Yo era un jovencito entre
15 y 16 años que no sabía mucho de música. Pero, cuando iba a alguna gran
celebración al Santuario de Torreciudad, después de la comunión, sonaba una música
celestial, una música que nunca había escuchado. De pronto, el órgano que
parecía la voz de Dios. Era una música que hablaba directamente al alma. En
otros lugares, escuchaba otras músicas de órgano, más ligeras, más fatuas, más
vanas.
Yo, en esa época, no lo
sabía, pero la gran música que escuchaba en Torreciudad tenía un nombre, solo
un nombre: Bach.
Sí, para la acción de
gracias, después de la comunión, no hay mejor música para recogerse en
adoración que la de Johan Sebastian.
https://www.youtube.com/watch?v=zzBXZ__LN_M
En esa época, no sabía
mucho de música. Pero sí que sabía una cosa: durante la acción de gracias
estaba Bach y después ya venían de lejos todos los demás.
https://www.youtube.com/watch?v=J6jl0_QVX5c
Después de las músicas
que he puesto, tan densas, ahora esta otra, tan distinta de las otras, llena de
luz, llena de vida. Y uno comprende que las composiciones del Maestro de
Leipzig van más allá de la música porque solo una vida que va más allá de la
vida (terrena) puede hacer una música que va más allá de la música (terrena).
https://www.youtube.com/watch?v=KHvJJqjqAkg
Para acabar, como
colofón, podría hablaros de la Cantata, BWV 147, Jesu, Joy of Man's Desiring,
que es una música que va más allá de cualquier palabra, de cualquier elogio.
Pero no, prefiero acabar con esa explosión de gozo, de alegría, que es el Gloria
in excelsis Deo.