martes, diciembre 22, 2020

La respuesta perfecta




Lo que decía ayer de España, vale también para la Unión Europea. Lo que fueron aquellos tiempos de ideales y entusiasmo, ahora es un tiempo de pérdida de entusiasmo por el futuro. Y lo mismo pasa con la ONU. Ciertamente, vivimos en un tiempo en que hemos visto como el egoísmo particular prevalecía. Y cómo las viejas dictaduras se consolidaban y aparecían otras nuevas.

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El virus ha traído más desesperanza, más sueños frustrados, más jóvenes quedándose en casa sin otra salida que todavía más Internet y todavía más videojuegos.

Cuantos cientos de miles de ilusiones han quedado extinguidas: comercios, trabajos, proyectos. En este sentido, el virus ha sido como una apisonadora.

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Y lo que es peor, mi madre no vendrá a casa por Navidad. Sí, lo que oís. Este año tendrá que contar todas las anécdotas su pobre marido, mi padrastro. El cual, por supuesto, no dirá nada.

Siempre, ¡siempre!, habían sido las cosas de una determinada manera en navidad. Pero no creo que esto produzca una ruptura del continuo espacio-temporal. Véase El día de la marmota (Groundhog Day). La película demuestra que estas rupturas no hay que tomárselas a la ligera. Si se toman a la ligera, es cuando vienen las venganzas de la Naturaleza, véase el SARS-CoV-2.

Y eso que ese virus es mucho menos maligno que el futuro SARS-CoV-8-ultimate.