miércoles, julio 31, 2019

Mi padre y los platos que no me gustaban


Hoy, mientras fregaba, había mucho acumulado, he vuelto a escuchar la mitad de la conferencia, magnífica conferencia, de Joseph Pérez sobre Cisneros. Este hispanista francés es, tal vez, el mayor especialista en Cisneros.

En su conferencia queda claro que el príncipe Carlos (futuro Carlos V) fue un muy imprudente al principio y bastante memo. Tomó bastantes decisiones muy mal tomadas que estuvieron a punto de llevarnos a la guerra civil. Menos mal que, después, fue aprendiendo el oficio.

Después he leído el final de Muerte de un campesino español, la formidable novela de Sénder. Ya la había leído hace años, pero no recordaba lo buena que era.

He hablado por teléfono con una autora, no diré el nombre, autora de un buen número de libros, autora de Planeta. Me comentaba que se retira del mundo de la literatura. La razón es la que ya he escuchado a más autores: cómo está el mundo editorial. El mundo editorial está hundiéndose. Y, en ese hundimiento, la industria aboga por lo meramente comercial. Si son libros sencillitos, mucho mejor. No son quejas de los que afuera del éxito, la gente no sabe hasta qué punto está enferma esa industria.

Ahora, hasta que vaya a la iglesia, voy a ver si reviso un poco las notas que tengo en mis cuadernos de anotaciones. Menuda masa de material. Menos mal que, de vez en cuando, como hoy, me dedico a poner orden.

Os dejo un gif que me recuerda a muchas escenas que he vivido de pequeño en mi casa, a la mesa, con mi padre:



lunes, julio 29, 2019

Las tres fotos más graciosas que he encontrado hoy



En esas cuevas es donde guardo mis libros



Creo que, a estas alturas, no deja de ser de agradecer que yo provea de un cierto mapa para orientarse en la masa de libros que he escrito, un mapa para poder leer lo que considero mejor, dejando para después los títulos que considero menos importantes.

He distribuido todo en tres grandes grupos: obras mayores, intermedias y menores; al que se añade una última categoría de obras que solo he conservado para aquellos que tengan mucho interés por indagar en los menores detalles. Las he llamado a estas últimas “obras testimoniales” porque solo sirven de testimonio de cómo llegué a las obras menores e intermedias.

Si se os ocurre otra clasificación u otra terminología, os agradeceré sugerencias. La clasificación de BIBLIOTECA FORTENIANA es temática. Esta que ofrezco debajo es basada en su calidad, para poder leer las mejores obras al principio. En fin, quedo a la escucha de vuestras sugerencias, a sabiendas de que no pocas de esas sugerencias serán del género cómico. Las cuales me tomaré con buen humor, os lo aseguro.

Obras mayores
1ª categoría: la cúspide de mi bibliografía
Las corrientes que riegan el cielo
Historia del mundo angélico
Entre los libros y los demonios: autobiografía
[mi novela sobre las plagas de Egipto, todavía inédita]

2ª categoría: libros de los que me siento orgulloso
            [mi ensayo sobre el infierno, todavía inédito]
Obra férrea
Historias hamletianas
Libro cuadrado
Torres góticas
El curioso caso de la muerte del gato del obispo
La tempestad de Dios

Obras intermedias
3ª categoría: el grueso de mi trabajo
Summa Daemoniaca
La tiniebla en el exorcismo
Tratado sobre las almas perdidas
Ex scriptorio
La grande y fuerte Babilonia
Las aguas vivas que borbotean
Enoc y los nefilim
Colegio de pontífices
Manzanas de Gomorra
La luz de la diaconía
Los hijos de vuestros hijos
La catedral de San Agustín

Obras menores
4ª categoría: el grueso de mi trabajo

Las llaves del león
Edipo Vasco
La construcción de la razón
Templo Neovaticano
Templo isidoriano
Templo atanasiano
La decadencia de las columnas jónicas
Exorcística
El Exorcismo Magno
Un Dios Misterioso
La mitra y las ínfulas
La vestición del obispo
La magna unción final
El Incienso de la Alabanza
La reparación de la santidad de un templo profanado
Sobre el breviario

Cyclus apocalypticus
Historia de la II Secesión de los Estados Unidos de América
Memorias del último Gran Maestre templario
El juicio: año 2209
La construcción del Edén
Necronerópolis
El hundimiento de la Torre de Babel
El crepúsculo de los burócratas
Noveno libro
Décimo libro


sábado, julio 27, 2019

La traducción más literal del padrenuestro



Hoy en el Evangelio leemos cómo Jesús les enseña a los discípulos el padrenuestro. Después de años reflexionando las palabras griegas de Nuestro Maestro, os quiero ofrecer cual pienso que es la versión más literal de esta oración del Señor conjugando la versión de Mateo y la de Lucas de acuerdo a las reglas de la crítica textual.

Os la ofrezco sin soberbia, pero sí tras mucha lectura. Digo esto de “sin soberbia” porque ha habido muchos grandes exegetas hablando de la cuestión y parece, con razón, que yo no tendría nada que añadir. Pero, por si a alguien le sirve mi opinión, os la ofrezco.

Hoy y mañana daré dos sermones sobre el padrenuestro que grabaré y colocaré en el canal. Aunque tardarán unos días en aparecer en youtube, ya que una persona tiene que sincronizar el audio y el vídeo. La traducción que considero más literal sería esta:

Padre nuestro
que estás en los cielos,
santificado sea tu nombre.
Venga tu reino.
Sea hecha tu voluntad como en el cielo también sobre la tierra.

El pan nuestro, el de cada día, concédenoslo hoy.
Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores.
Y no nos conduzcas a la tentación, sino líbranos del malo.
Amen.

Sí, el “amén” también forma parte de la oración. Mateo, antes del “amén” incluye esta línea: porque tuyo es el reino y el poder y la gloria hacia las edades.

No voy a explicar aquí la razón de cada opción que se ha tomado. Pero el criterio ha sido claro: fidelidad máxima. Si digo "el de cada día" es porque en el original está ese artículo "el". Solo he quitado un artículo, ya que literalmente debería decir: "las deudas de nosotros". 

En los dos sermones, explicaré por qué pienso que este fue el texto original. Por supuesto, yo seguiré rezando el texto de la Conferencia Episcopal. Pero, a la hora de meditar la oración, lo haré con la traducción más fiel.

jueves, julio 25, 2019

Aquella época de los sellos de lacre





Hoy leído algunas cosas acerca de los sellos de lacre en la Edad Media. Interesante la reflexión de un autor de que un sello de lacre no tiene como función representar la realidad, sino que es un instrumento para crear la realidad. El sello autentifica que algo es real. El sello como veritas, como marcador de verdad.

Por eso, no todos tienen sello de lacre. El sello solo lo podían tener (y lo tienen) aquellos que pueden realizar importantes actos de jurisdicción. Si no es así, se convierte en algo decorativo. Se convierte en un objeto sustentado por nada.

Aunque no sea un sello de lacre, siempre me ha causado una sonrisa de conmiseración cuando un sacerdote se ha hecho un escudo presbiteral. Nunca han existido tales escudos a lo largo de los siglos; no todo el mundo tenía derecho a un escudo.

No me parece mal que alguien tenga un sello personal (por ejemplo, de tinta roja) para sellar sus cartas si escribe muchas cartas y quiere embellecerlas.

Los reyes, los obispos, abades, nobles, ciudades importantes podían tener sello de lacre. Ellos realizaban actos que debían ser atestiguados. Y resulta interesante la unión entre texto y sello. El sello como el que atestigua la existencia de una auctoritas. El sello como transmisión de una decisión.

lunes, julio 15, 2019

A mis lectores vascos y catalanes



Ayer tuve una encantadora llamada de una lectora vasca del blog y hablamos del nacionalismo. Tras esa llamada me gustaría añadir unas palabras aquí.

Aunque no voy a repetir lo que ya he dicho, hago protesta (una vez más) de que mi interés en hablar acerca de este tema ha sido desde un punto de vista moral. No puedo desentenderme de la pregunta: “¿Es lícito o no es lícito?”. Porque si fuera lícito, estarían los gobernantes de España pecando al encarcelar a ciudadanos que defienden algo lícito.

Si fuera lícito, estaríamos hablando de derechos. Si fuera lícito, deberíamos pedir perdón a aquellos a los que hemos intentado imponer nuestras ideas. Pero la moral es objetiva, es igual para todos y para todas las épocas. Los dictados de la moral obligan por encima de los partidos políticos, de las ideologías y de las opiniones personales. Lo repito, las opiniones personales no están por encima de la moral. Las opiniones deben adecuarse a los dictados de la moral.

Todos hemos escuchado cientos de veces que hay muchos y muy buenos católicos que son secesionistas. Pero, por mucho que se repita esa frase, la gran cuestión es si existe un verdadero derecho a la secesión. No me importa el número de buenos católicos secesionistas, lo que me importa es la verdad moral, la lógica implacable de la verdad.

Cuando he afrontado esta cuestión, equivocado o no, lo he hecho desde el más escrupuloso deseo de buscar la verdad, de que no me traicionaran mis prejuicios, de que nunca nadie me pudiera echar en cara el haber abusado de mi función como pastor de almas para imponer mis ideas opinables sobre las de otros.

Durante años, evité esta cuestión. Pero la intervención de las fuerzas de seguridad del Estado, la detención de varios cargos electos y la posible aparición (en el futuro) de la violencia me obligaron en conciencia a emitir un juicio moral sobre el mismo núcleo del asunto. Cosa que, durante años, repito, evité.

Y ahora voy al tema que iba ser el post de hoy, lo que pasa es que en el preámbulo (iba a ser solo un párrafo) me he alargado.

Ayer hablamos por teléfono de don Mateo Múgica, obispo de Vitoria (es el que aparece en la foto de arriba en este post), y del cardenal Vidal i Barraquer, arzobispo de Tarragona. Los dos únicos que no firmaron la Carta Conjunta del episcopado de España, del que ellos eran parte.
        
Pues bien, del obispo de Vitoria, solo voy a dar un dato entre varios y es el documento que se radió en el País Vasco con su aprobación y en el que se dará un juicio episcopal acerca del hecho de los católicos carlistas estuvieran luchando en el frente contras los católicos nacionalistas vascos. El obispo dirá estas palabras impresionantes:

No es lícito, en ninguna forma, en ningún terreno, y menos en la forma cruentísima de una guerra, última razón que tienen los pueblos para imponer su razón, fraccionar las fuerzas católicas ante el común enemigo.

Menos lícito, mejor absolutamente ilícito es después de dividir, sumarse al enemigo para combatir al hermano, promiscuando el ideal de Cristo con el de Belial, entre los que no hay compostura posible.

Impresionante. Sencillamente, impresionante. Y este es el obispo al que todos los documentales presentan como enemigo de la Carta Conjunta.
El que quiera puede leer un artículo mucho más largo (con muchos más datos) en la prestigiosísima revista Hispania Sacra en el que aparece, además, la alocución entera que se leyó en la radio:


El otro prelado que no firmó la carta de todos sus hermanos obispos (vivos) fue el cardenal Vidal i Barraquer, del que también se ha querido hacer un símbolo independentista y también siempre aparece mencionado en todos los documentales, los cuales repiten que no todos los obispos apoyaron a Franco.

De este cardenal ya hablé largamente en otros posts. Solo repetiré sus mismas palabras: “Deseo vivamente que triunfe Franco”. En este link se pueden tomar muchos más datos acerca de esta cuestión:


¡¡Y estos eran los dos paladines antifranco!! Cómo se manipula todo en los documentales pagados (con el dinero de todos) por nuestro régimen socialista.

En fin, he escrito este post para completar mi conversación de ayer. Yo siempre respeto a las personas. Las personas son respetables. Todas las ideas no son igual de respetables.

El nacionalismo independentista puede ser una fuerza que se desarrolle en muchos países europeos. Puede acabar siendo una ideología que prenda incluso en muchos países latinoamericanos.

Los pueblos harán lo que quieran, pero el Estado de Derecho está investido de toda la legitimidad para imponer el orden de la Ley allí donde se conculque el orden constitucional.

En España no hay presos políticos. No existe el derecho a la secesión. Y Tarragona y Bilbao son tan parte de España como Córdoba y Segovia. Los derechos no son un menú servido sobre la bandeja del relativismo moral para que cada uno se sirva según sus gustos.

jueves, julio 11, 2019

Obispos, obispos, obispos





Mañana hablaré de mi visita al Monasterio del Paular. He compartido con ellos la festividad de san Benito. Siempre que he entrado bajo su techo, he sentido verdadero afecto de parte de su prior y de su comunidad. No solo hospitalidad, sino verdadero afecto.

Ni hoy ni mañana pondré fotos de la gente que estábamos. Siempre soy respetuoso de la intimidad de las personas. Si en los próximos días pongo fotos con más gente serán las que se vayan a subir a la web del monasterio.

Ahora sigamos con el post sobre los obispos que viene de ayer.

............................................

El obispo nunca debe crear una cierta distancia entre él y el sacerdote que le habla. Algún prelado puede pensar que para reafirmar su autoridad es bueno no dar excesivas confianzas.

Craso error. Error que ha causado muchos sinsabores y ningún fruto. La simplicidad, la afabilidad, la cercanía siempre son virtudes en el que debería ser padre de los sacerdotes.

El obispo puede actuar con la máxima sacralidad en los grandes pontificales. Cuando ejerce como sumo sacerdote de su diócesis, puede revestirse con la mayor magnificencia.

Pero, acabado el acto litúrgico, sus vestiduras son sencillas como las de cualquier sacerdote: una simple sotana, una cruz pectoral, un anillo. Precisamente por esto, soy de la opinión de que es bueno tener una crux pretiosa para las grandes misas y un anillo especialmente bello y rico para los actos litúrgicos. Pero, en la vida ordinaria, el pectoral y el anillo, deben respirar sencillez. Sobria belleza, pero nunca lujos que expresen jactancia.

Con esto no digo que no se vista con la sotana filetata o con la sotana de color fucsia en ocasiones. De ningún modo digo eso, porque cuando el obispo se viste con esas sotanas especiales lo hace como servicio, es decir, lo hace para dar más esplendor a un acto. Y, por supuesto, que otorga más prestancia a un acto vistiendo de un modo especial.