viernes, enero 31, 2020

Ya he acabado de ver la película



Ya he acabado de ver Los dos papas, o, dicho de otro modo, más de dos horas de propaganda para esos cristianos que parecen salidos de celebrar la boda entre Siri y Alexa. No tengo más que añadir a lo que escribí, salvo hacer mención del comentario de Darío ayer, copiando la carta de un exguardia suizo. Lo que transcribió me parece una aportación extraordinaria a este tema. Gracias, Darío. Para todos nosotros, tu comentario ha sido muy notable.

Si yo llegara a papa, los comentarios serían distintos: Tenía un botón como el señor Burns debajo de la mesa; si lo pulsaba, entraba una monja mordedora; llevaba bastón, pero lo usaba, más bien, para dar bastonazos a la servidumbre; como Nerón nos hacía escuchar sus “conciertos” hasta que le entraba sueño; una mujer tiró de su mano y casi lo hizo caer, él le arrojó toda el agua bendita que llevaba en el acetre. Todas las televisiones han retransmitido la escena, una y otra vez, a cámara lenta; suele pasar la mitad de sus vacaciones con Putin en Siberia y la otra mitad con Trump en Florida.

jueves, enero 30, 2020

Los dos papas, 2ª parte



La aportación de Juan Julio al tema del post de ayer fue inmensamente relevante. Muchas gracias. He seguido viendo la película en la cena y en el desayuno. Me he dado cuenta de que el esquema del escritor del guion ha sido presentar dos bandos enfrentados (Iglesia cerrada e Iglesia moderna) y, tras eso, ir mostrando puntos aspectos humanos, tratando de que el espectador se involucre con los personajes. El guion presenta un Benedicto cerrado y anquilosado ante el mundo actual, y después lo va redimiendo al mostrarlo como favorable a la elevación de Bergoglio al papado. La historia de la película es eso y solo eso. Muchas cosas narradas que únicamente conducen a eso.

Sinceramente, es una simplificación tanto de Benedicto como de Francisco. Incluso la mente del papa Francisco (la película está a favor de él, como si fuera un partido de fútbol), no está reflejada en las simplificaciones ofrecidas.

Es curioso, en 1989, en el seminario, pensaba que el cristianismo sería irrelevante en la sociedad secularizada del futuro. Pensaba que nadie se acordaría de nosotros. Ha resultado todo lo contrario. No hay día que no nos den un sermón a través de una película o una serie o un periódico. El cristianismo está más presente que nunca en los medios. Pero está presente para cambiarle la esencia. 

Esta sociedad nos exigirá que cambiemos el núcleo. Y lo hará en nombre de la libertad. Los dos papas es solo otro eslabón de la cadena. Su veneno está diluido, pero es veneno. Por muy dulcificado que esté, uno de sus ingredientes es veneno.

miércoles, enero 29, 2020

Los dos papas, 1ª parte



Un alma caritativa se ha apiadado de mí y me ha pasado la clave de Netflix para ver Los dos papas. Llevo vista media hora. Fotografía clara, buena interpretación, la historia discurre con agilidad, se nota que se ha puesto dinero en la ambientación. Pero los diálogos son falsos diálogos de cardenales. Esto es tan poco verdadero como aquel Diario de un cura rural de Bernanós. Dicho de otro modo, se tiene ya el discurso de lo que se quiere decir (Iglesia moderna, Iglesia inmovilista) y los personajes son meros vehículos de esos discursos. Esa receta nunca es buena para una gran novela.

El camino para una buena novela es justo el contrario: partir de una persona real, tangible, concreta. Aunque sea una obra de ficción. La buena novela se adentra en una historia concreta, con todos sus matices, con su psicología.

Alguien me dirá que se reflejan bien las psicologías de Benedicto y de Francisco. Bueno, compárese el resultado con personajes como Pulp Fiction o Jackie Brown, por no poner ejemplos eclesiásticos como La misión o Becket. En Los dos papas todo el armazón de los personajes no deja de tener algo de decorado. El olor a pintura nueva resulta imposible de sentirlo. El Julio II de El tormento y el éxtasis es auténtico, veraz. El guion de esa película de 1965 es una patata frita, una total pérdida de tiempo, pero el personaje de Julio II es formidable. El personaje de Miguel Ángel, a su lado, otro desastre.


martes, enero 28, 2020

Cuestiones hospitalarias, 4ª parte y última



Aunque este tema de las pequeñas cuestiones hospitalarias podría alargarse, he decidido que este será el último post.

Primera cuestión
Un problema que se plantea a los capellanes que viven en ciudades es qué hacer con los guantes cuando se han usado para ungir a alguien. Los algodones con los que un sacerdote se limpia los dedos tras la unción (en el bautismo o en la unción de los enfermos) se guardan en la sacristía y después se queman. Tirándose la ceniza a un jardín o a la basura.

El problema es que no es lo mismo quemar unos cuantos algodones que varias docenas de guantes cuando el sacerdote vive en un piso y no tiene ningún jardín donde hacerlo.

En esos casos, lo mejor es depositar esos guantes en el recipiente que hay en la habitación con objetos que van a ser incinerados. Mejor sería incinerar esos guantes aparte, pero no resulta indigno hacerlo con las demás prendas. El final para esos guantes, la incineración, es digno. Mientras que sacar de forma habitual guantes con bacterias resistentes es un problema: no solo por la cantidad, imposible de quemar en un piso, sino también por cuestiones sanitarias. Sin escrúpulo, el sacerdote puede obrar de esa manera.

Segunda cuestión
Ya he dicho que, en cualquier parroquia, los algodones usados para limpiar los dedos tras una unción lo normal es quemarlos. ¿Por qué? Para no arrojarlos con la basura. Es un modo de honrar ese sacramental.

Ahora bien, en un hospital, el número de algodones usados puede ser bastante alto. Y en un piso no es posible quemarlos con facilidad. Resulta posible en un balcón, pero es algo que llamaría la atención de los vecinos. En mi hospital hay una unción cada tres días, como media.

¿El sacerdote puede limpiar su dedo índice, discretamente, en el borde de la sábana, por ejemplo, cerca de los pies de la cama? En mi opinión, sí. Se puede hacer eso sin caer en un desdoro a esa materia sacramental.

Esas sábanas serán lavadas de un modo digno. No se mezclan con la basura. Me estoy refiriendo a la unción dada a personas sin bacterias resistentes.

Pienso que limpiarse el dedo en esa sábana limpia que después va a ser lavada es un modo que no afrenta a la dignidad del sacramento. Mejor sería usar algodones y reservar esos algodones. Pero, en un hospital, la cantidad al cabo del mes puede ser lo suficientemente grande como para ser un problema quemarlos en un piso. Usar una tela que va a ser lavada de un modo industrial pienso que se asimila a la incineración. No veo gran diferencia entre quemar un algodón o lavar una tela.

Tercer caso
¿Qué hacer con el agua tras lavar los purificadores? Esto no sería necesario explicarlo. Pero, para que quede completo este apartado, lo menciono. Los purificadores, corporales y manteles del altar se introducen en un balde de agua. Se lavan a mano, sin jabón, en esa agua. El agua se puede depositar en macetas si la persona que los lava vive en un piso. Mejor es repetir la operación y obrar con la segunda agua de la misma manera. Después del segundo lavado sin jabón, ya pueden lavarse normalmente echando el agua por el fregadero.

Yo incluyo también en este grupo de telas al velo del cáliz si hubiera de lavarse. Pues el velo entra en contacto a menudo con el purificador al final de la misa.

Si una casulla o cualquier otro ornamento litúrgico se ha de desechar, debe quemarse. Lo ideal será enterrar las cenizas en un jardín de la parroquia, pero pueden arrojarse a la basura si se careciera de este.

lunes, enero 27, 2020

Cuestiones hospitalarias, 3ª parte



Cada vez es más frecuente que en un hospital haya enfermos con bacterias resistentes. Enfermos que hay que aislar. En mi hospital, como en todos los demás centros hospitalarios de Europa, son bastantes. Es normal que en cada pasillo haya unos cuatro aislados.

 Si uno da la comunión a un enfermo contagioso por contacto, puede tomar la forma de la teca porque si no ha tocado absolutamente nada de la habitación, el guante está “limpio”. Pero si ha dado la comunión al enfermo, no puede después dar la comunión a otra persona con ese mismo guante.

La razón está en que, al comulgar el enfermo en la boca, habrá micropartículas esparcidas por la respiración que irán a parar a las yemas de los dedos del guante. Si toma otra forma con esos guantes, contaminará otras formas.

¿Qué hacer en ese caso? Muy sencillo, dar la comunión primero a los acompañantes sanos de esa habitación y por último al enfermo portador de esa bacteria. Como esos enfermos están aislados solo hay uno por habitación.

Pero recuerde el capellán, porque esto es muy importante, que nunca debe volver a tomar otra forma con esos guantes si ha dado de comulgar al enfermo. Esto es esencial. Pues será imposible que no toque otras formas con las yemas del guante.

Sin embargo, una buena noticia. El capellán puede entrar en la habitación de un aislado por contacto a saludarle, a charlar, mientras no toque nada de la habitación ni se siente. Yo entro a todas las habitaciones de esas personas a saludarlas. Lo he consultado con varios expertos del hospital: si no toco nada, si no me siento, si no rozo mi bata con las sábanas de la cama, no hay ningún peligro.

Pero solo entro a saludar a los aislados por contacto y presentarme si la habitación está entreabierta y la puedo abrir empujando discretamente con el codo o el pie. Pues el pomo de la puerta probablemente está contaminado. Si los familiares siguieran estrictamente las reglas, no estaría contaminado. Pero será muy difícil que ellos, entrando y saliendo varias veces, las sigan.

Otra cosa distinta son los aislados por contagio aéreo. En esos casos, suelen ser infectados de tuberculosis, es mejor no visitarlos salvo que lo pidan o estén en peligro de muerte. Salvo en esos dos casos, hay demasiado peligro de portar el virus fuera. Además, muchos hospitales cuentan con un teléfono interno para hablar con ellos.

Con estas normas que he dicho, se podría atender incluso a un enfermo del virus del Ébola. Ahora bien, en ese caso sería mejor llevar un poco de óleo en un envase desechable y la forma en un pañuelo de papel que también se dejaría en el recipiente de los objetos que van a ser incinerados.

En África, en caso de muchos enfermos ingresados por Ébola, sería mejor tener un recipiente del óleo para uso de los ya infectados, guardando ese recipiente en una caja especial en la sacristía. Sin mezclar nunca ese óleo con el otro óleo. Y requiriendo ayuda del personal sanitario para meter el recipiente del óleo en una caja sin contaminar el exterior de la caja.

domingo, enero 26, 2020

Cuestiones hospitalarias, 2ª parte



Qué hago yo si administro la unción de los enfermos a un paciente contagioso por contacto porque tiene una bacteria resistente.

En ese caso, no solo se han de usar guantes para administrar la unción, sino que, además, se debe usar un dedo para la unción de la frente y otro dedo para la unción en las manos. Eso se hace así para no volver a meter el mismo dedo en el recipiente del óleo. En cuyo caso, el óleo quedaría contaminado. ¿Por qué? Porque el dedo que ha tocado la piel sería introducido en el óleo que se usará para administrar el sacramento a otros enfermos. Pero si cada vez se introduce un dedo, se evita esa posibilidad.

Hay que tener en cuenta que hoy día la mayor parte de las bacterias resistentes se contagian por contacto. Y esas bacterias complican mucho la vida del enfermo y sus familiares. Todo esfuerzo por parte del capellán para no sacar la bacteria fuera vale la pena.

Acabado el sacramento lo lógico es lavarse las manos con jabón y desinfectar el recipiente del óleo con el líquido bactericida que el hospital provee.

Lo mejor es conocer de memoria la fórmula esencial del sacramento, pues si se introduce el ritual hay que pasar páginas y solo un sacerdote muy cuidadoso evitará que sus dedos tras dar la unción toquen las páginas.

No hace falta saberse todo el ritual de memoria, basta con conocer la fórmula esencial, y antes de ello imponer las manos (sin tocar el enfermo) y recitar de memoria parte del ritual. El ritual incluye una liturgia de la palabra: no es difícil aprender un texto breve de memoria.

Puede parecer que soy muy escrupuloso en esta materia, pero de ninguna manera el capellán del hospital puede convertirse en un vector de contagio en el hospital. Así que cuando entro en una habitación con alguien que padece una bacteria resistente, no toco nada de la habitación. Absolutamente nada. Ni dejo nada apoyado en el lugar. Voy con los guantes puestos, doy la unción y me saco los guantes. ¿Por qué me saco los guantes en ese momento, tras la unción? Pues lo hago para no tocar el recipiente del óleo u otros objetos con el mismo guante que ha tocado el enfermo. Puesto que tras la unción voy a cerrar el recipiente del óleo; y si llevo ritual, voy a tocar el ritual.

La medida profiláctica es muy sencilla: Lo que toque el cuerpo del enfermo tiene que arrojarse en el recipiente para su incineración. Todo lo que saque de la habitación no debe haber estado en contacto ni con el enfermo ni con ningún objeto de la habitación. Si lo ha estado, hay que desinfectarlo.

Recapitulando, si el único momento de contacto con el enfermo es la unción, llevo guantes hasta ese momento. Después me los saco y continuo sin guantes, pero ya no voy a tocar nada de la habitación ni al enfermo. En ese caso, pido a un familiar que me abra la puerta de salida.

Les explico: “Ustedes ven el engorro que es la bata desechable, los guantes, etc., no quiero llevar la bacteria a otra habitación”. En ningún caso, nunca, un familiar se ha molestado. Al revés, siempre me han agradecido que me tome tanta molestia para no llevar la bacteria a otro paciente.

Sea dicho de paso, una única vez uno se molestó en seis años: era un sacerdote. Ya se ve que en casa de herrero, cuchillo de palo.

Conclusión:
1. El dedo que ha tocado la piel de un enfermo contagioso, no puede ser introducido en el santo óleo. Hay que usar otro dedo.
2. La mano que ha tocado algo de la habitación no debe tocar ni el recipiente del óleo ni el ritual. Salvo que después lo desinfectemos.

Por esta razón, en esas habitaciones, no uso estola. Es difícil que la estola, al inclinarse el sacerdote hacia el enfermo no toque las sábanas del paciente.


sábado, enero 25, 2020

Cuestiones hospitalarias, 1ª parte



Hace algún tiempo recibí una consulta de un laico que ayuda en un hospital acerca de qué hacer si una forma consagrada cae al suelo. Ponto aquí mi respuesta porque pienso que puede ser de utilidad a más laicos que llevan la comunión a enfermos.

Si una forma cae en un lugar sucio, no es necesario que la consuma ni la persona ni el ministro. Eso es algo que, en mi hospital, ocurre más o menos una vez al año. Os digo lo que hago. Y voy a explicar dos posibles casos.

Caso 1. Caída de una forma.
Recojo la forma, en un pañuelo limpio de papel. Al llegar a la sacristía, tengo un frasco de cristal (con una etiqueta), deposito en el frasco la forma y el pañuelo. La razón está en que el pañuelo de papel resulta imposible de lavar. Coloco agua en el frasco.

El frasco queda en la sacristía, lugar sagrado, pero en un rincón discreto de un armario. Pasada una semana o dos, el contenido lo entierro en una maceta de la capilla, una maceta bastante grande. Obrando de esta manera, de nuevo, los restos quedan en lugar sagrado hasta que desaparezca la especie eucarística. El agua del frasco la echo sobre el lugar donde he enterrado los restos en la tierra de la maceta. Enjuago el frasco por segunda vez y vuelvo a echar el agua en el mismo lugar.

Caso 2. Caída de todo el contenido de una teca.
Me consta que, a varios ministros, alguna vez, les ha sucedido que se les ha caído al suelo de la habitación del hospital la teca con todas las formas. ¿Qué hacer si todas las formas han caído al suelo? (La teca es el recipiente metálico donde se portan las formas consagradas.)

En ese caso, yo hubiera colocado de nuevo todas formas en la teca. Echándolas al frasco, antes mencionado, todas ellas y llenándolo con agua. Después desinfectaría con alcohol la teca. El alcohol (con partículas) se echa en la tierra de una maceta de la iglesia.

Una vez desinfectada la teca la hubiera lavado con abundancia de jabón. Después, la hubiera dejado, abierta, un par de días situada en un lugar donde le den los rayos del sol, al lado de una ventana. El alcohol, el jabón y el sol no dejarán contaminación biológica alguna.

Pasada de una semana a dos semanas, con el contenido del frasco procedería como en el caso 1.

viernes, enero 24, 2020

Noticias frescas sobre Wuhan


El Medical Institute de Harvard ha dado ya con la máscara más adecuada para lidiar con este coronavirus.



Varios médicos chinos acercándose a atender a los pacientes.


La primera médica residente que analizó las muestras (y que no dio la voz de alarma) alegó: "Creí que eran salchichas".


El Comité del Partido Comunista de Wuhan ha repartido este folleto informativo.


Esto sí que es un retrato magnífico



Dada la situación en China, he tomado las siguientes medidas.

Anular el viaje a China con Leonardo y Malu que teníamos previsto.

No comer, hasta nuevo aviso, nada de serpiente. Sustituyéndola, por ejemplo, por pavo o por gambas.

Tirar a la basura todas las sopas en polvo de murciélago de la compañía Wuham & Brothers.

Como medida higiénica, ducharme cada dos semanas (en vez de cada domingo), en la esperanza de que la grasa forme una capa protectora alrededor de los poros de mi cuerpo.

jueves, enero 23, 2020

Preocupación

Sinceramente, lo del coronavirus de Wuhan me tiene un poco intrigado. Hay dos posibilidades. 1ª, si los datos son solo los que ha ofrecido el gobierno chino, la reacción ha sido excesiva. 2ª, que las cosas, realmente, sean más preocupantes de lo que se ha dicho.

Yo ya he conocido tres alertas sanitarias de este tipo. La gente ya no se acuerda de otro coronavirus que mató a unas 700 personas, el SARS. Y, francamente, lo de ahora no se había visto nunca. Las cajas, ciudades de millones de habitantes incomunicadas por tierra y aire, cierre de la Ciudad Prohibida...

¿Antes se pecaba, pero la fe se mantenía incólume?



Una pregunta al P. Fortea: ¿Alguna vez en la Iglesia imperó la confusión y se tuvo tanta tolerancia a la herejía como hoy?

Porque se condena con firmeza la pedofilia, la contaminación ambiental y demás cosas que, aunque deben ser tenidas en cuenta y condenadas, no son nada comparadas a la herejía y la heterodoxia, porque estas últimas ponen en riesgo la salvación eterna de millones de personas.

Me parece que la respuesta es "no", pero quisiera saber su opinión.
Si bien antes de toleraron un montón de cosas execrables, no creo que la herejía haya tenido el lugar que tiene hoy.

Se que a Honorio I se lo declaró hereje después de muerto, pero creo que, ni siquiera él, dio tanta permisividad a las divergencias en cuestiones doctrinales fundamentales como hoy.

Ojalá pueda iluminarnos sobre esto.

¡Un saludo!

Estimado lector: La pregunta que has planteado es muy interesante. Con lo que voy a decir, no pretenderé zanjar la cuestión, pues es un tema sujeto a discusión.

¿En qué sintetizaría mi opinión antes de ir a los detalles y al análisis de los datos históricos? La sociedad de la Edad Media es como un joven de 18 años que no vive la pureza y que abusa del alcohol, pero que sigue yendo a misa los domingos y que mantiene su fe. La sociedad de nuestra época se compara a un hombre maduro, más reposado, incluso más razonable, con costumbres más sanas, pero que ha perdido la fe.

En esta afirmación se sintetiza lo que pienso. Partiendo del hecho de que estoy de acuerdo de que nuestra generación de católicos está viviendo un hecho cualitativamente diferencial, de que una parte no despreciable de los cristianos practicantes ha sucumbido a principios incompatibles con la fe recibida; partiendo de ese hecho global, sí que podemos observar que el error teológico, en siglos pasados, se extendió más de lo que creen algunos.

Cierto que la fe, al final, se irguió como un monolito alrededor del cual se movían las malas costumbres, pero que esas ranas y culebras no llegaban a arañar la piedra, cierto. Pero en un número nada despreciable de eclesiásticos sí que quedaron contaminados por el error en siglos pasados. En eso hay que distinguir entre el resultado final (el monolito) y la cantidad de enfermos alrededor de ese monolito.

Veamos hasta dónde llegó la enfermedad. Desde luego, más de la mitad de los obispos franceses eran galicanos en el siglo XVI y XVII. En lo peor del periodo del Ancient Regime, pudieron llegar a ser tres cuartas partes. Esa época la conocí bien cuando escribí mi libro Obispo reinante. Una Iglesia muy grande la de ese reino, pero enferma: grande y enferma.

Otro dato para reflexionar, en esa época y en otras de la Edad Media, muchos clérigos que no vivieron la castidad no sintieron que hubiera sido mejor que hubiera regido una distinta la ley moral. Simplemente se consideraba que esas leyes morales tan santas, tan nobles, en la práctica, no se aplicaban a una época en más relajada, menos heroica. Cierto que no se cambió la ley, pero la mala costumbre estaba tan generalizada que no se consideraba que fuera necesario hacer cambios en la “lista de ideales”.

Cuando alguien me dice que lo de ahora nunca se ha visto, tiene razón (es un hecho peculiar nuestra situación), pero hay que recordar que un san Agustín ejerció como obispo en una ciudad dividida entre católicos y donatistas con sus propias iglesias y clero. Cuando escribí La catedral de san Agustín descubrí hasta qué punto la vida de ese obispo y de los obispos de toda esa zona africana fue un suplicio. No había noche en la que no existiese el peligro para un obispo de que su catedral pudiese arder.

También la Hispania goda estuvo dividida entre una élite arriana y una población católica durante casi dos siglos. Los obispos para reunirse en concilio no podían hacerlo sin recibir el permiso del rey arriano.

Cierto que ahora hay un peligro real de que parte de las diócesis alemanas caigan en un cisma, pero las controversias teológicas llevaron a que en el siglo V Egipto se pasara al monofisismo y rompiera la comunión. ¿No es esto una situación bastante parecida?

Y si observamos los conflictos internos del Concilio de Éfeso, veremos que a una herejía extendida (entre el clero) se unió un enfrentamiento personal entre obispos tan lamentable que ahora ya no se ven cosas así. Pero ese concilio no fue una excepción, si escucháis mis sermones (están en Ivoox) sobre san Cirilo de Jerusalén, san Atanasio y san Gregorio de Nisa, veréis tres épocas distintas y tres tormentas acerca de la fe. Pero tres tormentas en las que a la disputa teológica se une la más lamentable relación personal. ¿Es esta una época de tranquilidad acerca de la fe? Indudablemente, no. Fue un largo periodo de divisiones y enfrentamientos.

Nuestra época no ha visto nada nuevo frente a las turbulencias del pasado. Lo peculiar, lo que no había sucedido, es esta situación de preapostasía generalizada de toda la sociedad.

El lector se preguntaba acerca de la pasividad de ciertos obispos ante los ataques a la fe por parte de algunos sacerdotes. Tiene toda la razón: ¡la fe debe ser defendida! Las omisiones, en esta materia, son pecados graves. El obispo debe vigilar para que ninguno de sus pastores siembre la semilla del error herético.

¿Antes se pecaba, pero la fe se mantenía incólume? Las malas costumbres siempre han tenido repercusión sobre la salvaguarda del tesoro de la fe.

¿En qué resumiría todo lo dicho?: Por estas tormentas ya ha pasado la Iglesia. Pero, ciertamente, estamos al borde del cisma y la apostasía.

miércoles, enero 22, 2020

Hay excepciones y hay situaciones malas más generalizadas por un tiempo



Estimado Alfonso: No, no sabía que había sirvientas dentro de los monasterios. Había sabido de algún caso al leer la biografía de santa Teresa de Jesús. Pero pensé que era una excepción. Lo que se relata en el libro de Lavrín no era lo normal en los conventos de todo el continente. Analiza una corrupción de la institución.

De hecho, en el libro de esa profesora de universidad se observa el escándalo de los obispos llegados de España y como tanto la curia diocesana como los mismos franciscanos se esforzaron por reformar esa situación. Y, al final, lo lograron. Pero, insisto, no podemos confundir una situación concreta de los conventos de un país con la generalidad.

De uno de ellos, creo que era un obispo, no lo sé porque la cita la tomé hace una semana del libro de Asunción Lavrín, decía:

Afirmaba haber sufrido, igual que todos sus predecesores, la pena de ver el desordenado uso de los ingresos privados de los conventos; la compra y venta de celdas, y el enorme número de sirvientas y seculares. El último rubro, en particular, le causaba el mayor desasosiego. Decía que en conventos con 100 monjas solía haber más de 200 sirvientas que contaminaban el ambiente claustral con sus vanidades, chismes y malas costumbres. Las sirvientas, según él, eran especialmente despreciables en Nueva España

Lo que me hizo gracia fue observar la defensa de la situación por parte de las interesadas. Las citas son del mencionado libro de Lavrín:

Las clarisas argumentaron a su favor que las súbditas de “estas provincias”, refiriéndose a la Nueva España y posiblemente a todo el Nuevo Mundo, no ignoraban las constituciones de la religión ni las bulas apostólicas, aunque “aquí no es como en Castilla”. Toda propuesta de cambio en su forma de observancia debía ser congruente con “la calidad de la tierra y costumbres”.

Lo de la calidad es graciosísimo. Y añadían estas defensoras de la situación:

Regresar a una forma de vida más simple, la que se pensaba que había sido observada por las primeras comunidades cristianas, parecía anacrónico y fuera de lugar en el siglo XVIII.

¿No vemos aquí algunas luces para el tema del sínodo alemán?

martes, enero 21, 2020

Futuro y pasado



Hace unas semanas, como ya os dije, leí sobre las religiosas mexicanas del siglo XVIII. Del libro Las esposas de Cristo de la profesora Asunción Lavrín, entresaqué algunas citas que hoy pongo aquí:

Las familias más solventes acostumbraban encargar un retrato de sus hijas vestidas para su profesión final. En el siglo XVIII la moda era cubrir la cabeza con un alto tocado con forma de corona de flores de cera.

El sermón de la profesión formaba parte del rito ceremonial: un comentario de coronación dirigido a los asistentes que hablaba sobre el temperamento espiritual de la monja y el significado de su profesión. El sermón del sacerdote era, sin duda, un signo de opulencia que los padres de monjas profesas adineradas se daban el lujo de costear e incluso de mandar imprimir posteriormente.

Otra cosa que me sorprendió de la obra de Lavrín fue la presencia de sirvientas:


Orar, hacer labores de aguja, tocar instrumentos musicales, cantar y asistir en los trabajos conventuales diarios fueron todas ocupaciones aceptables para las monjas profesas; pero en torno a los velos negros y blancos innumerables sirvientas y esclavas personales se esforzaban diariamente en el convento, sirviendo a sus señoras y realizando los trabajos más pesados del claustro. incluso las capuchinas y las órdenes descalzas tenían sirvientas para realizar los trabajos más degradantes de la comunidad. 


Santa Teresa de Jesús insiste en que el convento en el que ella había profesado era un lugar relajadísimo. Lo llega a llamar “Babilonia” con gran sentido del humor. Pero estos otros conventos no se quedan a la zaga. Obsérvese lo que sigue:

Las sirvientas provenían de los estamentos sociales más bajos de toda la población; generalmente eran mujeres indias, mestizas o de ascendencia africana, cuyas familias veían en el convento un sitio seguro para trabajar y vivir a cambio de comida y refugio. Lo normal era que permanecieran siempre recluidas en el convento y sólo recibieran permisos ocasionales para visitar a sus familias. De hecho, algunas podían pasar su vida entera en el convento sin recibir a cambio otra cosa que su manutención y vestimenta.

Y no se piense que estamos hablando de algo excepcional. Los números nos muestran la decadencia de la vida monástica en esa época y en ese lugar:

En la década de 1660, el convento de Santa Clara en Querétaro era conocido por tener 500 sirvientas cuando su población de monjas no alcanzaba las 100; incluso se permitía a las novicias tener sirvientas. Los obispos y arzobispos peninsulares recién llegados quedaron “estupefactos” al ver la variopinta muchedumbre de mujeres en los conventos grandes, por lo que comenzaron a utilizar el término de “relajamiento” para manifestar su deseo de reducir la población conventual.

Como se ve, ¡una vez más!, todo tiempo pasado no fue mejor.

lunes, enero 20, 2020

Todo por la libertad



La tortilla de patatas me ha vencido. Ya tenía la sospecha de que su aparente sencillez escondía una receta con muchos trucos. En serio, no tengo intención de repetir. Me siento derrotado. A partir de ahora, solo la consumiré en su estado natural, es decir, cocinada por mi madre.

He escuchado a la ministra (y a otros de izquierdas) sobre el tema de los derechos de los padres respecto a los hijos —o mejor dicho, de la falta de derechos sobre los hijos— y no pienso perder tiempo en comentar sus fascismos.

He dicho “ministra” porque no sé de qué es ministra la tal Celaá. Creo que es ministra de la inquisición. De verdad, no bromeo, he visto camaradas-comisarios al servicio de los soviets con caras más humanas que esta robespierre.

Recapitulando



El libro de Kasper La liturgia de la Iglesia está bien como un libro de introducción, instructivo si lo hubiera leído en 1º de teología. Lo mismo Jesús en medio de su pueblo de Jean Pierre Charlier. Tres tomos los de Charlier que se nota que están escritos en la etapa preinternet. La Red ha cambiado el modo de escribir. Hoy día nadie escribe lo mismo que se puede encontrar (y mejor) en la Wikipedia.

La Verdad de Von Balthasar es un libro bueno, pero tampoco me ha aportado nada nuevo. Sin embargo, el Tratado sobre el infierno del mismo autor sí que es un libro óptimo. Se nota cuando una obra es mimada por el autor, cuando un escrito ha preocupado íntimamente.

También he leído un poco sobre Heiddeger en lugares diversos, pero sigo sin encontrarle el gusto. He preferido leer a otros hablar sobre este filósofo para que ellos me resumieran, me recogieran lo mejor y lo sintetizaran, pero nada. Magnífica la obra Historia de los infiernos de Georges Minois.

Diario de lo que he visto
La película El desconocido, española, está bien. Pero bastante lejos de la calidad de Cien años de perdón. La isla mínima y Blancanieves son un must.

Estoy acabando de ver los cuatro episodios de un documental inglés sobre jardines barrocos italianos. Documentales como este nos reconcilian con la televisión.

Diario gastronómico
Lo que voy a decir va a parecer increíble, pero por primera vez en mi vida he hecho una tortilla de patata. El resultado ha sido un frankenstein culinario. Parecían aquellos los escombros de una receta que se hubiera derrumbado. No es que la tortilla se me rompiera, toda la receta se hundió en el desastre. Menos mal que, al final, era patata y huevo y se podía comer.

Por primera vez he intentado hacer un rollup, no sé cómo se llama en español a esto. Es eso que se enrolla con jamón de York, lechuga y algún ingrediente más. No sé cómo se llama a esas formas cilíndricas. Bueno, el resultado ha sido desastroso. Se ve que para hacer algo tan sencillo hay que ver el vídeo. Lo intentaré mañana a ver qué sale.

domingo, enero 19, 2020

Hojeando mi álbum de fotos

Nuevo edificio del arzobispado de Madrid. Tratando de ofrecer una imagen de solidez ante todo.


Pumm, ja, ja, ja.



Mi madre sirviendo la cena un día cualquiera de mi infancia.


Yo aprendiendo a cantar con mis hermanos.


Yo de pequeñito, pero ya tratando de buscar mi lugar en la vida.








sábado, enero 18, 2020

Señor, que guíe a mis hermanos por los caminos de tu Palabra



¿Cuál ha sido la cuestión que más me han preguntado año tras año? Sin ninguna duda, la cuestión de si los maleficios tienen efecto o no.

Este tema es complejo. Tanto que opté finalmente por no tocarlo en mi tesis doctoral. Hasta hace pocos años yo no tenía una total claridad acerca de este asunto. Ahora tampoco tengo respuestas a todas las preguntas, pero creo que puedo decir algo.

Después de mi experiencia y de hablar con muchos exorcistas, después de leer y reflexionar, creo que puedo decir algo. No exagero al afirmar que ningún otro tema me lo he tomado con mayor seriedad y responsabilidad que este. Quizá porque sabía que lo que dijera tendría repercusión en el actuar de no pocas personas.

Y lo que tenía que decir lo he dicho en este vídeo de hora y media de duración:

Esta vez sí que os pido que difundáis este vídeo. Pues este tema aflige a muchas almas. Responder de una manera o de otra a la pregunta conlleva consecuencias. Pero no podía ofrecer paz a las almas si no se la ofrecía en la verdad. Tampoco podía ofrecerles paz a costa de que creyeran que no había peligro donde pudiera haberlo. Ni causar preocupación ni ofrecer paz a costa de la verdad. Solo hay verdadera paz en la verdad.

Ahora, hace ya algunos años, creo que he alcanzado ese punto en el que puedo decir algo. No exagero al afirmar que este vídeo es el fruto de años de oración y trabajo. Por eso, os pido que lo difundáis.

viernes, enero 17, 2020

La higiene medieval. La Edad Media olía a rosas y jazmín.



Gracias a los dos comentaristas por los links de los que nos habéis provisto a todos. Cierto que es un mito este del baño anual (en la Edad Media) que ya está muy inculcado en la mente de los hombres de nuestra época. Es difícil sacar de la cabeza de nuestros contemporáneos ese cuento del baño anual medieval. Menuda tontería. Encima los inquisidores que te mataban por decir que la tierra era redonda olían fatal.

Otro tema, este ya en serio, que me llama la atención era el tema del pudor en la Edad Media. Lo saco a colación por algunos textos que he leído en estas lecturas sobre la higiene. Da la sensación de que el desnudo era considerado con mucha más normalidad que a partir del siglo XVII en adelante. Tanto en iluminaciones como en todo tipo de representaciones, el desnudo en situaciones cotidianas es representado de un modo que ofrece la sensación de normalidad. Debió haber algún tipo de cambio de mentalidad en siglos más cercanos al nuestro.

He hojeado varios artículos sobre temas non sanctos en la Edad Media. Pero he preferido no hacerme eco aquí. Lo que sí que está claro es que los inquisidores que firmaban tu sentencia no apestaban a porqueros.

Post Data I: Hoy he acabado de poner los retratos de todas mis tías monjas. Mañana, después de dos años, habrá otro tipo de imágenes.

Post Data II: ¿Cada cuánto se bañaban los orcos? ¿Y los hobbits? Si metes un hada en remojo, ¿mantiene la capacidad de volar?

jueves, enero 16, 2020

Hoy la cosa va de reyes



Hoy he leído el artículo El rito de coronación del rey en Aragón de Antonio Durán Gudiol. Un artículo muy bueno que explica todos los entresijos de este ritual en ese reino. Lo primero que llama la atención (yo lo sabía por otro artículo que leí hace años) es que el primer rey de Aragón ungido y coronado fue Pedro II. (Todas las citas son de ese artículo.)

Eso fue en 1196 y porque el monarca fue a Roma. Hasta entonces, no hubo coronaciones de reyes aragoneses. Eso puede llamar la atención a los que solo conocen la Edad Media por las películas, pero era así en Aragón.

Otra curiosidad que Durán explica es la siguiente:

El Pontifical romano preveía la elección del rey como acto anterior a la coronación, lo que motivó que el corrector adaptase el texto litúrgico al carácter hereditario de la monarquía aragonesa: en la oración introductoria del folio 62, invocando la bendición de Dios al “rey que hemos elegido”, esta frase es sustituida por “al rey que tenemos”.

Otra nueva curiosidad es esta:
La semana anterior al domingo de la coronación, el rey debía ayunar el miércoles, viernes y sábado. El mismo domingo, previamente a la ceremonia solemne, oía una misa en privado, se bañaba.

Después se vestía con una túnica, una dalmática blanca y una esclavina púrpura bordada en oro. El ritual incluía la unción, la coronación, la entrega del cetro y la del anillo. Tras eso seguía una misa mayor que acababa con cuatro bendiciones con las que se bendecía al rey. Como se ve, el rey escuchaba dos misas esa mañana.

La reina también era ungida, coronada y recibía el cetro con sus respectivas fórmulas. Esto me parece muy bonito porque implica que el rey y la reina, al ser esposo y esposa, forman una unidad. Por eso, muchas veces, recibían en sus salones sentados en dos tronos con los dos coronados.

En 1328, Alfonso IV comenzó la costumbre de autocoronarse y de tomar él mismo el resto de insignias. El prelado oficiante solo le ungió e hizo las oraciones sobre las insignias.

Sermones sobre espiritualidad franciscana


Me contactaron unos terciarios franciscanos para una charla. Por si les era útil, les pasé esta lista de sermones por si les era de alguna utilidad:


Allí pueden encontrar en audio estos sermones con los siguientes títulos:
832-Los franciscanos terciarios
802-La diferente espiritualidad de los benedictinos y de los franciscanos
974-San Francisco

Allí pueden encontrar en audio estos sermones con los siguientes títulos:
1631 Fiesta de la recepción de los estigmas de san Francisco
1644 Solemnidad de san Francisco, año 2018
1822 El comienzo de la orden franciscana
1870 Las llagas de san Francisco
1874 La santidad de san Francisco, 1ª parte
1875 La santidad de san Francisco, 2ª parte

Todos los sermones anteriores están en youtube. He encontrado estos en vídeo:

miércoles, enero 15, 2020

Volvamos a las aguas de la teología



Ayer y hoy he leído unos textos de Rahner y otro de Von Balthasar. Estoy seguro de que el traductor del alemán no entendía lo que leía y si el pensamiento de ambos ya de por sí es complicado, mucho más lo es si el traductor no entiende lo que está traduciendo. Yo ya había oído esta misma crítica de algún profesor de teología, hoy he padecido a los traductores. 

Conociendo, de primera mano, cómo trabajan no pocas editoriales no es de extrañar. La gente piensa que los textos son revisados por varios correctores. La mayoría de las obras no son revisadas ni un por un solo lector antes de su publicación. Lo gracioso es que algunas frases no tenían sentido en español. Había que adivinar cuál era la intención del autor.

Pongo un ejemplo de Von Balthasar. Me he limitado a copiar y pegar:

Después de haber hecho esta rápida composición de
un mensaje más prepascual y otro más postpascual, podemos
decir, resumiendo, a) que los aspectos en los que
supera lo prepascual no puedan ser integrados en un sistema
junto con aquéllos en los que supera lo postpascual, y
b) que el miedo exigido por los primeros textos ante la
posible condena no ha sido superado en manera alguna
por un conocimiento sobre el resultado del juicio.

Obsérvese que la primera frase subordinada —marcada por el “a)”—no tiene correlación temporal. Y en la segunda frase hay que ir adivinando a qué se refiere. Se entiende, pero hay que ir suponiendo.

Es cierto que Rahner y Balthasar son muy profundos. Pero es que el modo en que escriben no ayuda nada. No son nada claros. Se podría haber dicho lo mismo en sus obras sin esas complicaciones que no son de su pensamiento, sino de su expresión.

Ambos hubieran necesitado un colaborador que les indicara que se puede decir lo mismo de forma más transparente. Yo tengo un corrector (más bien diría "colaborador"), argentino, y se lo agradezco al Señor. No voy a decir que se lo agradezco cada día, pero es un tesoro. 

La claridad de expresión es signo de claridad de pensamiento.

Post Data: Me gustaría decir que las aguas de la teología están más tranquilas que las vaticanas. Pero ni una ni otra han estado realmente tranquilas nunca.

Me comentan en Telefónica que ayer no hubo ni un cardenal del planeta Tierra que no llamara a otro purpurado para preguntarle: "¿Has leído las noticias?".

Yo quiero y respeto a los tres. Lo digo totalmente en serio. Lo de ayer fue como han dicho todos los involucrados: un malentendido. Si preguntáis al papa sobre el tema, seguro que dice: "Fue un malentendido".

Eso sí la próxima vez que a mí alguien me pida una colaboración para un libro sobre el demonio, le voy a responder: "¡¡NEIN!!