jueves, abril 30, 2020

Una ventana al mundo antiguo



Sí, Daniel, me acordaba de ese pasaje de Valtorta en el que Jesús habló a los condenados a remar en una galera. Es un texto, sencillamente, impresionante. ¿Cómo olvidarlo? La última vez que lo leí me emocionó en lo más profundo.

Gracias, Eduardo, por tu link a un pdf sobre la evolución de la administración de minas en tiempos de la antigua Roma. Lo voy a leer estar tarde. Los otros dos documentos también van a recibir la misma atención. Te lo agradezco, porque son este tipo de artículos los que leo línea a línea. Otros artículos repiten generalidades. Los que me has dado son muy buenos.

Gracias a Alfonso por su sermón diario. Siempre he dicho que este blog es un palomar donde anidan muchas palomas. Un lugar donde unos aportan, otros dialogan. Ah, si lograra que los que insultan no insultaran. Pero Dios nos los pone, delante de los ojos, para que recemos por ellos.

Javi hace una pregunta que dice que es retorcida:
“¿Si un obispo corrupto ordena a un sacerdote cometer un acto delictivo como por ejemplo un soborno a un cargo político por un trato de favor, el sacerdote debe obedecer?”.
Todos los manuales son unánimes: la respuesta depende de si el cargo es del PP o del PSOE.

Por otra parte, tu pregunta no me parece retorcida, muestra un notable conocimiento del mundo episcopal.

miércoles, abril 29, 2020

Minas de Galacia





Desde ayer, estoy leyendo todo lo que puedo sobre las explotaciones mineras del imperio romano en el siglo I. Me pareció entrañable la idea de que san Pablo (en la novela que escribo) predicara a los esclavos de una mina.

El único problema es que es improbabilísimo que el apóstol pudiera hacer tal cosa. Porque es improbable, pero no imposible, he decidido incluir ese capítulo. Afincado en una ciudad de Asia Menor, acantonado en una larga estancia, por ejemplo, invernal, es cuando siente el deseo de predicar a los más desheredados. Y hace la petición a través de un cristiano cuyo amigo es jefe de capataces. Así ocurre en mi novela.

A ver si se os ocurre alguna sugerencia. Porque un hecho así es posible, pero improbable. La labor de Pablo fue urbana y solo urbana. El tema de hablar a los esclavos sí que es posible si tienes un amigo de un jefe de capataces. Pero, en fin, a ver si me ofrecéis alguna sugerencia.

Si encontráis artículos especializados (no artículos con información general) sobre el tema de la minería romana, también me será útil. Respecto a los libros, me valen links a Google Libros, aunque el libro solo se pueda leer parcialmente.

El mundo de la minería romana era muy variado. Algunas explotaciones eran verdaderos infiernos. Me gustaría saber qué porcentaje de beneficios iban a las arcas del senado o a las del emperador. Eso dependía de si era una provincia senatorial o imperial.

También me gustaría saber más sobre las condiciones de vida de los esclavos condenados de por vida a esos trabajos forzados. Las condiciones cambiaban mucho si los esclavos eran de un dueño concreto que tenía arrendada la mina, a si era una explotación con esclavos públicos.

Horrible me parece el que los niños fueran empleados para excavar filones muy estrechos donde no cabía un hombre normal. El rebuscar de ciertos metales peligrosos en vertederos de nuestra época, por parte de niños, no tiene nada que ver con la brutalidad pura y dura de aquellos niños-esclavos de la época romana. Lo de entonces era crueldad institucionalizada, legalizada y a mucha mayor escala.

martes, abril 28, 2020

Un encuentro con la policía



Esta mañana he salido a la calle y un policía nacional me ha preguntado:
--¿Dónde va usted? ¿No sabe que estamos en confinamiento?
Y yo, con la mayor de las sonrisas, con la mejor de mis amabilidades, le he saludado con un alegre:
--Hola, don Pepito.
A lo que él me ha contestado con el mismo tono risueño:
--Hola, don José.
El agente, quizá aburrido de una sosa jornada, me siguió el juego y me preguntó:
--Pasó, usted, ya por casa.
A lo que respondí:
--Por su casa yo pasé
Aunque yo no tenía el gusto de conocerla, me preguntó:
--Vió, usted, a mi abuela.
Esta sí que era buena: yo controlando a las abuelas de los miembros de las fuerzas del orden público. Aun así, contesté:
--A su abuela yo la vi.
Pero por más que quisiésemos seguir con aquella complicidad, sabíamos que el juego estaba próximo a su fin. Así que resignado le tuve que decir:
--Adiós, don Pepito
Los dos sabíamos que solo cabía escuchar del agente:
--Adiós, don José.



lunes, abril 27, 2020

Página a página





Me ha llamado la atención, al meterme en detalle en el asunto, saber que en el siglo I había tantos abortos. Al ser tan peligrosos, siempre pensé que era algo que existía, pero practicado de forma rarísima. Pues no. Por razones meramente materiales, era muy común que se tomasen medidas (unas eficaces, otras no) para que la mujer no quedara embarazada.

Pero si eso fallaba, el recurso al aborto siempre estaba presente. De nuevo, unas veces con métodos que se sabía que eran de eficacia limitada. Otras veces con métodos más peligrosos de eficacia probada. Pero se recurría a ello de forma común, no excepcional. La muerte por aborto era común, aunque no haya estadísticas.

¿Por qué había mujeres que arriesgaban su vida ingiriendo venenos o a través de cirugías sangrientas? Unas veces para ocultar un embarazo no deseado. Otras para no repartir la herencia familiar entre más vástagos. Otras porque un dueño podía obligar a su esclava a abortar, y se hacía; esto me parece monstruoso.

Aunque los esclavos costaban dinero, también parece claro que el mercado humano estaba demasiado bien provisto y que la demanda estaba satisfecha. Por más que bajara el precio de un esclavo, mantenerlo suponía un gasto que no todos podían pagar. Lo cual no animaba demasiado a pagar todos los años necesarios para que creciera hasta que fuera posible sacar un beneficio. Y menos si por vía de conquista y otros medios se podían conseguir a precio de ganga.

Como se ve, el mundo del paganismo no era ese paraíso de mármoles y cultura que muchos tienen en la cabeza. La Edad Media, con todas sus cosas malas, era una sociedad que había cambiado sustancialmente respecto a este mundo sin las enseñanzas de Cristo.
Post Data: El último relieve es lo que parece: un oculista tratando a su paciente con un colirio.

domingo, abril 26, 2020

Trabajando, trabajando, trabajando





Sigo con el paciente trabajo (repleto de delicias intelectuales) para mi novela sobre san Pablo. Cuando uno encuentra un gran libro, cuánto se disfruta. En este caso, sigo con la lectura de ese tipo de obras que llevan toda una vida escribirlas. Libros en que cada página rezuma conocimiento: Starks, Harnack, Joachim Jeremias, son algunos ejemplos. De menor interés para mi obra, pero lleno de artículos, el Journal of Early Christian Studies. Me resulta de menor interés porque son muy pocos los artículos sobre la era apostólica. Es lógico, hay menos material.

El tema, que mencioné ayer, de la baja población femenina en el imperio romano del siglo I es un tema complicado. También ayer lo hablaba por teléfono con un amigo: Si había un desequilibro grande, ¿no se volvía codiciable criar más hijas? Uso el verbo criar porque cuando uno lee los textos de la época, vemos que ni siquiera las bodas eran una cuestión en la que el amor fuera lo más frecuente.

Lo que también me ha llamado la atención es la baja tasa de natalidad del siglo I. Los esfuerzos legales los conocía: las leyes que trataron, en vano, de evitar la reducción de la población. Pero no sabía, en detalle, que no se llegaba ni a la tasa de reposición. La población total del imperio no se derrumbó gracias a la incorporación masiva de poblaciones bárbaras. Pero las ciudades van perdiendo, lentamente, habitantes siglo tras siglo.

La homosexualidad, el aborto (más frecuente de lo que yo pensaba), varones que escogen la soltería como opción vital, la baja tasa de natalidad... Todos estos elementos configuran una sociedad concreta. Mi novela quiere bucear en esa sociedad. La mayor parte de las novelas son decorados de cartón piedra, meros escenarios para que los personajes hablen. Pero sus diálogos podrían ser los mismos en el Egipto de Tutmosis III o en la Indochina de principios del XX.

Mi esfuerzo es que en esta novela un Pablo verídico camine por unas calles reales y se siente a celebrar misa en una ecclesia real. Sí, san Pablo celebraba misa sentado.

Post Data: Obsérvese, en la tercera foto, la cara que el escultor le ha puesto al niño. Seguro que el padre le quiso pagar veinte denarios menos al ver el resultado. Es posible que el escultor insistiese en que el niño, en realidad, era así de feo.

sábado, abril 25, 2020

La situación de la mujer en Roma. Este icono moderno es una reinterpretación del antiguo famoso.



Sigo trabajando en mi obra sobre la iglesia en el siglo I. En las novelas y en las películas, cuando se muestra el mundo romano pagano, los personajes son como los de hoy en día solo que vestidos con togas y túnicas. Pero el cristianismo ha cambiado la sociedad radicalmente a base de siglos.

Me he quedado sorprendido al leer un estudio que recogía, magníficamente, infinidad de trabajos de otros autores acerca del feminicidio en Roma. Es la obra de Rodney Stark, La expansión del cristianismo, Editorial Trotta, 2009 Madrid. Doy los datos completos de la edición por si a alguien le interesa esta obra excelente.

Pues bien, el autor deja probado lo siguiente: 

Había 131 hombres por cada 100 mujeres en la ciudad de Roma, y 140 hombres por cada 100 mujeres en Italia, Asia Menor y África del norte.

Yo sabía que existía el feminicidio, pero nunca supe que a esa escala. Sí que me había sorprendido el modo de nombrar a las hijas en la sociedad romana (maior, minor), que indicaba que no solía haber más de dos. Y que tres era el número máximo.

El mismo autor aduce el trabajo de otro especialista, aunque la muestra de estudio debe ser especial y no extrapolable:

Un estudio de las inscripciones en Delfos hizo posible la reconstrucción de seiscientas familias. De éstas, sólo seis habían criado a más de una hija.

Acabo con una carta que le envía a su esposa un marido:
Has de saber que todavía estoy en Alejandría. Y no te preocupes si todos vuelven y yo sigo en la ciudad. Te pido y te ruego que cuides muy bien a nuestro hijito pequeño; y apenas reciba mi paga te la enviaré. Si sucede que nace el bebé [antes de que yo vuelva a casa], si es un niño, consérvalo; si es una niña, exponla. Me dijiste: «No me olvides». ¿cómo podría olvidarte? No te preocupes, por favor.

viernes, abril 24, 2020

Los sagrados iconos


Cuando uno ve iconos como este de san Cosme y san Damián, uno entiende por qué hay pinturas que transmiten sacralidad. Iconos que reflejan santidad, que te llevan a pedir la intercesión. Pinturas que uno quiere besar en un extremo para manifestar veneración.

A los capellanes de mi diócesis


Quiero rendir un homenaje a todos los capellanes de nuestra diócesis que, de un modo silencioso, prudente y discreto, realizan su labor sobre las almas de los enfermos. Todos entendemos el valor de un médico para la salud del cuerpo. Pero no se valora tanto el valor de un sacerdote para los espíritus.

No me voy, ahora, a fijar en la labor de consolar, dar consejos o llevar esperanza al enfermo, sus familiares y al personal sanitario. Esa labor es mucho más comprendida por la población, mucho más valorada. Sino que me quiero fijar ahora, en este tiempo de pandemia, en la función de otorgar gracias misteriosas a través del sacramento de la unción de los enfermos.

Tenemos la seguridad que nos da la Iglesia de que el sacerdote, al otorgar el misterio sagrado de este sacramento, confiere unas gracias a ese enfermo. Algo invisible sucede en ese espíritu por más que esté inconsciente. (Alguna vez, también en el cuerpo.) Siempre hemos profesado la fe de que los sacramentos son de institución divina. Si se confiere este séptimo misterio sagrado, es por Voluntad de Dios; no es fruto de alguna decisión opinable de los eclesiásticos. Algo sobrenatural acaece en ese espíritu humano, aunque no sepamos con exactitud el qué. Los antiguos tratados hablan de purificación, de aumento de la gracia santificante, de otros efectos. Y es verdad, pero, en cualquier caso, este sacramento de la unción actúa en cada uno de un modo personalizado y único, como una medicina del alma.

Valoremos esta faceta divina del sacerdote que está al lado de la cama del enfermo, pues otras facetas más humanas son más fáciles de comprender y agradecer. Que el Señor nos conceda que en todos los hospitales de la diócesis siempre, a cualquier hora, haya un sacerdote pronto a venir a traer algo que está por encima de los ánimos y consolaciones humanas.

jueves, abril 23, 2020

Un icono precioso



Este curiosísimo icono muestra a san Pablo inspirando a san Juan Crisóstomo.

Hoy no me he dedicado a leer artículos sobre el siglo I. He revisado y rehecho el capítulo de mi novela en que san Pablo es invitado a un banquete funerario en una necrópolis. Este pasaje lo escribí cuando me inscribí, en Roma, al curso de arqueología cristiana organizado por un pontificio consejo. En una de las clases, se nos explicó con todo lujo de detalles un cortejo funerario y uno de estos banquetes. Me pareció interesante incorporar ambas cosas a mi novela. Esto significa que mi novela la empecé a escribir hace ocho años.

Al final de la mañana, en mi tiempo de lectura espiritual, he seguido leyendo dos capítulos del Levítico, veinte minutos. Y he seguido escuchando un comentario sobre ese libro. El Levítico siempre me había aburrido. Pero ahora desearía volver a leerlo entero. Siento que con una vez no ha sido suficiente. Cada versículo me habla de Cristo y de la teología del sacrificio. Además, ya os lo dije, me parece el más católico de los libros del Antiguo Testamento.

No dudo de que se puede hacer una lectura protestante de este libro sagrado, pero todo en él apunta, lleva, conduce, hacia la Iglesia Católica.

Por la tarde he recibido una llamada de una chica joven con una personalidad muy interesante, le gusta entrar en edificios abandonados. Siempre es un placer hablar con ella. Llena de vitalidad, de ganas de hacer cosas, rebosante de curiosidad. Hay gente que vive una vida más muerta, y hay personas que tienen una existencia más llena de vida.

Ahora que llevo ya casi un mes y medio de confinamiento si me preguntaran si echo de menos algo, creo que contestaría: “Acabar mi novela sobre san Pablo”.

Este pisito es mi El Escorial, mi Yuste, mi Abadía de Guillermo de Basquerville. Gracias al confinamiento no me tengo que sentir culpable por no salir. Además, he descubierto es bastante buena. Esto último es broma. Solo veo la televisión durante las comidas.

Tengo todavía unas décimas de fiebre. No me siento peor de los pulmones. Y peso 77,8 kg. También he comprobado que si no te afeitas (por estar aislado), te sale barba.

miércoles, abril 22, 2020

Uno de los memes más graciosos que puse hace unos días



Así que he añadido un meme más.






Recordatorio



Tantos cientos de miles de desempleados más por aquí, tantos miles de millones de euros perdidos por allá, tal o cual descenso de la demanda exterior, tal o cual descenso del consumo interno...

En los próximos doce meses, se van a desatar muchas pasiones. La idea de hacer un exorcismo magno en el país me sigue pareciendo pertinente. Si se hace, eso no significa que no vaya ya a haber problemas y que todo habrá quedado solucionado. Pero no es lo mismo afrontar esas pasiones humanas con las tentaciones de las turbas demoniacas que esas fuerzas más encadenadas, más contenidas.

Hemos hablado mucho de contener el virus. Yo hablo de contener a los demonios. En Biblioteca Forteniana, http://bibliotecaforteniana.blogspot.com/
he subido la última versión de mi opúsculo El exorcismo magno. Esta última versión incluye las sugerencias para una ceremonia ecuménica de este gran exorcismo realizado en la Basílica Vaticana, por el papa con cardenales y obispos.

Este recordatorio no lo hago por hacer. Aquí, en este blog, hay lectores con contactos directos con obispos. 

martes, abril 21, 2020

Las palabras y la expresión de la verdad



Hoy he leído un artículo de un importante arzobispo no español. Una vez más veo lo importante que es tener claro que un episcopós entienda que su palabra DEBE ser expresión de la verdad.

La palabra de un obispo no ES expresión de la verdad por el hecho de ser obispo. Hay una diferencia esencial entre el “deber ser” y el “ser”. En este escrito mío, no hay ni una gota de antiepiscopalidad. Precisamente, porque amo a los obispos es por lo que reflexiono sobre este indudable hecho teológico. Y la reafirmación de la verdad nunca va contra los obispos.

El valor intrínseco de un sermón, de un artículo o de una conferencia no depende de quién habla, sino del contenido. Hay que escoger a grandes personas para que sean obispos. Porque convertirse en obispos no cambiará la sabiduría de esa persona ni la profundidad de su teología ni la espiritualidad de sus consejos. Las gracias del sacramento vendrán sobre la persona. Una persona sabia y santa que reciba el sacramento del orden recibirá gracias que la mejorarán. Pero mejorarán lo que hay. No hace falta que explique qué sucede y qué no sucede en caso inverso.

Las palabras del obispo nos dan una seguridad extrínseca por su autoridad: si lo dice el obispo, dada su autoridad en el orden eclesial, debe ser expresión de la ortodoxia. Pero, intrínsecamente, sus palabras valen lo que valen en sí mismas.

Post Data: Leeré vuestras aportaciones y añadiré algo a este post. Me gustaría escuchar al pueblo fiel, vosotros. Seguro que tenéis que añadir algo relevante. No me refiero a críticas, sino a la cuestión general teológica de la verdad y la episcopalidad. Las añadiré debajo de estas líneas, en este post.

Aportaciones: No hay que nombrar a alguien, simplemente, bueno; sino al que sobresale. Debe ser sobresaliente.

Los Obispos nos deberian sonar a los Apóstoles de Jesús cuando nos hablan. 

Esta pedagogía (de ver hombres no óptimos en los cargos) nos enseña a centrarnos en Dios y no en las personas, más en lo invisible y menos en lo visible


lunes, abril 20, 2020

Día especial para el blog y para la familia de lectores



Hace años, tuve una ocurrencia que solo hoy voy a poner en marcha. Veréis, si de algo estoy feliz es de mi relación con mis lectores. Cuando me imaginaba mi vida como sacerdote escritor, allá por el 2002, creía que me reuniría una vez a la semana (en alguna cafetería tranquila) a conversar con mis lectores acerca de mis libros: que ellos me aconsejarían, me ayudarían, me señalarían mis defectos, me ayudarían a crecer como escritor. Me imaginaba unas reuniones de unas diez personas, a las que yo, esencialmente, escucharía. Porque iría a esas reuniones a escuchar.

Bien, eso no ha resultado así, porque mis lectores están esparcidos por toda España y América. Y hablar por email o Skype no me gusta. Yo disfruto de la relación directa, pero no de las relaciones virtuales, salvo que ya fuera amigo previamente. Ahí está el caso de mi amigo Washingtonio Areopagita, con el que hablo casi todos los días en la distancia, y un sacerdote jubilado de Madrid. Pero ya éramos amigos antes.

Bueno, eso no ha resultado como esperaba, pero sí que veo el afecto del que estoy rodeado. Un afecto muy grande. Pues hace tiempo se me ocurrió una nueva experiencia lector-escritor que añadir a los libros, los sermones y el blog: un día de puertas abiertas.

Es decir, un día en el que me conectaré a Youtube en varios momentos de la jornada; simplemente, para que os asoméis por una ventana a mi existencia.

Aunque comenzaré hoy, muchos no se enterarán hasta mañana. Así que lo haré hoy y mañana. La conexión será en directo en mi canal de youtube:
Si estáis suscritos, la ventana os aparecerá automáticamente en youtube al entrar en youtube. Si no, tendréis que entrar en el canal.

El horario (de hoy lunes y mañana martes) será el siguiente, las horas son de España:

12:00 p.m. Mediodía, rezo de sexta. Me conectaré diez minutos antes para que veáis donde escribo mis novelas y libros de teología.

4:30 p.m. Rezo del oficio de lecturas. Siempre lo he rezado a esa hora, desde los comienzos de mi sacerdocio. Es la única hora que se puede rezar cuando se vea conveniente.

7:00 p.m. de la tarde: Santa misa.

8:15 p.m. Vísperas

00:00 a.m. Medianoche. Rezo de completas.
Insisto en que estas conexiones no tienen otro interés más que el que podáis asomaros a mi vida en confinamiento.

domingo, abril 19, 2020

Cuarentena y otras cosas







Parte médico.


En los dos últimos días, la fiebre ha ido y a venido. Teniendo, como máximo, medio grado de temperatura. Tampoco he sentido nada dentro de los pulmones en los dos últimos días. Ahora no tengo nada de fiebre, es decir, vuelvo a mis 35,5ºC de siempre.

Recuerdo que la que hace una semana me midió la temperatura con la pistola en la frente, vi que me tomaba la medición cuatro veces. Al final, le dije, tengo la temperatura de 35,5º como normal. Y dio un suspiro de alivio porque me veía tan tranquilo y sin frío y me dijo: Menos mal, porque me salía 34,5º de temperatura.

Tengo una prima, más joven que yo, que lleva más de un mes con fiebre y mucho malestar, sin ningún problema respiratorio. ¡Un mes seguido! Con mucho malestar. Mi consejo fueron las novenas y los triduos.

Cada día me llama alguien para darme un remedio. Me lo da y después me insiste durante diez minutos. Mi flema británica es proverbial.

Me han recomendado de todo, menos (de momento) grasa de joroba de camello.

Sí, a todos nos ha pasado


sábado, abril 18, 2020

Entrevistas a los episcopoi


Sobre el tema de si Dios, in abstracto, puede o no puede castigar, llevo hablando desde hace un mes. Pero hoy he querido buscar el mensaje de María (dado en Fátima) en su versión original en portugués. Lo he sacado de la página del Vaticano, pongo debajo el link:

A guerra vai acabar, mas se não deixarem de ofender a Deus, no reinado de Pio XI começará outra peor. Quando virdes uma noite, alumiada por uma luz desconhecida, sabei que é o grande sinal que Deus vos dá de que vai a punir (castigar, en español) o mundo de seus crimes, por meio da guerra, da fome e de perseguições à Igreja e ao Santo Padre.


El mensaje en portugués:

Justo es añadir esta explicación de una carta de sor Lucía, en 1982, al santo padre:

Y no digamos que de este modo es Dios que nos castiga; al contrario, son los hombres que por sí mismos se preparan el castigo. Dios nos advierte con premura y nos llama al buen camino, respetando la libertad que nos ha dado; por eso los hombres son responsables

Si a muchos de los clérigos que conceden entrevistas les preguntáramos: “¿Pero es verdad el mensaje de Fátima cuando dice tal y cual cosa?”. La respuesta, con muchas más palabras, sería la que aparece en este pasaje del Evangelio:

—[Y dijo Jesús] Yo también voy a haceros una pregunta. Si me la contestáis, os diré con qué autoridad hago esto. El bautismo de Juan, ¿de dónde procedía? ¿Del cielo o de la tierra?

Ellos se pusieron a discutir entre sí: «Si respondemos: “Del cielo”, nos dirá: “Entonces, ¿por qué no le creísteis?” Pero, si decimos: “De la tierra”, tememos al pueblo, porque todos consideran que Juan era un profeta». Así que le respondieron a Jesús:
 —No lo sabemos. (Mateo 21, 24-27).

Yo siempre respeto a los que sostienen opiniones distintas de las mías, no soy un dictador teológico. Y menos un tirano de la interpretación de la realidad. Soy el primero en reconocer que me puedo equivocar al aplicar las Santas Escrituras a la realidad concreta. Las Escrituras son perfectas; pero mi juicio, no.

Ahora bien, a los que sostienen opiniones distintas de las mías, sí que les puedo pedir coherencia. Cuando un presbítero o un obispo habla, sus palabras son expresión de una teología; expresión de una verdad acerca de las cosas divinas, alcanzada tras años de oración, lectura y meditación. Jamás pueden las palabras de un hombre de Dios ser un mero medio para despistar al que pregunta, para marear la cuestión, para vadear el problema a base de palabras, palabras y palabras. Eso puede ser frecuente entre los políticos, pero inaceptable para un hombre de Dios.

Si el papa pregunta algo a un cardenal, este nunca debe responder para agradar al romano pontífice. Si un cardenal responde algo a un periodista, este nunca debe responder para no ser criticado por la gente. Las respuestas no deben ser ni para agradar ni para no ser criticado. En un hombre de Dios, las respuestas siempre deben estar cargadas de verdad y solo de verdad.

viernes, abril 17, 2020

Trabajando, trabajando y trabajando



Como escritor me gusta que os sumerjáis no solo en la novela --en este caso la de san Pablo--, sino en el andamiaje de la novela. ¿A qué me he dedicado desde ayer? Para empezar un artículo sobre demografía, esencial a la hora de describir las ciudades de mi novela:

Después otro artículo cuál era el número de cristianos en los primeros momentos. No hace falta decir que resulta imprescindible para saber cómo era la Iglesia en esa época:

He estado leyendo, parcialmente, muy poco de los siguientes libros:
Los idus de marzo (1948) del muy reputado (tres premios Pulitzer) escritor y arqueólogo Thornton Wilder.

Con esta tarjeta de presentación, puse mucha atención a esta obra. No me entusiasma. Pero le voy a conceder más tiempo.
Del mismo autor es La mujer de Andros (1930).

De momento, no la he buscado porque es muy anterior. Lo normal es que los escritores mejoren con el tiempo.

Walter Pater: Mario el epicúreo (1885 y 1892).

Esta obra la tengo que mirar con más detención. Si la encontrara en español, mejor. Me meto más en una novela cuando está en mi lengua. Leer en inglés me distrae. No me ocurre cuando es un escrito de teología o un artículo de historia. Pero, para las novelas, me distrae.

La diosa blanca de Robert Graves.

Me la aconsejaron. Graves tuvo un papel decisivo en mi comienzo como lector. Pero esta obra, además de que no es una novela, todos me han dicho que no vale gran cosa. Eso sí, hago propósito de volver a leer Claudio, el dios, entero y verdadero.


Las dos muertes de Sócrates (2003) de Ignacio García-Valiño,

Esta novela ha sido un golpe para mí. Resulta que estoy casi seguro de que la escribió el hermano de un conocido mío. Miré la foto y tiene su cara. Desgraciadamente, aunque nació el mismo año que yo, murió con cincuenta años. Me ha impresionado. El leído alguna recensión sobre la novela, de momento nada más.


Me queda, para después, mirar algunas otras novelas. Pero no alargo la lista. Durante la escritura de mi libro sobre Pablo, he leído, casi en exclusiva, artículos y libros de historia, no novela. Estos días me pareció bien dar un giro a mis lecturas para mejorar la obra.

Os pedí ayuda para buscar un título. Je, je, estas son algunas de vuestras sugerencias. Todo lo que siguen son vuestras propuestas de títulos:
Señor, que vea
El ciego que vio
Pablo conoce al Redentor
Pablo ve al Mesías
Jesús en la vida de Pablo
El Tarso que Supo Amar
El judío que abrazó la Cruz
Epístolas de un seguidor
El alumbramiento de un apóstol
El descubrimiento de Saulo
¿Por qué me persigues?
San Pablo: fiat voluntas tua
¿Quién eres, Señor?
Filípica derribada
Todo a todos
Saulo, Saulo...
El apóstol que no conoció a Jesús
Cartas a Teófilo


jueves, abril 16, 2020

Trabajando



Ayer reescribí, en mi novela, la visita de Pablo a la acrópolis de Atenas. Hoy día, no solo se puede describir qué construcciones había allí, sino que, incluso, se puede hacer el recorrido con todo detalle, paso a paso, sabiendo qué edificio había en cada lugar. Sabiendo el aspecto y la historia de cada templo. Por supuesto, en la medida en que tal cosa les es dado saber a los expertos en esa materia. Os puedo asegurar que el recorrido de ayer lo disfruté como si lo viviera.

No estoy seguro de si esto ya os lo pregunté hace tiempo, pero si conocéis alguna buena novela sobre la antigua Grecia o Roma, os agradecería que me lo dijerais. Ya sé que hay muchas novelas sobre esa época, pero busco algo que se acerque un poco al nivel de Yo, Claudio; Sinuhé, el egipcio; o Memorias de Adriano. No digo que tengan que llegar a ese nivel de excelencia, pero algo que esté por encima de la típica novela comercial sin valor alguno.

Tampoco me vendrían mal sugerencias para un título. Tenía dos opciones, pero las dos ya están cogidas.

La pintura de arriba es de Alma-Tadema. La vi al natural en una exposición temporal de El Prado. Muestra a Fidias examinando el friso del Partenón, cuando se construía. Ese cuadro me impactó. Fue el que más impactó de toda la exposición de pintura victoriana.



miércoles, abril 15, 2020

Vientos de democracia, vientos de capitanes y reyes



España está a un mes de distancia de ir deslizándose hacia un progresivo boliviarianismo. Autoritarismo y medidas radicales que serán lentas, pero inevitables en esta II Gran Recesión. En otros lugares, existía, por ejemplo, una cámara de los lores que ponía freno al poder Ejecutivo. Sea dicho de paso, con la última reforma, ese freno ya no existe; como mucho, puede retrasar ciertas leyes un año, solo eso. 

Lo siento por una cámara cuyo nombre oficial era the Right Honourable the Lords Spiritual and Temporal of the United Kingdom of Great Britain and Northern Ireland in Parliament assembled. Algo con un nombre así solo puede ser una realidad noble y buena. (Nota, ya sé que parece que sobra el segundo “the”, pero no, por increíble que parezca, ese “the” está donde tiene que estar.)

Así que podemos preguntarnos: ¿Existe un contrapeso al Poder Ejecutivo en España? La respuesta es “no” si tienes una abundante mayoría en el congreso y el pueblo te apoya. Hay contrapesos, casi en cualquier país, siempre y cuando que no cuentes con mayorías aplastantes.

La primera regla de las democracias es que si tienes mayoría aplastante en el congreso, la vas a tener en el Senado. Luego el gobierno no va a tener problemas ni por un lado ni por otro. (No hay nada como tener un gobernante feliz.)

Queda, eso sí, el tribunal supremo. Pero el poder legislativo, si hay mala fe, allanará el camino. Y frente a leyes que “allanen el camino” al Ejecutivo solo le queda el obstáculo, el engorro, del Tribunal Constitucional; una piedra dentro del zapato. Pero torres más altas han caído. Y como siempre dice todo gobernante autoritario: No se ganó Zamora en una hora. Además, como dicen los campesinos: A la larga el galgo a la liebre mata.

Cuando vivimos tiempos más tranquilos, los países europeos debimos haber iniciado un movimiento colectivo para crear una verdadera división de poderes. Pero no se hizo. Estábamos más ocupados con los presupuestos para los programas Erasmus.

Los tribunales supremos en la Unión Europea, en general, son independientes. Pero si no hay división de poderes entre congreso y senado, las leyes se encargarán de encauzar y dirigir el disenso judicial.

Del mismo modo que Europa llegó a la pandemia sin prepararse, así Europa va a llegar a una recesión severa sin haber hecho los deberes respecto a una mejora de los sistemas constitucionales. No digo que fuera fácil esa reforma, había demasiados intereses. Pero precisamente, porque había demasiados intereses, era necesario que se habilitase un verdadero sistema de control del poder.

Normalmente, con el poder no había excesivos problemas en la Unión. Pero la II Gran Recesión va a provocar un impresionante aumento del autoritarismo. Algo que va a ser prolongado y que estimo que se va a consolidar.

Alguien dirá que siempre nos quedan las votaciones, las elecciones generales. Pero recordad que el poder autoritario de lo que no quiere oír hablar es de división de poderes, las elecciones no las temen ni Putin ni Erdogan. Las elecciones, los plebiscitos nunca han supuesto un problema alcanzada cierta masa crítica. Ojalá me equivocara yo. Pero también le dije, hace muchísimos años, a mi peluquero que me iba a quedar calvo y él me aseguró con convicción: Esto no va a más. ¡El pelo que queda es fuerte!