El control de
los grupos antisistema que realizan la lucha callejera, con extrema violencia,
de forma organizada, resulta casi imposible. Los puedes contener, los puedes dispersar,
pero vuelven a reunirse en otra calle, a la noche siguiente. Se presentan solo
gritando, mientras hay agentes de la autoridad; y actúan contra los comercios
cuando ven que no hay policía. Se presentan solo gritando, hasta que tiran un cóctel
molotov a un policía. ¿Cómo apresar a un joven determinado en medio de la masa?
¿Cómo identificarlo si va con la cara cubierta? ¿Cómo ir a por él si los que
están alrededor van a atacar al agente que lo intente? No, la policía no puede
hacer nada o casi nada, por más duro que nos resulte reconocerlo. Como mucho
dispersarlos.
Ahora bien,
propongo una solución que me parece la más adecuada, dadas las circunstancias.
Se trataría de un cambio legislativo que permitiera la condena en un tribunal
por culpabilidad solidaria.
Si un joven
está en un grupo que claramente está realizando lucha callejera, llamémosla
así, entonces al joven que se detenga se le aplicará una pena no por lo que él,
en concreto haya hecho, algo dificilísimo de probar, sino por haber participado
en un grupo organizado para realizar la lucha callejera. Es decir, el delito
penal no pasaría a estar centrado en lo que ese sujeto haya cometido individualmente,
sino en haber formado parte de un grupo con propósito de delinquir y que, de
hecho, habrá provocado destrozos materiales y ataques a la policía.
No conozco el contenido de la ley con la que se contuvo la kale borroka hace años. Supongo
que esa ley debió ser algo parecido.
A esto se
podría añadir algo más. La policía, los antidisturbios, podrían tener un tipo
de rifles con mirilla telescópica que dispararan un tipo de pintura. De manera
que, desde lejos, marcaran a las personas agresivas, o que tiran botellas
contra la policía o un cóctel molotov, o que queman un contenedor. Una vez
marcado el sujeto, sería más fácil para la policía ir a por él en medio de
todos los demás.
Es cierto que
esa pintura, al impactar, puede manchar a los que están alrededor. Pero si uno
está alrededor de los que tiran botellas, queman contenedores y rompen
escaparates, se expone a formar parte de esa culpabilidad solidaria.
Si se está
delinquiendo en grupo, cualquier ciudadano honrado lo que debe hacer es
alejarse de esas personas y no formar parte de la masa destructiva. El policía
que marque con pintura a alguien debe haber recibido formación para tener muy
claro que esa pintura supondrá una incriminación especialmente grave dentro de
un grupo que tiene una culpabilidad solidaria.
Con estos
sistemas, no se va a detener a los doscientos que vayan delinquiendo. Pero si
cada noche atrapan a diez o veinte, la cosa cambia. En diez noches, veinte son
doscientos detenidos.
La culpa
solidaria por hacer lucha callejera no debería estar por debajo del año de prisión.
Es decir, solo con ese cargo deben ingresar en prisión sin poder ser eximidos por ser la primera condena. Y las personas que
arrojan botellas a la policía deben pasar un par de años en prisión. No solo
por el acto realizado en sí mismo, sino por la repercusión espantosa que tiene
sobre todo el tejido social. Porque no es un acto aislado, es un acto
que forma parte de una organización.
Ahora mismo,
la policía poco puede hacer más que contener. Ya sé que intentan coger a los
más violentos, ya se que tratan de infiltrarse. Todo eso está muy bien y lo
hacen magistralmente, sean los mossos o sea la Ertzaintza. Pero hay que
facilitarles el trabajo. Hay que ponérselo lo más fácil que sea posible. Y
probar que este sujeto hizo esto, en concreto, no es fácil si está enmascarado y
se oculta en medio de doscientas personas.
El tipo legal
que he sugerido, unido a la capacidad para marcar con pintura a los peores,
cambiaría la cosa. La policía tendría la capacidad de incriminar desde lejos.
Alguien me
dirá que esto es demasiado poder para la policía. Pero se basa este poder en el
sentido común. Si usted está en el lugar preciso, a la hora precisa, en medio
de la gente que no debe estar, pues se aplica el sentido común. Lo que no es de
sentido común es no hacer lo que se debe hacer.