Desgraciadamente, la bella Palestina (la de la foto), aquella tierra de los palestinos originales, ya no existe. Sea dicho de paso, aquella Huesca idílica, rural, de mis abuelos, tampoco.
Llevo años dándole
vueltas al tema de Palestina, y siempre pensando que se trataba de un problema
insoluble. Pero ayer, por primera vez, se me ocurrió un enfoque totalmente distinto. Sé que es irrealizable, hoy por
hoy, pero se trata de una opción que debería estar en la mente de los
estadistas de las grandes naciones.
El giro radical consiste en olvidarse de la tierra, de los límites, de las
fronteras, de los planes previos, de los derechos, y comenzar a pensar ya solo en los palestinos. El Estado
Palestino (es decir, la Cisjordania) seguiría como hasta ahora, siendo la
patria de ese pueblo.
Pero la población que
malvive en la Franja de Gaza debe entender (y nosotros debemos entender) que vivirá mejor en cualquier lugar del mundo. El cualquier
sitio tendrán futuro. En la Franja no hay futuro, no hay futuro desde el 2007
en que tomó por la fuerza del poder desplazando a Al Fatah. Hamas, con medias
palabras, ha dejado claro desde 1988 que pretende la recuperación universal por
la fuerza de todas las tierras que un día pertenecieron al Islam.
Véase el artículo 9 de
sus objetivos fundacionales:
https://avalon.law.yale.edu/20th_century/hamas.asp
Así
que ha llegado el momento de que se vaya haciendo a la idea la comunidad
internacional de que esa población de Gaza (que ocupa un yermo de 40 kms de
largo) tiene que comenzar a vivir humanamente ya.
Que no se puede seguir sacrificando la existencia de tres millones de seres
humanos en pos de unos propósitos inalcanzables.
No entro aquí en los derechos o en la ausencia de derechos, si vamos por ese
camino, seguiremos perpetuando el mal. El ser
humano es lo central. Si seguimos poniendo, en el centro de todo, la
cuestión de quién posee un trozo de tierra desértica estaremos prolongando el
sufrimiento. Nos guste o no, sea justa o no, desde hace tres generaciones, se
ha establecido una situación de hecho. Cualquier solución debe dejar de lado
las ilusiones para partir de la realidad.
Sé
que la opción de la reubicación, ahora mismo, es irrealizable por inadmisible;
pero hay que empezar a hablar del tema. Evidentemente, los países árabes no
quieren en sus territorios una población en la que el adoctrinamiento
terrorista ha calado muy hondo. Desde hace tres generaciones, los palestinos
cuando han emigrado NO han ido a los países islámicos.
Ningún
país quiere tres millones de palestinos en sus fronteras. La única solución posible
es repartir esa población entre África, Latinoamérica y Asia. Todos juntos
constituyen un desafío para cualquier Estado, pero repartidos pueden ser
comunidades prósperas y bien aceptadas.
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Y
acabo con una añadidura. En el censo de 1922, de los 757 000 palestinos, 73 000
eran cristianos, la mitad católicos. Es decir, eran el 10%.
Ahora
en Gaza, los cristianos son el 0,8%. ¿Qué significa esto? Pues que los
cristianos, hace ya decenios, llegaron a la misma conclusión a la que yo ahora
he llegado.
La
comunidad internacional, el grupo terrorista y parte de la población gazatí se
pueden seguir empeñando en la inmolación total por una tierra completamente desértica,
podemos estar otras dos generaciones luchando desde esas ruinas de ciudad. Pero
un padre querría lo mejor para sus hijos. Y toda lucha lícita (que, en este
caso, debería ser pacífica) tiene un límite, más allá del cual se cae en lo
irrazonable. El Estado Palestino es la Cisjordania y les deseo todos los bienes
para su futuro.