Amo a todos los miembros
de la familia humana. Deseo lo mejor a todos los pueblos de la tierra. Para mí
las fronteras entre naciones son meras líneas administrativas. Lo importante es
el ser humano: su felicidad, sus ilusiones, su vida familiar, sus proyectos,
ese ser humano con sus amistades, con sus aficiones.
Ahora bien, hay fronteras
que separan el odio. Hay líneas que marcan un aquí y un allí entre seres
humanos que desean matarse, hacerse daño. Seres humanos cuya obsesión es
producir sufrimiento en el otro. Hay casos en que es mejor en que cada uno se
quede en su casa. A la hora de cerrar las puertas de las dos casas, no vamos a
dar todavía más vueltas al tema de a quién pertenece tal o cual territorio. Es
una disputa infinita, sin fin, inacabable. Quedarse en casa es aceptar que, de
hecho, aquí y ahora, las fronteras son las que hay. Justas o injustas, cada uno
debe quedarse en el recinto de la casa actual, cerrar la puerta y buscar la
felicidad con los suyos.
El mapa, la historia y la
población del territorio de Palestina e Israel es un mapa en el que, ahora, en
el año 2023, solo caben las presas de gruesos muros que contengan el agua del
odio en
cada lado.
No voy a sugerir ninguna
solución a este nudo gordiano. Hamás es una organización terrorista que nunca
aceptará otra paz que la de la muerte de su adversario. No hay nada que negociar,
nada de lo que convencer al otro.
Deseo el bien a las
tropas israelíes. Deseo el bien a la población de Gaza. Pero ahora solo cabe
defenderse de los que han atacado, y eso implica ahora atacar a los sembradores
de violencia de Hamas.
Defenderé el derecho de
los palestinos que busquen otra repartición de territorios por vías pacíficas.
Defenderé el derecho a buscar otras soluciones a este conflicto, siempre que
sea por vías pacíficas. Esa es la única “solución” a este laberinto.
Pero, mientras tanto,
defenderse ahora significa atacar a los que han atacado.
Hay un tiempo para la paz
y un tiempo para la guerra. Si Israel ahora no hiciera nada, ¿acaso no sería
una omisión con consecuencias? Hamás es una organización terrorista; Israel
tiene todo el derecho a hacer lo que vea que sea mejor para su defensa. Eso sí,
Israel no está exento de cumplir todas las normas de la moral, a no ir más allá
de lo lícito, de lo razonable.
Ningún Estado puede decidir
que va asesinar a civiles; pero sí que puede disparar sobre terroristas que se
parapeten detrás de un escudo humano. Una vez que el ejército israelí entre en los territorios de
ese Estado fallido que es Gaza, puede interrogar, investigar y encarcelar a
aquellos que merezcan la cárcel. No hay nada ilícito en ello, mientras lo haga de un modo recto y honesto.
Pobres palestinos, rehenes de una organización terrorista, campo donde esa organización ha sembrado el odio. Ahora llega la cosecha que le gusta al demonio: el dolor, el sufrimiento, la venganza, la destrucción, la amputación de miembros, los rehenes.