Kung con tono de profesor de Friburgo le dijo a Viganó: En
el desierto surgen los espejismos por la imperiosa necesidad de obtener lo que
se desea.
Viganó con tono avinagrado: La lámpara (mediática) es
real y la froto cada vez que quiero.
Lefevbre con tono sarcástico: ¿Crees que frotando esa
lámpara saldremos de este desierto (postconciliar)?
.....................
Kung, de nuevo, con tono de profesor, le dijo a Lefevbre: ¿Se
trata de un león literal o simbólico?
Viganó añadió con tono mordaz, pues Lefevbre había sido áspero con él:
¿Inofensivo
o peligroso? ¿León ortodoxo o heterodoxo? ¿Tradicional o progresita? ¿Se trata
de un león preconciliar? ¿Es el Leon de Narnia?
.....................
Lefevbre respondió a todos: Como compañeros de viaje
sois de lo que no hay. No nos vamos a poner de acuerdo ni aunque caminemos por
aquí cuarenta años.
Viganó: Es que lo primero que hay que hacer es decidir
si el consenso en sí es un bien.
Kung:
Querido hermano Viganó, déjate de lámparas y desmitologízate. ¿Qué crees que va
a salir de esa lámpara? ¿El espiritu de las últimas navidades de Disney?
Lefevbre:
A lo mejor le sale Torquemada.
Kung: Menudos compañeros. Uno que cree en la lámpara
de las mil y una noches cismáticas. Y otro que cree ser el león de la tradición.
De pronto el león se
arrojó sobre Kung y lo devoró. Viganó y Lefevbre corrían con todas sus fuerzas.
Sin resuello,
Viganó le riñó a su compañero: ¡Tenías que haberle
insistido más en que se trataba de un león real!
Lefevbre miró atrás y vio
a Kung, inequívocamente, devorado por la metáfora. Al parecer, no había
desmitologizado lo suficiente.
To be continued.