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Lo que la gente suele saber de este tema es lo que ha visto en las
películas. Y en las películas, los obispos siempre suelen aparecer con su mitra y su casulla en
todas partes: sea una recepción real en un palacio, sea al llegar a caballo a
un pueblo. Eso es un gran error. Los obispos iban vestidos liturgicamente sólo
para los actos litúrgicos. El resto del tiempo iban vestidos de un modo secular
o con un hábito talar.
Muchos clérigos seculares
vestían como los laicos. No había un hábito talar unificado ni siquiera en cada
país. El hábito talar del clero secular tendía a imitar la túnica de los monjes
benedictinos. Si un clérigo quería vestir de un modo más acorde a su estado, se
ponía una túnica más larga, como era costumbre ceñida con un cinturón. Si
quería vestir más acorde con su estado clerical, vestía colores más oscuros. Lo
ideal era el color negro, ya asociado al estado de consagración gracias a las
impresionantes y omnipresentes abadías benedictinas.
Se consideraba que lo mejor
era que el clérigo no vistiera de forma colorida o con telas estampadas o caras
o con franjas ricamente trabajadas. La sencillez de la túnica concordaba con el
estado clerical. Su color oscuro, con la sobriedad que debía acompañarle. Los
obispos en esta época ya llevaban cruz pectoral y anillo. La túnica no siempre
era de color oscuro. Algunos obispos optaban por colores más mundanos y por
telas más finas.
Si tenían frío se colocaban una muceta gruesa
de lana que hacía las veces de un jersey. Ése es el origen de las actuales
esclavinas de los obispos. Si tenían todavía más frío, se colocaban una capa,
del color que fuera. Capa amplia en la que podían arrebujarse. Eso daría lugar
a las capas principescas que llevarían obispos y cardenales desde la época del
renacimiento. Si tenían frío en la cabeza se colocaban distintos tipos de
sombreros. El sombrero clerical nunca estuvo unificado hasta el siglo XIX, y
incluso entonces no del todo. Uno de esos sombreros era el camauro, que lo
llevaban los obispos también. En el siglo XVIII, el camauro de verano de los
Papas iría haciéndose más pequeño, hasta llegar a ser el solideo actual, que
nunca tuvo nada que ver con la kippá
judía. Otro sombrero era la birreta, con
distintas hechuras según los países. La cual era como una boina de lana y que
daría lugar a la birreta actual. Cualquier clérigo podía tener una capucha en
la parte de atrás de la muceta. Incluso los campesinos usaban esas mucetas y
esas capuchas.