martes, marzo 31, 2020

Ensayos hospitalarios de nuevos métodos para sacar el coronavirus de dentro del cuerpo



He subido un nuevo sermón a mi canal, unas palabras sobre el coronavirus.
En el vídeo, que os pongo abajo, podéis ver el altarcito que he preparado en mi casa para celebrar la misa. Pedí permiso a la diócesis porque, estando en fase contagiosa, no podía ir a la parroquia donde concelebraba. Como voy a tener que estar aislado dos semanas, me dieron el permiso sin problema; cosa que agradezco.

Compré esos candelabros porque estaba seguro de que, antes o después, en alguna situación de emergencia sería necesario celebrar la misa en casa. No pensé que dos años después de comprarlos los iba a tener que usar.

Yo nunca he comprado una casulla para mí mismo. Siempre he usado las que había en las parroquias. Os resultará paradójico, yo que siempre he hablado tanto aquí de ornamentos litúrgicos, nunca he comprado ninguna casulla, alba o capa pluvial para ninguna de mis parroquias o capillas.

Sí, el que lea mis posts pensará que tendría que ser de otra manera, pero lo cierto es que en veinticinco años ni una. Pero hace años sí que encargué con una tela muy bonita que me hicieran las marías de los sagrarios una casulla. La idea que tenía en mente al hacer la casulla era una que sería un poco largo explicarla. En realidad, era para donarla para otro lugar. Pero, al final, no salió como yo quise, para nada, salió mucho más fea, y se quedó guardada en mi casa. Menos mal, porque así estoy provisto de todo. Lo único que no tengo es patena.

Me ha llamado la atención los varios evangélicos que han escrito comentarios diciéndome que les han gustado mis sermones sobre el coronavirus.

Hablando del coronavirus, me encuentro bien. Llevo una semana con diarrea y con fiebre continua. Pero ahora mismo solo tengo medio grado de fiebre, la bajada se mantiene. Respiro bien. He acabado de leer (por segunda vez) El amante de Marguerite Duras. He disfrutado más esta novelita tan corta esta segunda vez. Esto es literatura en estado puro, de la mejor calidad. Estoy acabando de ver La favorita del griego Yorgos Lanthimos. Hacía muchos años, que no veía una película tan magistral. No exagero, es una de las grandes obras del 7º arte del siglo XXI.

Aquí el nuevo sermón sobre el coronavirus:


lunes, marzo 30, 2020

Esta imagen es una tomografía computerizada que muestra qué es lo que hace el coronavirus dentro de los pulmones



Uno
Estimados lectores: Ayer escuché (de boca del consejero de salud de Madrid) los últimos datos que se saben sobre el coronavirus. Esos datos nuevos son los que explican qué me ha pasado a mí. Ahora se sabe que cuando una persona se infecta, tarda unos cuantos días, pocos, en librarse de los signos de esa infección: tos, mucosidad, etc. Ahora bien, es después de unos nueve días, cuando la infección se reactiva en un 30% de los infectados, provocando la inflamación de los pulmones.

Dos
Ayer soñé que me caía de la cama y que caía en una carbonera. Sí, caída en un depósito para el carbón de esos que había a principios del siglo XX en el sótano de las casas. Esta carbonera era pequeñísima, poco más grande que un nicho y totalmente oscura. En ese momento, grité pidiendo auxilio para que viniera alguien a sacarme de allí.
Lo malo es que me debí poner a gritar de verdad. Casi seguro que desperté al vecino de al lado. Entonces me desperté. Había sido tan real el sueño que me sorprendí de estar sobre la cama.
Es curioso, en la vida real, no padezco claustrofobia. Me acuerdo del escáner para la hernia discal que me hicieron hace unos doce años en una máquina antigua. Aquello era lo más parecido a estar dentro de un féretro. Pues bien, quedó claro tras casi media hora en ese espacio mínimo que no padezco claustrofobia. Pero, en mis sueños, una vez al año, sí que sueño que quedo encerrado en un lugar oscuro y muy pequeño. Es algo que se repite.

Tres
Arwen nos pasó un link con refranes para el confinamiento. Os pongo aquí algunos:

En Abril, kilos mil.
La curiosidad multó a Paco.
A papel higiénico regalado no le mires la marca.
Más vale estornudo parado, que cien virus volando.
No por mucho madrugar, vas a salir a desayunar.
Aunque la mona se vista de seda, en casa se queda.
No hay cuarentena que cien años dure.
En boca cerrada no entran virus.
Al mal tiempo, buena casa.
Deja para mañana lo que no puedas limpiar hoy.
A cada cerdo le llega su cuarentena.
Todos los caminos llevan a la nevera.
¿A dónde va Vicente? A ningún lado

domingo, marzo 29, 2020

Padre Fortea, ya tenemos los resultados del análisis



--¿Y cuál es el resultado?
--El resultado es concluyente: todos los médicos coincidimos en que la orina es de color amarillo.
--Ay, menos mal. Qué peso me quita de encima.
...............

--Doctor, ¿me lo parece o me han hecho implantes capilares?
--Lamento decirle que la culpa es del ratoncito que ayer se cayó en el tintero de mi secretario.

El padre Fortea recibiendo a los médicos como cada mañana



Ya lo dije hace tiempo, pero como me espero que, en los próximos años, vamos a tener muchas noticias de impacto, lo voy a recordar. Hay, a mi entender, tres tipos de noticias del máximo nivel, eso que podríamos llamar nivel 1 en una clasificación:

Nivel 1C
Cuando todo el noticiario solo se dedica a una sola noticia y sus ramificaciones.

Nivel 1B
Es un paso más allá del nivel anterior. En el momento en que llega la noticia a las redacciones, todos los programas, en todos los canales, se interrumpen para dar paso a la noticia. No importa qué programa sea, se interrumpe al momento para dar paso a los informativos.

Nivel 1A
Es el máximo nivel. No solo se interrumpe la programación para la dar la noticia, sino que, a partir de ese momento se anula la programación y comienza un programa especial en el que ya solo se tratará, durante horas, de esa noticia. El 11 de septiembre fue un ejemplo de este tipo. La muerte de Juan Pablo II, tras 27 años de pontificado, fue otro ejemplo. Los atentados de Madrid el 11 de marzo, otro.

sábado, marzo 28, 2020

Padre, no se preocupe. Vamos a probar otro remedio contra el coronavirus. ¿Voy a tener que tomarme otra pastilla? No, tranquilo.


La enfermera sosteniéndome la cabeza tras probar la nueva hamburguesa vegetal


Los datos que ha ofrecido China sobre esta epidemia no son creíbles. Sus gráficos de la evolución de la enfermedad allí no coinciden para nada con los de los países de los que sí que tenemos datos fiables. Ahora la política oficial es que han vencido al coronavirus y punto final.

La idea de que un país con 1 386 millones de habitantes no tiene ni un solo contagio resulta imposible de creer. Así lo han dicho, fuera de las cámaras, algunos epidemiólogos.

La impresión que se ha dado en los medios de comunicación es la de que, una vez vencido el virus, el confinamiento ha acabado en Wuham. Pero, aunque sea esa la impresión transmitida, lo cierto es que el confinamiento en esa ciudad sigue. Tras dos meses continúa. Aunque se vayan a ir levantando esas restricciones, gradualmente, a partir del 8 de abril.

De esto podemos aprender algunas cosas. ¿Estamos en condiciones de detener la economía durante dos meses?  Incluso aunque lo hagamos, ¿China ha vencido al virus tras unas medidas tan extremas? En medio mes, ni Italia ni España hemos logrado ni siquiera llegar al pico del gráfico. Sea dicho de paso, el único gráfico seguro es el de muertes. El resto de factores como el de contagios es irreal. Si hiciéramos el doble de pruebas, tendríamos el doble de contagios. Resulta mejor centrarse en el de muertes para ver por dónde van las cosas.

Si con un millón y medio de parados más, no hemos llegado ni al pico de muertes, hay que plantearse si conviene prolongar este camino más allá de lo razonable: algunos hablan de continuar hasta junio. Lo repito, Italia comenzó este confinamiento antes y los resultados (después de tanto esfuerzo) no son precisamente esperanzadores.


viernes, marzo 27, 2020

La salud es un don de Dios, la enfermedad nos lleva a beber un poco del Cáliz de Cristo.



Estimado Alfonso:
Muchas gracias por interesarte por mi salud. Y gracias a todos por vuestra preocupación y oraciones. Hoy he ido al médico por la tarde, después de dar algunas unciones en el hospital. La razón ha sido que notaba los pulmones distintos, sobre todo esta tarde. No me duelen. Pero sí que notaba como una cierta disminución de la capacidad pulmonar. Desde luego no me falta la respiración, para nada. Pero si los hincho del todo, sí que me parece que no están como antes. Además, si abro la boca e inspiro (por la boca), noto un picor más abajo de la garganta y toso. Me ha tomado la temperatura y ha visto que sí que tenía fiebre.

No me han hecho la prueba del covid, cosa que me parece totalmente bien que la reserven para casos que estén peor. Pero sí que me han hecho una placa. Sea dicho de paso, el modo (casi militar, casi industrial) en que realizan las placas es admirable. Han optimizado la organización para efectuar una cantidad de placas a la hora, realmente, admirable. No tiene nada que ver esto con el procedimiento para radiografías de pulmón que tenían hace un año. Enhorabuena.

Pues bien, la placa ha salido bien. Mis pulmones están limpios. Aunque, como he dicho, tengo en los pulmones una sensación nueva, distinta, que no la he sentido en las tres semanas anteriores.

Así que acordaos de mí en vuestras oraciones, ponedme en vuestras plegarias, en un rinconcito, entre las que hacéis por el papa y por vuestro obispo. Pero cuando paseo por urgencias y veo lo mal que lo están pasando algunas personas, casi siento verguenza de pedir por mí.

Me envían esta foto hecha ayer a un obispo de Estados Unidos atendiendo a sus feligreses



Los grabados sobre la peste ahora los vemos con otros ojos



El gobierno de España
Vuelvo a manifestar que la actuación del Gobierno de España en esta crisis ha sido correcta. Veo que los responsables han hecho todo lo posible. No entiendo las críticas llenas de odio que algunos les han dedicado. Desde un punto de vista moral, que es el campo propio de los sacerdotes, no puedo entender ese intento de buscar un chivo expiatorio. 

Otra persona me decía ayer que la crítica era un modo de socavar un gobierno que era perjudicial para la nación. Pero no, no se puede instrumentalizar una desgracia nacional como esta para buscar fines políticos. Moralmente, no resulta aceptable.

La Unión Europea
Es cierto que los países del norte de Europa no han aceptado ni una de las medidas económicas que pedían España e Italia. El egoísmo ha primado. 

Pero tampoco le daría demasiada importancia a esa moralmente injustificable decisión, porque el terremoto que se avecina va a superar cualquier línea de financiación, cualquier ampliación de déficits, que ahora se aprobara. Da un poco lo mismo lo que se añada a la cuenta del debe, el huracán provocará una bancarrota pactada del sistema. Dentro de menos de un año, veremos si tengo o no razón. 

El fracaso de la cumbre de mandatarios, lo único que demuestra es bajeza moral, pero tendrá pocas repercusiones concretas. Eso sí, jamás pensé que ni en una situación como la de ahora no tuvieran los políticos del norte un poco de mejor corazón.

Los médicos
Las declaraciones de un gobernador de Estados Unidos y de un ministro holandés son repugnantes. Las declaraciones han sido muchas, pero, por ejemplo, Frits Rosendaal, un responsable holandés de epidemiología declaraba:

En Italia, la capacidad de las UCI se gestiona de manera muy distinta [a la neerlandesa]. Ellos admiten a personas que nosotros no incluiríamos porque son demasiado viejas. Los ancianos tienen una posición muy diferente en la cultura italiana.

No se me ocurre un alegato mayor contra la eutanasia. Esas palabras valen por un sermón... para hacer justo lo contrario.

Al menos, y eso es un consuelo, los médicos de España e Italia luchan por salvar cada una de las vidas que llegan hasta ellos, tengan la edad que tengan. Solo eligen a quien aplicar los medios disponibles cuando lo razonable es hacer eso. Pero mientras no haya que elegir, se intenta salvar a todos.

Otras consideraciones
La salud de los seres humanos no puede considerarse una mercancía más abandonada a la ambición del mercado.

No les deseo nada malo a los defensores del darwinismo social (una teoría que siempre falsa), pero, desde luego, los vientos que se van a levantar (y que van a arrancar incluso los árboles) donde van a ser más espantosos será en los países con menos solidaridad.

España, Italia, Portugal, Francia serán más pobres que otros países. Pero, en la prueba terrible que se avecina en el plazo de un año, sus estructuras se mantendrán mucho mejor, mientras otras estructuras caerán al suelo estrepitosamente. Los países menos egoístas, lo más solidarios, resistirán los vientos mucho mejor. La belleza de la palabra solidaridad. Los países donde reina más el egoísmo, el darwinismo social, les compadezco; se van a ver sacudidos por la Ley de la Selva.

La presente crisis (sanitaria) va a ir seguida de otras crisis, económicas y sociales. La situación que se avecina hay que afrontarla desde san Francisco de Asís, no desde Darwin.

jueves, marzo 26, 2020

Días de rabia y furia


Todos vosotros sabéis lo mucho que amo a los Estados Unidos. Pero, con tanta tristeza, veo que el impacto del coronavirus allí va a ser muy superior al que soporta España o Italia. No era lo mismo, en la II Guerra Mundial, que los hombres murieran lejos, de un modo honorable; a que mueran a las puertas de las urgencias de los hospitales; sobre las aceras de las calles de las grandes ciudades, a cierta distancia de los centros de salud; una muerte en directo, delante de las cámaras. No exagero, literalmente, muchas personas van a morir a la entrada de los hospitales, asfixiadas, sin que se les permita ingresar si no tienen seguro médico. Los hospitales no dispondrán de camas ni siquiera para dejarles morir en el interior del recinto hospitalario. ¿La clase política no se da cuenta de lo que va a significar eso?

Cuando hubo brutalidades policiales, se produjeron graves motines raciales en los últimos años. Esto va a ser mucho peor. No va a ser la muerte de un inocente a manos de un policía desalmado, van a ser miles de muertes mientras la policía no permite entrar a urgencias a los que han pagado sus cuotas médicas. Eso no hay nación que lo resista.

Al final, no tengo la menor duda, la policía será desbordada y tendrá que ser el ejército el que custodie la entrada a las urgencias de los hospitales. Las imágenes que vamos a ver en los medios van a ser espeluznantes. No es lo mismo vivir la pandemia (como en Italia o España) con toda la nación unida porque sabe que los criterios sobre la vida o la muerte los toman profesionales basados exclusivamente en criterios médicos, a que los desfavorecidos estén convencidos de que se les está dejando morir. Lo que va a calar como un grito incontenible es que los ricos viejos pueden vivir, que los jóvenes pobres mueren.

Estoy seguro de que esta pandemia va a significar un antes y un después para Estados Unidos. Después de este tsunami, muchas cosas van a cambiar, pero para mal. El aumento de la violencia, de la tensión social y racial, la pobreza en aumento: factores que llevarán a abrazarse a un poder ejecutivo más fuerte, más incontestable. Muchos jefes de Estado se van a volver mucho más autoritarios. La libertad va a retroceder.

Estados Unidos, esa gran república de hombres libres, siempre confió para mantener la libertad en sus portaviones, en sus bases militares repartidas por el orbe, en su fuerza. Ahora vemos que si hubiera puesto más énfasis en la solidaridad, en el cuidado de las clases pobres, hubiera resistido mejor este impresionante golpe del que estoy seguro que su libertad saldrá profundamente agrietada y dañada.

miércoles, marzo 25, 2020

Con todo mi corazón, le pido algo, señor presidente de Estados Unidos



Llame a los gobernadores de cada Estado y con ayuda del ejército y con fondos federales coordine superficies donde situar mil camas con oxígeno. En cada Estado, habrá que distribuir geográficamente varias de esas superficies de urgencia. Acondicionar el lugar, crear la red de oxígeno, conseguir las camas y la medicación, no es algo que se lleve a cabo en una semana. Habría que haber empezado ya hace tiempo. Pero, al menos, póngase manos a la obra ya. Cuando les falten las camas y el oxígeno, cada día de demora supondrá la muerte de centenares personas en Estados Unidos.

Coordine a los gobernadores, pero allí donde no vea clara cooperación, actúe de forma directa, pida los poderes legales que sean necesarios. Ni el congreso ni la reserva federal le van a negar ayuda para algo como es salvar vidas. La historia no perdonará a los que ahora actúen de un modo rastrero.

Como si de una economía de guerra se tratara, ponga a la industria a fabricar respiradores, todos los que pueda. Sobre todo, eso. Después, pónganse a fabricar todo los equipos necesarios para las UCI.

Las pruebas del coronavirus, el vestuario completo de protección para los santiarios y las mascarillas serían la siguiente prioridad y esta muchísimo más barata. Solo requiere organizarlo como lo que es: una emergencia nacional; y no dejar este asunto en manos de la buena voluntad de la iniciativa privada.

Cuarentena: Yo mismo cuando escuchaba (a expertos) que solo afectaba al 1% de la población, no era partidario de sobreactuar. Pero la experiencia de España e Italia ha sido arrolladora. No solo ha sido un tsunami para el sistema sanitario, sino un tsunami que ha golpeado la psicología de toda una nación.

Le aconsejo un confinamiento de tres semanas. Más tiempo implicaría un daño a la economía tan profundo e irreversible que cambiaría nuestras sociedades durante mucho más de una década, llevándonos a gobiernos más dictatoriales; porque nos vamos a enfrentarnos a situaciones de verdadera miseria nacional. Tres semanas resulta razonable para espaciar el ritmo de contagios.

Le aconsejo un confinamiento no estricto, como el alemán. El miedo ha demostrado allí que basta para que la gente se quede en casa. No veo que ganemos mucho, estadísticamente, prohibiendo que alguien salga a correr un poco o haga bicicleta.

Señor presidente de Estados Unidos, tómese muy en serio esta situación, porque cuando empiecen a tomar al asalto las urgencias de los hospitales privados en su país, cuando empiecen a acumularse los ataúdes, va a haber una ola de furia contra usted. Y, justo en ese momento, es cuando el país va a requerir más unidad y colaboración entre todos.

Señor presidente, se enfrenta a una situación que tendrá un impacto sobre Estados Unidos verdaderamente histórico. Resulta imprescindible que haga todo lo humanamente posible. No se puede criticar a los gobiernos de Italia o España porque desconocieron la magnitud de aquello a lo que se enfrentaban. Pero ahora, a estas alturas, a nadie le será posible excusarse.

El impacto de esta pandemia en una nación como la suya fragmentada en un sistema sanitario de hospitales privados va a ser mucho más trágico que en sociedades con un sistema sanitario público centralizado. Se lo repito, se enfrenta a una oleada de rabia y furia en sus calles que ahora usted no puede prever. Y, precisamente, por la barrera que crea tener o no tener un seguro de salud (y, por tanto, acceso a un hospital) va a morir mucha gente, muchísima gente, también jóvenes. Por favor, en esta situación, la inacción costará miles y miles de vidas. No cometa los errores, que por desconocimiento (sin culpa), tuvieron lugar en Italia y España.

Siempre he pensado que en el puesto más alto de una nación deberían estar los más prudentes, los más capacitados para ejercer la responsabilidad suprema de un país. Dejando aparte esa polémica, le aseguro, señor Trump, que la historia va a juzgarle con una severidad inmisericorde.

martes, marzo 24, 2020

Por fin ya tengo un traje adecuado para dar la unción de los enfermos



Perdón, me corrijo lo dicho en el anterior post. María no era hermana de Isabel, eran primas lejanas. Más bien, para ser exactos era nieta de la hermana mayor de Enrique VIII. Como veis, la familia siempre ha dado problemas. Es algo que viene de lejos y no solo un problema actual.

Pintura de la ejecución de María, reina de Escocia


Estoy viendo María, reina de los escoceses. No es poco tener que aguantar el coronavirus para, encima, tener que aguantar ese rollo de película. Voy por la mitad y no tengo el más mínimo interés por saber cómo acaba. El resto la voy a pasar a cámara rápida.

La historia esta reina católica asesinada por su hermana (Isabel I de Inglaterra), de por sí, le daba hecho el guion al director. Es una etapa fascinante para llevarla al cine en toda su complejidad y belleza. Bastaba contarla con sobriedad. Además, se trata de una gran producción. El director ha contado con abundancia de medios, eso se nota. Hay presupuesto. Cuando hay dinero, se nota.

Pues bien, el director se pierde en asuntos personales que no añaden nada a la historia, meras distracciones inútiles. Lo que no se entiende tampoco es por qué añadir tantos, tantísimos, errores históricos sin ninguna necesidad para la trama.

En fin, una película no solo prescindible, sino también aburridísima. Menos mal que, como siempre, no gasté ni un euro en ir al cine y he esperado a verla gratis en la televisión.

lunes, marzo 23, 2020

Cuestiones varias en tiempo de epidemia



Varios, estos días, me han hecho diversas preguntas. Voy a responderlas de un modo público por si le sirve a más personas.

Reflexión sobre los pros y contras de cerrar iglesias
No me parece irrazonable la decisión de cerrar los templos que han tomado algunos obispos. Es un modo de limitar los contagios y de mostrar solidaridad con los que quieren llevar un confinamiento estricto. Ahora bien, yo soy de la opinión de que, precisamente, ahora los templos han de estar abiertos. Dios es tan real como el coronavirus. Si todo se arreglara encerrándose en casa dos semanas, estaría a favor del encierro total. Pero como afrontamos una pandemia que, en cada nación, durará meses si algo debe estar abierto son los templos. Si alguien me dice que es que hay una pandemia, le contestaré que porque hay una pandemia ahora, más que nunca, hay que volver los ojos a Dios.

¿Es válida la misa por internet o televisión?
Esta es una pregunta que me ha hecho mucha gente. Los obispos ya han dispensado del precepto dominical. Así que la pregunta no ha de plantearse en términos de “validez”, sino de si hay o no hay obligación. La misa vista devotamente por Internet tiene un efecto en el alma. La persona se une en espíritu a esa liturgia, adora uniéndose a ese acto. ¿Adora a Jesús-Eucaristía en su casa? Sí, lo adora. Y una comunión espiritual puede tener más efecto (si hay más devoción) que una comunión física con menos fervor.
¿Y si la misa ya se emitió y estoy viendo la grabación?
No por eso tiene menos efecto. Yo me uno a ese acto en este momento. Y me beneficio espiritualmente de esa unión, de esa adoración. Tampoco yo estuve físicamente en el Calvario, pero me uno con el deseo al Sacrificio de la Cruz. Alguien que estuvo físicamente, hace dos mil años, en el Gólgota pudo obtener menos gracias (por tener menos fe, menos amor) que yo uniéndome espiritualmente desde el siglo XXI.

¿Puedo no estar de acuerdo con una decisión de un obispo?
No es obligatorio ser de la misma opinión que el obispo en cuestiones que no son de fe. Pero la propia opinión debe manifestarse desde el respeto, desde la obediencia. Todos los párrocos hemos sido testigos de cuándo una opinión es constructiva y cuándo no lo es. Una cosa es la propia lícita opinión y otra cosa es la siembra de divisiones. Incluso con la autoridad civil, en estos momentos tan difíciles, hay que tener un cierto espíritu de colaboración y no de crear tensiones.

domingo, marzo 22, 2020

Este es el nuevo traje de protección que tenemos que llevar los capellanes de hospital



Estoy leyendo, por segunda vez, la preciosa novela El amante de Marguerite Duras, literatura en estado puro. Durante las comidas, he estado viendo varios capítulos acerca de los antiguos jardines islámicos, desde Marruecos hasta Irán. Sí, era un documental inglés. Esta noche comenzaré a ver María, reina de los escoceses. Sigo con mi novela sobre san Pablo. En un par de semanas habré acabado el segundo tomo. Los dos primeros tomos significarán unas ochocientas páginas. Sí, el que comience la novela va a tener que afrontarla como el viajero que comienza un largo viaje. 

En Alcalá siguen las misas, el culto público no se ha interrumpido. Ahora iré a concelebrar a la parroquia más cercana a mi casa. Mi madre no para de darme remedios médicos. Ahora me insiste mucho con el Vicks Vaporub. Otra persona que me llamó desde Barcelona me insistía en la cebolla. Un amigo mío me recomendó una combinación de tres fármacos.

Creo que ahora no es momento, como hacen algunos, de agrias críticas al gobierno. Se pueden dar sugerencias o hacer críticas desde el respeto, insisto, desde el respeto. Pero no tengo la menor duda de que ellos están intentando hacer las cosas lo mejor posible. Por supuesto que cuando revisemos todo, nos daremos cuenta de que todo es mejorable. Cuando revisemos todo, nos daremos cuenta de qué fue acertado y qué fue errado. Pero no es el momento de hacer críticas agrias, duras o descalificadoras. Todo el mundo está intentando hacer las cosas lo mejor que puede.

sábado, marzo 21, 2020

Por favor, ¡mantened las procesiones andaluzas de Semana Santa!



Ya todo el mundo da por supuesto que las procesiones de Andalucía serán suspendidas. Ahora bien, aunque pudieran trasladarse a otra fecha situada meses después, no sería lo mismo. Yo sugiero que las cofradías andaluzas se unan para pedir a las autoridades, con una sola voz, el que esas procesiones tengan lugar con la presencia, únicamente, de los cofrades que participan activamente en esos actos, es decir, sin público.

El que esas procesiones tuvieran lugar en las calles vacías les dotaría de un carácter mucho más profundo. La gente asistiría emocionada desde sus casas, viéndolas en las televisiones.

El que el 1% de la población participara en esas procesiones ya no va a cambiar mucho las cifras de contagios. Mucho más del 1% está implicado en comercios de alimentación, personal sanitario, fuerzas de seguridad, etc.

Y, sin embargo, cuánto levantaría el ánimo de toda Andalucía ese símbolo de fe. Toda España se sentiría tan feliz de ver por la televisión esas procesiones, esas pruebas de fe. Todo el mundo, ¡todo el planeta!, contemplaría esas procesiones en las noticias y se unirían de corazón a ellas. En todos los países, no solo los católicos, gritarían en sus corazones: ¡Adelante!

Por supuesto que, si pido que se haga esta petición a las autoridades, no lo hago para levantar el ánimo de los andaluces, sino porque creo en Dios. Y, al final, el que acabe esta epidemia está en sus manos.

He pedido a los andaluces que hagan esta petición, ¿por qué no he pedido lo mismo a los cofrades de otras partes de España? Pues porque las procesiones en Andalucía, realmente, son otra cosa. Allí se viven como en ningún lugar del mundo. Si alguien puede conseguir el levantamiento de esta prohibición, son ellos.

Alguien me recordará que estamos en tiempo de desastre nacional. Le contesto que, precisamente, por eso hay más razón para que esas procesiones se lleven a cabo. ¡¡Ahora más que nunca!!

viernes, marzo 20, 2020

Este soy yo, volviendo de comprar un poco en el supermercado



Una palabra que escucho continuamente en los medios de comunicación es que el sistema de salud puede colapsar. Esa frase es completamente falsa. Colapso en castellano significa destrucción o también paralización. El sistema de salud no corre ni el más mínimo riesgo de eso. Se atiende y se atenderá a los pacientes según los medios de los que se dispone (personales y materiales), pero no hay ningún riesgo de paralización. Por eso es una frase falsa se tome por donde se tome.

Llevo, solo en esta etapa (desde que volví de Roma), seis años y medio en la capellanía del hospital. Nunca como ahora, nunca, todo el mundo ha estado más proclive a recibir el sacramento de la confesión y el de la unción de enfermos. Por primera vez, todo el mundo tiene miedo. Por primera vez, todos los ingresados tienen la preocupación de morir escrita en su cara.

jueves, marzo 19, 2020

Consejos pastorales en tiempos de epidemia



Un sacerdote de argentina me pedía mi opinión acerca de cómo organizar la atención pastoral en tiempos de epidemia y cómo actuar en los hospitales. Bueno, por si le sirve a alguien más, doy mi modesta opinión:

En las iglesias, yo continuaría con todos los horarios como siempre. En España lo único que impera el decreto de estado de alarma es que en los templos los fieles se sitúen a varios metros de distancia unos de otros. Afortunadamente el decreto no prohíbe ir a las iglesias. En mi ciudad, ahora que toda la gente se queda en casa, una pequeña parte de los que iban a misa siguen haciéndolo. Esto no tendrá incidencia relevante en los contagios: también siguen yendo a los supermercados y a los puestos de trabajo. Lo repito, el que una fracción de los fieles que iban a misa sigan yendo no tendrá apenas relevancia.

El sacerdote debe escuchar las confesiones y administrar la unción de enfermos si se le pide. En tiempos de epidemia siempre se ha hecho así. Se puede suspender la comunión por las casas, aunque yo no lo haría. ¿Acaso no está permitida la entrega de comida a domicilio? Pues esto es un alimento espiritual.

En la parroquia yo aconsejaría que, a la hora de la comunión, hubiera una fila a un lado del altar para los que quieran comulgar en la mano. Y después, al otro lado del altar, la daría a los quieran comulgar en la boca. El sacerdote se lavará la mano tras dar la comunión. Yo puse, en la credencia, un recipiente grande de agua para sumergir y restregar las manos tras dar la comunión.

En los hospitales, para no estar yendo y viniendo muchas veces al día --estoy a diez kilómetros de distancia--, apunto los nombres y las camas y voy por la mañana y otra vez por la tarde. Alguna vez voy por la noche, antes de acostarme.

Me revisto con una bata desechable y un delantal más grueso, también desechable. Me pongo mis guantes, la mascarilla y el gorro. Una vez administrada la unción de los enfermos, deposito los guantes en los contenedores. Su contenido será incinerado. Me parece digno que esos guantes sean incinerados, aunque hayan entrado en contacto con el santo óleo. En cualquier caso, está prohibido que yo saque del hospital material contaminado. Y, como he dicho, me parece digno.

El recipiente del óleo que uso es solo para los pacientes de coronavirus. Así que no importa que su contenido y el mismo recipiente ya pueda tener alguna contaminación. Para no tener que desinfectar el ritual, he aprendido de memoria la fórmula de la unción de los enfermos.

Si el paciente está consciente, procedo de esta manera. Me presento, le digo algunas palabras de cariño. Después le digo que si quiere recibir los sacramentos. Le digo que le dejo unos momentos para que piense sus pecados. Cierro los ojos y oro por el enfermo en silencio. Después le pido que repita cosas como estas: Señor, ten piedad. Cristo, ten piedad. Dios mío, perdóname. Jesús, me arrepiento de mis pecados, etc. Y le doy la absolución.

No le pido que confiese sus pecados porque (incluso aunque estuvieran sanos) eso sería un parto en España (dada la mala formación que hay) y, al final, sacaría bien poco. Además, los enfermos ya no tienen muchas fuerzas, y –no lo olvidemos– no estamos solos, pues hay camas al lado. Prefiero concentrar mis esfuerzos en que pidan perdón a Dios.

Estoy seguro de que esa absolución les perdona en mayor o menor medida, dado que repiten de corazón mis frases. Acto seguido les propongo recibir la unción de los enfermos. No hago el acto de contrición, ya lo he hecho antes de la absolución. Como liturgia de la Palabra, rezo de memoria el salmo 23, El Señor es mi pastor. Impongo las manos, sin tocar la cabeza. Administro el sacramento, hago una oración espontánea a Dios y le doy la indulgencia plenaria.

Como se ve, solo me salto unas preces y la oración final del ritual. Pero son largas para aprenderlas de memoria y el ritual sí que es complicado estar desinfectándolo, pues las hojas son de papel.

Si doy varias unciones, dependiendo del tiempo del que disponga, hago más o menos elementos de este ritual abreviado que hago.

No me cambio de bata si voy a otra sala de enfermos. Sí que tiro al contenedor los guantes y me pongo otros limpios si voy a tocar algo (una puerta, lo que sea) en mi camino hacia otra sala. Pero, normalmente, las puertas son automáticas y no tengo que tocar nada, así que puedo mantener los mismos guantes hasta que acabe de dar las unciones. Al último le puedo tomar de la mano y darle alguna muestra de cariño (cosa que agradecen mucho) porque en cuanto salga, tiraré los guantes al contenedor. La máscara sí que la conservo día tras día.

Al llegar a casa, me cambio enteramente de ropa y me lavo las manos. Uso siempre el mismo clergyman cuando voy al hospital. En casa, me pongo zapatillas nada más entrar.

Por las habitaciones, trato de pasar a saludar enfermos. Les saludo desde la puerta si está abierta, no me siento, no toco nada, solo les saludo y les digo algunos versículos de la Palabra de Dios. Alguno dirá que mi actitud debería ser el aislamiento total para no extender el virus. Pero el personal sí que pasa a darles el alimento y otros las medicinas y, por supuesto, los médicos. ¿Es menos importante el alimento y la medicina espiritual?

Si las autoridades del hospital me lo prohíben, dejaré de hacerlo. Pero tendrán que prohibírmelo expresamente. Este momento no es para que los sacerdotes se aíslen en casa. Al revés, tenemos que estar más presentes que nunca en nuestras iglesias y allá donde seamos solicitados.

Jamás haría algo que fuera, a todas luces, no razonable. Pero dados todos los datos, lo que hago me parece que entra dentro de lo razonable. El virus es real, pero Dios es tan real como el virus. Hay gente que muere, pero a mí me preocupa mucho más la muerte espiritual.

Si supiera que voy a morir por ayudar a la gente que me pida asistencia espiritual, sencillamente consideraría que ha llegado mi momento de dejar este mundo. Pero, queridos hermanos sacerdotes, las cosas no están tan dramáticas. 

Pero lo que sí que pido a la gente es que siga yendo a los templos a alabar a Dios. Que se sienten lejos unos de otros, que se pongan una bufanda con tres vueltas alrededor de la nariz y la boca. Pero seguid yendo a las iglesias a orar, a la misa diaria. 

Me parece totalmente adecuado que cada obispo decrete que cesa la obligación del precepto dominical. Totalmente adecuado. Pero, dejando claro eso, tenemos que tener fe. Además, ahora, con poquita gente y poca iluminación, ¡qué bien se reza en las iglesias! Con qué quietud, con qué paz.

miércoles, marzo 18, 2020

¿Crees que tengo el coronavirus?



Primero
Estimado Alfonso: En el blog, nunca doy consejos médicos. Pero, en este caso, y dada la sobrecarga del sistema sanitario, me atrevo a darte estas sencillas pautas. Dile a tu hermana que si no presenta dificultades respiratorias que se quede en casa. No hace falta que llame a ningún número para preguntar qué hacer si no hay más situaciones previas agravantes. Con esos síntomas que no tome ningún medicamento ni siquiera para cortar la diarrea. Vida normal dentro de su casa. En el caso de dificultad respiratoria u opresión en el pecho o dolor en el tórax al respirar o toser sí que hay que consultar con el médico.

Segundo
Estoy con mi novela sobre san Pablo. Me he pasado buena parte de la mañana tratando de conciliar un pasaje de Gálatas en que Pablo afirma que fue a Jerusalén catorce años después de la primera visita a esa ciudad tras su conversión. ¿El Concilio de Jerusalén tuvo lugar en el año 49 o en el 54? La respuesta a esta pregunta tiene consecuencias grandes para responder a otras cuestiones.

Tercero
La situación en el hospital sí que visualmente es de gran emergencia, sobre todo en la parte de Urgencias (que en el hospital de Alcalá es grandísima, con muchas salas muy grandes): todos van enfundados en trajes verdaderamente especiales, hay mucha actividad, más médicos que nunca y camas en lugares de tránsito. Ahora bien, aunque visualmente, la situación por la que pasamos es evidente, debo reconocer que el hospital en el que estoy ha gestionado magníficamente esta pandemia. Es decir, aunque los ingresados son tan numerosos, todo procede con orden, nadie es desatendido y las camas se distribuyen con admirable organización por las distintas nuevas salas habilitadas.

No se ve ninguna escena desagradable o de nervios o de falta de médicos o material, que es lo que siempre aparece en las películas sobre pandemias. Muy al contrario, el personal médico está compuesto por profesionales que, sin prisas, van visitando a todos y los van atendiendo sin que falten ni camas ni medicamentos ni nada.

Lo que impresiona es que, de pronto, todos van totalmente cubiertos, desde la cabeza hasta los zapatos. Y que los pasillos están desiertos, silenciosos. Por ellos solo pasea Seguridad. De pronto, un hospital donde trabajan 4 000 personas se ha convertido en una burbuja clausurada.

Además, la sala de espera de Urgencias está más vacía que nunca. Eso es de agradecer para no sobrecargar a los médicos y enfermeras. También es cierto que dentro del edificio hay tantísimos enfermos de coronavirus que el mejor modo de contagiarse sería ir al hospital. Por más que el personal de limpieza desinfecta, desinfecta y vuelve a desinfectar, es una batalla continua. Si hay unas salas que deben estar repletas de virus, esas deben ser las de Urgencias de Madrid. Pero ya más no se puede hacer. Y el personal lo acepta y no se queja. He oído en las noticias que han hecho pruebas al personal del Hospital de La Paz y el resultado ha sido que la mitad del personal médico está contagiado. Además, para que sea más meritorio su trabajo, la opinión generalizada entre los médicos a los que he preguntado es que pasar este virus no crea inmunidad. Lo cual sería terrible. Yo no comparto tan tristes expectativas. Aunque, como es lógico, no tengo ninguna razón científica ni dato que ofrecer. Pero confiando en la Providencia de Dios estoy convencido (sensación personal) de que sí que pasar la enfermedad creará inmunidad o, al menos, en la mayoría será así. ¿Razón? Dios aprieta, pero no ahoga.

martes, marzo 17, 2020

El papa ya sabía lo del coronavirus



Alguien pasó un wassap con una foto mía dando a entender a muchos que estaba grave. Después, alguien añadió un audio dando a entender lo mismo. Así que ayer por la noche y hoy por la mañana he recibido muchas llamadas de gente preocupada por mí y por mi madre (que está perfectamente). Esto, como los virus, comenzó por una sola persona. Hubo un virus nº 1, un primer virus. Al menos, mucha gente ha rezado por mí.

Ha tenido su interés recibir casi los pésames en vida. Una experiencia nueva. Menos mal que no se han dedicado a enviar coronas funerarias a mi casa.

He ido al supermercado a comprar. Las baldas de la carne fresca estaban vacías. Menos mal que la de quesos, no. También he comprado cereales, latas de sardinas, detergente y cacao en polvo. Recuerdo a todos que se puede ir a las iglesias, allí donde estén abiertas. El artículo 11 del decreto lo permite. Yo llevo una copia en mi tablet por si me para un guardia, la llevo en pdf.

Ayer di dos unciones de los enfermos. Hoy un hijo me ha pedido que vaya confesar a su padre. Domino´s Pizza ayer trajo gratis pizzas a los que trabajan en urgencias. Yo me fui de urgencias poco antes de que llegaran. 

Menos mal. Aunque solo hubiera probado una porcioncita, algún malicioso hubiera dicho: “El cura se ha comida la mitad de las pizzas”.

Aunque otro hubiera, tal vez, dicho: “Qué raro, creía que se había muerto”.

martes, marzo 10, 2020

La escritura en tiempos de cólera


La foto es de Kapuscinski cuya magnífica novela Ébano estoy leyendo. Los escritores siempre estamos revoloteando alrededor de libros, disculpadnos.

Mientras los supermercados se vacían, los eventos se anulan y todo el mundo parece hundirse en las profundas aguas del miedo, sigo trabajando en mi novela sobre san Pablo. Serán, en principio tres tomos. Ya llevo revisados y acabados el primer tomo y medio del segundo. El tercer tomo no está escrito.

Este libro lo escribí unos ocho años antes que Cuando amanezca la ira, libro solo disponible en papel. Noto que el mismo género lo perfeccioné en ese segundo libro, el de la ira. Ahora, retrospectivamente, lo considero superior al que ahora reviso sobre san Pablo.

Incluso percibo con claridad que hasta Obispo reinante (este disponible en Biblioteca Forteniana) es mejor por su agilidad al de san Pablo. Es un cuadro más bonito, en términos generales.

Como escritor, me resulta un poco decepcionante tener que reconocer esto. Pero así me lo parece y os lo comparto con sinceridad. Resulta un poco decepcionante cuando la revisión del nuevo libro me llevará un mes de trabajo. El tercer tomo de san Pablo espero que sea el mejor de la trilogía, porque cambiaré totalmente el género literario, el tono será radicalmente distinto.

Pero un libro, una vez escrito, una vez que ya solo queda revisarlo, no siempre se puede reformar del todo. A veces sí, hay libros muy reformables. Pero, otras veces, un escrito ya no admite un cambio copernicano: habría que echar toda la casa abajo. Eso significaría no reformar, sino eliminar seiscientas páginas.

Para los que hayáis leído Obispo reinante o estéis leyendo mi recién publicado libro sobre las plagas, el de san Pablo pertenece a ese mismo género solo que aplicado a acompañar al apóstol en su día a día.

Para aquellos que quieran conocer cómo pudieron ser las primeras comunidades cristianas, el libro les sumergirá en ellas. Para aquellos que quieran una reconstrucción de la Iglesia en su primer momento, un mural vivo, el libro les será de utilidad. Pero no es solo utilidad, deseo que el lector sienta la belleza de aquella primavera de la Iglesia.

sábado, marzo 07, 2020

Estoy feliz como estas monjas. Corrección: como la primera de ellas.



Estoy de contento por haberme sacado de encima esos kilos de más. 
Durante los meses pasados, he logrado quitarme ese cojincito adiposo que llevaba pegado a la tripa. En su peor momento, más que un cojín, parecía un abrigo de grasa. Pero eso ya es historia.

Yo aquí dando la impresión de ser un bon vivant y en realidad era un mal vivant. Cuánto ascetismo. Lo malo de la humildad es que no se puede presumir de ella. Pero sí, todo ha sido mérito mío.

Los que me conocen saben que soy uno de los hombres más ascéticos del mundo, pero no hago gala de ello. Aun así, la lucha ha sido dura. O, mejor dicho, habría sido dura si no hubiera estado tan dotado de fuerza de voluntad. Menos mal, porque (como dijo otro) estuve a dos kilos de que Greenpeace me protegiera.

viernes, marzo 06, 2020

Otro hijo mío ya corretea por el mundo



Estos días la editorial Sekotia ha publicado mi novela sobre las plagas de Egipto. Se titula Cuando amanezca la ira. Si alguno la lee, por favor, que me lo diga en los comentarios; poniendo en la primera línea el título del libro, así lo localizaré con facilidad. O, mejor, enviadme los comentarios a fort939@gmail.com y los pondré en la sección que crearé en el blog, solo para los comentarios sobre el libro.

¿Qué os puedo decir sobre las 312 páginas de la novela? No creo equivocarme si afirmo que es mi mejor novela. Fue apasionante para mí tratar de indagar con todo detalle cómo hubiera sido el impacto de unas plagas como las descritas en el Éxodo en un imperio como el de Tutmosis III que se extendía hasta Siria. Pocas veces he sentido un placer tan grande en el acto de escribir.

Creo que ya os dije aquí que la obra trata de mostrar cómo se pudieron vivir las diez plagas bíblicas desde el lado del faraón. El punto de vista es la corte real. Moisés solo aparece cuando es recibido en audiencia por el monarca y algunas pocas veces en que se encuentran.

Además, es un libro muy bueno para cuando uno se queda aislado por una cuarentena por coronavirus. De hecho, los médicos consideran que es uno de los más recomendables. Muy al contrario de libros como Alguien voló sobre el nido del cuco que crea un ambiente irrespirable para los aislados. O La naranja mecánica que incita a la violencia entre los que están en cuarenta.

Durante un aislamiento, tampoco conviene leer La metamorfosis de Kafka. Especialmente, si el aislamiento es en una planta psiquiátrica.