El tema del lecho episcopal me ha llevado hoy a
recordar que, en la Edad Media, algunas personas podían pedir permiso para
dormir dentro del templo. Por ejemplo, leyendo la biografía del arzobispo Tomás
Becket, me encontré con que, alguna vez, ordenó que le preparan las cosas para
dormir dentro de la Catedral de Canterbury.
Esa es una idea que propongo aquí a los párrocos: si una
persona muy devota, de total confianza, os pide eso, permitídselo. En ello no
hay ni la más mínima falta de respeto, todo lo contrario.
Un alma llena de amor de Dios puede pasar la noche en
vela en la iglesia, pero también existe la opción de que se le ponga un colchoncito
y que ella traiga unas sábanas y una manta para dormir allí ¡en la presencia
del Señor! El colchoncito puede colocarse donde más devoción le dé a esa
persona. Insisto en que no es ninguna falta de respeto el querer dormir en el
lugar santo, ante la presencia divina.
A mí me parecería muy bien si alguien quisiera hacer
esto una vez al mes o con más frecuencia. Por supuesto que la persona debe ser
de la más absoluta confianza.
Velar toda la noche es más duro. Dormir ante la Presencia es un sacrificio más liviano.