No tengo la menor duda
acerca de la existencia del poder de las tinieblas. Jesús nos habló de él y yo
creo en su Palabra. Cuando se invoca al demonio, eso tiene consecuencias. Cada vez
más jóvenes se han animado a internarse en ese camino luciferino. Son más y más
los jóvenes que, con plena consciencia, portan horrendos símbolos satánicos.
No hace falta recibir un
mensaje divino para entender que la Iglesia, en breve, va a tener que enfrentarse
a olas que con violencia van a impactar directamente contra ella. Pido a todos
los que me lean y tengan algo de influencia con los obispos que les animen a
realizar, una vez al año, un exorcismo magno en las catedrales de sus diócesis.
Una ceremonia a puerta cerrada con presencia de una representación de fieles. Pueden
escoger a unos cuantos sacerdotes, veinte o treinta para realizar conjuntamente
esta ceremonia. El obispo determinará cómo hacer esa ceremonia. Si quiere
ideas, tiene sugerencias en mi libro El exorcismo magno.
Lo que les pido a los
obispos es que entiendan los sacerdotes se pueden unir para ejercer un poder
que Cristo les entregó. Y que ese poder exorcístico, sin duda, tiene
consecuencias beneficiosas.
Seguro que alguien dirá
que “el mejor exorcismo es la misa”. Eso no es verdad. Es falso. Así de claro
lo digo. Estoy harto de escuchar que el mejor exorcismo es la confesión, que el
mejor exorcismo es esto o lo otro. ¡Jesús entregó el poder de los siete
sacramentos y, además, entregó el poder exorcístico! De otra manera,
Jesús habría dicho: “No os entrego poder para expulsar demonios porque con la
misa y la confesión ya basta”.
Ahora es un momento muy
conveniente para poner en práctica ese poder. Porque detrás de lo que nos parecen
movimientos sociales, ideas políticas, teologías renovadoras, presiones de los
fieles, está el Gran Instigador. Lo mínimo que se logrará con ese exorcismo es
alejar muchas tentaciones demoniacas sobre los buenos fieles de la Iglesia. Por
lo menos eso, que los invisibles sembradores de la cizaña sean alejados de las mentes cristianas.
Al menos, con esos exorcismos magnos diocesanos, los católicos sanos estarán en
paz. Los sembradores visibles, los materiales, continuarán. Pero los inmateriales sí que podemos alejarlos. Desgraciadamente, hagamos lo que hagamos, los católicos enfermos de modernismo todos caerán ante los argumentos
sociales, políticos y neoteológicos.
............................................
Todo sacerdote a solas puede improvisar exorcismos contra los demonios que haya alrededor de su propia persona o en su parroquia o en su diócesis o en la Iglesia universal. Lo repito, un exorcismo espontáneo rezado mentalmente o vocalmente, pero completamente a solas, sin nadie presente, no requiere permiso de autoridad alguna según las leyes canónicas actualmente vigentes. Si se realiza con alguien presente, sería distinto. Ya sería un ceremonia que requeriría permiso del obispo.
............................................
El exorcismo magno del que hablaba antes solo lo pueden hacer los obispos. Pero un exorcismo mental, espontáneo; o vocal, pero a solas, lo puede realizar cualquier sacerdote sin necesidad de pedir permiso.