Sigue el post de ayer acerca de las medidas que
sugeriría de reforma del episcopado.
Noveno. Se fomentará que los laicos
y el clero se pongan en contacto con el arzobispo dando su opinión sobre
problemas eclesiales diocesanos. Por supuesto que esto se gestionará a través
de un delegado. De manera que el arzobispo tenga una idea precisa de las diócesis
sufragáneas y pudiera hablar de esos problemas con esos obispos. Esta será una
tarea propia del arzobispo, no una actividad opcional, sino parte de su misión.
De manera que no sea lo mismo ser arzobispo que obispo.
Décimo. Las quejas nunca podrán
ser anónimas. Se presentarán personalmente al delegado. Y el arzobispo
mantendrá oculto el nombre. El arzobispo podrá delegar en alguien la
investigación de la verdad que haya detrás de esas quejas.
Undécimo. Este sistema nada tiene
que ver con el sistema actual de las congregaciones romanas o de la Signatura.
En esta última, el tenor es judicial. Mientras que este sistema que propongo se
mantendrá dentro del tenor de la caridad fraternal. Apelar a un tercero para
que dialogue. Ofrecer un camino alternativo a los actuales (más formales) para
la solución de los problemas internos.
Duodécimo. Si hace falta se
reconfigurará la calificación de las sedes arzobispales para que no haya pequeñas
sedes arzobispales sin obispos sufragáneos. La medida ideal es que cada
arzobispo tenga siete obispos sufragáneos. A la hora de reorganizar el mapa de
las provincias eclesiásticas, se tendrá en cuenta, ante todo la proporción
numérica, y no las divisiones políticas entre provincias. Porque lo principal
del arzobispo en esta reforma será ejercer como arzobispo. Es decir, hablar fraternalmente
de lo que él considera que son las deficiencias de ese obispo. Lo importante no
serán las divisiones regionales sino el poder ejercer esa función.
Décimo tercero. Los arzobispos
escogerán a un primado entre ellos. El primado ejercerá con ellos la función
que el arzobispo ejerce con sus obispos sufragáneos. Seguirá existiendo (de un
modo honorífico) una sede primada en cada país. Pero el primado podrá ser
obispo en cualquier sede o incluso estar jubilado. Lo lógico es que se escoja
entre los arzobispos, pero tendrán libertad para escoger a quien lo deseen.