Llevo algún tiempo pensando que el
tema de los anillos episcopales podría ser reorganizado un poco, asignando
un tipo de anillo según el rango. Aquí va mi sugerencia.
Anillo ordinario
Es el anillo que el obispo llevaría
en su día a día, sea un anillo con una piedra semipreciosa, sea un anillo
metálico.
Anillo precioso
Es el anillo que el obispo se
colocaría para los grandes pontificales. Veo muy estético y simbólico que este
anillo siempre tenga una piedra como elemento esencial.
Anillo arzobispal
En una de mis obras, Colegio de
Pontífices, propuse una reforma de la figura arzobispal. Con esas nuevas
funciones el arzobispo recién nombrado recibiría del primado el anillo arzobispal,
antes de la imposición del palio. Después de la ceremonia sería libre de llevar
ese anillo o no. Tendría una forma de óvalo picudo. Podría ese óvalo ser de
piedra, pero para diferenciarlo del anillo episcopal, mejor si es de un tipo de
vidrio duro.
Anillo cardenalicio
Es el que se le coloca en la
imposición de la birreta. Sería bañado en oro y tendría forma de óvalo
metálico. En esa superficie plana habría tan solo una inscripción de un
versículo de la Biblia. En realidad, solo cabría una parte. No he encontrado ninguna fotografía adecuada, esto es lo más cercano al óvalo plano (no picudo) que aconsejaría para este anillo de los purpurados.
Anillo del pescador
Es el que recibe el papa en la
ceremonia de imposición del palio en la misa de inauguración del pontificado.
♣ ♣ ♣
Todos estos anillos serían los
propios, los específicos. Después cada rango es muy libre de llevar el anillo
que desee. Estos serían los usados para la ceremonia en que se reciben las
insignias de su rango.
Sería bueno que en cada catedral
hubiera un anillo histórico, venerable, muy antiguo que es el que se usara en
esa ceremonia. Incluso sería muy bueno que se implantara la costumbre de que
los anillos de los cardenales fueran devueltos al Papa al fallecer el cardenal.
Imponer antiquísimos anillos tendría un magnífico simbolismo.
El papa mismo podría recibir un
anillo antiguo en la ceremonia de inauguración de su pontificado. Y, sin
prisas, se iría fabricando el suyo propio en los días siguientes.