Acerca de las elecciones
continuas, de las que hablé en días pasados, me he dado cuenta de un pequeño
problema, que menos mal que admite solución.
Hay 48 semanas por año.
Suponiendo que no se vote en los meses de vacaciones eso deja 40 semanas. Ese
número por cuatro años da un total 160 semanas o ciento sesenta votaciones. (Nota añadida un día después: Me he equivocado multiplicando por 4 cada mes, hay meses de más semanas. Normalmente hay 52 semanas por año. No voy a cambiar los cálculos de este post, pero quede constancia del error).
Las votaciones continuas
al congreso supondrían (cada cuatro años) un total de 160 semanas. Dejando
fuera el domingo de Pascua (hay mucha gente que se va de vacaciones) y la
semana de Navidad, por la misma razón, podría quedarse en 150 votaciones.
El problema en el que no
había reparado es que una reducción tan drástica de votantes implica una
reducción de votantes; y, por tanto, también de colegios electorales.
Si hay, por ejemplo, 10
veces menos de colegios electorales, eso significa que un votante tendrá el
colegio electoral diez veces más lejos de su casa que ahora. Y eso sí que es un
problema.
Ahora bien, no es
exactamente así por las siguientes razones.
Primero:
Se votaría solo por la mañana, la cantidad total de mesas electorales tendría
que duplicarse. El problema, para empezar, se reduce a la mitad.
Segundo:
Lo normal es que, en cada lugar de votaciones, normalmente escuelas e
institutos, haya unas seis mesas electorales. Ahora solo habría una. Con lo
cual el problema que antes se reducía a la mitad, ahora se divide por seis, que
es el número más normal (creo) de mesas en cada lugar de votaciones.
Tercero:
En aquellas poblaciones pequeñas con una sola mesa electoral, las votaciones sí
que serían en una sola fecha para todos los habitantes. En aquellas localidades
donde, por ejemplo, se constituyen cinco mesas, las votaciones serían cinco
veces cada cuatro años. Si en una localidad se constituyen 30 mesas, habría
treinta votaciones al cabo de cuatro años.
Conclusión:
El problema inicial tras el considerando primero y el segundo, queda reducido a
un 6%. El votante tendría que ir a un lugar seis veces más lejos que el lugar
habitual hasta ahora.
Ahora bien, si
descontamos todas las votaciones en localidades pequeñas que votan según el
número de mesas electorales con las que cuentan hasta ahora, el resulta final,
de nuevo, vuelve a reducirse. En España la población rural representa el 17%
del total. De nuevo, el problema queda reducido al 4%. El votante tendría el
colegio cuatro veces más lejos que hasta ahora.
También este problema
admite adaptaciones que lo eviten. Pero, bueno, en una gran ciudad esto ya no
sería un gran problema. Pero, insisto, se puede afrontar la cuestión para que
la distribución de colegios sea como la de ahora. Una posible solución es
multiplicar por cuatro los colegios y que cada uno solo abra hora y media. Otra
posibilidad sería escoger a jubilados voluntarios para constituir colegios. Los
más ancianos como los responsables de los colegios electorales.
No, no es problema insoluble que no se pueda solucionar.