Sermones en vídeo

viernes, junio 30, 2023

¿Se deben prohibir determinados partidos políticos?

 

Primera parte

Este post lo divido en partes porque si no parecerá que me voy a limitar a repetir lo que he dicho otras veces, pero en la tercera parte ser verá que la primera parte hace de prólogo para la segunda. El tema que más pasiones ha desatado en la sección de comentarios de este blog siempre ha sido el independentismo. En este blog y entre mis amistades, siempre hay personas que propugnan prohibir todo partido que defienda esa posición. Es un error.

Desde un punto de vista teórico, ya he expuesto que no hay derecho a la secesión. Sí, a la autodeterminación de un pueblo anexionado u oprimido.

Pero también he dejado claro que si una secesión (en cualquier país) se realizara de un modo legal, yo no tendría ningún problema en admitir la nueva realidad. Desde un punto de vista teórico yo tengo mi opinión, pero respetaré (y aceptaré) que se obre de otra manera si así lo decide el pueblo.

Segunda parte

Lo que es una irracionalidad sería querer acabar con el independentismo por la fuerza, aplicando la fuerza de la ley para prohibir partidos, detener a personas, imponer multas. La democracia debe ser un espacio para la libre discusión de ideas, la posibilidad de asociarse y de hacer propaganda. Ahora mismo en España hay un partido, Vox, que (si no me equivoco) quiere prohibir que puedan presentarse a las elecciones los partidos que propugnen la independencia. Es un error querer detener las discusiones prohibiéndolas.

Alguien me dirá que el independentismo no es conforme a la razón. Le responderé que si alguien quiere fundar el Partido Vampírico Nacional tiene todo el derecho a fundarlo.

Todos los que defendemos la unidad de cualquier nación por razones meramente basadas en el derecho constitucional, debemos defender el derecho a fundar partidos independentistas y debemos aceptar la consumación de ese proceso siempre que se haga legalmente.

Tercera parte

Ahora bien, ¿se deben permitir partidos cuya victoria supondría el fin de la democracia? Imaginemos un partido como el de Mussolini o el de unos islamistas radicales que defendieran la implantación de una constitución como la de Irán. Es algo a lo que llevo dando vueltas desde hace años.

Pues bien, creo que ahora lo veo claro. Démonos cuenta de que si prohibimos un partido incipiente por la razón de ideas antidemocráticas, ¿en el futuro no podría el poder prohibir otro partido bajo esa misma excusa? Eso nos llevaría a otra discusión: ¿qué ideas se pueden permitir o no en una democracia? Otra ramificación del problema es si el poder, realmente, tiene capacidad para reprimir las ideas políticas de un 25% de la población.

Este asunto es mucho más opinable que el caso expuesto en la primera y segunda parte, pero la solución constitucional más racional me parece que es permitir también ese tipo de partidos. Pero dejando claro que el cambio de una democracia liberal a una democracia como, por ejemplo, la de Irán debe hacerse de acuerdo a la constitución. Y la constitución debe estar muy bien armada para que la invasión de los tres poderes constitucionales no pueda llevarse a cabo más que con mayorías cualificadas constantes durante más de quince o veinte años.

En mi ensayo La decadencia de las columnas jónicas ese cambio constitucional ese cambio requeriría primero lograr el 70% de los escaños en el congreso durante muchísimo tiempo para poder lograr esa mayoría en el senado. En el sistema que propugno eso podría llevar unos quince o veinte años, pues los cargos senatoriales son vitalicios. Después habría que ir cambiando a los jueces del tribunal supremo que, de nuevo, son vitalicios: eso llevaría de nuevo otros quince años. Mientras no se logre invadir el senado, este impediría que surgieran leyes inadecuadas. Y después, mientras el partido hegemónico no invadiera con sus hombres el Tribunal Supremo, este podría seguir bloqueando cualquier medida no adecuada la constitución y sus valores.

Creo que esta solución es la más racional para defender la democracia: una constitución bien construida para defender a la democracia y que, por tanto, no necesite prohibir programas electorales. El problema es que nuestras constituciones no constituyen diques adecuados para contener las mareas producidas por partidos hegemónicos que duren tres o cuatro legislaturas. Con constituciones tan deficientes, tal vez sea un mal menor prohibir el suicidio de la democracia a sabiendas de que la medicina puede hacer que enferme la libertad.

Este es un tema muy polémico, os escucharé en la sección de comentarios. Ojala que pueda allí haber una constructiva discusión.

miércoles, junio 28, 2023

No ocurren más desastres porque los protagonistas no son villanos

 

Los dos últimos posts pueden parecer que son fruto de una noche de insomnio en que me puse a divagar, pero lo cierto es que es un punto que me ronda la cabeza desde hace meses: la compleja relación entre los secretos (de cualquier tipo) y la democracia.

El correcto funcionamiento de la democracia se basa en la transparencia. Ahora bien, es cierto que tiene que haber secretos. Por supuesto que el gobernante corrupto va a usar a los servicios secretos en su provecho y ocultará todo lo sucio bajo la necesidad de salvaguardar los secretos oficiales.

Si observamos los golpes de Estado en los años 60 y 70, veremos que los autores eran siempre los pertenecientes al estamento militar. Pero si observamos el nacimiento de las dictaduras en e entorno del año 2000, veremos que los autores siempre son los presidentes del gobierno.

Por supuesto que esto puede ser una fase transitoria, pero cualquier constitucionalista se da cuenta de que es mucho más fácil dar un golpe de Estado desde el poder, con un gran apoyo de la población, tras haber colocado a figuras claves en el Estado Mayor, que intentar la subversión del orden constitucional con el único apoyo de unos generales. Los golpes de Estado pueden provenir de uno u otro poder, pero es más fácil hacerlo desde la cúspide del poder ejecutivo.

Por eso cualquier democracia, la primera lección que debe enseñar a sus oficiales en las academias es que la obediencia no es absoluta:

--Se obedece al presidente de la nación dentro de la constitución.

--En caso de conflicto, prevalece la obediencia a la constitución.

El problema es que si el poder ejecutivo puede hacer los nombramientos en el Ejército, puede colocar a militares dispuestos a pasar por encima de la carta magna.

La única solución es dotar de algún medio al Ejército, a la policía y a los servicios de inteligencia para ser decapitados y colocar una nueva cúpula. (A partir de ahora a las unidades militares, las unidades de policía nacional y a los servicios de inteligencia los llamaré EPI:). No se me ocurre mejor sistema para poder mantener la independencia, para evitar la politización, para que los ascensos sean meritocráticos, que el que ya he expuesto.

Los EPI obedecen al presidente, pero como están al servicio del Estado, son los organismos del Estado los que pueden cambiar esa cúpula si ellos mismos no se autorregulan adecuadamente. Para eso es necesario que la ley determine que solo el EPI pueden hacer sus propios reglamentos y normas, no el partido de turno que esté en el poder. Ahora bien, el senado (un senado independiente como el que propugno) sí que podrá cambiar, derogar o imponer leyes y reglamentos al EPI.

¿Y qué es lo que hay hasta ahora en muchos países, como España? Los EPI obedecen al presidente y su ministro del interior, el presidente puede cambiar a los integrantes de la cúpula de estos cuerpos, y el presidente (a través de aquellos a los que ha nombrado) puede cambiar la parte de los reglamentos que considere oportuno. Sé que a esto hay que hacer algunos matices (que no desconozco), pero en esencia los EPI están en manos del presidente. Eso es un peligro para todos. No ocurren más cosas porque, en general, los presidentes no son malvados villanos.

Lo que propugno es que no solo haya una verdadera división de poderes entre el presidente y el senado, sino también con los defensores de la ley: eso reforzaría claramente la solidez de la democracia. Y repito que las EPI estarían bajo supervisión del congreso y el senado; es decir, el control estaría en manos de los representantes del pueblo (congreso) y de la cámara que representa a las instituciones (el senado). (El senado sería así es en el sistema que propugné en una obra mía).

Lo que es un peligro es que el poder ejecutivo tenga pleno poder sobre la ley (el senado) y los defensores de la ley (el EPI), y mayoría absoluta en el congreso. Eso es una receta para el desastre. No ocurren más desastres en nuestras democracias occidentales porque no han llegado villanos a la cúspide del poder con todos los elementos de la receta en su cesta.

martes, junio 27, 2023

El status de los servicios de inteligencia en una democracia

El tema de ayer me parece tan importante que he reescrito y ampliado el post de ayer. No es que me haga la ilusión de que alguien de los servicios de inteligencia esté leyendo este blog, pero... nunca se sabe.

¿Deben los servicios de inteligencia estar bajo la obediencia del presidente del gobierno o es mejor que estén bajo la autoridad de otra institución independiente? Las democracias han buscado varios sistemas para que, aun estando bajo la autoridad del presidente del gobierno, existan ciertos controles. Pero hay que reconocer que esos controles se han mostrado, demasiadas veces, claramente insuficientes. Y esa insuficiencia suele ser sistémica por una razón muy sencilla: una comisión de parlamentarios que, una vez al año, haga preguntas al jefe de los servicios de inteligencia nunca podrá cumplir con una labor de verdadero control. Un grupo de sujetos foráneos al cuerpo de inteligencia jamás podrán controlar a un servicio de inteligencia formulando una serie de preguntas o pidiendo una serie de documentos.

Ese control debe ser profesional y, en cierto modo, interno; es decir, realizado por profesionales situados en el mismo interior del servicio de inteligencia. Los de fuera difícilmente podrán tener acceso a la información más relevante. Cualquiera entiende que si todos los grupos humanos poseen un cierto espíritu de cuerpo y de defensa frente a la exigencias provenientes de afuera, eso es mucho más fuerte en un servicio de inteligencia.

¿Cómo tratar de solucionar eso? Considero que lo mejor es realizar un cierto cambio en el organigrama jerárquico.

1.      el Estado Mayor es el superior directo del Ejército, de la policía nacional y de los servicios de inteligencia

2.      el Estado Mayor obedece al Poder Ejecutivo

3.      los miembros del Estado Mayor son escogidos por cooptación

4.      el Estado Mayor es el que nombra al director de los servicios de inteligencia

En pro de la coordinación, en beneficio de la unidad de acción, es el Poder Ejecutivo el que manda sobre las unidades militares y policiales, así como sobre los servicios de inteligencia. Obrar de otra manera implicaría una cierta descoordinación en mayor o en menor media.

Es un hecho demasiado frecuente que el presidente del gobierno haga un uso inadecuado de los servicios de inteligencia. Eso es así en casi todos los países, se trata de una tentación constante a lo largo de la historia de las democracias.

Por eso, el peligro desaparecería con una medida sencilla: determinar constitucionalmente que el presidente del gobierno no puede hacer ningún nombramiento en los servicios de inteligencia, sino que estos nombramientos dependen del Estado Mayor.

Con tal norma, los servicios de inteligencia van a poder gozar de independencia de acción si observan que alguna de las consignas que reciben no son para el bien público sino particular del gobernante. Es decir, se obedece siempre al Ejecutivo, a no ser que la orden sea dada para beneficio personal de un gobernante o del partido gobernante o contraria a la constitución.

Alguien podrá decir que sí, que con este sistema el servicio de inteligencia será obediente al presidente, pero con capacidad de independencia si es necesario; pero ¿qué hacer si el Estado Mayor se corrompe? Como ellos escogen quién ocupará la vacante de un general, el sistema forma una cápsula cerrada: si se corrompe, nadie podrá poner remedio.

Pues sí, hay un modo para evitar que suceda eso, y es que si el congreso y el senado se ponen de acuerdo (con mayoría del 70% de escaños) pueden cesar a todo el Estado Mayor o solo a algunos de sus miembros.

♣ ♣ ♣

Sé que estas parecen las reglas del Monopoly, en este caso el Monopoly del poder. Buenas o no estas reglas siguen una racionalidad; buscando siempre la mayor simplicidad. En este caso, un servicio de inteligencia obediente al presidente, pero capaz de decir “no” cuando, colegialmente, la cúpula del servicio secreto considere que una investigación, una acción, una línea de actuación no debe ser emprendida.

Lo que he expuesto puede gustar más o menos, pero los sistemas actuales, creedme, son mucho peores; en España, en Estados Unidos y en tantos lugares.

lunes, junio 26, 2023

Cuando el poder goza de resortes muy secretos

La rebelión de Prigozhin me ha llevado a repensar la relación entre poder ejecutivo y respeto a la constitución; y más en concreto una cuestión, en concreto, que suscité en mi libro Las doradas manzanas de la democracia: ¿Deben los servicios de inteligencia estar bajo la obediencia del presidente del gobierno o es mejor que estén bajo la autoridad de otra institución independiente?

En mi obra, tras darle vueltas a este asunto, consideré que lo mejor era lo siguiente:

1.      los servicios de inteligencia obedecen al Poder Ejecutivo

2.      el Estado Mayor es el que nombra al director de los servicios de inteligencia

En pro de la coordinación, en beneficio de la unidad de acción, es el Poder Ejecutivo el que manda sobre las unidades militares y policiales, así como sobre los servicios de inteligencia. Obrar de otra manera implicaría una cierta descoordinación en mayor o en menor media.

Ahora bien, es un hecho demasiado frecuente que el presidente del gobierno haga un uso inadecuado de los servicios de inteligencia. Eso es así en casi todos los países, se trata de una tentación constante a lo largo de la historia de las democracias.

Por eso, el peligro desaparecería con una medida sencilla: determinar constitucionalmente que el presidente del gobierno no puede hacer ningún nombramiento en los servicios de inteligencia, sino que estos nombramientos dependen del Estado Mayor.

Con tal norma, los servicios de inteligencia van a poder gozar de independencia de acción si observan que alguna de las consignas que reciben no son para el bien público sino particular del gobernante.

domingo, junio 25, 2023

Pasé de nuevo y ya no estaba

 

Para Putin el problema de Prigozhin era su carácter imprevisible. La acumulación de odio en el jefe de mercenarios le convertía en un pequeño huracán de trayectoria imposible de encauzar si se salía del territorio que se le había concedido para destruir.

¿Odio a qué? A todo. El jefe del grupo Wagner es un ser humano rebosante de odio, carcomido por el odio, lleno de fuego. Abominaba a los ucranianos, a los generales rusos, a Putin.

Su soberbia le impedía tomar decisiones prudentes. Un buen día toma la decisión de tomar Moscú. Tardó un día en darse cuenta de que esa decisión tomada en un arranque de furia no tenía ninguna posibilidad. La única pequeña posibilidad de éxito –que es la que debió contemplar– hubiera sido que los generales del Estado Mayor aprovecharan este pequeño incendio para dar un golpe de Estado. Pero cuando esto no se produjo, se encontró con la única tesitura posible: o retirarse o ser completamente aniquilados.

Tras la borrachera de ira, entendió que (sin un golpe de Estado en Moscú) se encaminaba a la muerte. Putin le ofreció el destierro.

Putin ha dejado bien claro que la traición se paga con la muerte, aunque estés en otro país. Pero tiene que esperar: le ha ofrecido un pacto, no puede vengarse un mes después. No puede incumplir su palabra de forma tan patente, ya nadie de sus oligarcas se fiaría de sus pactos. Pero bastó ver el rostro de Putin para darse cuenta de hasta dónde llega su odio por este esbirro.

Cuando yo escribí La decadencia de las columnas jónicas, quise basar la convivencia de un Estado en la ley, en la racionalidad; una racionalidad al servicio de la libertad, de los derechos individuales.

 Qué diferente de la Rusia putiniana, basadas las relaciones de la cúpula dirigente en el odio, en el miedo, en el enriquecimiento de unos pocos, en la prohibición de la libre expresión. Como leí una vez: En una dictadura, hasta el número dos es un esclavo.

Ahora Prigozhin debe estar camino de Bielorrusia. Un esbirro (el jefe de Wagner) que pone su vida en manos de otro esbirro (Lukashenko). Su vida se mantendrá no por leyes o una constitución, sino solo y exclusivamente por la voluntad de un rey-vasallo de Moscú.

Estas sociedades no tienen nada que ver con el Estado que debemos tratar de forjar los cristianos.

¿Cuántos hijos de Dios tienen que perder sus manos, sus piernas, sus ojos antes de que se cumpla lo que dice el salmo?:

He visto al impío muy arrogante elevarse como un cedro del Líbano.

Pasé de nuevo y ya no estaba.

Lo busqué y no se le encontró (Salmo 37, 35-36).



sábado, junio 24, 2023

Le deseo el arrepentimiento antes de ingresar al más allá

 

Prigozhin el jefe del Grupo Wagner tenía la maldad escrita en su rostro, parecía un personaje sacado de una horda de orcos. Su rostro me transmitía una larga historia de tremendas decisiones, casi infernales. Sus andanzas en África llevan ya muchos años en marcha. Y él es el responsable moral final de todas las acciones de la más impresionante empresa de mercenarios del mundo.

El mal moral no es fácil de contener cuando se convierte en un huracán de odio y crueldad. Putin sabía que ese hombre cruel era una fuerza difícil de manejar. Las posibilidades de que todos los mercenarios de ese grupo sean aniquilados en el día de hoy son muy altas. No es fácil que esta insurrección se extienda: no solo por su pequeño tamaño, sino por el odio entre este caudillo y los generales rusos.

Ahora bien, se abre una ventana de posibilidad de que las cosas se compliquen, de que alguna facción del Estado Mayor aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid se suban a cualquier carro con tal de que el hombre que cabalgaba con el torso desnudo sea jubilado, jubilado al estilo ruso.

Bastaría que uno o dos generales del Estado Mayor tomaran una decisión inequívoca a favor de la rebelión para que sus colegas discutieran el asunto. El mero hecho de discutirlo ya sería un riesgo impresionante para la continuidad de Putin.

Cuando Vladimir Vladímirovich decidió salir de casa para hacer de matón en el barrio vecino ucraniano, jamás pensó en el callejón sin salida en el que se estaba metiendo. Un callejón oscuro en el que se puede resbalar en la bañera cualquier noche. Debe ser incómodo cada vez que uno toma una tostada en el desayuno tratar de no pensar en que la mermelada sabe un poco rara.

Si Putin hubiera conquistado en dos días Ucrania e instaurado un dictador vasallo, la represión hubiera sido épica. Un infierno de calabozos en las comisarías, campos de detenciones masivas y un largo etcétera de tortura y sufrimiento. Tenía que haber conquistado ese país. Pero Dios dijo: “¡No!”.

Lo hemos visto todos, ha ocurrido a plena luz del día. Dios dijo “no” y ni la segunda potencia militar del mundo pudo hacer nada frente a una decisión divina.

Putin ha tenido tiempo para reflexionar. Ahora o más tarde, su tiempo de vida se acaba. Si no es en la conspiración nº 15, será en la nº 36. Es lo que tiene lograr el poder por la fuerza, que te sacan por la fuerza. Y Putin es el primero en saberlo. Su cabeza está recorrida por infinidad de fantasmas reales e imaginarios. Desde hace años, basta escucharlo, ver su rostro, para darse cuenta de que es un hombre sin paz.

jueves, junio 22, 2023

Un brindis por mi benefactor argentino

 

Hoy mi corrector argentino, mi inestimable amigo —debería llamarlo, ha comenzado a leer el Libro X de la decalogía que tengo sobre el apocalipsis. Las horas que ha dedicado, por puro amor a Dios, a revisar mis desmanes gramaticales solo yo me las puedo imaginar cabalmente.

Esas diez novelas las considero propias de una fase inicial de mi proceso de formación como escritor, previas a la fase de madurez. Aun así, sí que es cierto que leer las diez obras supone una inmersión en una época que es toda una experiencia literaria. Se trata de un recorrido de 1464 páginas.

Solo me consta de mi corrector que haya leído las diez obras. Él sé que va a alcanzar la cúspide de esa montaña porque está inmerso en el décimo libro que concluye la colección. Pero me siento más que feliz con los que han leído cuatro o seis obras, eso ya es mucho.

Es una historia formada por un tapiz de historias, un tapiz en el que los hilos se entrelazan. En mi mente quedan grabados momentos como la gran profanación del Vaticano por parte del Anticristo, la ilusión por crear una teocracia en aguas internacionales del Pacífico, la batalla por la toma de Jerusalén, las luchas políticas por conquistar la Casa Blanca antes del advenimiento del presidente con poderes especiales, y tantos y tantos momentos.

Sea dicho de paso, al presidente de Europa en mi Cyclus Apocalypticus me lo imagino como al presidente Snow de la foto.

miércoles, junio 21, 2023

Errores comunes en las conferencias


Rowan Williams (anglicano) es uno de los mejores conferenciantes que conozco. También el fallecido obispo Kallistos Ware (ortodoxo). Y merece una mención Gino Iafrancesco (evangélico). 

Agradecimiento sine fine

Un error común a muchas conferencias es que el ponente se pone a hacer agradecimientos durante un minuto o dos. Lo cual es equivalente a un minuto o dos de tiempo perdido. ¿Pero, realmente, cree que el conferenciante que al público le importa algo una lista de agradecimientos? A fulanito, catedrático de esto; a menganito, profesor de lo otro… Y así dos minutos.

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Agradecimiento a la mano que te da de comer

Yo soy contrario a agradecer en una conferencia a la institución que te ha invitado. Si quieres agradecérselo, hazlo en privado. Pues claro que se supone que le estás agradecido. Dedicar un tiempo a agradecer a la universidad o al foro que te ha invitado es como agradecer al sol por brillar o al aire por estar ahí y ser transparente. Eso en privado.

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Ars longa y la conferencia breve

Otra cosa que no hay que decir nunca (porque es signo de poca experiencia dando conferencias) es que el tema es muy extenso, demasiado extenso, para el tiempo del que se dispone. Para eso estás ahí, para hacer una buena síntesis. Si el conferenciante no sabe adecuar el tiempo a la materia, no es adecuado para esa tarea. A lo mejor es muy bueno para la investigación, pero no para la tarea de dar conferencias. La materia NUNCA es demasiado extensa. Si me piden resumir la historia universal en una hora, por supuesto que lo puedo hacer; y en la mitad de tiempo.

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Sensus humoristicus

Otro error común a los conferenciantes es amenizar su charla con chistes. Craso error: los conferenciantes suelen ser pésimos humoristas. Si la gente se ríe, es solo porque está muy aburrida. A veces también ser ríen porque el conferenciante, como colofón a su chiste, se ríe con unas risas tan horribles que causan un terror nervioso que lleva a la risa.

Cuanto menos tenga que contar un conferenciante, más necesidad tendrá que animar el vacío con chistes. Un conferenciante que se precie va a lo que va. Otra cosa es que alguna vez surja un chiste de forma espontánea. Siempre se nota si el chiste lo trae en el bolsillo el conferenciante o nace. Si lo trae, es como una incrustación artificial. Si surge de forma natural, es como una flor que nace en el campo. En ese segundo caso sí que se aplica el proverbio japonés: 笑う門には福来る

Cuando un conferenciante que divaga, que no tiene mucho que decir, salvo superficialidades, trata de rellenar ese vacío cuántico con chistes, yo cierro los ojos y musito: Oh, cielos, dónde me he metido.

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Afortunados los oyentes de un buen conferenciante

Y después están los casos en que la conferencia es toda una experiencia intelectual; aquellos actos académicos en los que el conferenciante es uno de los más grandes expertos de aquello en lo que habla; aquellos casos en los que el que habla hace una obra de arte con la palabra, como otros lo pueden hacer con la piedra o la pintura; aquellos casos en los que la palabra del ponente se convierte en música, en una partitura; aquellos casos en los que el conferenciante, normalmente escritor y profesor, hace una conferencia, es decir, un género distinto al libro y a la clase de universidad.

martes, junio 20, 2023

Todo esto te daré...

 

Cuando comencé a ver la película de la que hablaba ayer, quedé atrapado desde el primer minuto. La vi con otros tres curas, después de cenar. Los tres nos quedamos absortos ante la gran historia que se desplegaba ante nuestros ojos. Se necesita más de una hora para descubrir que la narración va más allá de la transformación de un buen abogado en un ser que solo piensa en el dinero, en la victoria judicial, en su gloria profesional.

Si la película se hubiera quedado en eso, ya eso la habría convertido en la mejor película que he visto acerca de ese tema de ese tipo de evolución moral: paso a paso, batalla a batalla, decisión tras decisión.

Pero la cinta iba mucho más allá. Entró en lo teológico de lleno. Al final, se ve que lo teológico no era un elemento más, era el centro de todo: todo giraba alrededor de lo lícito y de lo ilícito, del bien y del mal. La serpiente que trepaba en el Árbol del Mal, la serpiente que seguía viva. Todo ello expresado tan rotundamente como un tímpano medieval. Todo expresado como una rotunda página acerca del Leviatán en el Libro de Job.

Esta vez, eso sí, escuchando la versión del Rebelde. Pero para nada es una apología del infierno. Todo lo contrario: el demonio no puede hablar con más contundencia, con más libertad, sin ningún freno. Y, sin embargo, todos los que lo escuchan no pueden menos que gritar: ¡Preferimos servir en el cielo que reinar en el infierno!

No tengo la menor duda de que al Diablo, que existe, no le hizo ninguna gracia esta película. Se sintió ante ella como ante la pintura de una iglesia, solo que esta pintura no es una más, sino una obra formidable que iban a contemplar más de cien millones de espectadores. La rabia final del Lucifer de la película es la rabia verdadera que existe el auténtico Maligno: está insuperablemente reflejada esa rabia de la derrota.

lunes, junio 19, 2023

Cuando el crítico profesional desprecia a Las meninas o al Bosco y se queda tan fresco

 

Mencioné la película Pactar con el Diablo, una película cautivadora (desde el primer minuto hasta el último); sin duda, una de las mejores de la década de los 90. Y es por eso, por su grandeza, que no me resisto a poner aquí la paradoja incomprensible de algunas críticas profesionales, es decir, de las que son pagadas y aparecen en los periódicos:

Cuando la película se acerca a las 2 horas y cuarto, comienzas a sentirla como una condena eterna.

Una película tan hinchada, gigantesca y, en última instancia, de mal gusto que logra lograr un esplendor justamente hortera.

El resultado se muestra tan ambicioso como desaliñado. Tan sólo la presencia de un Al Pacino un tanto sobreactuado salva del caos a esta intriga jurídica (...) que se limita a mostrar unos conseguidos efectos especiales y un ir y venir de referencias genéricas.

No lo entiendo, colocas un clásico delante de sus ojos y te dicen que es malísima. Les pones delante La Naranja Mecánica y se deshacen en elogios como colegiales.

En fin, si alguno no ha visto esta cinta, ya tiene un peliculón para alguna tarde del domingo. Lo tiene todo: un guion supremo, interpretaciones insuperables, una puesta en escena magistral, un tempo para quitarse el sombrero. En sus dos horas y media, no sobra ni un solo minuto. Todos, absolutamente todos, son necesarios para entender la progresión de la historia. Es cine más allá del entretenimiento.

¿Por qué los críticos hacen eso? Me pregunto si son malos por naturaleza. ¿Tal vez hay una conspiración mundial? ¿El critico nace así o se hace? ¿Tienen el gusto averiado o son como los policías corruptos de la Sicilia de los años 80? 

♣ ♣ ♣

Ojo, algún spoiler a partir de ahora. No leáis lo que sigue si no habéis visto la película. Si yo filmara ahora esta historia, hubiera quitado todos los efectos especiales. Hubiera dejado en su desnudez el envilecimiento de un abogado en su realidad desnuda; con un discurso final que dejara la duda de si el jefe era un magnate que se había vuelto loco o si era lo que decía ser. También hubiera apostado por una profundización teológica del guion, al estilo de El séptimo sello. Esta película era el escenario perfecto para reflexionar en profundidad.

Desde luego, el discurso final de Al Pacino es uno de los más grandes climax de toda la historia del 7º arte. Contados con los dedos de la mano podremos encontrar un discurso así. Quizá sea el más grande discurso de toda la historia del cine. Pienso ahora en la voz en off del cardenal al final de La Misión. Pero el de Al Pacino con sus movimientos, sus gestos y la escenografía de detrás... es un espectáculo sinfónico. 

Cuando fui a la Catedral Nacional de Washington, lo primero que busqué fue el tímpano en el que se inspira el conjunto escultórico del despacho de Milton. Conjunto que se titula Ex nihilo

domingo, junio 18, 2023

Milton y asociados

 

La imagen del post de ayer es de la formidable película Devil´s Advocate. En España la titularon como Pactar con el Diablo. Qué ridícula resulta esta costumbre de inventarse títulos nuevos para las películas. A la película The Searchers la titularon Centauros del Desierto.

El salón de la casa del jefe del bufete, Milton, es realmente impresionante. En otros posts he hablado de la importancia del decorador a la hora de configurar el pequeño mundo que es el despacho de alguien muy poderoso.

♣ ♣ ♣

Ayer hablé del Diablo, pero hago reparar a los lectores que en el blog son contadísimas las veces que he puesto imágenes de los demonios o de su jefe, el Diablo. Las pocas veces que las he puesto, son imágenes medievales o reconocidas obras de arte. Me encanta la abstracción de los capiteles o de las iluminaciones. Pero no me gusta (salvo que sea, lo repito, una gran obra de arte) poner imágenes de los demonios. 

El demonio es lo sucio, lo desagradable, la materialización personal de la blasfemia. Prefiero poner otro tipo de imágenes. Los demonios son como si “mancharan” el blog si los pusiera en las fotos de los posts. 

Cosa distinta son las grandes obras de arte: ellas nos hacen reparar en aspectos de su psicología o en el horror de su reprobación. La aparición de estas en el blog nunca ha sido en vano.

El siguiente paso transgresor de los medios de comunicación

 

Varias personas están alertando acerca de que Hollywood puede estar buscando lograr que el satanismo se vuelva algo aceptable en la sociedad.

Francamente, pienso que la sociedad ya está suficientemente descristianizada para dar este paso. Si el satanismo se percibiera como una opción lícita, no peligrosa y cada vez más ampliamente practicada, eso sí que provocaría un cambio radical en los valores de la sociedad.

No es que tema que la mitad de la población va a adorar al demonio; pero si un 4% lo hiciera, y un porcentaje de estos lo hiciera de forma abierta, pública, sin vergüenza, eso sí que cambiaría los valores morales de la sociedad.

Habrá que ver en los próximos años si se dan pasos en este sentido. Pero, tal como están las cosas, este paso es algo que, antes o después, se va a dar. Insisto, será una minoría, pero una minoría muy ruidosa: este asunto aparecerá en los medios continuamente.

Los jóvenes europeos ya viven como postcristianos, como paganos. Si pasaran a considerar que el mal está bien (en todos los órdenes morales) y que ya no hay más barrera que la ley humana, eso sería un cambio radical.

¿Creo que va a pasar? En minorías sí: muy por debajo del 0,5 %. No tengo tan claro que esta llegue a ser una opción ampliamente extendida; para mí un 3 o un 4 % ya sería algo muy extendido. Pero, en cualquier caso, en los medios sí que la presencia de lo satánico se hará más frecuente con una mirada benigna.


viernes, junio 16, 2023

Una de las puertas al Vaticano

 

La foto es de curas entrando por la puerta de la catedral de mi diócesis. 

Aquí todos tratamos de ayudar un poco a la Iglesia proponiendo mejoras, reformas… ideas en general. Yo lo intento, con mayor o menor fortuna. Luis Muzquiz ayer propuso que la Iglesia Católica tuviera una página web distinta.

Miré y volví a mirar la portada de esta página. Al principio, no me pareció tan mal. No impacta, no es bellísima, pero tampoco es fea. Después volví a darle vueltas y entendí que Luís tenía razón: la Iglesia Católica debería tener una página web acorde a la grandeza y nobleza de la institución.

Con esto no estoy queriendo decir que la página debería ser barroca, sobrecargada ni nada por el estilo. Al revés, tendría que tratar de ser especialmente simple. No una página más en la red, sino que convendría que fuera distinta. Se gastan decenas de miles de euros en hacer bien bonita la fachada de una gran iglesia o una catedral. Pero para millones de personas la “fachada” de la Iglesia sería la página inicial de esa web.

Hacer un diseño bello, claro, sencillo y noble no es una cuestión de dinero. Hay cientos de talentos que harían ese diseño de forma gratuita.

♣ ♣ ♣

Sinceramente, ni me acordaba que tenía yo una página oficial. www.fortea.ws

El diseño lo hice yo. Coste del diseño: cero euros. La página me la hizo un amigo, también gratis. Tan olvidado estaba de esta web que ahora veo que el link que lleva a los sermones es del año catapún. Casi ningún enlace de los sermones funciona.

En fin, si alguien del Vaticano nos está escuchando, que lo tenga claro: el pueblo fiel pide otra web al Vaticano.

♣ ♣ ♣

Pero, vamos, que si no nos escuchan, tampoco vamos a ir al cisma ni nada por el estilo. Estoy seguro de que ningún dogma se ve afectado por ese diseño que parece una pizza de links.

Tampoco pedimos una penitencia en un auto de fe para el diseñador. Estoy seguro de que actúo según su mejor y entender. Convencido me hallo de que lo diseñó todo de buena fe. Aunque, en cuestión de arte, la buena voluntad no basta.


jueves, junio 15, 2023

Más consideraciones sobre la renuncia de los obispos

 

He leído todos vuestros comentarios sobre el tema del post de ayer, y me estoy inclinando a pensar que el actual sistema es el mejor. No lo tengo del todo claro, en cuanto que me gustaría un sistema que permitiera al anciano obispo permanecer en el puesto hasta la muerte, aunque de facto fuese un obispo coadjutor el que gobernase la diócesis.

Pero qué duda cabe que esa medida refuerza la presencia del anciano obispo (por encima de 75 años), pero eclipsa la figura del obispo coadjutor que, de hecho, ya estaría encargándose de todo. De algún modo se refuerza a la persona y se eclipsa a la institución. Se refuerza a la persona del emérito, pero se eclipsa al que está ejerciendo realmente de pastor.

Un obispo de 83 años, debilitadísimo, que no sale de casa, realmente ya no ejerce de pastor del que fue su rebaño. Así que voy pensando que el actual sistema de renuncia quizá sea el mejor. Aunque sigo dándole vueltas a cómo se podría conjugar lo uno y lo otro. Siempre me ha parecido muy duro lo de tener que renunciar. Siempre me ha parecido que nos asimila a las empresas. Pero reconozco que las razones de peso que abogan por ello son objetivas. Seguiré escuchando vuestras opiniones en los comentarios.

Lo bueno del sistema actual es que un obispo emérito puede seguir en la diócesis ayudando todo lo que pueda al nuevo obispo: sobre todo con las confirmaciones y la presidencia de fiestas parroquiales. Un obispo emérito puede ahorrarle cientos de horas al obispo residencial, pudiendo este centrarse más, por ejemplo, en conocer a sus sacerdotes.

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No debería ser necesario decirlo, pero cuando he reflexionado en voz alta sobre este tema de la renuncia de los obispos, para nada he tenido en mente ni a mi obispo emérito (el de mi diócesis) ni al arzobispo emérito de Madrid, cuya renuncia ha sido aceptada hace días.

Esta era una cuestión sobre la que llevo pensando desde hace años, en abstracto. Los hechos recientes podían dar la impresión de que es algo que estoy personalizando en figuras concretas.

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Creo que hay que tratar de que la Iglesia se parezca lo menos posible a una empresa. Hay que dejar claro en todos nuestros procedimientos que somos otra cosa. La impresión de ser una familia sería un argumento en contra de las renuncias al llegar a una edad. La idea de un gran patriarca que va envejeciendo, que sigue en su puesto hasta la muerte, presidiendo, es muy poética.

Pero la idea de un obispo coadjutor que está eclipsado, aunque él realmente sea el que ejerce el pastoreo, tampoco parece muy satisfactoria. Es un nudo gordiano difícil de solventar. Y más cuando ayer acabé de ver (por 3ª vez) El león en invierno. También hay obispos en el invierno de su vida y de sus fuerzas.


miércoles, junio 14, 2023

Reflexiones sobre la episcopalidad

 

El otro día prediqué acerca de las ventajas de que un obispo esté todo su tiempo de episcopado en una diócesis, y las ventajas de que un obispo cambie a una segunda o tercera diócesis. Las ventajas de seguir en el puesto hasta la muerte, y las ventajas de renunciar a los 75 años.

En la sección de comentarios, he escuchado buenas aportaciones. Esta vez me gustaría ver cuál es vuestra opinión. Desde luego un obispo nuevo es un nuevo comienzo que llena de entusiasmo a todos. Y también es cierto que algunas personas a los 75 años van perdiendo ganas de emprender nuevas iniciativas.

Por un lado, me gusta la idea de que un obispo sea como una roca inamovible que se quede toda la vida. Pero, por otra, veo las ventajas de la aportación que supone un cambio episcopal.

Por un lado, una visión patriarcal veterotestamentaria de la iglesia como familia, con autoridades que no expiran hasta la muerte. Por otro lado, una cierta cesión razonable en pro fe de la funcionalidad; lo cual significa cambios y jubilación.


martes, junio 13, 2023

Lemas episcopales

 

Lema del obispo de Ciudad Rodrigo:

“FIAT ET FECIT”. En este lema se unen la palabra de respuesta de la Virgen (“fiat”, hágase, dejando a Dios hacer en ella: cf. Lc 1,38) y la respuesta activa de José actuando en silencio lo encomendado (“fecit”, hizo, cf. Mt 1,24), así se muestran las dos caras de un mismo SÍ que hace posible que el Verbo tome carne en el mundo: el Sí que deja hacer a Dios primero y, por ello, se pone manos a la obra en silencio, como José.

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Lema del obispo auxiliar de Toledo:

“Ex hominibus, pro hominibus”, cita tomada de la carta de san Pablo a los Hebreos (Hb 5, 1): “Todo sumo sacerdote, escogido de entre los hombres, está puesto para representar a los hombres en el culto a Dios”.

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Lema del obispo de Osma:

“Fidelis est qui vocat vos” (1 Ts 5, 24). “El que os llama es fiel”.

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Y de mi nuevo obispo, don Antonio Prieto: “Para que tengan vida”.


domingo, junio 11, 2023

Los cambios episcopales

 

La llegada de un nuevo obispo a cualquier diócesis es algo que ofrece la sensación (¡y lo es) de nuevo comienzo. Esperanzas, proyectos… un obispo llega con ganas de hacer cosas, de poner en marcha iniciativas. Tiene sus propias ideas de cómo revitalizar una diócesis y está abierto a escuchar las propuestas de los otros. Un nuevo pontificado es la esperanza de una renovación.

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Reflexionando sobre el tema, hace años llegué a la conclusión de que lo mejor era que los obispos estuvieran solo en una diócesis hasta la jubilación; como máximo en dos.

Pero reconozco que la llegada de un nuevo obispo es una revitalización de la pastoral y de las relaciones entre el prelado y sus presbíteros. También supone un cambio en los cargos pastorales de la curia, y los que comienzan siempre lo hacen con una nueva ilusión.

Aunque no sé, a pesar de que esto es tan positivo, pienso que la permanencia de un obispo durante muchísimos años es un bien más precioso. Pero si preguntáramos a los obispos y al clero, todos preferirían un nuevo obispo cada quince años.

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En mi opinión, un obispo debería estar en una sola diócesis toda su vida y no jubilarse, como norma general. Pero en cuanto la edad comenzara a hacer sentir su peso, la Santa Sede debería nombrarle un obispo coadjutor que, de facto, fuera el que gobernase; eso sí, con la aquiescencia el obispo residencial que reconociese que, efectivamente, la edad ya solo le permite dedicarse a unas ciertas actividades pastorales y litúrgicas, pero no al gobierno de la diócesis. Y ese peso suele comenzar a sentirse a los setenta años de edad. Y a los setenta y cinco ya resulta evidente en la mayoría de las personas, sea cual sea el oficio que desempeñen.

sábado, junio 10, 2023

Hoy un día verdaderamente especial

 

Hoy he tenido la alegría de asistir a la ordenación episcopal de don Antonio Prieto, nuevo obispo de mi diócesis. La ceremonia ha durado dos horas y cuarenta y cinco minutos. Menos mal que estamos en un junio inusualmente templado. De lo contrario la temperatura dentro de la catedral hubiera sido muy incómoda.

He llegado media hora antes y me he puesto a hacer oración mental, meditando a Valtorta. Ha sido la mejor preparación para la ceremonia. La cual me ha emocionado hasta las lágrimas. He vivido plenamente la misa.

Detrás de mí, estaba sentado un sacerdote ortodoxo rumano; en el templo, también estaba un obispo ortodoxo. Me han alegrado mucho estas asistencias que auguran una futura unión que doy por descontada en esta generación.

Después he llevado a mis padres a la estación de tren, porque habían estado conmigo desde el martes pasado. Al despedirlos en la estación, le he dicho a mi progenitora: “No sé si pierdo una madre o gano un obispo”.

viernes, junio 09, 2023

Qué no es la episcopalidad


Mañana será ordenado como obispo de mi diócesis don Antonio Prieto. Ayer tuve una larga conversación con un amigo acerca del aspecto místico de lo que supone una ordenación episcopal.

Después de darle vueltas al asunto, mi opinión es que la configuración sacramental con Cristo Sacerdote se produce en su casi totalidad en el segundo grado del sacramento del orden. El primer grado supone sacramentalizar una función, la de servir; el tercer grado sacramentaliza otra función, la de pastorear a los pastores.

Alguien alegará que el obispo también pastorea a los laicos. Cierto, sin ninguna duda, pero, en la práctica, el gobierno de los obispos suele ser lo que he dicho, por más que el prelado predique aquí y allá, o se reúna con tales o cuales grupos.

El presbítero que preside una gran y solemne concelebración, en la catedral, con todo el boato posible, ya representa a Cristo Sacerdote en esa liturgia. Si la presidencia la realiza un obispo, esa presidencia no tiene un grado sacramental superior respecto al misterio de la Eucaristía. Observemos que durante la parte eucarística de la misa va revestido exactamente igual que un presbítero, ni siquiera lleva solideo.

Alguien me dirá que porta el pectoral y el anillo. Pero esos son símbolos de autoridad, no de una potestad sacramental superior (salvo la capacidad de conferir el sacramento del orden).

¿Qué quiero expresar con esto? Pues lo reitero: la configuración con Cristo Sacerdote se produce ya, en su casi totalidad, en el segundo grado del sacramento del orden. La episcopalidad no añade ninguna potestad superior respecto a la Eucaristía u otros sacramentos (salvo el orden); que, aunque los administre un presbítero, lo realiza in persona Christi.

Por eso, en cierto modo, alguien puede afirmar que siente una vocación al presbiterado, pero no al episcopado. Por decirlo de un modo contundente: existe una vocación a confesar, bautizar, visitar enfermos, dar catequesis… Pero no existe una vocación a mandar, al honor, a ser situado por delante de los demás pastores.

He dicho en cierto modo porque, ciertamente, sí que alguien puede sentir un licito y purificado amor hacia las labores episcopales, y Dios mostrarle (a través de ciertos signos) que le llama a ejercerlas. Puede mostrárselo través de ciertos signos o confiriéndole una convicción interna clara. En ese sentido, sí que existen sacerdotes que sienten que Dios les llama a servirle en ese tercer grado del orden.

Pero, como norma general, la vocación es a servir, no a ser colocado en un puesto de honor. Una jovencita puede sentir vocación a ser monja, pero no a ser priora.

Todo lo cual nos muestra que nadie puede desear el episcopado para completar su sacerdocio. El sacerdocio en su segundo grado no es incompleto, no es imperfecto.

La episcopalidad sacramentaliza una función, pero no conlleva una mayor unión con Cristo.

Ahora bien, en las grandes liturgias catedralicias, con toda la pompa propia del primer templo de la diócesis, sí que se expresa, al colocar al obispo en la presidencia, ese sacerdocio de un grado superior. Sí que hay un aspecto misterioso en el que el obispo es la cúspide del sacerdocio de su diócesis. En ese aspecto mistérico, mi opinión, no es que el obispo esté más configurado con Cristo (respecto al segundo grado del sacerdocio), sino que está consagrado para ejercer la función de reunir todas las oraciones de su presbiterio y ofrecérselas a Dios.

El sacerdote reúne las oraciones de los laicos y las ofrece al Señor en el altar. El obispo reúne las oraciones de sus presbíteros y las ofrece en el altar.

¿Por qué este aspecto mistérico del ejercicio del sumo sacerdocio de la diócesis no supone una sustancial mayor configuración con Cristo? Pues porque si fuera así, si hubiera una grandísima mayor configuración con Cristo, ¿por qué no otorgarla a todos los presbíteros? ¿Por qué dejar a todos en una configuración muy inferior con Cristo?

Parece más claro que la configuración con Cristo Sacerdote se otorgue sustancialmente en el segundo grado, y que el obispo ejerza (con una situación sacramental muy parecida a la del segundo orden) un sacerdocio representativo superior.

A favor de la tesis que sostengo, está el que Dios hizo lo mismo respecto al papado en relación a los obispos. Si nos fijamos, el paralelismo en el campo de la configuración sacramental es el el mismo entre el papa y los obispos, respecto al obispo y sus presbíteros. Dios no quiso sacramentalizar la función del papado, pero sí que le otorgó un misterioso sacerdocio superior respecto a los obispos; pues el papa puede elevar sus manos ofreciendo todas las oraciones de los obispos del mundo.

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Ciertamente, el tercer grado del orden supone una nueva consagración, supone el comienzo del ejercicio de un sacerdocio superior (recoge las oraciones de sus presbíteros y de toda su diócesis) y se le añade una potestad sacramental más. Pero, en mi opinión, uno no queda sustancialmente más configurado con Cristo, simplemente se sacramentaliza la función de mandar.

Lo que sí que se puede afirmar es que el obispo queda más configurado con Cristo Cabeza; no con Cristo Sacerdote, sino con Cristo Cabeza. Son dos funciones distintas, aunque Jesucristo haya querido unir el gobierno eclesial con el sacerdocio sacramental.

Sí, cierto, es tan importante y tan sagrada la función de mandar a los pastores (los presbíteros) que el obispo queda consagrado de un modo diverso (en el tercer grado) para ejercer esa tarea. Eso significan gracias, inspiraciones, iluminaciones.

De hecho, el presbítero también queda configurado con Cristo Cabeza para ejercer como cabeza del rebaño que se le asigne. El obispo recibirá gracias específicas para ejercer esa tarea. Pero sin hacer de menos esa afirmación (al revés, creo que es algo misterioso y muy grande), también el presbítero puede contar con gracias específicas para gobernar su rebaño desde el momento en que fue configurado con Cristo Cabeza para ejercer esa tarea según el segundo grado del orden.