La foto es de Kapuscinski
cuya magnífica novela Ébano estoy leyendo. Los escritores siempre
estamos revoloteando alrededor de libros, disculpadnos.
Mientras los
supermercados se vacían, los eventos se anulan y todo el mundo parece hundirse
en las profundas aguas del miedo, sigo trabajando en mi novela sobre san Pablo.
Serán, en principio tres tomos. Ya llevo revisados y acabados el primer tomo y
medio del segundo. El tercer tomo no está escrito.
Este libro lo escribí
unos ocho años antes que Cuando amanezca la ira, libro solo disponible
en papel. Noto que el mismo género lo perfeccioné en ese segundo libro, el de
la ira. Ahora, retrospectivamente, lo considero superior al que ahora reviso
sobre san Pablo.
Incluso percibo con
claridad que hasta Obispo reinante (este disponible en Biblioteca Forteniana) es mejor por su
agilidad al de san Pablo. Es un cuadro más bonito, en términos generales.
Como escritor, me resulta
un poco decepcionante tener que reconocer esto. Pero así me lo parece y os lo comparto
con sinceridad. Resulta un poco decepcionante cuando la revisión del nuevo
libro me llevará un mes de trabajo. El tercer tomo de san Pablo espero que sea
el mejor de la trilogía, porque cambiaré totalmente el género literario, el
tono será radicalmente distinto.
Pero un libro, una vez
escrito, una vez que ya solo queda revisarlo, no siempre se puede reformar del
todo. A veces sí, hay libros muy reformables. Pero, otras veces, un escrito ya
no admite un cambio copernicano: habría que echar toda la casa abajo. Eso significaría
no reformar, sino eliminar seiscientas páginas.
Para los que hayáis leído
Obispo reinante o estéis leyendo mi recién publicado libro sobre las
plagas, el de san Pablo pertenece a ese mismo género solo que aplicado a
acompañar al apóstol en su día a día.
Para aquellos que quieran
conocer cómo pudieron ser las primeras comunidades cristianas, el libro les
sumergirá en ellas. Para aquellos que quieran una reconstrucción de la Iglesia
en su primer momento, un mural vivo, el libro les será de utilidad. Pero no es solo utilidad, deseo que el lector sienta la belleza de aquella primavera de la Iglesia.