Al día siguiente, partimos a Mileto. Allí recaló Pablo
en su tercer viaje. Solo fue una parada breve la del apóstol en esa ciudad.
Como siempre, un teatro gigantesco. Las ruinas de la ciudad muy deterioradas
tras siglos sirviendo como cantera. Aun así recorrí con otras tres personas la
ciudad de un extremo a otra.
Tras eso fuimos a ver el Templo de Apolo en Didima.
Qué maravilla. De esta construcción se habían conservado muchos más elementos.
Celebramos la misa en la iglesia de los franciscanos
de Esmirna, la actual Izmir. Todos los religiosos que nos recibieron en sus
iglesias en este viaje fueron extraordinariamente amables.
Seguirá mañana.