domingo, enero 31, 2021

Ah, la OMS...

 

El dinero de la OMS no es como el dinero de un equipo de fútbol o de una fundación dedicada a la salvación de obras de arte. El dinero de esa organización pública significa vidas. Pues bien, la directiva de la OMS ha decidido enviar un equipo a Wuhan.

Cualquier virólogo estará de acuerdo en que enviar, un año después, un equipo al mercado de esa ciudad o a su famoso laboratorio es uno de los muchos modos legales que existen en el mundo de gastar decenas de miles de euros. Otros modos que existen son comprar inodoros de oro macizo o usar siempre, en las bebidas, hielo de la Antártida.

Cualquier virólogo que no esté delante de una cámara reconocerá que se podían haber enviado las preguntas por email; y haber hecho nuevas preguntas si las respuestas suscitaban algún interés. Se podían haber pedido los datos que se quisiera durante semanas o meses. ¡Existe el email! (Todavía.)

Pero pensar que un científico chino les iba a ofrecer, cara a cara, cualquier tipo de información que no se la pudiera dar por el conducto oficial de un email es no conocer cómo funcionan las cosas en China. Es desconocer que los científicos chinos también quieren vivir, como los virus. 

Lo tremendo de esta historia es que Tedros Adhanom conoce a los políticos chinos excesivamente bien y mucho antes del coronavirus.

Por bueno que sea un virólogo enviado a China, conocer ciertas cosas requiere un estudio que implica estar sobre el terreno mucho tiempo. Y por supuesto ningún virólogo extranjero va a averiguar nada que no sepan a la perfección los magníficos expertos nativos que llevan allí un año estudiando el tema.

O sea, ¿el viaje no sirve para nada? Exacto, no sirve absolutamente para nada. Lo digo bien alto y bien claro.

Menos mal que no nos costará mucho dinero, ese dinero destinado a salvar vidas. Eso sí, no me queda claro cuántos integran el equipo y he buscado el dato. Pero parece ser, por las fotos de la caravana de coches, que deben ser unas quince personas.

Sueldos: Quince expertos, no cobran como el electricista o el fontanero que viene a casa, cobran un “poquito más”. 

Aviones: No creo que viajen en turista.

Taxis: No basta con dos taxis.

Hoteles: Algo me hace pensar que no van a ir a un hotel sencillito.

Cuarentena: Quince días más días de hotel.

Comidas: toda esta gente come tres veces al día y no van al Burger King.

Son muchos los países que pagan a la OMS sin rechistar. Con lo cual, usted y yo pagamos hasta la lavandería (en el hotel) de toda esta gente.

¿Sabían ustedes que este es el segundo equipo que la OMS ha mandado a China? Pues sí, este es el segundo. Pero es que el primer equipo dio la impresión a los medios de que no sirvió para nada. Impresión completamente falsa: porque el primer equipo sirvió totalmente a los propósitos personales de la directiva de la OMS. Ese propósito, dar la impresión de que se hace algo, es el fin del todas las decenas de miles de euros que se gastarán.

No se preocupen que lo que cueste el envío de este equipo no nos enteraremos en los medios. Y si alguna vez sale alguna cifra en los medios, ya se encargarán de que la cifra real quede repartida en varias partidas.

Pero esto del equipo enviado a Wuhan solo es una gota más en la copa de las insensateces de Tedros. El problema es que ese dinero, justamente ese, debería servir no para forjar millonarios que se jubilen en Suiza, sino para salvar vidas.

sábado, enero 30, 2021

Sábado nublado



No puedo evitar ver defectos en cualquier obra de arte. Pero este retablo es perfecto. No tiene defecto alguno. Es sencillamente per-fec-to. 

Lo que se ve sobre el Crucificado es un óculo con sagrario. Esa es una característica muy propia de los retablos aragoneses: el óculo con sagrario.

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Hoy he tenido un magnífico almuerzo con dos venezolanos. Uno de ellos un gran lector de mis libros. Aunque había leído bastantes novelas mías, me sorprende el interés por la teología que pueden tener algunos laicos. Para personas, como él casadas, la teología puede ser tan apasionante como la literatura policiaca o la de viajes.

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Ese rato tan agradable ha sido un descanso después de la inmersión en el sufrimiento que supone ver a un anciano que llama continuamente a las enfermeras, a cualquiera que le pueda escuchar, pidiendo ayuda, pidiendo que alguien le haga caso. Llamamientos que se escuchan en, por lo menos, un tercio del largo pasillo.

Eso y otras cosas que he visto hoy, algo desagradables, me muestran que el final de la vida tiene algo de purgatorio. Si no para todos, sí para un cierto tanto por ciento de los ancianos. Quizá esta sea una de las realidades de la vida que más me mueve a compasión, a ternura, a tratar de alegrarles un poquito.

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Por la tarde, me he puesto a tomar el sol, en mi habitación, mientras leía dos páginas de El encanto de la vida sencilla y un poco de una obra de Naguib Mahfuz que creo que, otra vez, me va a volver a derrotar. Hay libros que te arrebatan, que te arrastran. Y otros que les das nuevas oportunidades, pero con poco éxito.

Sea dicho de paso, el autor musulmán que más he disfrutado es Omar Pamuk.

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Con mi madre estoy siguiendo la estrategia de darle pena. Que si le llamo más a menudo por si son las ultimas veces. Que si corro riesgo, pero que no se preocupe. Y tal. Me está dando muy buen resultado. Cierto que si esto no es chantaje emocional, poco le falta. Pero, insisto, me da buenos resultados.

viernes, enero 29, 2021

Este es uno de los más bellos retablos que he visto en mi vida (y está al lado de donde yo nací)

 

Lo que más ha propiciado que coma fruta en el último año ha sido la frutería que ha abierto un marroquí en mi barrio. Qué despliegue de frutas y hortalizas.  Además, en su punto, maduritas.

El pan con tomate es un clásico en mi vida desde mi niñez. Pero qué bueno está. Es que no me canso.

La sandía y las fresas lo mismo, me gustan muchísimo. Otras cosas no las tomo porque son caras, pero lo mismo: las frambuesas, por ejemplo.

Ahora bien, ¿cómo tomar fruta si la fruta te aburre, si comerla es una obligación? Muy sencillo.

Yo me preparo de primer plato un batido. El de hoy ha sido media manzana, una rodajita de limón (con piel incluida), canela y un preparado lácteo para el colesterol. Me ha estado riquísimo.

Otras veces, el batido es el siguiente: media manzana, un kiwi, canela y un poco de kéfir.

Otras veces: un pomelo, leche batida sin colesterol (es como el yogur griego) y una cuchara de helado de vainilla.

Con este truco de los batidos, como mucha fruta. Y, además, voy variando de fruta no siempre es la misma.

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Con mi comida en la bandeja, me siento en mi comodísimo sillón y enciendo la tele. Hoy, en el almuerzo, ha sido un documental sobre Egipto (bastante tedioso y eso que era sobre la reina Hateshup). En la cena, ha sido el comienzo de la película Los Tenennbaums, que me está gustando mucho, una comedia.

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Por la mañana me ha llamado un buen amigo que es médico y que ha validado todas mis teorías más innovadoras sobre las vacunas.

Por la tarde un fotógrafo me ha resuelto mis dudas sobre la cámara del iphone. Iphone vuelve a ser mi amigo.

Por la noche me ha llamado un amigo de Washington. Ay, cómo me anima que me repita que Obispo reinante le gustó mucho. Solo por eso creo que lo incluiré en mi testamento. Necesito que me lo digan.

Por la noche, creo que llamaré a una dentista del Opus Dei o a un cura jubilado.

jueves, enero 28, 2021

Dentro de cuatro años, por supuesto, todas las miradas van a estar pendientes solo de un invitado

 Sin duda, es el único que tiene la invitación asegurada. Todos los periodistas van a estar preguntando dónde está en cuanto empiece la ceremonia.






Vistiendo un poquito a las cabezas de las naciones: ni tanto ni tan calvo

 

El otro día, hablaba de cómo en una ceremonia de investidura no estaría mal imponerle un collar que simbolizara su autoridad presidencial.

A eso se podría añadir una banda presidencial. Al estilo de la que lleva el rey Felipe cuando va de gran gala. En esta foto, se comprueba que la sobriedad siempre es nota de distinción.


Y, por último, también me ha parecido interesante un bastón de mando como el que llevaba Pinochet en Chile. (Ya he dejado claro que para mí Pinochet es culpable de infinidad de cargos gravísimos.) Pero pongo debajo la foto de su bastón de mando. (El bastón no tiene culpa de nada. Es completamente inocente.) Sería un objeto que se llevaría solo ese día de la investidura y muy pocas veces más.

 


Esta costumbre del bastón de mariscal no solo la tenían los nazis, también los franceses, los ingleses y, algo parecido (hasta cierto punto), España. Franco tenía el suyo, como se puede ver en las fotos de su féretro, aunque no pongo ninguna porque en todas las fotos el bastón se ve muy de lejos. España, desde el siglo XVI, tiene una larga tradición de lo que aquí se llamaban bengalas.

Este es de Francia.

 


Y este lo lleva en príncipe Carlos.

 


Francamente, soy demócrata, pero a nuestros presidentes los veo como pollos desplumados frente a la estética monárquica. Habría que vestirlos con algún símbolo más. Un poquito de parafernalia no está reñida con la democracia ateniense.

miércoles, enero 27, 2021

Solo Bernie supo insuflar un poco de alegría a una ceremonia anodina

 


Alfonso tenía razón, distintas son las reglas chinas a la hora de nombrar a las personas. Me ha llamado la atención que, al nacer, se le dé un nombre al bebé; nombre que más adelante es cambiado. La regla de que el nombre vaya detrás del apellido, o el a cierta edad se pueda añadir un nombre como homenaje a una persona a la que se admira.

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Ayer me llamaron para darle la unción a una anciana con COVID. Es curioso, llevo años entrando en la zona de urgencias del hospital. Pero ahora, en la zona para personas infectadas, es como si todo el mundo sintiera que hay algo en el aire. Es como si la atmósfera se hubiera vuelto densa, como si hubiera un “algo” invisible.

En mi caso, tengo un cuidado extremo en no tocar nada, en no rozarme con nada, en no sentarme, en no entrar en contacto con las sábanas de la cama. No por mí, sino por el temor de llevar el virus a alguien que ahora está sano.

Cuando doy la unción, retiro el guante de inmediato con el que he tocado al enfermo y lo echo a las cajas de incineración. Ese es el único momento en que toco a la persona. Además, uso un dedo distinto para ungir. Y eso que ese recipiente lo uso solo para enfermos que ya tienen el virus. Agarro el recipiente de manera que los dedos con los que unjo no toquen el recipiente, tampoco al cerrarlo.

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Pero me parece (no estoy seguro) de que ya he debido desarrollar algún grado de inmunidad, porque es imposible que respirando ese aire con tantos enfermos en boxes no entre el virus en mis vías respiratorias. Respiramos el mismo aire que los pacientes. La mascarilla ofrece un cierto grado de protección siempre y cuando que no estés en una sala con treinta enfermos, y una sala sin ventanas.

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Hoy he grabado la quinta charla sobre la Biblia para un curso online. Un recorrido por todas las Escrituras, en seis horas. Ya os avisaré cuando lo cuelgue.

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Hoy he conocido “cierto asunto”. Nunca me sorprende la mediocridad humana porque es algo con lo que siempre cuento. Nunca espero nada de los seres humanos. Por eso, no pueden defraudarme.

martes, enero 26, 2021

Este hombre ha salvado la inauguración presidencial, del tedio.




 

Los nombres romanos en mi novela

 

Como ya os dije estoy inmerso en las correcciones de mi novela. Una de las cosas que he tenido que revisar son todos los nombres de individuos romanos. Os voy a compartir esta cosa porque os va a resultar curiosa.

Veréis, el praenomen solo se usaba en la más estricta intimidad. Cuando a uno le preguntaban el nombre, uno respondía con el nombre de la gens: Antistio, Aselio, Cosinio o Cluentio. De hecho, ni siquiera sabemos cual era el nombre de pila de Poncio Pilato. Poncio era el nombre de su gens. El cognomen era la rama dentro de esa gens, en su caso Pilato.

Pues bien, he tenido que revisar todos los nombres de mi libro porque cada gens tenía sus propios cognomina. Por ejemplo, la gens Caninia tenía las ramas Rebila, Galla, Satria, Salustia y otras. Mientras que otra gens tenía otras ramas.

Es decir, los cognomina no eran intercambiables; cada árbol familiar tenía los suyos. Para complicar más la cosa, hay que ver si ese cognomen existía en la época de san Pablo. Porque algunas ramas de la gens aparecieron siglos después. Para complicar más las cosas también estaban los agnomina, los cambios por adopción (bastante usuales) y otras cosas; porque sí, había más cosas.

Como veis, este sistema para nada tiene que ver con el nombre y dos apellidos que tenemos nosotros. Se trata de un sistema completamente distinto. A esto hay que añadir que las mujeres seguían otro sistema distinto. Los esclavos y libertos tenían reglas diversas a las que he dicho. Los bárbaros que romanizaban su nombre, otras reglas. Y podría seguir con la lista de excepciones.

Aunque os debo confesar que cuanto más me sumergía en estas reglas y normas, más disfrutaba.

El nombre oficial del emperador Nerón fue en latín: Nero Claudius Caesar Augustus Germanicus.  Lo de germánico le viene porque era el sobrenombre del emperador Claudio. Título de honra que había recibido el padre de Claudio (por sus campañas) y que el hijo decidió mantener en su nombre.

lunes, enero 25, 2021

Sí, en la primera pintura también está

 


Ceremonia de inauguración presidencial

Todas las ceremonias de inauguración del presidente de una nación tienen una característica común: ser ramplonas.

Creo que habría que algo más bonito, algo que fuera agradable en los noticiarios de ese día. En el sistema de mi libro La decadencia de las columnas jónicas, yo lo organizaría de la siguiente manera.

En este sistema constitucional, alguien es presidente desde el momento en que lo ha elegido el Congreso y acepta el nombramiento. Pero la ceremonia de juramento se hará unos días después en la fecha que el presidente decida. De tres días a una semana parece un plazo adecuado. Pero todos los poderes los disfrutará desde el nombramiento. La ceremonia tendrá las siguientes partes:

Llegada de la caravana presidencial. Recibimiento en la escalinata del Congreso por parte de una delegación de los congresistas.

Sala noble del Congreso: Situada dentro del edificio, en su cabecera tiene una gran escalinata con tres planos, al modo de Westminster Hall en el Edificio del Parlamento del Reino Unido.

En el plano superior, habrá dos tronos para los monarcas. El rey y la reina estarán presentes representando a la nación. Estarán allí como testigos del acto, sin intervenir en ningún momento. les rodeará la Familia Real y algunos nobles.

En el segundo plano, habrá tres grupos que representarán las tres cámaras, con los congresistas en el centro. Habrá siete miembros en representación de cada cámara. Un pequeño estrado de madera hará que los cuatro sentados detrás (en cada grupo) estén situados un poco más altos y sean visibles desde abajo.

En el tercer plano: A la derecha, estará el presidente y sus acompañantes, los que él decida; unas diez personas. A la izquierda una delegación del Ejército, unos diez generales. Ambos grupos estarán sentados uno enfrente del otro.

En el público habrá cien personas representantes de las instituciones del Estado a un lado de la sala, y otras cien escogidas por sorteo de entre toda la nación, simbolizarán la presencia del Pueblo.

Se evitará que la sala esté abarrotada, pues primará lo estético frente a toda otra consideración.

El presidente de la nación se colocará en el centro y escuchará la fórmula en la que el presidente del congreso (desde el plano superior) le pregunta si jura que cumplirá la constitución: ¿Juráis, etc. etc.? El presidente responderá: ¡Lo juro!

El presidente del senado le pregunta con otra fórmula si jura que se someterá a todas las leyes que ha aprobado y que apruebe el senado. ¿Juráis, etc. etc.? El presidente responderá: ¡Lo juro!

El presidente del tribunal supremo le preguntará con otra fórmula si acatará todos los veredictos y disposiciones del Tribunal Supremo. Jurará de igual modo.

Entonces el presidente del congreso le colocará el collar presidencial. Un collar grande (como el del Toisón de Oro) que tendrá que ser atado a las hombreras del frac. Será bueno que lleve pajarita y no corbata para que el collar resalte sobre la pechera blanca. Las mujeres podrán llevar el collar sobre cualquier tipo de vestido.

Acto seguido, si el presidente de la nación lo desea, darña un pequeño discurso. Se recomienda que no sea más largo de cinco minutos. No habrá más discursos que el suyo dentro de la sala.

En la escalinata del congreso: El presidente tras el discurso sale a a la escalinata del congreso. Allí es presentado como presidente a la multitud, solo eso. Dará otro discurso. Preferiblemente que dure unos cinco minutos. Acto seguido tiene un desfile militar.

Traslado al Palacio Real: Tiene lugar entonces la caravana presidencial hasta palacio. El coche presidencial irá rodeado por la Guardia del Congreso y precedido y seguido por la Guardia Real. Los reyes recibirán al presidente en palacio, ellos habrán dejado el Congreso tras el discurso presidencial de la Sala Noble, para que así en la escalinata esté el presidente y solo él, rodeado de gente, pero sin ningún otro acto que dar el discurso y asistir al desfile. Los reyes saldrán del congreso por la puerta de la segunda fachada, rodeados por su propia comitiva.

En palacio tiene lugar un banquete oficial. Asistirán entre cien y doscientas personas. Se evitará que asistan más personas para que no se masifique. Allí tendrá lugar el brindis final del rey tras la comida, y el tercer discurso del presidente si lo desea, discurso breve como los otros, cinco minutos como máximo. El discurso acabará con el brindis del presidente. De allí pasarán a otra sala a tomar un café. Ya no estarán sentados, sino de pie, pudiéndose saludar y moverse. Y cada uno se marchará de allí según lo desee.

domingo, enero 24, 2021

¡Bernie, Bernie, Bernie!


 


El hospital en el que trabajo. Lugar de nacimiento. Lugar donde, cada día, varios niños abren sus ojos a la luz del día. Lugar de muerte y sufrimiento. El único lugar de esta ciudad donde, de forma continua, la gente pasa de este mundo al otro. Sin duda, debe ser un lugar rodeado de ángeles, un área bajo la mirada de los santos.

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Bernie Sanders nos ha alegrado esa aburrida inauguración con su cara enfurruñada y la impresión de frío que daba. ¿Qué fue lo más significativo de la ceremonia de ese año? ¡¡Bernieee!!

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A consecuencia de las reuniones de navidad y de la nueva cepa británica, hay muchos más casos de COVID. Pero ni siquiera el marzo el sistema colapsó. Ese verbo siempre se está repitiendo. El sistema sanitario sostuvo una colosal presión, pero nunca colapsó. Según el diccionario, colapso: destrucción, ruina, paralización.

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Me he inventado en estos dos años dos chistes médicos, de mi cosecha.

Chiste 1: Llaman por teléfono a Hematología y le responde la enfermera: No, aquí no criamos manatíes.

Chiste 2: —¿Me está llamando fascista?

—No, caballero, solo le he dicho que tiene en el pie una fascitis.

Lo de Bernie Sanders ha sido una fiesta para los creadores de memes

Si lo que quería era dar la imagen de viejecito enfurruñado y con frío, lo consiguió del todo. Pero sobre todo es que es la típica imagen de auténtico antipático que aman los creadores de memes. Es perfecto e insuperable a la hora de expresar frío e insatisfacción.






 

Examenes

 

sábado, enero 23, 2021

Comparando el Levítico con los ritos sacrificiales helénicos

 

Ayer tuve una larga conversación, más de una hora, con un profesor de griego. Le había hecho una pregunta acerca de los sacrificios griegos. Revisó entre sus libros y me contestó según lo que en ellos estaba escrito; aunque la cosa no estaba totalmente clara. Pero después, con lo que él siguió buscando (sin interrumpir la llamada) y lo que yo, por mi cuenta, me puse a buscar, llegamos a una conclusión segura.

Resulta que, en mi novela, había puesto a Pablo paseando delante de un sacrificio griego. Y se había quedado mirando. La cuestión era qué se hacía sobre los altares.

Pues bien, en los altares griegos y romanos que pudo ver san Pablo, se colocaban unas cuantas maderas encendidas o unas brasas y se ponían encima unos pequeños trocitos de carne.

Mientras él seguía buscando textos latinos y griegos, yo miré ánforas, frescos y relieves. No fue fácil encontrar altares con las ofrendas encima. Pero todos eran coincidentes, sobre el ara solo ocurría lo que he dicho.

La superficie que se llenaba con madera ardiendo o con brasas no era superior a un palmo de diámetro si hablamos de una superficie circular. Y digo superficie circular porque, en el siglo I, ya había muchos altares que delimitaban con un reborde la parte donde se colocaba la ofrenda.

Es cierto que los altares antiguos eran más anchos (y más bajos) y allí sí que había una verdadera hoguera. También de esos queda constancia en pinturas. Pero, en el siglo I, ya no eran así; aunque había alguna excepción, como el altar principal de Olimpia; un altar totalmente arcaico y peculiar.

Lo que no tengo claro es si los romanos derramaban la sangre de la víctima alrededor de la parte donde iban a colocar la ofrenda, o en el lugar donde iban a colocar las brasas. Recogían la sangre y la derramaban, eso es seguro. ¿Pero la echaban donde iba a ir el fuego o en torno a él? 

En esa escena de mi novela, me dedico a comparar los ritos levíticos con los helénicos. Lo hago con gusto, sin prisa. Pablo mira, comenta.

viernes, enero 22, 2021

Esto, aunque parezca increíble, es un fresco romano: un cocodrilo

 

Ayer mi querido corrector de la novela (la única persona a la que literariamente debo obediencia) me señaló que el nombre Sion no lleva tilde. El ser humano es el único escritor que tropieza una docena de veces en la misma piedra.

Como ese nombre aparece unas cuantas veces repartido por las 2300 pgs. de mi novela, decidí usar la opción automática de Word para sustituir una palabra por otra: Buscar “Sión”, sustituir por “Sion”.

Así lo hice con los siete archivos de mi novela. Una vez que había acabado de hacer esta operación y ya había cerrado los documentos Word. Insisto, una vez que ya había cerrado los documentos, este detalle, como en las novelas policiacas resultará relevante para la historia. Me percaté de un pequeño detalle, un mínimo e insignificante detalle: ¡No había puesto un espacio delante de la palabra! Un espacio, solo con que hubiera puesto un espacio no hubiera perdido horas de trabajo.

Al momento, me di cuenta de lo que eso significaba. Todas las palabras en las que apareciera la sílaba sión, se sustituirían por sion. No iba a sustituir la palabra, sino la sílaba. Horror. Centenares y centenares de palabras repartidas por miles de páginas:

división

conversión

circuncisión

ilusión

visión

etc., etc., etc.

Y no bastaba con volver a sustituir esa sílaba por la anterior, porque conversión lleva tilde, pero conversiones, no. Dígase otro tanto del resto de las palabras. Así que, tras valorar todas las opciones, no quedaba otra solución que revisar, una por una, cada palabra con esa sílaba y cambiarla manualmente: dos horas de trabajo.

jueves, enero 21, 2021

Adiós, hermano, adiós


Hoy ha muerto un sacerdote de mi diócesis. Tenía 82 años, pero se encontraba en perfecto estado de salud: fuerte de cuerpo y lúcido de mente. El coronavirus ha acortado en seis u ocho años el tiempo que fácilmente podía haber seguido con nosotros.

Me ha dado pena la partida de este compañero siempre sencillo, humilde, no se hacía notar, con muchas virtudes.

Yo estuve hablando con él hace cuatro días. Lo vi tan bien. De ninguna manera, pude prever un empeoramiento. No solo le visité, me quedé un rato hablando con él. A los sacerdotes y monjas, cuando los ingresan, los visito dos veces al día y estoy un tiempo charlando. El pobre Ángel, sin embargo, estaba muy desorientado en los últimos días. Probablemente, a causa del virus que, a veces, tiene efectos neurológicos.

Ay, si yo hubiera sabido que era la última vez que hablaba con él, lo hubiera acompañado con más amor. Él mismo no tuvo la menor sospecha de que estaba a punto de partir hacia el Misterio Divino.

A los sacerdotes muy ancianos, siempre les he tratado con la mayor de las deferencias. Siento un respeto muy grande por ellos. Y os confieso que, cuando están en el hospital, me alegro mucho de poder alegrar un poco la estancia de ese hermano. En los últimos años, me ha tocado llevar la comunión a muchos ancianos sacerdotes jesuitas, a muchos. Porque tienen una gran residencia en esta ciudad. Aunque debo reconocer que las monjas ríen más mis bromas y se muestran más agradecidas. A lo largo de los años, he acumulado un buen repertorio de chistes monásticos. Chistes que podría contar la más cándida de las novicias.

En sincero y sentido homenaje a don Ángel Hoz, 1939-2021.

miércoles, enero 20, 2021

No hay ni un gramo de pompa imperial en esta inauguración presidencial


Hoy he perdido una cierta cantidad de tiempo en una cuestión cronológica del último viaje de san Pablo. Cuando describí el tramo de Cesarea a Roma, tuve en cuenta un detalle que había olvidado completamente meses después. Resultado: me salía medio año de desfase en la cronología. Para que a ningún lector le pase lo mismo, una vez que he resuelto el asunto (con ayuda de un artículo), he dejado constancia de ese pequeño detalle en el apéndice.

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Perdonad que no haya subido más vídeos en mi canal últimamente, pero es que estoy grabando una serie de seis horas sobre la Biblia para un congreso. Seis horas sobre la Biblia entera, una panorámica.

Dentro de unas semanas, los colgaré en el canal. Hoy he puesto un nuevo vídeo titulado La Virgen María para evangélicos.

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He visto (a cámara rápida) la inauguración de la presidencia de Biden. Se me ocurren varias maneras de dar más pompa y esplendor a un acto de este tipo actos. La verdad es que el siglo XXI es bastante ramplón en cuanto a la pompa, en cuanto a ceremoniales. Un juramento, un hombre que canta, un pequeño desfile. Tiene, indudablemente, más interés ver la comitiva de coches blindados que le acompaña por las calles que todo este acto.

martes, enero 19, 2021

Lo que me gusta y lo que no me gusta

 

Qué gran retrato, por eso he puesto esta imagen. Soy muy cinéfilo, pero no me gustan las películas del oeste (los westerns), de terror (me aburren), las de combates personales (sean del tipo que sean), las bélicas. Tampoco me gustan las que tienen guiones previsibles: madre que lucha por sacar a su hija durante la hora y media de la película y lo logra; pareja de enamorados que tras pasar por varias crisis acaban reencontrando su amor. Sean dramas personales, historias de autosuperación, marginado que logra el reconocimiento final, son películas que me aburren con solo escuchar el título.

Siento atracción por las películas de gran presupuesto que recrean una época. Me gustan las historias que involucran reyes y tronos, grandes cortes perfectamente recreadas. Las batallas me aburren, pero las batallas conspirativas de una corte me gustan. Me gustan películas del tipo El Topo (de espionaje), Historia de una geisha (trata de una geisha), La favorita, Lo que queda del día, Nixon (de Oliver Stone). El gran cine político que trata de grandes conspiraciones (pero que sean realistas) o de juicios (La Amistad) me gusta.

La última que he visto Cleopatra ha supuesto recordar mi juventud. Me lo he pasado muy bien. En mi adolescencia, me entusiasmó, era la época en que estaba leyendo Historia de Roma de Indro Montanelli. Ahora veo los defectos de la cinta y me doy cuenta de que ni todo el dinero de un estudio puede crear un guion genial.

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Biden sigue hablando como el presidente de una nación. Trump sigue comportándose como un ridículo millonario caprichoso.

Perder de vista a Trump será una de las grandes alegrías de 2021.

Ahora lamento que no asista al juramento de Biden, hubiera sido el escenario perfecto para que hiciera alguna actuación final.

lunes, enero 18, 2021

El precio que habrá que pagar solo lo conoceremos el dia después del juramento de Biden


Debo reconocer que hay una persona que me cae peor que Donald J. Nero Trump, y ese es Steve Jobs.

Lo digo porque acabo de perder una hora de mi tiempo tratando de solventar cómo pasar un vídeo del iphone a mi PC. Si miramos vídeos de Youtube que tratan del aburrido tema de cómo resolver ese problema, y vamos sumando la cantidad de visualizaciones de esos vídeos nos daremos cuenta de la magnitud del problema. A diferencia de los vídeos de gatos, hurones y erizos, seguro que nadie visiona un vídeo sobre ese tema técnico si no tiene ese problema.

Millones de personas perdiendo cada uno más de una hora, solo porque Apple decidió, a ciencia y conciencia, ponerlo difícil a todo aquel que no usara un ordenador Apple para sus teléfonos Apple.

Las dificultades no se deben a otra cosa que a una política deliberada no a ninguna necesidad del sistema. Quedaba muy feo decirle a la gente que no podría pasar sus fotos y vídeos de su teléfono móvil a su PC. Así que, hace años, Apple dijo que lo permitía, pero, eso sí, ya se encargaron de hacer la vida lo más difícil posible a los usuarios.

Dicho ahora de otra manera, Apple es el ejemplo perfecto (por otras razones más que no voy a comentar) de cómo una multinacional siempre ha antepuesto sus beneficios económicos por encima del bien de sus usuarios. La codicia de esta empresa, desde el principio, me resultó llamativa por infinidad de detalles. Y no es que los de la competencia fueran unos santos.

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Cambiando de asunto, he visto los nuevos vídeos en que se ve a una legión de manifestantes entrando de el Congreso de Estados Unidos. Resulta paradójico que entren alegando que es nuestra casa. En realidad, es la casa de sus representantes.

Uno de esos irruptores se sentó en un asiento y un policía le dijo que se levantara. Un guardia solo en medio de muchos de los otros, lo cual ya tuvo mérito. El manifestante le dijo que era su asiento, se refería a que era el asiento del Pueblo. Y el policía le contestó con toda calma: No, es el asiento del vicepresidente de Estados Unidos.

Esa respuesta tan sencilla era perfecta. Ese sujeto que había irrumpido no era el Pueblo. Una persona ni cien personas ni mil son el Pueblo, son solo parte del Pueblo. Mientras que el lugar donde entraron por la fuerza sí que era el lugar de los representantes de todo el Pueblo.

En esos asientos, mejor o peor escogidos, dignos o no, sí que estaban los representantes de todo el Pueblo. Ellos sí, los que entraron no.

Deseo, pido al Señor, imploro, que el único precio de tanta irresponsabilidad presidencial sean solo esas pobres cinco personas muertas. Me parece una cantidad pequeña para lo que podía haber pasado.

Aunque los idus de marzo no han pasado y habrá que ver si las causas sembradas no germinan con nuevos efectos. Habrá que ver si el precio de haber dado el poder a Trump se queda solo en cinco muertos.

Bueno, por fin, el ayuntamiento ha descubierto qué hacer con toda la nieve


Hoy me he reído a carcajadas cuando he visto un vídeo en el que soltaban en mitad del campo a un faisán. El que lo soltaba se ponía a cantar: ¡Libre, libre! Y, entonces, el faisán se pone a volar y, al cabo de diez metros, se choca de cabeza con el único árbol que había en esa llanura.

Ha sido graciosísimo.

Después he visto otro vídeo, en el que un adiestrador de halcones lanza en compañía de sus amigos a su querido halcón. Bueno, pues el bichito se ha lanzado como un kamizake justo contra un camión que pasaba por una carretera cercana.

Lo siento por el halcón.

https://www.youtube.com/watch?v=Lo1FE_i_Zhc


sábado, enero 16, 2021

Este conejito lo he encontrado en pleno centro de Madrid, en el Paseo de la Castellana

 

 Cambiando de tema y de conejitos, como ya os dije, el jueves acabé la novela. Si ese libro lo hubiera escrito en los años 70, es el típico libro que me hubiera cambiado la vida. Habría invitado a seis o siete amigos a una cena en un buen restaurante. Hubiera sido una cena de celebración. No con mucha gente alrededor de la mesa, la conveniente para charlar cómodamente, para alegrarnos de que ya solo quedaba sentarse y esperar que el libro eclosionase y se viese en los escaparates de las librerías.

Si no hubiera sido sacerdote, me hubiera ido con alguien a un viaje al extranjero. Un viaje de merecido descanso. Quizá el norte de Francia o un recorrido tranquilo por Gales. Los grandes escritores daban la vuelta al mundo. Yo me hubiera conformado con recorrer en coche la Normandía. En esa época, no existía el coronavirus.

Si este libro se hubiera publicado en los años en que hacían furor Juliano el Apóstata de Gore Vidal, Memorias de Adriano de Yourcenar, Yo, Claudio de Robert Graves, entra dentro de lo posible que los beneficios por derechos me hubieran dado para vivir magníficamente durante diez años. Conozco autores que con un solo libro pudieron vivir principescamente toda la vida.

Sí, escribiendo se ganaba mucho dinero. ¡Ganaban hasta los autores de sociología! Lo cual hoy día parece bastante difícil de creer. Y ya no digamos nada de otro tipo de libros. Por todas partes recuerdo haber visto a Daniken, a Alvin Tofler (La tercera ola), Asimov podría haber construido una casa con lingotes de oro en vez de ladrillos (hipérbole).

Si hasta los libros aburridos de ensayo daban beneficios, ya no digamos nada si se trataba de novela histórica. Los beneficios de cualquier editorial mediana, en esa época, eran bastante grandes. Las editoriales buscaban autores, el negocio era rentable, todavía no había llegado el VHS. Había una cadena de televisión. Aunque, nominalmente, existía el UHF. Sí, la llamábamos así en casa, no segunda cadena.

El mismo libro, el mismo trabajo, y una situación tan radicalmente distinta. También se vendían muchísimos libros de espías. John Lecarré podría haber puesto los marcos de las puertas de su casa de marfil si hubiera querido. Todavía no estaba prohibido el comercio de colmillos. El Padrino vendió nueve millones de ejemplares, antes de la película. Once millones más después de la película. Y, probablemente, estos datos solo son del mercado de Estados Unidos. Al cambio, hay que contar con la inflacción, imaginad que gana un euro por ejemplar. Sí, once millones de euros dan para vivir unos cuantos años.

Sería tan bonito si yo pudiera decir: “Con mi novela sobre Pablo, he construido una catedral nueva en Madrid, no me gustaba la que había. Una abadía, no había en mi monasterio. Y he construido una torre renacentista en la residencia de mi obispo. Vivo en ella, pero cuando muera, quedará para la diócesis”.

viernes, enero 15, 2021

Algunos pensamientos sobre la vacuna

 

Al ser yo parte del personal sanitario, ya me han ofrecido ponerme la vacuna. Todo el personal del hospital, al estar más expuesto al virus que la población general, estamos en la primera tanda de la población para ser vacunados.

Después de pensarlo con calma, considero que, dado que hay tan pocas dosis, prefiero que se la pongan a alguien de más edad y con más riesgos que yo.

Ya he repetido en varias ocasiones que estoy totalmente a favor de las vacunas. ¿Pero debo ponérmela yo cuando para otra persona puede ser la diferencia entre la vida y la muerte?

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Otra razón para preferir que otros la reciban es que yo he pasado muchísimas veces por los pasillos donde están todos los infectados con COVID. Son meses los que llevo entrando en las habitaciones de los que han pedido los sacramentos. Los que han dado positivo son concentrados en pasillos aislados del resto del hospital. Habitaciones no muy bien aireadas y donde hay una persona que positivamente se sabe que expulsa los virus cada vez que respira y habla.

Al principio, me ponía la doble máscara en la cara. Pero, finalmente, acabé no usándola, después de leer dos artículos de The Lancet y de Nature sobre la cuestión de la reinfección. Y, efectivamente, no he vuelto a estar contagiado. ¿Por qué afirmo eso? Porque no he tenido el más leve síntoma de la infección de COVID.

Cuando una persona está, durante una cena, con una persona que, al respirar, expande este tipo de virus, el riesgo no es pequeño de contagiarse, en eso os aseguro que las autoridades no han exagerado. Pero cuando alguien del personal sanitario pasa, mes tras mes, por estas habitaciones, habla con esos enfermos y está un rato, es bastante imposible evitar que se produzca la reinfección sin epis, sin unas mascarillas especiales (que yo no tengo).

Así que, con toda cautela, sometiéndome a lo que digan los virólogos, parece ser que el contacto continuado del personal sanitario con pequeñas dosis del virus (cuando uno ya ha superado la infección) tal vez produzca una inmunidad igual a la que ofrece la vacuna. 

La vacuna pone en contacto con una versión transformada del virus (transformada para que no se reproduzca), pero si un enfermero ya entra en contacto con el virus de forma habitual y lo hace mientras tiene anticuerpos, probablemente, el resultado sea el mismo que si recibiera repetidamente una dosis de la vacuna cada mes o dos meses.

Si el sistema inmunitario aprende a anular el virus y se mantiene a dosis bajas esa continuidad de la “lucha bacteriana”, parece lógico pensar que el efecto es el mismo que el que tendría si tuviera una vacunación continua. Tampoco yo me arriesgaría sin el resultado de una prueba serológica, pues si uno cree haber pasado la infección y no es así, el resultado puede ser la muerte, como para arriesgarse. Pero, en mi caso, me la hicieron esa prueba. Y a pesar de mi contacto indudable con el virus (mera seguridad estadística), no me he vuelto a contagiar.

Esta es una segunda razón para preferir que sean otros los que se beneficien de la vacuna y no yo.

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En fin, os he participado de mis pensamientos, dejando claro que en todo me someto a lo que digan los expertos. Ellos saben, yo me puedo equivocar. 

Pero reitero que lo que he dicho se aplica solamente a personal sanitario que ha tenido indudable contacto continuo con el virus, que pasó la infección, y que no ha vuelto a reinfectarse a pesar de esa exposición habitual. 

Y lo repito porque no quisiera que alguien malentendiera lo que he dicho y se expusiera al virus. Porque, sobre todo, a ciertas edades, la infección supone un peligro para la vida o de padecer secuelas graves.