Esta mañana he ido a
hacer una gestión administrativa. Vivir implica tener que someterse a esas
gestiones: impresos, sala de espera, ir a que le sellen algo.
En el camino me he
comprado una caja de fresas. Solo como fresas en la estación, son más gustosas.
Me han llamado de una
librería de Alcalá para que dedicara cuatro libros que un comprador había
pedido que le enviaran por correo con la condición de que estuvieran dedicados.
Antes del almuerzo me ha
llamado un documentalista para charlar un rato sobre un asunto. Le conocí años
atrás y hemos conversado un rato.
Esta tarde tengo el
privilegio, la suerte, de poder celebrar la misa como el padre Pío, sin prisas,
con solo una persona asistiendo. Normalmente celebro en lugares con pueblo.
Pero, de tanto en tanto, puedo celebrar con esta concentración e intimidad.
Qué bonito está el campo,
con tantas flores. El cielo tan azul, pero con nubes que hacen más simpático ese
cielo. La temperatura que no es ni fría ni calurosa. En primavera parece que el
mundo sea perfecto.
Durante el almuerzo he
acabado de ver Hellboy, 3ª parte. He visto el largometraje en unas cinco o seis
comidas de varios días. La he visto entera, pero sin interés. El cine que me
gusta tiene que ser algo más que efectos especiales.
Al menos en Bach sí que
encontramos música más allá del entretenimiento, música más allá de lo
simplemente agradable:
https://www.youtube.com/watch?v=P21qlB0K-Bs
Las armonías que nos hablan de un mundo más allá del terreno.
¡Mirad! ¿A quién? Al prometido.
¡Miradlo! ¿Cómo? Como un cordero.