viernes, enero 07, 2022

Crónicas omicronianas: estoy mejor

 

Gracias por todas vuestras oraciones. Hoy ya me encuentro muchísimo mejor. No siento fiebre. Sigo teniendo la ronquera y esta noche me ha dado un ataque de tos durante un rato. Pero estoy muy bien.

Mis padres no se han contagiado. Menos mal. Si para un día que voy, les contagio, me hubiera sentido culpable.

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Lo peor, de todas maneras, no es morirse, sino acabar en alguno de esos espantosos columbarios parroquiales. Todos los columbarios antiguos son, estéticamente, formidables. Todos los columbarios actuales son deleznables. Es como si hubiera un concurso mundial a ver quién construye el columbario más feo posible.

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En las películas salen unas criptas y unos columbarios sensacionales. Mientras que los arquitectos hacen unas obras abominables. El mundo al revés. Los directores de cine haciendo buena arquitectura; los arquitectos, pésima.

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Lo malo de aposentarte en un buen sepulcro en una abadía, uno como los que a mí me gustan, es que tus restos siempre acaban dispersados y arrojados en cualquier lado. Siempre ha habido o habrá alguna revolución de tipo marxista o neomarxista que se encargará de tus huesos acaben mezclados con los de todos los frailes. Las izquierdas siempre han mostrado una llamativa inclinación al saqueo de tumbas.

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Es cierto, alguien me dirá, que no es lo mismo el comunismo que el chavismo, o que Podemos. Es cierto, lo reconozco. Y eso también me preocupa: la evolución.

Porque si evolucionan, no descarto que de la profanación de sepulcros pudieran pasar ya directamente al vampirismo.