Ayer, hablando con un primo mío, me
dijo algo que es muy perspicaz y de lo que no había dado cuenta: lo que hace
tan famoso al Palacio de Buckingham es el cambio de la guardia.
La afirmación parece muy simple. De
tan simple que es, parece no tener ningún valor. Pero no es así.
El Palacio Real de Madrid es más
grande. En mi opinión tiene mayor valor artístico en su interior y
arquitectónico en su exterior. Aparece mucho más integrado en el marco urbano
que el británico. Y si atendemos a los detalles, el palacio de Madrid (de una
época de esplendor) sale ganando frente a un palacio inglés del siglo XIX que
fue construido y decorado en una época de gran control del parlamento respecto
al trono.
Entonces, ¿por qué todo el mundo
conoce y admira un palacio, y el otro es casi desconocido? La clave está en lo
que me dijo mi primo. El poder icónico de ciertas imágenes.
Palacio de
Madrid: 135 000 m², 3418 habitaciones
Palacio de
Buckingham: 77,000 m², 775 habitaciones.
Eso sin
contar con que el palacio español tiene la armería, el jardín y la capilla que
decantan todavía más la balanza hacia el lado de Madrid.
Es el cambio de guardia lo que hace
que ese palacio sea considerado como es. ¿Y por qué hoy me he preguntado esto?
Pues porque he visto parte de la procesión del Domingo de Ramos en el Vaticano.
¿Y qué conclusión he sacado? Que hay que hacer algo más, más grandioso; en la
línea de las ceremonias de Neovaticano.