Sermones en vídeo

viernes, septiembre 30, 2022

LA POLÍTICA ES REALISMO: Mi opinión sobre lo peor que puede ocurrir

 

Como todo el mundo me pregunta que es lo peor que puede pasar con la guerra en Ucrania, os lo comparto en este post. Son muchas las cosas que pueden suceder, muchos los pasos intermedios hasta llegar a la etapa peor en que puede desembocar estar guerra.

Esa etapa peor nunca va a consistir, directamente, en un ataque nuclear generalizado; sino que en esa etapa última habría cuatro pasos muy claros y definidos. Cuatro pasos consecutivos en lo que, sin duda, sería lo peor de lo peor que puede suceder. Esos cuatro pasos de la etapa cúspide serían los siguientes:

Paso 1: Uso de armas tácticas nucleares en el campo de batalla.

Paso 2: Impacto atómico en Kiev o en algunas ciudades ucranianas.

Paso 3: Ataque no nuclear a alguna infraestructura de la Unión Europea. Por supuesto, el primer blanco será el gaseoducto que une Noruega con Alemania. Pero también pueden ser centrales térmicas o cualquier otro objetivo con relevancia en el campo energético. Es decir, no se trataría de un ataque simbólico, no se trataría de una advertencia, sino de un daño real grave a la economía.

Paso 4: Bombardeo nuclear de tres o cuatro capitales europeas.

Alguien pensará si puede darse el paso 5, una guerra atómica total. La respuesta es no. El impacto de una bomba como la de Hiroshima en el centro de una capital como París o Londres supondría tal agujero económico en las cuentas de la nación, que la nación solo podría ocuparse en sobrevivir.

Bancos quebrados, empresas volatilizadas, archivos financieros destruídos… no hay ninguna nación que pueda sobrevivir económicamente a algo así. La economía de Alemania, por ejemplo, no es ahora la de 1945. Ahora la bola de nieve se haría mucho más grande, el dominó sería mucho más espantoso.

La palabra “recesión” se quedaría corta para lo que sucedería. Ni en diez años se regresaría a los niveles de vida previos a un impacto así.

Una recesión normal, cíclica, son unos cinco años de destrucción de empleo y de retroceso de la economía. Esto sería un fenómeno económico a otro nivel.

Dado que Putin el Asesino está dispuesto a llegar a la etapa cúspide es por lo que es necesario ofrecer a ese asesino una salida digna de acuerdo a sus fantasías megalómanas. Dado que, antes o después, nos vamos a tener que detener, es mejor hacerlo antes.

Los ucranianos han podido continuar la guerra gracias a las armas de la Unión Europea. Ahora hay que decirles: “Vuestras vidas valen más que esta tierra”.

Putin pasará y con alguien más sensato se podrá tratar de recomponer todo. Ahora hay que salvar a un pueblo entero (el ucraniano) y tratar de que el incendio de ese pirómano no sea continental.

Alguien puede alegar que después puede ser Finlandia o Georgia. No, vamos a tratar de arreglar cada problema conforme vaya apareciendo. No tiene sentido comenzar una guerra atómica cuando el problema es una sola persona, y esa persona puede resbalar en la ducha cualquier día. Si para evitar una guerra atómica hay que regalarle el Polo Norte, pues se le regala. El día después de los funerales a Putin, su sucesor nos dirá: “Tenemos que hablar”. Porque está claro que la economía rusa va a ser como la de Mongolia. Su sucesor se sentará en la mesa de negociación y comenzará diciendo: “Todos sabemos que Putin estaba loco…”. Y a partir de ahí comenzará el diálogo.

Alguien me dirá que su sucesor puede ser peor. Vale, es una posibilidad. Pero, como ya he dicho, vamos a solucionar los problemas uno por uno. Como queramos solucionar todos los problemas hipotéticos de aquí a cien años, no vamos a lograr nada. De momento, los problemas reales. Más adelante, podemos ocuparnos de los problemas hipotéticos.

jueves, septiembre 29, 2022

A veces hay que optar por el mal menor

 

Ayer dediqué un post a compartiros mis impresiones sobre lo que implicaba el sabotaje del gaseoducto. No me quise alargar, pero ese acto lo que demuestra es que estamos aproximándonos a un precipicio. Dentro de un año, podemos recordar este momento, cuando las cosas no estaban tan mal.

Hace dos años, no pensé que Putin supusiera una amenaza para la economía mundial, tampoco pensé que llegara a hacer las cosas que ha hecho. Pero la chispa de un gran incendio puede surgir en cualquier lado con condiciones adecuadas: Corea del Norte, Irán, el Mar de China.

♣ ♣ ♣

Hasta ahora hemos tenido ni más ni menos que una guerra. Pero esta semana se han dado tres pasos adelante en la dirección del empeoramiento de las cosas: movilización, referéndum y sabotaje. Hay que entender de que, a partir de cierto nivel, el empeoramiento se acelera.

Por eso hay que dar una salida a Putin, una salida digna. Ya ha dejado claro que no va a perder. Prefiere asesinar a todos los ucranianos antes que reconocer que tomó una decisión equivocada.

Por los mismos ucranianos hay que aceptar la pérdida de esas regiones invadidas. La cuestión no es si ese acuerdo es correcto o no, sino si queremos que el resto de los ucranianos sigan viviendo o no.

La OTAN podría entregar armas que arrasaran toda defensa rusa en territorio invadido. ¿Pero queremos que todas las poblaciones ucranianas sean destruidas con misiles? ¿Acaso Putin no ha demostrado que es capaz de atacar a las poblaciones civiles?

La cuestión no es si el gobierno de Ucrania tiene razón. ¡Por supuesto que la tiene! ¡Son los agredidos! La cuestión es si queremos que siga existiendo una nación llamada “Ucrania”. Putin ya ha dejado clara su decisión, su inmoral determinación. Prefiere una montaña de millones de cadáveres antes que decir: “Me he equivocado”.

Ucrania no tendría que firmar nada. Podría hacerlo la Unión Europea. Ucrania, sin reconocer nada, dejaría de tratar de reconquistar el territorio invadido.

El problema es que, conociendo a Putin, es muy posible que este exija la firma de Ucrania. Y que, sin esa firma, no acepte un alto el fuego.

Son muchas cuestiones que tienen que ver con la moral, con los antiguos libros de moral que se estudian en los seminarios. Aquí ya no importa quién tiene razón (Putin jamás la tuvo), sino si queremos que siga existiendo Ucrania. O, mejor dicho, si queremos que siga habiendo ucranianos vivos sobre esa tierra.

Ya sé lo mal vecino que puede ser Putin, que puede buscar nuevos conflictos en las franjas de tierra colindantes o crear acusaciones contra Kiev. Pero ahora urge enfriar esta hoguera. No debemos firmar un papel pensando en una paz de siglos. Debemos pensar en calmar a un hombre irracional, resentido, que ya ha advertido que está totalmente dispuesto a usar armas nucleares.

Putin no va a perpetuarse. Su resbalón en la ducha se va acercando. Lo que hay que conseguir es que no haga ninguna locura en el tiempo que le queda.

Ya sé que alguien dirá que después de esto será otra cosa. Bien, es cierto, después puede venir con otra reclamación. Pero es que, ahora mismo, Putin no va a aprender nada, no hay ninguna lección que podamos enseñar a quien ya está en modo irracional. Enfriemos una situación cada vez más explosiva y los problemas que surjan en el futuro ya los afrontaremos cuando lleguen.

Por más que firmemos un armisticio, la cúpula militar rusa, la oligarquía, los intelectuales sabrán que Putin ha perdido, que se trata de una firma entre la razón y un monstruo, entre la democracia y la tiranía, entre el rehén y el agresor. Firmemos. Los rusos se encargarán del resto. Démosles tiempo.

¿Creo que firmaremos? No. Creo que vamos a seguir luchando hasta que veamos un hongo nuclear en los campos ucranianos. Si no ceden, habrá más. Y si continúan, serán las ciudades.

Entonces se nos planteará la cuestión moral: seguir adelante (y todos salimos perdiendo) o firmar un armisticio (sacrificando solo una franja territorial). Por favor, no se entiendan mis palabras como las de un frío pragmatismo. Mis palabras buscan que una nación entera no perezca.

La guerra no se gana solo con uniformes

 

Evidentemente los países de la Unión Europea no van a destruir el gaseoducto ruso. Eso está fuera de toda duda. Y digo “destruir” porque una vez que el agua salada ha entrado, la corrosión del interior de la conducción es inevitable. Ha quedado inservible.

Ucrania no lo va a atacar. Todos estamos con esa nación. No va a arriesgar ese apoyo sin fisuras por una acción de resultados tan inciertos.

¿Pero qué gana Rusia destruyendo su propio gaseoducto? Aquí entran mis suposiciones, las que a mí se me ocurren. Estas serían las razones que podrían haber motivado una acción así.

Dejar claro que Rusia rompe para siempre con la Unión Europea. Dejar claro que esta situación no tiene marcha atrás.

La segunda razón sería dejar claro que Rusia es capaz de hacer barbaridades en las infraestructuras de la Unión Europea, como ya lo ha hecho en las zonas ocupadas. Si me enfadáis, vais a ver cómo me vengo.

La tercera razón sería que tiene decidido atacar el gaseoducto noruego de modo oculto, para después decir que no han sido ellos, “pues también nosotros fuimos atacados”. Es decir, un sabotaje de despiste para luego que enmascarado el ataque que de verdad le interesa, el del gaseoducto noruego.

Son suposiciones, sí, pero no hay más posibilidades. Y entre todas las posibilidades, la sospecha apunta hacia la autoría rusa.

♣ ♣ ♣

Este ataque nos está advirtiendo que nos podemos preparar para una nueva fase de la guerra. “Habéis dado armas a mi enemigo, preparaos para sufrir acciones en vuestras infraestructuras”.

El problema se sigue complicando y nadie parece poder detener esta marcha hacia el desastre.

Las cosas se pueden agravar bastante más, y todo indica que vamos en esa dirección.

martes, septiembre 27, 2022

Foto de una madre y una hija en la misma habitación

 

La foto no es del hospital donde yo trabajo. He querido aclararlo. 

Después de mi almuerzo, tenía encendida la televisión y emitían la película John Q, acerca de un padre que hace un secuestro en el hospital para forzar que pongan a su hijo en una lista de trasplantes cardiacos. No he visto entera la película, solo unos minutos.

La primera cosa que me ha llamado la atención es que cuando trabajas en un hospital, la historia te toca mucho más el corazón que cuando era párroco en una iglesia. De algún modo todo ese ambiente pasa a ser más cercano, más próximo. También hay detalles que no son creíbles por el hecho de trabajar en ese ambiente. Por ejemplo, en cuanto dijo el número de trasplantes de corazón que hacía ese hospital al año, al instante te das cuenta de que había una discordancia entre el tamaño de su sala de urgencias y un número tan alto de intervenciones de ese tipo. La entrada a urgencias tampoco tenía sentido. Ni en los años 60 eran así. Los detalles no verosímiles se acumulaban, aparecían al instante, sin pensar en ellos.

Algo de lo que puedo dar fe es que, con contadísimas excepciones, el modo en que los familiares afrontan la muerte de un ser querido es muy digno. En las películas, existe la tendencia a “crear escenas”. En la realidad, tanto el mismo paciente como sus seres queridos actúan con gran dignidad. Sufren, lloran, pero con entereza.


lunes, septiembre 26, 2022

La decisión ante la cual no me resisto, sino que me dejo llevar

 

La foto es la medalla de oro en 2021 en el certamen One Eyeland Photography Awards. La he mirado largo rato, pero no sé si es un cultivo o el qué. Desde hace varios días me siento movido por los mejores sentimientos. Hoy también me han visitado dos amables colombianos con los que he almorzado. Otro sándwich de pastrami en buena compañía. Un buen almuerzo con gente agradable es un modo magnífico de descansar a la mitad de la jornada. Estoy en una edad en la que un sándwich me sacia completamente.

No sé por qué, pero mi trabajo en el hospital me llena de felicidad. Es siempre el mismo trabajo y tan distinto cada día. Cada enfermo es único e irrepetible. Además, nunca he sentido tanto la sacralidad de la unción de los enfermos. La seguridad de que algo desciende desde el Espíritu Santo hacia el alma que habita en ese cuerpo.

Hoy ha fallecido un hermano sacerdote. Fue mi sucesor en mi primera parroquia. Todavía no sé cuál ha sido la causa. Un poco más tarde llamaré a un compañero para enterarme, ahora estará celebrando misa en su parroquia. Es lo último que me esperaba. Tenía mi edad. Dada la edad, me imagino que habrá sido cáncer o el corazón; es solo una suposición. Decir que lamento su partida no es una formalidad. Después de la cena me he enterado de que ha sido un infarto.

¿Y si yo estuviera viviendo mi último mes de vida y lo desconozco? ¿Y si una arteria cardiaca está, silenciosamente, al límite de la obstrucción? ¿Y si un coágulo de grasa es lo único que marca la diferencia entre mi vida y mi muerte? ¿Y si vivo al borde del precipicio? ¿Y si el sermón 299 es el último que grabaré? ¿Será la novela que escribo el libro que, por fin, quedará inacabado? ¿Cuánta arena queda en mi reloj de arena? ¿Cuál será la decisión divina?

domingo, septiembre 25, 2022

El arte de entrevistar

 

No sigo las noticias del corazón, pero me alegró mucho cuando conocí la conversión de Tamara Falcó. Ahora me he enterado de que ha roto con su prometido por una supuesta infidelidad.

Pobre Tamara, si quiere un marido para toda la vida, un marido con el que envejecer, que le acompañe en la opulencia y en la tristeza, en las fiestas y en la enfermedad, debe buscar un novio religioso, un hombre que anteponga la Ley de Dios a todo lo demás.

Y esos solteros se encuentran en determinados ambientes (parroquiales, de movimientos religiosos, de familias muy creyentes) y no se encuentran en otros (discotecas, conciertos de rock, fiestas).

Lo siento por ella que, sin duda, busca un amor verdadero, no un cariño transitorio.

Sea dicho de paso, hubiera podido conocer bien a Tamara, pues la productora me invitó hace dos años a participar en Master Chef Celebrity. Les contesté que el sentido del humor no era la característica más sobresaliente de la jerarquía católica.

No tengo la menor duda de que los obispos antes me hubieran permitido participar en la guerra de Ucrania que no en ese programa de cocina.

Un consejo a los entrevistados cuando están en un programa serio, ante un periodista que es bueno. Una entrevista no es el lugar para eludir respuestas. Hay ocasiones en que hay razones serias, verdaderas, por las que uno no puede contestar a algo: es mejor reconocerlo.

No responder y dar la sensación de que se responde es insultar la inteligencia de los oyentes. Nadie queda engañado ante una no-respuesta. Pero peor es cuando eso lo repites cuatro o cinco veces, te estás retratando. Las respuestas deben ser sinceras. Siempre hay que contar con la inteligencia del que escucha. Tratar de tontos a los oyentes es el peor camino que puede tomar un entrevistado.

Los entrevistadores malos consideran que cuanto más agresivos sean mucho mejor entrevistadores serán. Se nota perfectamente cuando al entrevistador no le interesan las respuestas, sino solo sus propias preguntas. El papel de entrevistado-espectador es muy triste. El espectáculo del ego de varios entrevistadores resulta lamentable. Escribo esto pensando en un entrevistador muy famoso de la BBC que tenía el programa Hardtalk. Algún entrevistado tuvo que aconsejarle, con total calma, que se tranquilizara. Es cierto que no son frecuentes los excelentes entrevistadores. La fama nada tiene que ver con la valía para ejercer esa función.

Si yo tuviera que entrevistar a Maduro, desde luego que la entrevista sería calmada. Me centraría en lo personal. No tendría sentido preguntarle por determinados temas en los que solo voy a recibir un discurso político como respuesta. Eso es así, por tanto, al menos, conocer a la persona, al ser humano: sus gustos, sus miedos, sus aficiones. De ningún modo usaría yo una entrevista para echarle en cara algo, para acusarle de desmanes. El entrevistado es él. El entrevistador no debe ejercer de otra cosa que de entrevistador.

sábado, septiembre 24, 2022

Lo divino y lo humano

 

Aunque soy muy reticente a hablar de mi vida espiritual, os puedo asegurar que mi mayor fuente de alegría espiritual es la celebración del Santo Sacrificio. Cada rito, cada oración, cada pequeña ceremonia me produce gozo espiritual.

Además, soy de los sacerdotes que tengo la inmensa suerte de poder celebrar algunos días a la semana (cuando no tengo hospital) como lo hacía el padre Pío: con la presencia solo de un par de fieles, de espaldas a ellos, recitando las plegarias en voz baja, pudiéndome detener cada vez que lo deseo para meditar. Suele durar hora y media. Hora y media de devoción, en cuyo centro está la Presencia; y a la que seguirá la comunión.

Cada antífona, cada bendición, cada oración secreta, todo, conduce hacia la Presencia, hacia la transubstanciación. Después, las ceremonias nos llevan hacia la comunión, seguida de una larga acción de gracias con los ojos cerrados, en medio del más absoluto silencio.

Durante el confinamiento por la pandemia, pedí permiso para celebrar en mi casa:

https://www.youtube.com/watch?v=FFhiTQBaemM&t=909s

Nunca he celebrado en mi piso, salvo un par de meses durante aquel riguroso confinamiento.

Que conste que me causa mucho gozo espiritual celebrar para una comunidad, pero me concentro mucho más en este otro tipo de celebración de la misa.

Para los sacerdotes y los laicos escribí mi libro Las aguas vivas que borbotean en las que explico de un modo espiritual cada rito de la misa. Se puede descargar en Biblioteca Forteniana.

Cuando acabó el confinamiento, hasta que se restablecieron las misas en el hospital, algunas veces celebré en una parroquia:

https://www.youtube.com/watch?v=yxk_8ZN8KCI&t=2416s

En fin, aunque en el blog conocéis mi lado más informal, mis momentos de ocio, lo que como o la última película que he visto, también esta otra faceta forma parte de mi vida. Y, aunque hable poco de ella, la santa misa es lo más grande de mi existencia.

Nadie es suficientemente santo para celebrar algo tan divino, tan celestial. Solo el sacramento de la confesión nos ofrece paz para acercarnos al altar. Ya habréis observado por el segundo vídeo que me gusta celebrar de frente a un cuadro que representa el rostro de Jesús, un rostro que me mira con sus ojos, directamente.

viernes, septiembre 23, 2022

Me gusta tanto el cuadro original como la foto que lo imita

 

Hoy todo son malas noticias. Primero la báscula, esa enemiga. ¿De donde han salido esos 700 gramos de superávit en la cuenta del saldo? Ya este resultado me ha amargado mucho más que cualquier resultado putiniano en el referéndum del Dombás y Lugansk.

Ciertamente, hoy la báscula me ha impresionado mucho más que el apaga y vámonos de Vladimir “Kamizake” Putin. Pero para impresiones con susto, y os aseguro que no bromeo, la peor ha sido cuando hoy he visto la cara que tiene Berlusconi actualmente. No os pongo ninguna foto porque pensaréis que está editada. He visto momias de la IV dinastía con un aspecto mucho más natural que el de Silvio. La cantidad de mosquitos que deben haber muerto, intoxicados por bótox, al intentar saciar su sed sobre esa tez.

No hay ningún versículo de la Biblia que prohíba ir al cirujano estético; ni el más mínimo versículo del Levítico lo prohíbe. Ahora bien, el sentido común indica que más allá de cierta cantidad de bótox la cara se acaba convirtiendo en una máscara.


jueves, septiembre 22, 2022

Por favor, que alguien frene el tren

 

La foto ganó un premio del certamen organizado por The International Photography Awards. Lo de Rusia se parece a un tren, pesado, inmenso, que sigue tomando velocidad hacia otro tren parado, Occidente. 

El tren ruso está lejos, pero su dirección de colisión resulta inequívoca. Todo el mundo se pregunta por qué no se detiene. Todos se distraen con otras noticias: unas inundaciones aquí, un terremoto más allá. 

Pero volvemos a mirar con los prismáticos y el tren lejano sigue su curso. Una y otra vez nos preguntamos: ¿Por qué no frena ese tren lejano? ¿Qué gana en seguir este camino hacia el desastre? Pero lo cierto es que sigue devorando kilómetros.

La movilización los reservistas de un país para la guerra tiene implicaciones gravísimas, ya suficientemente analizadas por los expertos. El que ha iniciado todo ya nos ha advertido varias veces hasta dónde está dispuesto a llegar. “Ya os lo había dicho”, parece estar diciendo cuando haga aquello que todos temíamos y que sabíamos que era capaz de hacer.

Urge darle algo que le haga aparecer ante su pueblo como un ganador. Urge buscarle una salida digna. El gobierno de Ucrania no tiene que firmar nada: basta un silencio tácito. Pero si Putin tiene que optar entre hacer de Ucrania un desierto radioactivo o perder esta guerra, no tengo la menor duda de qué opción escogerá.

Muchos han afirmado que Putin tiene que aprender la lección. Error. Jamás aprenderá nada. Esto es una colisión pura y dura. Colisión entre los valores occidentales y un sujeto que no aprende nada, que no atiende a ninguna razón, que ya le da lo mismo todo.

La entera aniquilación de la población ucraniana sería una opción menor, dentro de las opciones malas. La opción extrema sería bombardear tres o cuatro capitales europeas. ¿Está dispuesto a eso un ser tan lleno de resentimiento como ese asesino que gobierna una nación? Sí, indudablemente está dispuesto.

La cuestión es si aceptar un mal menor o embarcarnos en un perjuicio mayor para todos. La opción segunda no tiene sentido. Una vez que se produce la movilización de 300 000 reservistas, Putin ha volado todos los puentes para una salida airosa sin algún tipo de victoria que presentar.

Tener un arsenal atómico es lo mismo que ser el secuestrador de Europa. ¿Llegamos a un acuerdo con nuestro secuestrador o estamos dispuestos a ponerle a prueba y ver hasta dónde está dispuesto a llegar ese secuestrador?

La paz duradera, honorable, en Ucrania no llegará hasta el sucesor de Putin. Hasta ese momento, solo se nos concede elegir entre un mal menor o un mal muchísimo mayor. No hace falta hacer el experimento. 

Prefiero comerme mi orgullo y no ver la foto de un millar de niños sin pelo recibiendo quimioterapia, o guardando en frascos los fetos que han sido guardados en frascos tras Chernobil. 

Putin es capaz de esto: lo ha dejado claro que sí.

Señor, te ruego por los que sufren

 

No hay efectos especiales en esta foto, ganadora del Premio Internacional Sony.

Tras laudes, he comenzado el día leyendo al profeta Jeremías. Hoy me he tomado el día libre. Tengo que confesar que me cuesta mucho hacerlo. Es un defecto que se ha incorporado a mi vida: el sentimiento de culpa por tomarme un día entero sin visitar enfermos en el hospital y sin escribir. Medio día libre sí que es más frecuente.

Me he tomado el día libre porque ha venido un amigo mío a visitarme. Hemos comido en un VIPS, yo el sándwich de pastrami, plato único, sin ensalada ni postre. Hemos visitado el Museo Sorolla: magnífica visita, qué delicia. Además, está situado en la casa del pintor. Bueno, en la mansión del pintor. Hemos ido a la Puerta del Sol a que le desbloquearan el reloj; un reloj de esos inteligentes donde tiene todo el trabajo.

La parte mejor de este tan agradable día ha sido la celebración del santo sacrificio, al final de la tarde. He sentido devoción. Concentración perfecta. Recogimiento. Fe intensa en la presencia del Misterio Encarnado en la forma blanca de pan. Seguridad de que todos los sufrimientos de Cristo estaban presentes en su sangre, contenida en el interior del cáliz.

Por la noche, antes de dormir, he visto el final de Legítima Defensa (The Rainmaker). He visto varias veces esta película de Cóppola (1997). La parte del veredicto me ha hecho derramar unas lagrimitas. Es una película sensacional para ver en familia una tarde de domingo.

Ahora, rezaré completas y me iré a dormir, dando gracias por haber vivido un día más.

martes, septiembre 20, 2022

Un consejo bondadoso

 

Hace unas semanas aconsejé al Opus Dei que construyera un santuario a las afueras de Madrid. Un lugar que, entre otras funciones, serviría para enterrar a sus prelados. La necesidad de los hijos por despedirse de sus padres es muy noble.

El lugar más adecuado es en Madrid, no en Roma. Hacerlo en las afueras de la capital de España permitiría tener más espacio y construir algo significativo, una segunda Torreciudad. Erigir esto a diez kms. del centro de Madrid haría que ese lugar siempre tuviese la presencia de fieles rezando, meditando, visitando esos sepulcros.

Sepultarlos en Roma es un poco como “esconder” los sepulcros de los prelados. Enterrarlos allí significa apartarlos del cariño de sus fieles. El grueso de los miembros del Opus Dei están en España y, sobre todo, en Madrid.

Cómo les gustaría a todos los miembros del Opus Dei tener cerca un panteón de los prelados. Un lugar diseñado para poder hacer oración junto a esos sepulcros. A mí se me ocurre alguna idea que, estéticamente, sería muy bonita. Para nosotros los muertos siguen vivos, formamos una familia. Es lógico que los visitemos. Y más si se trata de un sepulcro gótico como los que hay en tantas catedrales, qué preciosidad.

Esta rara costumbre forteniana de dar consejos a todo el Opus Dei, cuando no soy ni colaborador, resultaría un poco paradójica, sino fuera por quiero mucho a esa institución. Me gusta mucho dar consejos: a los cardenales, a los obispos (a todos), a los dentistas.

lunes, septiembre 19, 2022

Funerales de una reina, funerales de un papa

 

Aprovecho para copiar la parte dedicada a los funerales papales en mi libro Neovaticano. No espero que lo leáis entero. Pero podéis echarle una hojeada y darme vuestras opiniones. En serio que me interesa leer opiniones, críticas y sugerencias. Aquí está el texto:

Los novendiales son los nueve días de luto por la muerte de un Sumo Pontífice. Aunque antiguamente era tradición que el sepelio tuviera lugar alrededor del sexto día después del fallecimiento, ahora, tras el fallecimiento de Isabel II del Reino Unido, resulta evidente que hay que alargar los plazos para dar la posibilidad a los fieles de dar su último adiós a este tipo de figuras.

El cuerpo yacente será visible durante los días en que sea razonable que aguante sin que la corrupción sea evidente, visualmente o por la fetidez. Después, el ataúd será metido en un féretro de plomo, y la tapa será herméticamente cerrada. Durante todo el tiempo que se exponga el féretro (con la tapa abierta o cerrada) en los claustros, estará protegido por un arca transparente de gran resistencia. Cumplirá la función de proteger el cuerpo de la lluvia. De esta manera, aunque llueva torrencialmente, el cuerpo estará protegido. El arca también lo protegerá de la posibilidad de que algún perturbado arroje algo contra la caja. Si el arca está situada a pleno sol en verano, la temperatura sería excesiva en el interior. De ahí que habrá que poner una especie de baldaquino de tela cuya belleza esté acorde a lo que va a ser un acto visionado por millones de personas.

Una vez que se cierre la tapa del féretro de plomo (segunda caja) y se coloque dentro de un ataúd de pino (tercera caja), encima de la tapa no se colocarán varios elementos. Existe una cierta mala costumbre de colocar muchas cosas sobre las tapas de los féretros en los funerales. Lo mejor es dejar el féretro desnudo, sin nada encima: ni una tiara ni nada.

Durante siete días, el cuerpo del difunto romano pontífice se expone cada día en el centro de un claustro diferente. Un claustro amplio y abierto ofrece la posibilidad de que una gran cantidad de fieles puedan no solo pasar delante del cuerpo, sino también verlo desde las terrazas de los cuatro lados del claustro, así como desde el mismo plano del interior del claustro.

Démonos cuenta de que si un Papa ha sido muy querido, existe un fuerte impulso en la gente para ir a darle el último adiós. Este deseo de hacer algo por despedirse, no solo no debe ser impedido, sino facilitado. Un papa es un padre, y es lógico que sus hijos quieran ir a verle antes de su entierro. La red de terrazas de los claustros permite que la gente contemple en oración el espectáculo de la gran familia de la Iglesia pasando a despedirse del que fue su padre espiritual.

Un claustro espacioso permite, además, que los obispos, y algunos sacerdotes y frailes, puedan sentarse y hacer oración ante la contemplación de la muerte. Todos los fieles no podrán sentarse allí porque no habría espacio. Incluso el clero podrá sentarse en los asientos del claustro, solo hasta llenar el aforo.

El cambiar el emplazamiento del féretro cada día, llevándolo a un nuevo claustro, convierte a todo el conjunto arquitectónico en una especie de reloj que marca el paso de los días. Démonos cuenta de que, gracias a las cámaras de televisión, estos días de luto aparecerán en las noticias de millones de hogares en el mundo. Ritualizando el hecho de la muerte del sucesor de Pedro, estos días se pueden convertir en todo un sermón acerca de la vida y la muerte. El mensaje entrará por los ojos. La sucesión de los claustros con sus respectivas procesiones de traslado del féretro, al amanecer de cada día, las hileras de gente fluyendo en a ambos lados del ataúd, el clero orando y meditando, todo ello será ya de por sí una enseñanza para el mundo entero.

En el Claustro Sixtino, en el que tienen lugar los cónclaves, no se podrá exponer el ataúd durante los novendiales. Pues solo dispone de dos puertas de entrada, y las dos situadas en el interior del edificio del claustro. Por lo tanto, resulta muy inadecuado para asumir grandes masas de personas, se organice como se organice. Además, ese claustro deberá ser preparado para el cónclave. Incluso por motivos de seguridad no deberá usarse para ese propósito de los novendiales. De ahí que octavo día será expuesto en la plaza frente a la fachada del Basilicarión. El noveno día será en el interior del Basilicarión. La razón de esos dos días es porque dos claustros no se emplearán para el propósito de los novendiales: el de los cardenales y el Claustro Central, para así no impedir la adoración perpetua del Templum Cuadratum situado en centro de este claustro. Nada, ni el luto por un papa deberá impedir esa adoración continua.

En el Celio se celebrarán muchas misas por el papa, pero solo una de corpore insepulto. Celebrada esta misa, el féretro será trasladado a una iglesia del Celio donde será expuesto en un túmulo, como en los claustros. Así los fieles y el clero podrán seguir dando su adiós sin estar agobiados por plazos de tiempo. Se decidirá cuál es el templo más adecuado. Una vez que las filas de fieles comiencen a no ser continuas, que empiece a haber huecos, se continuará con la exposición del féretro durante un tiempo razonable –por ejemplo, un mes–‍‍‍, y después se anunciará, con tiempo de antelación, una fecha para su sepelio en la zona de las sepulturas papales. Esa fecha, fácilmente, puede ser dos meses después del fallecimiento.

Como se ve, el proceso de traslados del féretro papal sigue estos pasos:

-salida del palacio apostólico

-traslado por siete claustros durante una semana

-desplazamiento a la plaza del Basilicarion

-funeral en el interior del Basilicarión

-procesión a la iglesia donde se expone el túmulo

-procesión hacia el lugar de sepultura.

Dado que en los fieles existe una necesidad psicológica de ver algo, de tocarlo, los sepulcros papales tendrán una estatua yacente que los represente. Serán todas ellas representaciones realistas, en mármol, revestidos de sus vestiduras litúrgicas, como el estilo de las estatuas yacentes del siglo XVI. En esa capilla, los papas aparecerán leyendo, bendiciendo, rezando, con un perro a sus pies, o con dos ángeles en la cabecera, etc.

Esto supone entender al sepulcro como obra de arte, como lugar donde se ve al difunto, donde está presente en cierto modo. Este tipo de sepulcro supone la posibilidad de hablar a un rostro, de poder estar cerca de él. A la hora de crear la zona de las sepulturas papales, habrá que tener en cuenta esta necesidad humana de la cercanía e, incluso, de facilitar que se pueda tocar el mármol del sepulcro.

El largo ciclo procesional de los novendiales por los claustros, no supone una idolatría, sino que se trata de una sacralización de la muerte. La muerte no como algo que se oculta, sino como objeto de meditación, de ritualidad. El muerto es visto como miembro presente de una familia, durmiente pero presente. Por eso, las mentes que levantaron la zona de sepulcros papales en el Celio, dejaron aconsejado a los pontífices venideros que no levantaran grandes túmulos para sus predecesores, sino sobrios sarcófagos de estilo medieval y renacentista, que los representasen como yacentes en lechos donde duermen en espera de la resurrección.

La capilla de las tumbas papales está localizada en el Basilicarión, justamente al lado, paralela, al eje central de la zona sepulcral. Se halla paralela, porque al ser tan visitada, hay que evitar que su afluencia abarrote el eje central de la zona general reservada para las tumbas del resto de clérigos y fieles.

En esa zona de enterramientos papales, será muy bello ver los treinta y seis sepulcros rectangulares. Los todavía no ocupados pueden estar pueden mostrar sus superficies lisas, sin inscripciones, sin estatuas. En esa cuadrícula que forman las tumbas, se irán colocando los papas por riguroso orden de enterramiento.

La Guardia Romana lleva uniformes oscuros durante los días de luto por un Papa. Todas las tiras que forman el uniforme son negras y grises, durante esos nueve días. Los penachos de los yelmos son negros, en vez de rojos. Y los altos oficiales que normalmente portan una banda de color fucsia cruzada sobre la coraza, la cambiarán por una banda de seda negra. Cuatro pendones negros cuelgan de la fachada del edificio de la Curia.

domingo, septiembre 18, 2022

No hay derecho a todo

 

Cuando la procesión avanzaba hacia la catedral de Edimburgo, un hombre se puso a lanzar insultos, a gritos, contra el príncipe Eduardo. ¿Este tipo de acciones debería estar amparada por la libertad de expresión?

La libertad de expresión significa que uno puede decir lo que quiera, a quien quiera, donde sea y cuando sea. Pero todos entendemos que, moralmente, hay momentos en que no estaría bien gritar algo a alguien. Por ejemplo, a una novia que avanza con su padrino hacia la puerta de la iglesia. Otro ejemplo sería el de unos padres que van caminando detrás del ataúd de su hijo en un cementerio. ¿Pero este criterio moral debería plasmarse en leyes?

En mi opinión, sí. Cuando un dictador quiere acabar con la libertad de expresión, usará medios como controlar la prensa. Situaciones de este tipo no van a afectarle mucho.

Respetar una libertad de expresión sin límites razonables no salvaguardará ese derecho cuando llegue un dictador. Pero sí que causará mucho sufrimiento a personas sin ningún beneficio a la sociedad.

Nadie debe gritar en un funeral, ni el templo ni en la calle. Tampoco en boda, ni siquiera en la calle. Dígase lo mismo en una conferencia o en el interior de una iglesia.

¿Qué beneficio tiene para la libertad de expresión ir a “reventar” conferencias? Dígase lo mismo de interrumpir una ópera, un concierto, una obra de teatro, un acto religioso.

No solo debe estar penado, sino que debe estar muy penado por el sufrimiento que provoca o el perjuicio que provoca en un gran grupo de personas. La ley no puede ser indiferente al sufrimiento de una persona ni al perjuicio de un grupo. Y menos cuando se trata de actos tan fáciles de tipificar, tan fáciles de delimitar en una ley.

Los ciudadanos pueden gritar donde quieran, pero no cuando alguien camina detrás del féretro de una madre. Eso es deleznable. Una semana en la cárcel me parece lo mínimo que debería pasar encerrado, y ni siquiera un mes entero de pena lo veo excesivo. Tienen todo el territorio nacional para gritar, pero no justamente allí. La libertad de expresión no se beneficia ni lo más mínimo por no penar algo tan execrable.

Pero la extrema izquierda, experta en reventar conferencias y cosas similares, pondrá el grito en el cielo. Si alguien propone una ley así, manifestará su libertad de expresión quemando contenedores y rompiendo escaparates. Esos partidos actuales de extrema izquierda son expertos en entender las cosas de forma radicalmente distinta cuando logran el poder.

La extrema izquierda, cuando está en la oposición, es la que usa el hostigamiento y acoso bajo la excusa de libertad de expresión. Y, cuando está en el poder, entiende que ella no está obligada a respetar la libertad de expresión porque ellos son los buenos y los otros son los malos.

sábado, septiembre 17, 2022

El papa y la reina: cadáveres peculiares

 

Desde hace años me hacía una idea realista de hasta qué punto el fallecimiento de la reina Isabel iba a convertirse en un verdadero evento planetario. Pero lo que me ha sorprendido es que, tanto tiempo después, continúen las filas de decenas de miles de personas que, día y noche, siguen haciendo fila para ver un momento el coffin. Insisto, ¡día y noche!

https://www.youtube.com/watch?v=lsWW-9vWiaU

Los ingleses han llevado todo este asunto magistralmente, como es su costumbre. En esto son los amos. Los demás solo podemos callar, observar y admirar.

Esas filas interminables y perpetuas me llevan a pensar que hay que racionalizar el modo de organizar esa muestra de cariño por un monarca. ¿Qué haría yo?

Les diría a los ingleses que no se queden diez horas en una fila de espera. Organizaría todo, con una inscripción online, para que la espera solo fuera de una hora como máximo; y de nueve de la mañana a nueve de la noche.

La gente aceptaría ese horario porque se les avisaría que el funeral tendría lugar en la fecha prevista, pero que después el ataúd pasaría a estar expuesto en una iglesia londinense con los mismos horarios y con inscripción online mientras la afluencia sea tan masiva.

Cuando las filas de gente ya no sean continuas, cuando ya haya horas en las que apenas haya visitas, dejaría el féretro un mes más. Y solo entonces anunciaría el entierro de la reina. Lo lógico sería hacerlo en un templo del centro de la capital, para que la gente pueda seguir yendo con toda facilidad.

Lo precedente me lleva a pensar que podríamos hacer lo mismo con la muerte de los romanos pontífices. No hay porqué coartar ese deseo de ir a despedirse. Al revés, hay que dar facilidades de tiempo y acceso. ¿Por qué solo unos pocos días? ¿Por qué tantas horas de espera en una fila? Nada de eso es necesario. Se les puede evitar semejante sacrificio.

Por lo tanto, para los romanos pontífices racionalizaría la espera para que no dure más de una hora, con inscripción online. El funeral tendría lugar el día determinado por la tradición. Y recolocaría el féretro en una iglesia: no en el Vaticano, que es de difícil acceso dadas las colas; sino en otra iglesia. Cuando la afluencia cesara de ser masiva, dejaría un mes más ya sin preinscripción. Un mes después procedería al entierro en un templo que siempre estuviera abierto para los que quieran visitar el sepulcro.

Viernes, 16 de septiembre, peso: 87,3 kg.

Sábado, 87,2 kg.

viernes, septiembre 16, 2022

Los escudos muy antiguos son bellos porque son simples

 

Ayer vi la película La estafa (Bad Education) de 2019. Es una película sencilla, sin pretensiones, pero que te atrapa. La historia es sencilla, pero tiene algo que contar (es una historia real) y realmente quedas enganchado. Hay películas y libros en los que todo es paja, burbujas de aire, nada. Y otros que tienen algo que contar.

Yo supe que era una historia real solo al final de la película, cuando los títulos finales así lo aclararon. Pero es que la historia avanza magistralmente porque hay una historia.

Una cosa interesante es que en las próximas semanas se aprobará el diseño de sello de lacre de Carlos III de Gran Bretaña. Hay un sello de grandes dimensiones que es el que se usa para aprobar los documentos de mayor importancia. El de la reina Isabel la representaba a caballo. En mi opinión era un sello excesivamente grande.

Viernes, 16 de septiembre, peso: 87,3 kg.

A ver si, por orgullo ante vosotros, logro sacarme estos siete kilos que tanto me molestan en 7 semanas.

jueves, septiembre 15, 2022

No me gustan las revoluciones

 

En las series de ciencia-ficción de los años 60 y 70, había bases lunares como la de Espacio 1999, marcianos (con mejores y peores disfraces), saltos hiperespaciales (sea lo que sea eso), robots idénticos a los humanos, coches voladores, pistolas de rayos láser, etc., etc.

Pero lo que hubiera dejado turulatos a los directores de cine en 1969 o 1972 hubiera sido ver las colas de gente ante el féretro de la reina de Gran Bretaña. Al final el futuro ha resultado más ultraconservador de lo que imaginaron. 2022 es casi tradicionalista a los ojos de los hippies de Woodstock. Su revolución hippy fue una inmensa pompa de jabón, pero las joyas de la corona siguen causando admiración en la Torre de Londres.

Los eclesiásticos debemos tomar buena nota de esto. Esforzarse por ser moderno es una memez. Cada vez que alguien con autosuficiencia me advierte que no voy a conectar con los jóvenes, pienso: “Vaya, otro cretino”.

Y esto vale para la doctrina. Lo importante es la ortodoxia, lo único que importa es la verdad.

Señora: Pero es que los jóvenes…

Yo: Señora, a los jóvenes que les den por saco.

miércoles, septiembre 14, 2022

Ha vuelto a pasar

 

Ha vuelto a pasar: otra cara de Carlos III. Si yo fuera él, haría de esto mi sello personal. Es decir, en cada acto público pondría, en algún momento, cara de enojo contenido. Los presentes no sabrían el cuándo, pero no tendrían duda de que antes o después el trueno de la real ira iba a aparecer.

Unas veces puede ser la tinta de una pluma, otra que el cojín del sillón está duro, otra que la cara de una señora me produce enfado. El estilo del short thunder of royal anger habría que depurarlo, evolucionaría, acabaría teniendo un estilo propio.

Por supuesto debe ser breve, como hasta ahora. Esto no es Orson Welles destrozando la habitación de esposa en Ciudadano Kane. No, no, se requiere que sea fugaz como un parpadeo, pero impactante como un golpe en la mesa.

martes, septiembre 13, 2022

Martes: se suponía que ahora tenía que estar lloviendo

 

La editorial ya ha escogido título, y es el título que el equipo ha pensado por su cuenta, ninguno de los que les propuse. No revelo el título hasta su publicación. Bakhita, el título que propusiste me pareció especialmente bello. Como en este viaje no llegaban a Roma, el título lo cambié a Atenas será otra.

El otro título que me gustó mucho y que está inspirado en uno propuesto por Nuria: Días de tormenta y de paz. Me pareció muy poético.

Gracias a todos por las propuestas. También por las propuestas divertidas.

En mi libro Monclovia llegué a la conclusión de que la monarquía podría ofrecer un aspecto estético y sentimental a una nación que no podría dar nunca la presidencia de una república: ahora lo vemos claro con el fallecimiento de la monarca inglesa.

En Monclovia me ocupé de crear una arquitectura constitucional para una monarquía del siglo XXI: electividad entre los mejores candidatos, carencia absoluta de poder y de privilegios legales, dedicación a ser el eje del escenario ceremonial que es el Palacio Real en mi libro.

El senado escoge entre los mejores candidatos, no está limitado necesariamente a los príncipes. Lo cual permite escoger al que realmente tenga más capacidades. El senado escoge a los candidatos para que puedan estar en el trono entre treinta y cuarenta años. Y el rey pasa a trabajar en palacio muchas horas a la semana dedicado a su labor ceremonial y protocolaria; eso y solo eso. Cenas de gala, recepciones, otorgamiento de condecoraciones, recibimiento de jefes de Estado, etc., etc.

El único problema, al que no le vi solución, es que un monarca consolidado, que hace bien su trabajo, que lleva más de veinte años en el trono, va a ser imposible que no acumule tal cantidad de prestigio que no sienta la tentación de extender su mano hacia el poder, sugiriendo algún cambio en las leyes, o ejerciendo ese poder de facto a través de la mediación de algún partido.

En el sistema que propongo, la monarquía acumularía tal ascendiente que el senado tendría que vigilar para corregir cualquier desviación tan pronto como se produjera, por leve que fuera.