo más laxas no han sufrido un Armageddón. Eso es un hecho.

—Los países del mundo (hay varios) que no han hecho prácticamente nada, tampoco han vivido un apocalipsis.

—El virus ahora no posee la misma letalidad que en marzo. Lo que pudo ser prudente en marzo, puede no serlo ahora.

—La afirmación de que no se puede anteponer el dinero a la vida no puede ser un obstáculo absoluto que impida toda serena discusión acerca de qué es lo más prudente hacer ahora.

—Si se levantaran las medidas que están bloqueando la economía, se vivirían situaciones terribles. Pero la cuantificación de lo “terrible” es el 0,6% de letalidad en los infectados. Si, además, observamos que los mayores de 70 años concentran el 86,3% de los fallecidos, obtendremos una valoración más realista acerca de qué estamos hablando cuando decimos que el levantamiento de las medidas actuales llevaría a situaciones “terribles”.

Por todo lo cual, sin salirme del ámbito de la valoración moral, se puede afirmar que es lícito sostener que ha llegado el momento de debatir si no es mejor que la sociedad vuelva a la vida normal. Se trata de valorar los beneficios frente a la certeza de un hundimiento económico al que no se le ve ningún final. No estoy hablando de política, sino de un juicio acerca de lo lícito y lo ilícito.

Después de valorar todos los pros y los contras, después de tener en cuenta todos los elementos y circunstancias, mi opinión es que resulta preferible volver a poner en marcha la sociedad. Frente a este juicio moral, otros opondrán la ilicitud de tal opción. Pero, precisamente, de lo que estoy hablando es de la cuestión moral, de la cuestión de la licitud. ¡Es lícito! Resulta opinable si tomar una opción o la otra o una vía intermedia. Pero hay que decir bien claro que no es moralmente reprobable la opción extrema de la reapertura de las relaciones sociales.

De hecho, aunque mañana desapareciera el virus, el daño realizado a las relaciones sociales —las personas que se han aislado en casa y van a seguir aisladas, las depresiones, etc— ha supuesto un daño objetivo y profundo que tardará, estimo, que un decenio en restaurarse. Y eso aun en el caso de que mañana se resolviese el problema del virus. Cuanto más tiempo tarde, más profundo y duradero va a ser ese daño.

El daño a la economía, ya lo he dicho, va a suponer un verdadero cambio político en muchas naciones, favoreciendo la aparición de regímenes autoritarios.

Los atenienses y los washingtonianos

 


La situación de un presidente de los Estados Unidos que pone en duda los resultados de las urnas no tiene ningún peligro constitucional: los tribunales dirimirán todo sin problema. El edificio es totalmente sólido.

Ahora bien, los disturbios populares que puede provocar una declaración en ese sentido, eso sí que puede ser muy grave.

Convendría que hubiera una reunión de las grandes cabezas del partido demócrata y republicano para llegar a un acuerdo ahora y reformar los reglamentos que haya que reformar, antes que hacer el experimento de comprobar si en una nación de 328 millones puede haber veinte o diez personas que hagan cualquier barbaridad en nombre de la democracia.

Insisto, debería haber un acuerdo bipartisano para hacer lo que sea en orden a que no haya ni el más mínimo atisbo de duda en este campo.

Estoy seguro de que no hay ninguna conjura, ningún complot, para hacer trampas de forma global con el voto por correo. Si algo hay, será anecdótico. Pero el particular sistema electoral de Estados Unidos se presta a que, en un determinado estado, una cantidad muy pequeña de votos cambie el sentido de la victoria a nivel nacional. Bush II obtuvo la presidencia por unos pocos cientos de votos.

Antes de que haya algún asesinato que lamentar de algún exaltado (si se dan todas las condiciones para un huracán político la noche de las elecciones), conviene que se llegue a un perfecto y total acuerdo sobre este tema. Un acuerdo entre los dos partidos, algo que, de ninguna manera, Trump podría poner en cuestión.

Dejando claro que estoy seguro de que no hay ningún complot, sí que es cierto que el voto por correo es un eslabón bastante débil del sistema electoral. Las garantías respecto a la custodia de esos votos no son, ni de lejos, las mismas que las de los votos depositados en una urna. Habría que pensar y repensar el sistema. No solo en Estados Unidos, sino en todas las democracias. Seguro que hay algún modo por el que no quepa ni el más mínimo asomo de duda respecto a esos votos. Pero hay que pensar cómo hacerlo.

miércoles, septiembre 23, 2020

Sobre la comunión en la mano en tiempos de pandemia

 


Es un asunto acerca del que he tenido tantísimas consultas que, por fin, me he decidido a escribir algo que dé un poco de luz, aunque solo sea a cien o doscientos lectores. Me escribía una persona:

Estimado P. Fortea:

He visto con interés y provecho su vídeo de YouTube sobre la situación en el Seminario de San Rafael de Argentina.

Sus reflexiones me han ayudado mucho a cambiar planteamientos sobre la obediencia en los que estaba equivocado.

No obstante, creo que hay una cuestión importante al respecto que no ha sido tocada: Comulgar en la boca se trata en varios textos de la Santa Sede (entre ellos, «Redemptionis Sacramentum» o la IGMR) como un «derecho» del fiel. No soy ningún experto en derecho, pero ¿puede un obispo modificar disposiciones de la Santa Sede sin habilitación especial para ello? (entiendo que no, del mismo modo que un teniente no puede hacer a un soldado obedecerle en una orden que va en contra de lo dispuesto por el capitán general). 

Por otro lado, es cierto que la obediencia solo se pueda resistir cuando se ordena pecar, pero también puede ocurrir que no exista obligación de obedecer, porque la autoridad no es ilimitada (del mismo modo que un profesor no puede ordenar a un alumno a qué actividades extraescolares debe ir).

Si pudiera aclararlo en alguna entrada de su blog o responderme le estaría muy agradecido. Si no puede hacerlo, solo le pido que dedique algún tiempo para pedir al Señor por mí, pues atravieso ahora mismo una situación personal complicada. 

Muchísimas gracias por su labor, Padre.


Voy a contestar por partes.

Primero: Sí, es un derecho del fiel. Pero el obispo tiene autoridad para emitir nuevos decretos o simples mandatos en caso de necesidad

El silencio de la Santa Sede (ante los últimos diversos casos de obispos en el mundo que han ordenado la medida de la comunión en la mano) implica que hay un consentimiento tácito.

La misma Congregación que dijo que era un derecho, ahora calla.

Si, en el futuro, la Congregación dijese que no se obligara a comulgar en la mano, eso estaría vigente desde que así se dijese, pero ahora rige el silencio.

Y aquí no vale una declaración a un periodista o en una entrevista de un cardenal, de un obispo o de un monseñor. Cuando la Congregación ordena algo, debe hacerlo por vía oficial y solo es obligatorio cuando consta como orden.

 

Segundo: No solo hay que obedecer al obispo, sino que si, antes de la pandemia, un sacerdote obligara a un feligrés a comulgar en la mano en mitad de una misa, el feligrés (tras manifestar su deseo) debería someterse y no causar escándalo con protestas y menos levantando la voz. Después le ampara el derecho poner el hecho en conocimiento del obispo. Y si no es escuchado, puede escribir a la Congregación para el Culto.

Es decir, no solo al obispo, hay que obedecer al que preside la celebración, pudiendo recurrir después, pues se hubiera conculcado un derecho. Pero la conculcación del derecho del fiel no significa que sea lícito hacer un escándalo en una ceremonia sagrada.

Durante la liturgia, hay que someterse al celebrante que preside en todo lo referente a ritos y ceremonias. Incluso los sacerdotes presentes, se someten al que preside.

El orden eclesial es que uno se somete y después recurre. Es un desorden primero dar un escándalo y después denunciar el hecho.

Una vez me ocurrió que, presidiendo yo una ceremonia, un sacerdote no quiso someterse a una cuestión organizativa. Les dije, en la sacristía, que, durante la misa, no bajaríamos al primer banco a dar la mano a las autoridades civiles. Un párroco de un pueblo vecino dijo de un modo brusco que yo hiciera lo que quisiera, pero que él iba a bajar. No hice ningún escándalo a pesar de que él dijera eso. Era preferible que él desobedeciera e hiciera lo que quería a que los fieles sufrieran el impacto de una disensión pública.

Me ocurrió lo mismo, muchos años después, el sacerdote concelebrante se empeñó en que se hiciera la oración de los fieles, a pesar de que le dije que los días de diario no la hacíamos. Pues me callé y no hice un escándalo. La liturgia es un encuentro con Dios, es un momento de oración, de paz, de comunión. No podemos destruir ese oasis espiritual con la excusa que sea. Siempre cabe el recurso a la autoridad.


TerceroSolo cabría la protesta pública, en mitad de la ceremonia, si el acto, en sí mismo, ya fuera peor que el escándalo: un predicador que negara la virginidad de María de forma abierta, alguien que profanara la Eucaristía, o cosas similares.

martes, septiembre 22, 2020

El Hospital Real de Chelsea: hechos son amores, hechos que demuestran respeto y buen orgullo

 




Yo hice el servicio militar en el año 94. En esa época, bastaba afirmar que hacer la “mili” iba contra tu conciencia para que te ahorraras ese servicio de nueve meses. En mi caso, hubiera sido una traición a mi conciencia decir tal cosa.

¿Cómo ser soldado va ir contra la conciencia de un católico? Sería como afirmar que es ilícito ser policía o antidisturbios. Hacer la guerra, a veces, es un imperativo moral. Y no hacerla sería un pecado. A cada mal, su remedio.

Bueno, dicho lo cual, me llena de admiración que los ingleses tengan una institución como el Hospital Real de Chelsea. No es un hospital, sino una residencia para militares retirados que pueden vivir en lo que siempre han amado: un ambiente marcial.

La belleza del edificio, la grandeza de su comedor, el orden que reina en sus instalaciones, todo inspira la grandiosa idea que los ingleses han tenido de su ejército. Los pensionistas de Chelsea, además, tienen sus actividades como soldados y están presentes en las grandes ceremonias de Estado. Tienen, como podéis ver en las fotos, su propio uniforme de pensionistas de esa residencia. Hay más casas de este tipo en el Reino Unido, pero esta es famosa por su belleza, por la bien ganada dignidad que ha mantenido. 

Ciertamente que para ser sacerdote se requiere vocación. Pero no olvidemos que ser soldado, ser militar, es también otra vocación, otro modo de vivir la vida, no un mero trabajo para ganar un sueldo. Saludo con respeto a todos los militares de este blog cuyo trabajo es mantener la paz. 

lunes, septiembre 21, 2020

No sé, estas monjas atraen mis sospechas

 


Muy bien, muy bien, Trump. Lo digo sin ninguna ironía. No solo ha cumplido todas sus promesas a los cristianos, sino que ha nombrado unos magníficos jueces del Tribunal Supremo. Es de justicia reconocer que los resultados en estos campos han sido más que satisfactorios. No lo esperaba, pero Trump me ha sorprendido.

Lo repito, los dos jueces nombrados por Trump han sido excelentes para la causa provida. Los demócratas van a dar toda la batalla posible con el nuevo juez que propondrá la próxima semana el presidente. He escuchado sus alegaciones: menudo cinismo.

De todas maneras, no tengo ninguna esperanza. Hubo una batalla por el alma del pueblo norteamericano en la época de Reagan. Esa batalla se perdió completamente en los decenios siguientes. Desde entonces, la descristianización de Estados Unidos ha seguido su curso. Podemos ganar tal o cual batalla, pero la balanza se sigue inclinando hacia un lado de forma inexorable.

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Hace 75 años, se fundaron las Naciones Unidas. Tiempo de esperanza en una humanidad unida en la que las guerras se pensaba que podían llegar a ser recuerdos del pasado. Una época en la que se pensaba que el desarrollo tecnológico y económico harían que se acabara la pobreza. Se pensaba que la democracia se iría estableciendo en todos los países poco a poco.

Hoy día esos ideales palidecen ante un planeta de naciones egoístas. Cada país busca su propio bien. Sigue habiendo dictaduras. La lista de lacras es apabullante.

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Llevo tiempo diciendo que China lleva moviendo los hilos para que el yuan se convierta en una moneda internacional de pago. En lo que no había caído en la cuenta es que su ascenso puede ser mucho más rápido si logra implantar su divisa como moneda de pago digital.

Estoy seguro de que China no ha planteado esa batalla para no asustar a Estados Unidos y Europa. Pero el día en que la moneda digital de pago predominante sea el yuan digitalizado para las transacciones en Internet, ese día nos vamos a enterar de lo que significa que China, además, disponga de semejante río de oro desembocando en sus arcas.

Además, y eso ya se sabe, la arquitectura monetaria que tendrá esa moneda digital es formidable y muy bien pensada. No la voy a explicar aquí. Pero así como el Bitcoin es pura venta de humo, el yuan digitalizado tendrá la seguridad de una moneda de curso legal con la firmeza del banco central de Pekín.

Occidente ha sufrido muchas derrotas, pero esta tiene consecuencias muy graves, como ya advertí hace años. Lo que no contaba es que la implantación de una moneda de transacción digital podía facilitar el camino a Pekín de un modo insospechado.

La tormenta perfecta se sigue formando.

domingo, septiembre 20, 2020

Padre Fortea: Interesante, interesante. ¿Así que producen du fromage?

 


Han aconsejado, en la televisión, que la mejor aplicación para saber con quién hemos estado en contacto y avisarles si hemos contraído la COVID es el papel y lápiz: apuntar las personas con las que hemos estado cada día. Yo ya he empezado ayer sábado.

—cuatro canónigos

—una priora en locutorio

—novicia portera sin locutorio

—abadesa, en el torno

—he hecho arrumacos a cuatro bebes, uno de ellos con lombrices

—dos obispos eméritos

—la vecina antipática del sexto

—el rabino liberal ese que me invitó a merendar para consultarme no sé qué del purgatorio

No sé, ahora pienso que no debí entrar a escoger los quesos en ese convento. Lo hice por ayudarles y ahora pienso que les he podido llevar la muerte. “El padre nos predicó y nos contagió la COVID; lo hizo todo en la misma mañana”.


sábado, septiembre 19, 2020

Una escena normal en cualquier bosque de España

 


Hoy una interesante conversación telefónica con un amigo de Washington, sobre el tema del pecado original.

Después, otra conversación con un profesor de universidad de Buenos Aires, sobre el purgatorio.

Por la mañana, la alegría de un ratito de charla con un musulmán marroquí en el hospital: ¡Creemos en el único Dios, en el mismo Dios! Ha sido un placer hablar con él. Cuánta alegría he visto en su rostro.

He almorzado un poco de salmón con ajetes y unos cuadrados de chocolate de postre. He bebido un gazpacho de dos tomates durante la comida. Y he tomado unos trocitos de queso danés azúl.

Durante el almuerzo, he acabado de ver el primer capítulo de una hora de duración que muestra Marruecos desde el aire. Una preciosidad de documental. Nunca he estado en territorio marroquí, pero qué belleza de pueblecitos atemporales, de ciudades ancladas en el tiempo. Uno se sumergía en lo que debió ser aquel mundo norteafricano que ha ido desapareciendo.

También he tenido una larga conversación (una hora y cuarto) con una priora, acerca de cuestiones de la vida religiosa y de la Iglesia.

Ha sido un día lleno de interesantes conversaciones. Ahora ya es de noche. Cenaré y descansaré un rato. Trabajaré una hora antes de irme a dormir.

viernes, septiembre 18, 2020

No sé, yo creo que aquí hay un poquito de photoshop

 


Hoy estaba pensando acerca de la película La Pasión y me he dado cuenta de un detalle. Filmarlo en las lenguas originales se hizo para darle verismo histórico. Pero no me percaté de que, en realidad, los presentes en la escena de hace 2 000 años, cultos e incultos, ricos y pobres, entendían las lenguas en las que hablaban los personajes primarios y secundarios.

Al rodarla en las lenguas originales, el director está introduciendo un elemento que no estaba presente en la escena original: la ininteligibilidad. Y eso es una distorsión acerca de cómo se vivió ese hecho histórico.

¿Distorsiona más entender (dado que ellos entendieron) que no entender (para que suene como en la época)? Después de darle algunas vueltas al asunto, lo veo claro. Lo poco que aporta ese detalle verista es mucho menos que lo que se pierde al añadir el elemento de la ininteligibilidad.

Algunos elementos más

A eso hay que añadir que, solo en la parte latina, que era la que yo entendía, había varios errores indudables de pronunciación. Las cosas en el siglo I no se pronunciaban igual que unos siglos después. Además, la parte latina la entendía directamente, pero sonaba artificiosa. Por más que se esforzaron, no era fácil interpretar en latín. No, no sonaba natural.

He escuchado hablar en latín al cardenal Ottaviani y eso sí que era natural. Lo de la película no me transmitió esa sensación.

Un último detalle

Además, y con esto acabo, la idea le sobrevino a Mel Gibson. Pero alguien experto debería haberle explicado que, aunque la intención era buena, la verdad es que no se tiene mucha idea de cómo sonaban en concreto las tres lenguas que usan en la película.

Es decir, se sabe más o menos, pero se escucha muy distinto el español-andaluz del español-asturiano. Se sabe, más o menos, cómo sonaban esas tres lenguas. Pero lo poco que no se sabe las podía hacer sonar de forma notablemente distinta: ¿se comían algunas consonantes, qué música había al hablar? Tanta es la diferencia con esos factores que el verismo se vendría a los suelos si escucháramos la reconstrucción y la verdad.

Con lo cual, el tema del verismo de las lenguas es justamente la parte más débil de esa reconstrucción. Cuando de algo se sabe muy poco, se reconstruye si no hay otro remedio. Si tiene que estar, de algún modo habrá que suponer que era. Pero, en este caso, no había ninguna necesidad. Incluso aun que se supiera cómo era el acento de esas lenguas, era mejor no ponerlas, en mi opinión, porque su presencia suponía una distorsión en la reconstrucción. Pero es que, además, era la parte menos histórica de la reconstrucción. La que más se prestaba a la creación. Salvo que hablaran de forma neutra, que, sin duda, no lo hacían.

jueves, septiembre 17, 2020

—Padre Fortea, ¿un poco de queso del monasterio? —Un poco no, me llevo cinco.

 


Hoy, leyendo una autobiografía, he descubierto que cierta persona es muy friolera y que lleva siempre pijama largo debajo de los pantalones. No me extraña, conozco a una médica que, en invierno, siempre lleva ropa especial, debajo de la ropa normal, para mantener el calor.

Es curioso, mi temperatura normal ya dije que va de los 35,4º a los 35,9º. Al levantarme, es incluso más baja de los 35º. Lo interesante es que siempre estoy cómodo en las noches de invierno en que estamos varios grados bajo cero. Puede hacer varios grados bajo cero, los paseos suelen ser de una hora y cuarto, pero solo siento que hace frío en los carillos de la cara, en las orejas. Rosados y fríos mis mofletes, muy rosados, pero mi cuerpo completamente caliente y perfectamente cómodo.

Por eso me llamó la atención la cita de esa autobiografía: vivir con frío.

Hace años que dejé de usar jersey y pantalones de invierno. En realidad, los usaba porque la ropa me la compraba mi madre. En cuanto se han ido deteriorando, (han tardado una cantidad increíble de años), toda la ropa que compro es de verano. Incluso los calcetines que uso todo el año son lo más finos posibles.

Menos mal que no me afecta mucho el calor, salvo para dormir por la noche. También he comprobado que sudo bastante menos que los demás. Ya lo he dicho otras veces que no siento frío en la calva.

Una última curiosidad, en las comidas solo bebo agua. La tomo del tiempo, del grifo. Pero cuando estoy en un lugar como una pizzería, me gusta lo más fría posible, completamente llena de hielo. En mi casa no tengo cubitos de hielo. Pero cuando estoy fuera y me dicen si quiero un cubito de hielo, pido por favor que me llenen el vaso de cubitos. Me encanta el agua helada y no veo que afecte a mi garganta. En mi casa, lo que sí que tengo es un bote de agua muy fría que suelo tomar después de las comidas o las cenas.

Hoy el post ha tratado del frío y el calor. Me ha dado por ahí. Disculpad. Ah, se me olvidaba: En invierno, abro la ventana de mi dormitorio antes de acostarme. Mínimo 20 minutos, con la puerta cerrada para que se enfríe bien la habitación. Y eso que, en mi dormitorio, la calefacción está apagada todo el año. A veces, la cama está tan fría que tiemblo con fuerza. Pero la sensación de calor posterior es una de las sensaciones más agradables que existen.

miércoles, septiembre 16, 2020

El budismo...

 


Del budismo sí que he hablado en anteriores posts. También me fijé en lo positivo de esa religión. No lo voy a repetir. No en todas las denominaciones religiosas se puede encontrar lo positivo. Las hay que son la degradación de la religión y son dañinas. Por ejemplo, la santería afrocubana. Por ejemplo, las sectas que solo sirven como vehículo de opresión y no como un modo de acercamiento a Dios.

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Youtube ha sido uno de los grandes inventos de la humanidad. Debe ir, en importancia, justo detrás de la rueda.

Me ha gustado ver a un venado que sigue a su amigo humano como si fuera un perrito. También a una alpaca perseguir a un humano por el jardín, en plan juguetón.

He comprobado cuántos accidentes ocurren en las bodas. De nuevo ha aparecido el clásico, es de hace años, en que el que lleva los anillos, se acerca, tropieza, (estaban en un jardín), y tira a la novia al estanque. La cual se agarra a la toga del pastor y los dos acaban en el agua.

Sí, youtube nos ha demostrado que en las bodas puede ocurrir cualquier tipo de accidente. Incluso que la camisa (de fibra artificial) del fotógrafo arda por una vela.

Pero me encantan las compilaciones de ataques de risa. Me encantan.

https://www.youtube.com/watch?v=w3X3r93FMFc

martes, septiembre 15, 2020

La religión hindú nunca ha aparecido en este blog

 



En mis posts, no he hablado de otras religiones como la hindú. La razón es que la conozco poco. Por supuesto que sé lo esencial. No solo por lo que he leído, sino por infinidad de documentales sobre templos asiáticos. Pero es un tema sobre el que no me atrevería a hablar. Tengo un buen amigo en Estados Unidos (católico hasta la médula) que conoce muchísimo la religión hindú y me ha abierto nuevas perspectivas positivas acerca de esas denominaciones religiosas.

Nosotros los cristianos no traicionamos el verdadero Camino por ver lo positivo de otras creencias, de otras religiones, de otras fes. Podemos ver la historia humana y el presente solo como pecado y tiniebla, o podemos buscar y descubrir todo lo positivo, lo luminoso. Escudriñar, revisar y discernir en busca de lo positivo no se opone a reconocer los aspectos de oscuridad.

Tampoco reconocer la oscuridad en los cristianos, en las filas de la jerarquía episcopal –en mí mismo— implica desvirtuar lo más mínimo nuestra fe en los dogmas. Reconocer sin escándalo, reconocer con caridad.

Aunque mucho me temo que el mal en las filas episcopales está más en la línea de mi libro Obispo reinante que en la línea apocalíptico-pecatorial que piensan algunos. No, no creáis en un armobispogedón de características masónicas. La única infiltración que suele haber a lo largo de la historia es la de la mediocridad. Los que escribimos novelas sabemos muy bien que “las novelas, novelas son” y que la realidad es más de andar por casa. Los agentes de los servicios secretos nunca son como 007.

Post Data: El padre Fortea sí que es como está dibujado en los comentarios laudatorios del Canal del padre Fortea (Youtube). Esos comentarios han delineado, sin exagerar, una imagen fiel para la posteridad.

lunes, septiembre 14, 2020

El amor no es indiferentismo

 






Los que seguís este blog habréis comprobado que nunca he dicho una sola palabra contra el Islam. La razón, para mí, está clara: veo todo lo bueno que tiene esa religión. Esa religión no es la mía, pero no traicionaremos el mensaje de Jesús si ponemos nuestra vista en todos los tesoros que indudablemente contiene.

¿Dios no va a estar contento de que los musulmanes le adoren cinco veces al día? Por supuesto que sí. Y les escucha cuando le piden, y los bendice desde el cielo.

¿Dios no va estar contento de que hagan una larga peregrinación hasta la Meca para adorarle, un viaje tan largo en su honor? Por supuesto que sí. La imagen preciosa de decenas de millares de musulmanes adorando a Dios de forma armoniosa, mientras oran, ¡es un culto a Dios! ¿Acaso eso no es fe?

Nosotros los cristianos debemos alegrarnos de lo bueno.

Podríamos seguir con el ayuno y otros aspectos positivos. Pero para no alargarme en este escrito no lo haré.

El Dios judío, cristiano y musulmán es esencialmente el mismo. Es decir, es el Dios único, bueno, creador, que juzgará a los hombres según sus obras. Lo repito, sustancialmente, es el mismo Dios. Aunque, por supuesto, haya diferencias en el modo de ver al Padre Celestial en las tres religiones.

Alguien alegará que si me parece poca diferencia creer en la Trinidad. Pero le recordaré que estoy hablando del Dios Uno.

Alguien me dirá que hay partes del Corán que son inaceptables para un cristiano. Pero, en eso, debemos hacer un ejercicio de comprensión: ¿Acaso las Escrituras judías no tienen actos crueles en sus crónicas? ¿Acaso los cristianos no hemos tenido nuestra cuota de fanatismo inquisitorial, de rigidez excluyente, de imposición? Por supuesto que sí.

Los judíos de hoy día entienden las Escrituras de un modo razonable, de un modo que es el que consideran agradable a Dios. Siempre habrá un tanto por ciento de judíos que apelen, hoy día, a los antiquísimos anatemas. Pero serán una minoría. Y los mismos judíos razonables (que son la inmensa mayoría) los tratarán como a terroristas.

¿Acaso no observamos el mismo proceso en el Islam? La inmensa mayoría de los musulmanes interpretan el Corán según visiones razonables. El extremismo (aunque haya ganado terreno) sigue siendo la excepción entre los adoradores de Alá.

Resulta injusto afirmar que como tal o cual sura del Corán dice esto o lo otro, los que crean en el Corán son malos. Eso es injusto. ¿No se podría decir lo mismo de los judíos? Esa visión excluyente, fanática, es la que hay que erradicar entro nosotros los cristianos al mirar al otro.

Los cristianos, sin dejar de ser cristianos, debemos aprender no solo a amar a los musulmanes, sino también a valorar todo lo positivo de su camino religioso. No les vamos a mentir cuando surja una cuestión teológica, y a decirles que nos parece bien lo que no nos lo parezca. Nuestra relación se basa en la verdad, por ambas partes: ambas partes deben ser sinceras. ¿Pero para qué fijarse siempre en lo que nos separa, en lo que nos irrita?

¡Hay que aprender a amar no solo a los musulmanes, sino también todo lo positivo del Islam; así como yo he aprendido a amar todo lo positivo, noble y bueno de la religión judía en sus distintas versiones. Y también he tenido que aprender a amar a las distintas confesiones cristianas. Hay que aprender a amar. Lo fácil es enfadarse y gritar y despreciar. La labor de construir puentes es una labor más serena.

Hace años, fui a visitar al imán de la mezquita de Madrid, me recibió con los brazos abiertos. Charlamos juntos un rato por el placer de conocernos. Este año fui a visitar al imán de Alcalá. Me descalcé para entrar en su lugar de culto (y eso que ellos no me lo pidieron), pero lo hice con gusto por propia iniciativa. Me invitaron a comer, a tomar té. No, hermanos, no sigáis a los sembradores de intolerancia, siempre con la excusa de que no podemos traicionar el evangelio cristiano. Jesús nos dejó muy claro cuál era su camino.

Los quesos judiciales

 



Bueno, ayer hubo comentarios muy buenos, tanto por graciosos (como el de los quesos y el racionalismo) como por profundidad metiéndose en el tema en serio. Vaya por delante que una reforma del sistema judicial deben hacerla los expertos. Mi conocimiento del funcionamiento concreto de los tribunales es pobre. Pero en lo que todos coincidimos es en que el procedimiento no funciona bien: el sistema es lento, caro y desigual. Dejando claro, por tanto, que hablo con humildad y a sabiendas de que puedo equivocarme y mucho, me atrevo a dar mi opinión.

En este caso, después de darle vueltas y vueltas, veo que mi idea previa (la que yo tenía) coincide con la de Cosmicón.

Me explico, la reforma que propongo no le quitaría a nadie el derecho a pagarse los abogados que quisiera por caros que fueran, tampoco se le quitaría el derecho a usar el sistema actual frente al que voy a decir. La reforma consistiría en añadir otra vía, sin quitar la que hay. Para ahorrar palabras, al sistema actual vamos a llamarle sistema parcializado (de parcelas) y al que propongo sistema concentrado.

Del mismo modo que hoy día tenemos jueces y fiscales que han obtenido (en España) sus puestos de un modo justo y neutral, también podría pasar eso con los abogados. En esto, hemos llegado a la misa conclusión, Cosmicón.

La persona que pone una demanda se entrevistaría con un experto neutral (un funcionario judicial) que examinaría el caso por vía rápida y de palabra. El interesado pagaría una tasa, por ejemplo, de 50 euros que revertirán en el sostenimiento del sistema judicial. El funcionario le preguntaría qué pruebas tiene o puede llegar a tener, con qué testigos cuenta, etc. Sobrevolando el caso le ofrecería su sincera opinión. Es decir, si eso tiene visos de poder ser probado o no en el tribunal, cuánto podría obtener como reparación, qué datos tendría que intentar recopilar para que su demanda prosperara.

En esa conversación, el ciudadano se haría una idea realista, no recibiría (como hasta ahora) una opinión interesada, una opinión del que cobra. La gente se queja mucho de los funcionarios, pero en el sistema actual el abogado es parte interesada, y no precisamente a favor del que le paga: parte interesada en seguir cobrando. Ahora viene la parte obvia, pero que siempre hay que repetir a los pobrecitos: Ya sé que hay magníficos y honestos abogados, lo sé, no tengo la menor duda. Pero de lo otro hay y mucho.

En esa mera conversación de media hora con el consejero, se vería (en muchos casos) si aquello tiene o no fundamento, si vale o no vale pena seguir adelante. Y se lo diría con toda honestidad. Ojo, todo el mundo cree tener razón, pero no siempre vale la pena seguir adelante con un proceso judicial. Todo ciudadano tendrá derecho a seguir adelante, pero bien informado.

Si el demandante sigue adelante, se entraría en un proceso de naturaleza eminentemente oral en el que las pruebas y testimonios que hubieran de recogerse estarían a cargo de un cuerpo de investigadores independientes dependientes del juzgado.

Con este sistema se intentaría que un cuerpo de funcionarios recogiera todo el material de una sola vez, normalmente de una sola vez, y se llegaría a una conclusión. En unos casos, bastaría un investigador; en otros casos, dos o tres.

El sistema concentrado buscaría, ante todo la agilidad. Menor papeleo y mayor rapidez.

Por supuesto que uno siempre podría elegir el sistema de ahora, parcializado. Y, por supuesto, aquellos casos (que son poquísimos) en los que estén involucrados campos como la libertad de expresión o ser una víctima del Estado tendrían una protección especial, sea por el sistema actual o el propuesto. Y recuerdo que el demandante siempre podría escoger con cuál de los dos procedimientos desea que se juzgue su demanda.

Por supuesto, que el sistema concentrado no sirve en países corruptos, salvo que el Ejecutivo se empeñe en crear una isla de honradez.

Es cierto que el sistema concentrado se presta a corruptelas y que debería, por tanto, ser continuamente auditado y vigilado. Pero el sistema actual no es que se preste a corruptelas, es ya un sistema que no funciona bien, eso es una realidad, no una posibilidad.

Por último, sé que varios de los elementos que he dicho están presentes en el actual sistema: la investigación judicial previa, los jueces de paz, etc. En realidad, no digo nada realmente nuevo. Pero lo cierto es que el sistema, de hecho, no funciona bien. Los elementos están, pero no funcionan. Los expertos son los que deberán, algún día, reformar el sistema.

sábado, septiembre 12, 2020

No solo los quesos huelen mal

 


Hoy, mientras iba en el coche al hospital, le daba vueltas a un asunto al que no había prestado suficiente atención: la necesidad de una reforma a fondo del sistema judicial en los países democráticos.

Yo estaba satisfecho pensando: “Tienes una demanda, la llevas a un tribunal, el juez juzga con neutralidad. Asunto concluido”. Ya está. El sistema es perfecto, limpio. Una defensa, un denunciante, un juez. ¿Qué más se puede pedir?

Pues no. El sistema está profundamente viciado en todas las democracias que conozco.

Veréis, no importa que hayas sufrido un daño, no importa que tengas pruebas de ello. Si haces cuentas, verás lo que te va a costar llevar el asunto ante un tribunal. Según lo que pidas como reparación, en esa medida te va a reclamar el abogado que escojas. Sin contar con que si pierdes, en esa cuantía vas a tener que pagar las costas del abogado de la parte contraria. No cuento aquí tu procurador y las costas del tribunal.

Si la cantidad reclamada es importante, el mismo proceso es razón suficiente para que muchos ciudadanos deban desistir. Además, si usted decide seguir adelante, tiene que saber que tendrá que resistir los gastos tres veces. Pues lo normal es que la otra parte recurra hasta la tercera instancia. Y eso en el caso de que le den la razón, claro.

Todos los que han pasado por este largo y costoso proceso, en el que las facturas se tienen que ir pagando, definen el camino como una pesadilla. Usted puede haber sido víctima de un delito, pero el camino será un segundo sufrimiento.

Después, tenga en cuenta que si usted se va a ver en dificultades para pagar los gastos ya en primera instancia, una persona con dinero puede pagar abogados sustancialmente mejores que los de usted. El sistema es equitativo.

Fijaos que de ser un sistema que aparentemente es limpio y equitativo, pasamos a darnos cuenta de que es tremendamente desigual e injusto.

Injusto, porque lograr justicia requerirá mucho dinero.

Desigual, porque los ricos siempre una defensa sustancialmente mejor.

Y eso que solo me fijo en estos aspectos, sin entrar en otros asuntos tales como su lentitud.

Los que vivieron en otros siglos no se daban cuenta de que algunas cosas que daban por supuesto que no podían ser de otra manera funcionaban de un modo ineficiente e injusto y que podían reformarse. “No, esto tiene que ser así”, pensaban equivocadamente.

Nuestra justicia es injusta y desigual, y puede ser reformada. Mañana hablaré de ello. Pero leeré vuestras opiniones acerca de cómo reformar la justicia, tal vez alguno haga sugerencias que nos sorprendan. Mañana seguiremos, a no ser que mañana me dé por hablar de quesos.