sábado, febrero 29, 2020

Una pequeña pregunta os hago, sobre un nombre...



Basta ver el rostro de este clérigo para darse cuenta de que su teología estaba alejada de cualquier pesimismo vital. Su mirada deja bien claro que no está a favor de ningún radicalismo apocalíptico.

Lo que disfruto cuando encuentro cuadros historicistas (los que reconstruyen de forma muy elaborada grandes escenas) o ilustraciones de arqueología muy fidedignas. Hoy día hay ilustradores magistrales: tanto por la belleza de sus dibujos como por la perfección de sus detalles históricos.

Aquí os pongo un link digno de ser visitado sin prisas:

Estos días estoy revisando mi novela sobre san Pablo. Un libro muy querido para mí. El libro abarca el primer viaje de san Pablo. Para ser más exacto, desde el viaje a Damasco hasta el Concilio de Jerusalén, algo menos de 600 páginas.

Me he encontrado con una cuestión que os propongo, dado que siempre me habéis ayudado. En la primera redacción de mi novela, cuando un judío que viviera en Judea y no fuera helenista mencionaba a Jesús lo llamaba Yeshúa. Ahora bien, los textos litúrgicos arameos y en siriaco antiguo trascriben ese nombre con una grafía que sería la de Iesus.

Ahora mismo, mi opinión es la de que el verdadero nombre con el que fue conocido fue el de Iesus o Yesus, y no la versión hebrea. (La madre de Jesús sería llamada María y no la versión hebrea, Miriam, como pensaba hasta ahora.) Por favor, dadme vuestras opiniones (y si podéis links) sobre esta cuestión, os lo agradeceré.

viernes, febrero 28, 2020

Un documental impresionante


Hoy, durante el almuerzo, he acabado de ver el cuarto capítulo del documental sobre la secta del Palmar de Troya. Cuatro horas de un documental excelente. Uno de los mejores que he visto en los últimos años.

Es cierto que esa secta involucra a un número reducidísimo de fieles. ¿Unos cientos solamente? No lo sé. Me extrañaría que fueran más de dos mil en el peor de los casos.

Pero lo lamentable es el daño que han hecho a los que han caído en sus garras. Cuando se comenta acerca del perjuicio que producen los peores grupos sectarios se habla en general. Pero es muy distinto ver los rostros concretos de los individuos llorando, contando el modo en que ellos fueron encadenados con unas cadenas que no son materiales. Es un documental (de calidad óptima) que ha tocado mi corazón de un modo profundo.

La cuestión, a veces, no es el número de fieles, sino la cantidad de daño que pueden realizar.

Esta secta reproduce en todo los ritos y vestiduras de la Iglesia Católica, como si fuera una fotocopia de los dogmas y creencias de la Iglesia. Este documental, siendo tan óptimo, al final, llevará a la gente a pensar: “Todas las religiones son iguales. La Iglesia Católica es como esta mentira, solo que en grande”.

No estoy diciendo que la realidad esta secta no debiera ser contada. Y, además, no tengo que poner ni el más mínimo “pero” a este documental: mayor profesionalidad resultaba imposible. Pero el resultado final será este. 

jueves, febrero 27, 2020

Luchando contra el coronavirus en el Vaticano



El papa Francisco, anticipándose a todos nuestros miedos, nos enseñó a luchar contra el coronavirus retrayendo la mano cuando le iban a besar el anillo. Ese prudente gesto visionario fue muy criticado, precisamente, por todos aquellos que después han ido cayendo como moscas.

La opción 2, que le sugerí, de que le besaran el pie no le complacía. Yo insistí en que no había necesidad de sacarse el zapato. Pero la sugerencia no pasó los filtros. En las pruebas que se hicieron, era imposible resistir las cosquillas.

La opción 3: El papa se saca el anillo que pasa de mano en mano. El anillo al serle regresado (y suponiendo que sea el mismo que fue entregado en origen) es depositado en un tarro con alcohol.

Opción 4: Es una opción que estaba a medio camino entre la mujer china que casi le disloca el hombro tirando de él, y la “monja mordedora”. Pero la opción 4 era complicada y requería de la ayuda de dos asistentes. Desechada. No hace falta ni explicarla.

La opción 5 era la peor de todas: una campana de cristal al estilo de los “navegantes” de Dune. Eso sí, tal como dije: Tendríamos asegurados cinco minutos en todos los noticiarios del mundo. Era un modo de darle un poco de vida al Twitter papal, pero, lo reconozco, creaba algo de separación entre los fieles y el papa.

La opción 6 es que, antes de entrar a la audiencia con el papa, la Guardia Suiza pase fumigando a conciencia a todos los invitados. Fumigando especialmente por debajo de las sotanas. Pues esos oscuros recovecos son los más peligrosos como todo epidemiólogo sabe. Los virus saben muy bien dónde guarecerse. Pueden ser pequeños, pero no tontos.

miércoles, febrero 26, 2020

¿En otros tiempos, hubiera ido yo vestido así? ¿Y con peluca?



Hace unos días escribí un post sobre el Amor de Dios. Mi idea era solo hacer un post. Pero Lucía dijo una frase que me tocó realmente el corazón: El amor de Dios es incondicional y gratuito.

El post se transformó en tres posts. Y después en un sermón que he subido hoy:

Os pido que le deis la mayor difusión posible. Considero que es una de las charlas que más bien puede hacer a la gente. Desde luego son unas palabras que me salieron completamente desde lo más profundo de mis sentimientos.

¿Se puede hablar de un tema más bello que el Amor de Dios? El tema del que hablo se convirtió en una fuente de continua meditación para mí durante varios días.

Como curiosidad, os diré que, en el vídeo, os muestro un poquito de mi piso. Estos días estoy meditando (con gran provecho para mí) el Libro del Levítico. Un libro que, durante años, lo atravesé como un desierto. El Miércoles de Ceniza es como una puerta, una puerta por la entramos en un tiempo sagrado, un tiempo donde nos esperan muchas gracias.

martes, febrero 25, 2020

El hecho... inevitable



Reunión de arciprestazgo en la sala capitular de la catedral, llevo el coche al taller para arreglar los amortiguadores, compro formas, hago unas fotocopias, atiendo varias llamadas telefónicas. Comida con los curas. Ese almuerzo es el momento más divertido de todo mi día. Qué bien me lo paso escuchando sus chascarrillos y cuánto aprendo de su bondad y sabiduría.

La pintura que he puesto hoy es la muerte de Luis XIV. No sé si su muerte ocurrió delante de tanta gente. Deseo que sea una imagen del momento después de su óbito. Porque todo ser humano merece morir en la intimidad. La muerte es un hecho para el que yo desearía la mayor intimidad posible. En mi caso, desearía soledad, total soledad. La idea de fallecer lentamente en una sala con mucha gente me parece espantosa, casi repugnante. Es como si ese tránsito requiriera ser realizado con un cierto pudor.

Sé que algunos prefieren estar acompañados. La idea de la soledad en ese momento final les resulta insoportable. En mi caso, es al revés. Siempre que estoy con fiebre, durante una gripe, prefiero que me dejen tranquilo, deseo estar a solas. 

lunes, febrero 24, 2020

La teología es una de las formas que presenta la obediencia a nuestra fe



Me gustaría explicar qué quise decir con una parte de este párrafo que ha dado ciertas vueltas por el mundo, al hacerse eco alguna web.

Porque detrás de lo que nos parecen movimientos sociales, ideas políticas, teologías renovadoras, presiones de los fieles, está el Gran Instigador.

Por supuesto no quise decir que los que defienden determinadas ideas teológicas sean el demonio. Estoy seguro de la buena voluntad de los que no piensan como yo; e, incluso, de los que no siguen el magisterio de la Iglesia.

Ahora bien, el Gran Tentador promueve e incita a aquellos que se desvían de la recta regla de la fe, sea por un exceso de tradicionalismo y rigidez, sea por un exceso de comprensión que les lleva a afirmar que es lícito lo que no es lícito.

Insisto, ellos no son demonios. Jesús le dijo a Pedro en un momento dado: No piensas como Dios, sino como los hombres. La teología de algunos teólogos modernos, en realidad, no es renovadora (aunque la presenten como tal), sino que cae en el viejo error de abajar lo recibido, para limitarlo al modo humano.

Uno lee a san Juan de la Cruz, y eso es divino. Él no exige que todos lleven esa vida de perfecto ascetismo, pero su visión del cristianismo es divina. Lo mismo santa Teresa del Niño Jesús, san Agustín y todos los que contemplaron las alturas de Dios. Pero uno lee a Lutero, a Hans Küng, a Casaldáliga... y su visión de la Iglesia y de la moral es humana, muy humana.

Ahora, en nuestra generación, luchan dos visiones de la teología. El único modo de no desviarnos es la unión con todos los obispos del mundo cuya cabeza es Pedro. Lo que crean todas las iglesias de oriente a occidente, en unión a la Sede de Pedro, eso será la verdad. Y la verdad no está por descubrir: la mantenemos, la preservamos. Es el Depositum Fidei, el Depósito de la Fe, que ha ha sido encomendado a los obispos y entregado a los fieles.

Detrás de ciertas ideas que parecen renovadoras (pero son viejas), que parecen modernas (pero que son la Rebelión de Coré), que parecen compasivas (pero que trasgreden la Palabra de Dios), está el Gran Instigador de todas las desobediencias, de todas las herejías.

Si, al final, los “renovadores” quebrantan la comunión de la Iglesia harán un daño espantoso a la túnica inconsútil de Nuestro Señor, otro desgarrón. Después, los santos tendrán que coser ese trozo con mucho trabajo y cuidado. A veces, ese trozo separado, simplemente, se pierde por el suelo de la historia.

domingo, febrero 23, 2020

Los grupos de laicos y la dimicatio



Ayer hablé del exorcismo magno. Alguna persona me ha preguntado –es una cuestión muy interesante— si los laicos no podrían hacer algo parecido. Vamos a ver, si en muchísimos lugares los sacerdotes ya tienen grandísimos problemas para ejercer su poder exorcístico, ¿qué reacción episcopal no provocaría el que los laicos se reunieran para tratar de orar a Dios para que les proteja contra los poderes de las tinieblas?

A eso se añade otro problema, los visionarios, los laicos más exaltados, serían los primeros en trabajar incansablemente para congregar grupos de los que ser el centro.

Por eso, resulta preferible que allí donde haya un buen y prudente exorcista organice un grupo de laicos que le ayude en sus exorcismos. Después, ese grupo puede también orar (bajo su supervisión) por la diócesis en general o la Iglesia.

En mi segunda parroquia, durante años, una vez a la semana teníamos un grupo de laicos, un maravilloso grupo de laicos, llenos de fervor. Ellos rezaban el rosario mientras yo bajaba a la cripta para exorcizar a los poderes infernales en general. Yo me unía a los laicos al principio, arriba, después ellos seguían orando, mientras yo bajaba y a solas hacía tal cosa.

Las personas que dirigían la oración en la iglesia de arriba lo hacían con experiencia (eran colaboradores míos) y con prudencia, solo se dirigían a Dios en sus oraciones, solo pedían intercesión a la Virgen María, a san Miguel, a los ángeles y a los santos. Nunca hacían nada raro. Nunca exorcizaban al demonio ni se dirigían a él para nada.

Sí, yo he visto cuánto bien pueden hacer los laicos en esta lucha contra el demonio. Tantas veces un laico es más santo, más ascético, que el sacerdote. Pero no animo a la formación de grupos de laicos por su cuenta y riesgo, porque la experiencia demuestra que estas cosas suelen ser puestas en práctica, muy a menudo, por los más fanáticos y los más amantes del protagonismo. Otra cosa muy distinta es es un grupo que colabora con un exorcista nombrado por el obispo, el cual presbítero supervisa al grupo.

sábado, febrero 22, 2020

Pastores, tocad el cuerno, dad la señal de alarma



No tengo la menor duda acerca de la existencia del poder de las tinieblas. Jesús nos habló de él y yo creo en su Palabra. Cuando se invoca al demonio, eso tiene consecuencias. Cada vez más jóvenes se han animado a internarse en ese camino luciferino. Son más y más los jóvenes que, con plena consciencia, portan horrendos símbolos satánicos.

No hace falta recibir un mensaje divino para entender que la Iglesia, en breve, va a tener que enfrentarse a olas que con violencia van a impactar directamente contra ella. Pido a todos los que me lean y tengan algo de influencia con los obispos que les animen a realizar, una vez al año, un exorcismo magno en las catedrales de sus diócesis. Una ceremonia a puerta cerrada con presencia de una representación de fieles. Pueden escoger a unos cuantos sacerdotes, veinte o treinta para realizar conjuntamente esta ceremonia. El obispo determinará cómo hacer esa ceremonia. Si quiere ideas, tiene sugerencias en mi libro El exorcismo magno.

Lo que les pido a los obispos es que entiendan los sacerdotes se pueden unir para ejercer un poder que Cristo les entregó. Y que ese poder exorcístico, sin duda, tiene consecuencias beneficiosas.

Seguro que alguien dirá que “el mejor exorcismo es la misa”. Eso no es verdad. Es falso. Así de claro lo digo. Estoy harto de escuchar que el mejor exorcismo es la confesión, que el mejor exorcismo es esto o lo otro. ¡Jesús entregó el poder de los siete sacramentos y, además, entregó el poder exorcístico! De otra manera, Jesús habría dicho: “No os entrego poder para expulsar demonios porque con la misa y la confesión ya basta”.

Ahora es un momento muy conveniente para poner en práctica ese poder. Porque detrás de lo que nos parecen movimientos sociales, ideas políticas, teologías renovadoras, presiones de los fieles, está el Gran Instigador. Lo mínimo que se logrará con ese exorcismo es alejar muchas tentaciones demoniacas sobre los buenos fieles de la Iglesia. Por lo menos eso, que los invisibles sembradores de la cizaña sean alejados de las mentes cristianas. Al menos, con esos exorcismos magnos diocesanos, los católicos sanos estarán en paz. Los sembradores visibles, los materiales, continuarán. Pero los inmateriales sí que podemos alejarlos. Desgraciadamente, hagamos lo que hagamos, los católicos enfermos de modernismo todos caerán ante los argumentos sociales, políticos y neoteológicos.
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Todo sacerdote a solas puede improvisar exorcismos contra los demonios que haya alrededor de su propia persona o en su parroquia o en su diócesis o en la Iglesia universal. Lo repito, un exorcismo espontáneo rezado mentalmente o vocalmente, pero completamente a solas, sin nadie presente, no requiere permiso de autoridad alguna según las leyes canónicas actualmente vigentes. Si se realiza con alguien presente, sería distinto. Ya sería un ceremonia que requeriría permiso del obispo.
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El exorcismo magno del que hablaba antes solo lo pueden hacer los obispos. Pero un exorcismo mental, espontáneo; o vocal, pero a solas, lo puede realizar cualquier sacerdote sin necesidad de pedir permiso.

La Iglesia Palmariana: algunas consideraciones



 A veces, nos olvidamos de la asistencia del Espíritu Santo a la Iglesia. ¡Y es tan real! Si hiciéramos el experimento de crear un grupo humano con los mismos dogmas y sacramentos de la Santa Iglesia Católica y se le dejara a ese grupo que evolucionara sin esa asistencia divina, ¿qué pasaría?, ¿qué resultado final tendríamos?

Pues bien, el experimento se ha realizado: se llama Iglesia del Palmar de Troya. El resultado ha sido un perfecto desastre. La visión de ese grupo sectario es un recordatorio de la asistencia a la verdadera Iglesia. Nos fijamos mucho, demasiado, en lo humano. Pero el Espíritu Santo es real.

¿Lo que digo de esa secta palmaria es válido para los grupos protestantes? No, porque en el caso palmariano quisieron hacer una réplica exacta de la Iglesia Católica. Mientras que, en los grupos protestantes, son gente con fe en Jesús que se reúnen para escuchar la Palabra. Como se ve, son dos casos muy distintos.

Incluso en los cismas, como en el caso de monseñor Lefevbre, cabe una cierta dosis de buena voluntad, una cierta dosis de error teológico del que no se ha sabido salir. Pero es muy distinto cuando uno juega a ser Dios creando una réplica. La secta del Palmar de Troya es un fenómeno digno de estudio para aquellos interesados en la evolución de este tipo de grupos pseudocatólicos. Un grupo que se limita a luchar contra su propio derrumbe a cámara lenta. Un grupo que se limita a una sola cosa: conseguir que las propias pasiones humanas no invadan como zarzas absolutamente todo, cada metro cuadrado de esa secta.

Si Dios no actuara, no tendríamos un Palmar de Troya, sino cincuenta. Y, de entre ellos, una docena muy extendidos por todos los continentes. Nunca, en la tierra, sabremos lo que Dios ha impedido.

miércoles, febrero 19, 2020

Qué he visto durante mis cenas


La imagen es un fotograma de la película Nebraska. Estos días, he comenzado a ver por segunda vez la película Silencio. Cuando la vi, por vez primera, escribí una critica muy dura. Pero es que esta segunda vez no sé si la voy a acabar y ya voy por la mitad. Es una película con una completa falta de ritmo.

En las escuelas de cine, se estudia el modo magistral en que Regreso al futuro es una película con un ritmo maravilloso en el que cada escena te invita a ver la siguiente. La película fluye. Pues bien, en Silencio no fluye nada. Ocurren cosas, pero ofrece la sensación de un estanque de aguas muertas embalsadas.

El otro día vi, otra vez, La misión. Solo vi las escenas en que aparece el cardenal. Esta vez reconocí que la he magnificado demasiado colocándola la primera en mi “ranking forteniano de películas”. Creo que Amadeus es mejor película.

Durante el desayuno, he visto el comienzo (que tenía grabado) de El médico. No pienso verla entera ni aunque me paguen por ello. El modo en que presentan la Edad Media es tan loco que casi hace gracia. 

Esa época histórica, en el cine, siempre aparece pintada con los colores de infierno medieval lleno de ratas, frío y oscuridad. Pero es que en El médico los frailes dicen cosas, una y otra vez, que parecen sacadas de una parodia de los Monty Python. Parece increíble que una gran producción tenga una ambientación histórica parecida al sketch Nobody expects the Spanish Inquisition!

Si queréis ver buen cine, os aconsejo la preciosa Nebraska, la inteligente El Gran Hotel Budapest, la exquisita Gravity, The Artist, Quemar después de leer, Pequeña miss Sunshine, August; Osage county, entre otras.

Ahora estoy en el rodaje de la comedia ligera titulada Mil maneras de decorar el despacho de un cardenal, se trata de un musical. Comedia ligera, amable, que acaba con una edificante moraleja justo antes del happy end en el que el secretario Viganosky le da un abrazo a George Clooney que interpreta al cardenal. Le da un abrazo, le suelta, le mira a los ojos y le estrecha la mano diciendo: Creo que esto es el comienzo de una larga amistad.

martes, febrero 18, 2020

Misericors Deus Amabilis, 3ª parte



Es cierto que el que haga sufrir al prójimo a sabiendas, de un modo cruel, está poniendo a Dios en la tesitura de actuar con amor hacia el culpable (dándole más tiempo para arrepentirse) o actuar por amor a la víctima (no dando más tiempo al malvado para hacer el mal).

En ese caso, permitir o no permitir algo va a forzar a Dios a tener que tomar una decisión. Es decir, ese tipo de acciones coloca a Dios entre dos amores: el amor al culpable y el amor a la víctima.

Por eso hay una diferencia tan grande entre las acciones que no hacen sufrir a los demás y las que sí que hacen sufrir a los demás. En el caso de los pecados de debilidad, puede actuar el amor puro hacia el inconstante culpable; pero, en los casos en que se hace sufrir, la permisión hacia el culpable supone el sufrimiento de la víctima.

Nadie puede obligar a nada a Dios. Pero el verdugo sí que fuerza a que el Amor de Dios actúe. Y, además, le obliga a que actúe en la medida del amor por la víctima. Si siempre he hablado de la Parábola del Hijo Pródigo, el padre que deja marchar. En estos casos de crueldad, el padre no puede dejar marchar al que es causa de sufrimiento cruel y constante para los demás.

Aun así, hasta el cruel dispone de un tiempo para cambiar. Después, el Omnipotente tiene que actuar. El padre que sale al camino a ver si viene el hijo, el padre que va al camino en busca del hijo. Y va al camino, como Abrahán, para sacrificar al hijo por amor a los hijos.

La causalidad de Dios no necesita que caiga un rayo del cielo. A Hitler le podía haber dicho: "Dentro de siete días morirás y lo harás por tu propia mano".

lunes, febrero 17, 2020

Misericors Deus Amabilis, 2ª parte



No nos damos cuenta de hasta qué punto el amor de Dios es incondicional. Yo llevo siendo sacerdote de Él durante un cuarto de siglo y reconozco que no he sido consciente de ello ni sigo siéndolo.

El amor de Dios no depende de que cumplamos unas condiciones, no depende de unas reglas, no depende de unas cláusulas. El Amor de Dios nos ha comunicado (para nuestro bien) unos mandamientos. Pero es para nuestro bien, no para el bien de Dios.

El Padre Celestial nos amará cumplamos o no esas reglas. Su amor no conoce ocaso, no desfallece, no disminuye. Él nos ama seamos como seamos. Y lo hace a cambio de nada.

¿Existe el infierno, existe el castigo divino en esta tierra, existe la ira de Dios? La respuesta es sí. Pero ni siquiera el peor de los apartamientos en el más profundo lugar del infierno (que es eterno) disminuye el amor que tiene el Hacedor por ese desgraciado ser finito que se ha apartado.

¿Qué no hará un Padre como Dios por apartar a un hijo suyo de ese dolor eterno? Lo hará todo.

Hagamos lo que hagamos, nunca entenderemos hasta dónde llega el Amor de Dios. Nuestra capacidad de hacer el bien no nos permite entender hasta qué alturas llega el Amor Infinito. Un amor que no nos pone ninguna condición para amarnos del único modo que puede Él: de un modo infinito.

Debo recordarlo (porque siempre doy vueltas a los santos mandamientos del Señor) que su amor es IN-CON-DI-CIO-NAL. No importa si hablo con un drogadicto, un ladrón, un alcohólico o un ser despreciable. El amor de Dios no es una verdad más de las enseñanzas de la Biblia. Dios es Amor, por eso es tan conveniente entender de qué amor estamos hablando. No, no es un amor como el pequeño amor humano lleno de miserias.

A todos los que me leen les puedo anunciar un gaudium magnum: Deus est! Et Deus est Amor.

domingo, febrero 16, 2020

Misericors Deus Amabilis



Hace una semana, conocí a una mujer que me contó todo lo que había hecho (todos sus esfuerzos) por su hijo, el cual había caído y recaído (varias veces) en las drogas. Cuando uno ve de lo que es capaz una madre, de su capacidad de perdón, de su amor constante, es cuando comprendemos un poco lo que debe ser el amor de Dios por nosotros, por mí y por ti.

Y nosotros no podemos compararnos con el Amor Infinito. Dios es más que nosotros. Su capacidad de amor y de perdón es incomparablemente superior a la nuestra.

Esta visión de Dios bajo el aspecto del padre de la Parábola del Hijo Pródigo no debemos olvidarla. Sobre todo, los sacerdotes en el sacramento de la confesión.

Post Data: El amor de Dios si es incondicional y gratuito. Esta frase que me ha recordado Lucía, la querida comentarista, es uno de los puntos que he meditado mucho desde hace algunos días.

Lo de la incondicionalidad y lo del amor como puro don puede parecer que es un pensamiento muy trillado. Pero, detrás de esas dos características, hay un Dios que es Bueno más allá de cualquier bondad finita por grande que sea. Ahora comprendo mejor las palabras de Jesús cuando dice: Solo Dios es bueno.

sábado, febrero 15, 2020

Las vocaciones




El otro día leía en María Valtorta la respuesta de Jesús a tres discípulos que le querían seguir. Citando las palabras de Jesús acerca de por qué le querían seguir:

--uno, espontáneamente,
--otro porque lo he llamado,
--el tercero por un entusiasmo repentino

Es muy interesante la respuesta que da cada uno de estos tres. Al primero le dice.

Prueba. Rogaré para que seas capaz de ello.

Al segundo, le llama él mismo:

Sígueme. Deja que los muertos entierren a sus muertos. La Vida ya te ha succionado; por otra parte, tú lo has deseado.

Al tercero le dice:

Demasiado arraigado en lo humano. Arranca las raíces, y, si no eres capaz de ello, córtalas. Trabájate a ti mismo, hazte viril y luego ven. Ahora no.

Estas tres respuestas sirven para todos los siglos, para todas las vocaciones eclesiásticas.

viernes, febrero 14, 2020

La Iglesia tiene un problema de imagen



Hoy el cardenal Tagle se ha hecho una foto en su nuevo despacho, ha sido nombrado para un puesto del Vaticano. Me he quedado apabullado. Ese despacho es tan horrible que me escandaliza más que el Sínodo Alemán. Vamos a ver, eminencia, eso es un despacho de la época del No-Do, parece no haya tenido reformas desde la época de Perón. Ese despacho es tan banal que si fuera un poco más feo, solo un poco más, ya empezaría a tener algún interés estético.

Hoy día, sin gastar dinero, hay despachos formidables, de una belleza llamativa: discretos, sobrios, minimalistas. Insisto, sin gastar dinero. Yo mismo le puedo aconsejar en Roma a una persona que se lo redecora gratis.

Primero de todo, ¿nadie le ha dicho que las CPU jamás se ponen sobre la mesa? Eso no es que no lo hagan los abogados o los arquitectos en sus despachos, es que ya no lo hacen ni los adolescentes. Es un pecado mortal contra la estética. Incluso hace veinte años, las CPU se colocaban en lugares discretos. Ya, entonces, los cables venían con la longitud precisa para hacer eso.

Su mesa de trabajo, está llena de objetos. Entiendo que tenga un vaso para los bolígrafos. Pero hay cinco objetos claramente identificables y después todos los papeles. Hasta me parece que uno de ellos es una de esas inútiles cajas para poner las plumas. Mamma mia, si hacía tiempo que no veía uno de esos artefactos tan feos. Hace ocho lustros que creí que los últimos habían ido a la basura. Su valor es cero hasta para los anticuarios de barrio.

Después están los objetos de la mesa a sus espaldas con la misma tónica estética que la mesa principal. Incluso el tamaño del cuadro no guarda ninguna proporción con la pared. Sería mejor que colgara una tela bonita sin más, pero proporcionada con el entorno. Eso sí, los candelabros de bombilla de la pared de puro feos son casi hasta graciosos.

Observo que el espacio de su mesa no le importa mucho: dos teléfonos fijos. De acuerdo que no quiera usar teléfonos de diseño para despachos. Los hay impresionantes. Pero cualquier técnico vulgar y corriente le unifica esas dos antiguallas en uno solo en menos de diez minutos. Lo de muchos teléfonos sobre la mesa quedaba bien en la década de Kennedy. Daba la sensación de que uno era un hombre muy ocupado. Ahora eso ya no se ve ni en el despacho de un notario de provincias.

La mesa tiene un cristal sobre la madera. Eso de los cristales se dejó de hacer porque resulta incomodísimo apoyarse sobre ellos. Salvo que la mesa entera sea transparente, ninguna mesa actual viene con cristales. Las actuales se intenta que sean de materiales agradables al tacto. Que ofrezcan calidez al que trabaja sobre ellas tantas horas. Las de cristal eran antipáticas incluso cuando estuvieron de moda en la época de Reagan.

Estas cosas pueden parecer tonterías, y que, en realidad, hay que ir a lo esencial. Pero cualquier cliente de un abogado o de un arquitecto o de un empresario sabe que es el cuidado de los detalles lo que ofrece una idea de cómo se trabaja en lo esencial. Eso ya lo han aprendido todos.

Por ese despacho, pasarán miles de personas. ¿Qué se gana ofreciéndoles una mala impresión? ¿Hay algún beneficio en eso? ¿Por pobreza? Se lo redecoran gratis, se lo aseguro.

Si el cardenal no sabe nada de imagen, lo que demuestra ese despacho es que tampoco tiene a nadie que le asesore. Es decir, que por debajo de él las cosas siguen el mismo tenor de eficiencia. Ese despacho enseña mucho más acerca de cómo funcionan las cosas en ese edificio de lo que le gustaría al que les está recibiendo allí.

Ese lugar de trabajo parece estar gritando a cada uno que entra: estoy anticuado, no tengo quién me asesore, no distingo entre lo bello y lo que no lo es, estoy fuera de la cultura de esta época.

Nota de descargo del cardenal: El cardenal Tagle es un santo que se ha preocupado solo de las almas y de la caridad. La fea imagen de su despacho solo es otra prueba más de hasta qué punto este hombre es otro san Francisco. 

Segunda nota: Solo los curas demasiado afincados en este mundo, nos damos cuenta de detalles que haríamos mejor en no darnos cuenta. Si estuvíeramos en África cuidando leprosos y ayudando a los rinocerontes recién nacidos, no nos percataríamos de las tonterías que he dicho.

Tercera nota: Podría hablar de cosas sustanciales y no de las accidentales. Pero es mejor hablar de las cuestiones estéticas. El contador de Google Analytics no engaña: hablar de cuestiones intrascendentes vaticanas muestra más interés en el contador (más visitas en Roma) que si hablo de cosas de verdadero calado.

Cuarta nota: Los Borgia podían ser unos pecadores, pero tenían buen gusto. Pablo VI podía ser un santo, pero fue un Pol Pot estético. Todos sus pecados, en materia estética, lo fueron por omisión.



La diferencia con la tercera foto no es de dinero o de elección de estilo. La diferencia con la tercera foto, es que en el despacho vaticano nada es proporcionado ni guarda una mínima línea armónica.

jueves, febrero 13, 2020

¡Mira hacia atrás! ¡Atrás!



Hoy os paso unas cuantas webs que pueden ser un deleite para vuestros ojos y para el alma. Si alguno conoce más de este nivel, por favor, que ponga los links en los comentarios.

Liturgical Arts Journal

Orthodox Arts Journal

New Liturgical Movement

FSSP

2SPetrvs

miércoles, febrero 12, 2020

Hay que evitar esos kilos de más



He descubierto que para perder peso hay pequeños trucos que son útiles. Por ejemplo, cenar un par de wraps. Tienes la sensación de tomar un bocadillo, pero cada torta solo tiene 100 calorías. Con dos wraps y alguna cosilla de postre, uno queda satisfecho. Eso sí, como ya dije, hay que mirar en youtube cómo se enrrolla el wrap. Parece la cosa más sencilla del mundo, pero tiene su técnica.

Otro ejemplo de comida que llena el estómago es la sopa. Una abundante sopa nos sacia, pero casi todo es agua. Lo lamento decir, pero me gustan mucho las sopas de sobre.

En los últimos tres meses, he mantenido un descenso de mi peso, moderado, pero constante. Ahora, cuando subo los seis pisos del hospital hasta la capilla, me siento mucho más ligero. Mi corazón ya no se pone con las pulsaciones de antes.

Lo mejor de ir viendo que la dieta va dando resultado es que te animas. Y eso te lleva a esforzarte más. Y de allí viene la ambición. El segundo paso es la soberbia. Santo Tomás de Aquino enseña que las hijas de la soberbia son la envidia, los rencores, la venganza, el desprecio, la jactancia y la vanagloria. Y por un descenso moral mucho más largo, pero continuado, se llega al robo y al asesinato. Y después uno recapacita y se da cuenta de que todo comenzó con la pérdida de peso.

martes, febrero 11, 2020

Sobre la eutanasia


Sobre la ley de la eutanasia que me preguntaba Lucía. Dejando claro que acepto totalmente la doctrina de la Iglesia. Sí que me parece que, ante ciertos casos (casos sobre todo de sufrimiento físico), solo se puede uno mantener en la vida por la fe cristiana.

Soy muy consciente de que la ley moral de la Iglesia se basa en la ley natural. Pero determinadas opciones son comprensibles. Ojo, no digo que sean lícitas, pero debo manifestar comprensión ante la debilidad de los seres humanos. Lo mismo ante ciertas situaciones matrimoniales o ciertos pecados sexuales. Son ilícitos, pero uno no puede menos que ser comprensivo con la persona.

Personalmente, considero que los obispos hacen muy bien en clamar con voz potente la doctrina. Pero no creo que mucha gente se acoja a la eutanasia. El deseo de vivir es muy grande en la mayoría de los seres humanos.

Pero llevo años escuchando a muchos cristianos clamar contra la eutanasia (y me parece correcto), pero no veo que se recuerde con empeño que aferrarse a la vida a toda costa no siempre es lo que indica la virtud de la prudencia.

Existe una equivocada idea en muchos católicos de que hay que poner todos los medios artificiales que existen, los que sean, para mantener con vida a una persona demenciada, inmovilizada en una cama, con dolores y sufrimiento. Lamentablemente, no tienen razón. En ciertas circunstancias, no vale la pena luchar por mantener artificialmente a alguien con vida.

Nunca matar, pero tampoco es obligatorio mantener con vida a toda costa de forma artificial. Para algunos pacientes, no entender esto supone un cierto ensañamiento. El enfermo (si puede) debería poder elegir hasta dónde llegar en esa lucha.

No pocos católicos fervorosos se mueven por ciertas máximas sencillas, sin comprender la complejidad de ciertos casos. El caso de cierto niño inglés que tuvo una gran polémica fue un ejemplo claro de esa movilización católica. Yo, personalmente, estaba de acuerdo con los médicos de su hospital: ya no tenía sentido seguir aplicando medios tan extraordinarios en ese caso concreto.

Cierto que, en un futuro más lejano, quizá dentro de quince años, pudiera popularizarse la costumbre de que cada anciano decida cuándo deja este mundo. Y que el sistema sanitario dé, en unos casos, medicinas de vida; y, en otros, “medicinas” de muerte.

Cierto que se va a ir implantando una mentalidad en la que uno es señor de la vida y de la muerte. Veremos a jóvenes que deciden apearse de la vida con todos los permisos de sus médicos. Y a ancianos de noventa años gastar fortunas para arañar unos meses más a su atormentada vida. Sí, lo que hacen los obispos al clamar lo veo muy bien. Pero esta sociedad va camino de la adoración abierta de Moloc.

No se vea en mis líneas una crítica a los obispos, ni la más mínima. Solo añado algunos matices que dentro de la discusión suelen quedar más en segundo plano.

Bien es cierto que, en la mayor parte de los casos, el enfermo no está conectado a ningún soporte vital: salvo oxígeno y suero. Pero, en algunos pocos casos, la intervención médica sí que es determinante. Esa intervención es lo que marca la diferencia entre la vida y la muerte. Y para algunos lo más natural sería dejar que venga la muerte, omitiendo todo auxilio salvo la alimentación por vía nasal. En general, los médicos suelen tomar las decisiones acertadas (eso lo veo), pero la interferencia de los familiares, a veces, no es pequeña. Y por amor pueden llegar a ser crueles.

Datos sobre la epidemia


Desde hace una semana, me ha preguntado mucha gente qué opino del coronavirus. Mi respuesta ha sido siempre la misma: Si China ha dicho la verdad, esta infección no tiene una mucho mayor tasa de mortalidad que cualquier otra infección.

Pero hacía llamar la atención de que no había mucha relación entre la tasa de mortalidad y las medidas extraordinarias que se habían tomado.

Ahora bien, hoy se ha sabido que China reconoce que el número de infectados en su país es de 42 000 y que el número de muertos supera el millar. Eso sí que es preocupante. Porque si las cifras que nos dan son verdaderas, eso significa que ya ahora, como mínimo, muere una persona de cada 42. Dicho de otro modo, este virus significaría (si no hay avances médicos sustanciales) que va a morir el 2% de la población. Pero esa cifra es la mínima.

Todo el mundo financiero entiende que el impacto de esta epidemia va a ser duro. Y más cuando todos los indicadores mostraban el final del ciclo alcista y el comienzo de un periodo de retroceso económico.

Me gustaría ser más optimista, pero no lo soy. Aunque el coronavirus no me preocupa. Lo que, realmente, me preocuparía sería un virus que convirtiera a las personas en zombies. No me quiero imaginar a mí mismo con dos rifles en la manos teniendo que abrirme paso hacia un vehículo.

Pero, como todos sabemos, los zombies solo aparecen en áreas rurales de Estados Unidos. No he visto ninguna película de zombies ambientada en el Vaticano. Es como Godzilla. Tampoco he visto que ese monstruo aparezca en Cuenca o en Soria, siempre suele ser en lugares como Nueva York.

domingo, febrero 09, 2020

Sobre Luis Buñuel


He encontrado esta anotación graciosísima del hermano de Luis Buñuel, cuando le entrevistaron. Leonardo dijo del famoso director de cine:

“Está engañando a todo el mundo desde hace años, haciendo creer que la religión para él no significa nada. Que es un ateo espantoso...Todo lo hace para engañarles a ustedes, sobre todo a sus hermanas”.

 “Hay en él una fusión indisoluble con la Iglesia, sus fastos eclesiásticos, de los que se liberó con la pubertad, como tantos españoles, pero de lo que no se ha liberado nunca totalmente.”

Esta declaración concuerda con lo que Buñuel dijo en una ocasión:

“No me gustan los herejes, ni Lutero, ni Calvino. Con ellos la misa se convierte en una conferencia aburrida pronunciada en una sala triste por un hombre vestido de negro. La Iglesia Católica, al menos, ha tenido el mérito de crear una arquitectura, una liturgia, una música que me conmueven”.

sábado, febrero 08, 2020

Metrópolis fue un modo en el que Dios habló a los alemanes


El otro día me paraba a pensar que la película Metrópolis resultó un sermón y una verdadera profecía. Todo lo que sucedió con los nazis estaba expuesto allí para el que quisiera verlo. Los nazis proponían un nuevo orden, la película comienza mostrando un nuevo orden futuro. Pero, de inmediato, se nos muestra la famosa escena del cambio de turno de los esclavos. Esa escena es idéntica a las formaciones de los campos de concentración. Los esclavos trabajaban bajo tierra. El nuevo orden nazi hizo trabajar a decenas de millares de siervos bajo tierra durante la guerra.


Al final, el nuevo orden era (como dijo la película) una idolatría de Moloc. Esa sociedad preconizada se basaba, en el fondo, en una idolatría.


Y, como dice la película, esa nueva sociedad era una nueva Torre de Babel. La película contrapone esa torre de la soberbia frente a las predicaciones de las catacumbas. En la cinta está todo: Babel, las referencias a la Gran Babilonia, la religión...


Todo está en la película para el que quiera verlo. Una gran predicación justo cuando se estaba engendrando la gran locura. Una película sobre la locura de una sociedad –maldad y opresión—, justo antes de que esa misma sociedad cayera en esa locura.


Hasta hoy no me había dado cuenta de que hay un momento del metraje en que se muestra a la villana (la mujer-robot) sobre un dragón con siete cabezas.

Hacia el final de la cinta, uno de los jerarcas de esa sociedad pregunta dónde está su hijo (hora 2, minuto 05,50). Y uno le contesta:
Mañana, millares preguntarán con furia y desesperación: “¿Dónde está mi hijo?”.

Como ese hay tantos momentos premonitorios de la realidad que iba a venir. Al final, todo acaba en una gran danza de la muerte y el hundimiento de la gran metrópolis.

Para los que quieran echar una hojeada o verla entera:

viernes, febrero 07, 2020

Soñando un Imperium Salomonicum


En los últimos días, he leído (aunque no enteros) más de media docena de estudios sobre la época colonial española en América. Normalmente, eran libros coordinados por un profesor en que cada catedrático escribía sobre un tema muy concreto de su especialidad.

Digo esto para que entendáis que tengo una visión de lo que fue, en realidad, el Imperio Hispano creo que muy ajustada a la verdad, sin idealismos. La realidad, desgraciadamente, pocas veces (tal vez ninguna) es ideal.

Ahora bien, imaginemos un imperio ideal: un Imperio Hispano regido por las leyes de Dios y de la Iglesia. Un Estado en el que una dinastía de monarcas justos, reyes que se hubieran sometido a los moralistas de las universidades, reyes virtuosos que hubieran huido del despotismo. Un imperio que hubiera dejado autonomía a sus distintas provincias del orbe. Un trono no ambicioso de nuevos territorios, sino un trono humanista, renacentista, que (incluso en la península) hubiera evitado el centralismo y la exacción fiscal. Un cetro que hubiera puesto más interés en construir bienestar que en construir armadas.

Un imperio primero de galeones y líneas marítimas. Un conjunto de territorios unidos que, después, hubiera unido desde Guinea Ecuatorial y el norte de Marruecos hasta Sicilia o varias plazas asiáticas. Un imperio benéfico de virreinatos en el que los súbditos se hubieran sentido a gusto y del que no hubieran querido emanciparse. Un reino en el que, de hecho y de derecho, las provincias ultramar gozaran de una gran independencia.

Un imperio que hubiera ido derivando hacia una monarquía constitucional sobre una especie de gran federación de territorios.

Sé que este ideal no fue y que hubiera sido casi imposible que hubiera llegado a ser. Pero imaginemos, en el pasado siglo XX, un mapamundi de países independientes bajo el faro luminoso de un cetro conocido no por su opresión, sino por su influencia benéfica. Una unión de tierras y pueblos que por su humanidad no hubiera sufrido a penas procesos de independencia.

La historia ha conocido muchos engendros, muchas aberraciones, también hubiera podido conocer algo que se acercara a este panorama idílico. ¿Por qué no soñar?

Un siglo XX que hubiera discurrido entre las soberanías nacionales y la égida de un imperio extenso y poderoso, pero no universal. Un siglo que hubiera gozado de la ventaja de la armonía entre lo grande y lo pequeño.