Cuando presenté mi trilogía sobre Dios, se me ocurrió
revisitar mi Historia del mundo angélico. Cuando digo “revisitar”, me
refiero a hojear ese libro. Me acordaba de esa obra en general, en sus grandes
líneas, pero ya se me habían desdibujado los detalles y deseaba tener una
visión de conjunto de los tres tomos.
Al final, no he hojeado esa obra, sino que la he leído
entera puliendo sus frases. Un lector temeroso me pidió que no cambiara el
contenido. No, no he cambiado el contenido, solo hay cambios formales sobre el
mismo texto. Sí que he añadido una página o dos, justo al final del libro, al
hablar de la historia humana en relación a la de los ángeles.
Debo confesaros algo. Cuando publiqué, en el año 2012,
en Brasil, este título, me pareció el mejor libro que yo había escrito. Y era
así. Pero, han bastado siete años, para que me parezca una obra muy inferior a
la segunda parte, Las corrientes que riegan los cielos. No veo ningún error
en sus páginas. Pero, esta vez, siete años han supuesto un verdadero cambio en
mi forma de escribir acerca del mismo tema.
Del mismo modo, veo otro salto cualitativo entre el II
tomo y el III de la trilogía sobre Dios. No me gusta echar piedras sobre mi
propio tejado. Pero, como os lo digo todo, no dejo de comentaros esto. Tampoco estoy
a un paso de pedir, como el Aquinate, una antorcha para quemar todos mis pdf. Todos
sabemos que los pdf arden muy mal.
Sin embargo, os aseguro que había mucho más orgullo en
mí hace diecinueve años, cuando publiqué mi primer libro, que ahora. Que la
vida es una escuela de humildad es algo que he comprobado.