jueves, agosto 01, 2019

Grandes escenas del 7º arte


En el cine hay grandes escenas, la llegada del cardenal a la Misión de san José (La Misión), la desconexión de HAL (2001, la odisea del espacio), el travelling con que comienza Sed de Mal

La escena que os pongo abajo, no es quizá la mejor de la Historia del cine. Pero sí que merece estar en una Historia del cine. En su género, resulta insuperable.



miércoles, julio 31, 2019

Mi padre y los platos que no me gustaban


Hoy, mientras fregaba, había mucho acumulado, he vuelto a escuchar la mitad de la conferencia, magnífica conferencia, de Joseph Pérez sobre Cisneros. Este hispanista francés es, tal vez, el mayor especialista en Cisneros.

En su conferencia queda claro que el príncipe Carlos (futuro Carlos V) fue un muy imprudente al principio y bastante memo. Tomó bastantes decisiones muy mal tomadas que estuvieron a punto de llevarnos a la guerra civil. Menos mal que, después, fue aprendiendo el oficio.

Después he leído el final de Muerte de un campesino español, la formidable novela de Sénder. Ya la había leído hace años, pero no recordaba lo buena que era.

He hablado por teléfono con una autora, no diré el nombre, autora de un buen número de libros, autora de Planeta. Me comentaba que se retira del mundo de la literatura. La razón es la que ya he escuchado a más autores: cómo está el mundo editorial. El mundo editorial está hundiéndose. Y, en ese hundimiento, la industria aboga por lo meramente comercial. Si son libros sencillitos, mucho mejor. No son quejas de los que afuera del éxito, la gente no sabe hasta qué punto está enferma esa industria.

Ahora, hasta que vaya a la iglesia, voy a ver si reviso un poco las notas que tengo en mis cuadernos de anotaciones. Menuda masa de material. Menos mal que, de vez en cuando, como hoy, me dedico a poner orden.

Os dejo un gif que me recuerda a muchas escenas que he vivido de pequeño en mi casa, a la mesa, con mi padre:



lunes, julio 29, 2019

Las tres fotos más graciosas que he encontrado hoy



En esas cuevas es donde guardo mis libros



Creo que, a estas alturas, no deja de ser de agradecer que yo provea de un cierto mapa para orientarse en la masa de libros que he escrito, un mapa para poder leer lo que considero mejor, dejando para después los títulos que considero menos importantes.

He distribuido todo en tres grandes grupos: obras mayores, intermedias y menores; al que se añade una última categoría de obras que solo he conservado para aquellos que tengan mucho interés por indagar en los menores detalles. Las he llamado a estas últimas “obras testimoniales” porque solo sirven de testimonio de cómo llegué a las obras menores e intermedias.

Si se os ocurre otra clasificación u otra terminología, os agradeceré sugerencias. La clasificación de BIBLIOTECA FORTENIANA es temática. Esta que ofrezco debajo es basada en su calidad, para poder leer las mejores obras al principio. En fin, quedo a la escucha de vuestras sugerencias, a sabiendas de que no pocas de esas sugerencias serán del género cómico. Las cuales me tomaré con buen humor, os lo aseguro.

Obras mayores
1ª categoría: la cúspide de mi bibliografía
Las corrientes que riegan el cielo
Historia del mundo angélico
Entre los libros y los demonios: autobiografía
[mi novela sobre las plagas de Egipto, todavía inédita]

2ª categoría: libros de los que me siento orgulloso
            [mi ensayo sobre el infierno, todavía inédito]
Obra férrea
Historias hamletianas
Libro cuadrado
Torres góticas
El curioso caso de la muerte del gato del obispo
La tempestad de Dios

Obras intermedias
3ª categoría: el grueso de mi trabajo
Summa Daemoniaca
La tiniebla en el exorcismo
Tratado sobre las almas perdidas
Ex scriptorio
La grande y fuerte Babilonia
Las aguas vivas que borbotean
Enoc y los nefilim
Colegio de pontífices
Manzanas de Gomorra
La luz de la diaconía
Los hijos de vuestros hijos
La catedral de San Agustín

Obras menores
4ª categoría: el grueso de mi trabajo

Las llaves del león
Edipo Vasco
La construcción de la razón
Templo Neovaticano
Templo isidoriano
Templo atanasiano
La decadencia de las columnas jónicas
Exorcística
El Exorcismo Magno
Un Dios Misterioso
La mitra y las ínfulas
La vestición del obispo
La magna unción final
El Incienso de la Alabanza
La reparación de la santidad de un templo profanado
Sobre el breviario

Cyclus apocalypticus
Historia de la II Secesión de los Estados Unidos de América
Memorias del último Gran Maestre templario
El juicio: año 2209
La construcción del Edén
Necronerópolis
El hundimiento de la Torre de Babel
El crepúsculo de los burócratas
Noveno libro
Décimo libro


sábado, julio 27, 2019

La traducción más literal del padrenuestro



Hoy en el Evangelio leemos cómo Jesús les enseña a los discípulos el padrenuestro. Después de años reflexionando las palabras griegas de Nuestro Maestro, os quiero ofrecer cual pienso que es la versión más literal de esta oración del Señor conjugando la versión de Mateo y la de Lucas de acuerdo a las reglas de la crítica textual.

Os la ofrezco sin soberbia, pero sí tras mucha lectura. Digo esto de “sin soberbia” porque ha habido muchos grandes exegetas hablando de la cuestión y parece, con razón, que yo no tendría nada que añadir. Pero, por si a alguien le sirve mi opinión, os la ofrezco.

Hoy y mañana daré dos sermones sobre el padrenuestro que grabaré y colocaré en el canal. Aunque tardarán unos días en aparecer en youtube, ya que una persona tiene que sincronizar el audio y el vídeo. La traducción que considero más literal sería esta:

Padre nuestro
que estás en los cielos,
santificado sea tu nombre.
Venga tu reino.
Sea hecha tu voluntad como en el cielo también sobre la tierra.

El pan nuestro, el de cada día, concédenoslo hoy.
Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores.
Y no nos conduzcas a la tentación, sino líbranos del malo.
Amen.

Sí, el “amén” también forma parte de la oración. Mateo, antes del “amén” incluye esta línea: porque tuyo es el reino y el poder y la gloria hacia las edades.

No voy a explicar aquí la razón de cada opción que se ha tomado. Pero el criterio ha sido claro: fidelidad máxima. Si digo "el de cada día" es porque en el original está ese artículo "el". Solo he quitado un artículo, ya que literalmente debería decir: "las deudas de nosotros". 

En los dos sermones, explicaré por qué pienso que este fue el texto original. Por supuesto, yo seguiré rezando el texto de la Conferencia Episcopal. Pero, a la hora de meditar la oración, lo haré con la traducción más fiel.

jueves, julio 25, 2019

Aquella época de los sellos de lacre





Hoy leído algunas cosas acerca de los sellos de lacre en la Edad Media. Interesante la reflexión de un autor de que un sello de lacre no tiene como función representar la realidad, sino que es un instrumento para crear la realidad. El sello autentifica que algo es real. El sello como veritas, como marcador de verdad.

Por eso, no todos tienen sello de lacre. El sello solo lo podían tener (y lo tienen) aquellos que pueden realizar importantes actos de jurisdicción. Si no es así, se convierte en algo decorativo. Se convierte en un objeto sustentado por nada.

Aunque no sea un sello de lacre, siempre me ha causado una sonrisa de conmiseración cuando un sacerdote se ha hecho un escudo presbiteral. Nunca han existido tales escudos a lo largo de los siglos; no todo el mundo tenía derecho a un escudo.

No me parece mal que alguien tenga un sello personal (por ejemplo, de tinta roja) para sellar sus cartas si escribe muchas cartas y quiere embellecerlas.

Los reyes, los obispos, abades, nobles, ciudades importantes podían tener sello de lacre. Ellos realizaban actos que debían ser atestiguados. Y resulta interesante la unión entre texto y sello. El sello como el que atestigua la existencia de una auctoritas. El sello como transmisión de una decisión.

lunes, julio 15, 2019

A mis lectores vascos y catalanes



Ayer tuve una encantadora llamada de una lectora vasca del blog y hablamos del nacionalismo. Tras esa llamada me gustaría añadir unas palabras aquí.

Aunque no voy a repetir lo que ya he dicho, hago protesta (una vez más) de que mi interés en hablar acerca de este tema ha sido desde un punto de vista moral. No puedo desentenderme de la pregunta: “¿Es lícito o no es lícito?”. Porque si fuera lícito, estarían los gobernantes de España pecando al encarcelar a ciudadanos que defienden algo lícito.

Si fuera lícito, estaríamos hablando de derechos. Si fuera lícito, deberíamos pedir perdón a aquellos a los que hemos intentado imponer nuestras ideas. Pero la moral es objetiva, es igual para todos y para todas las épocas. Los dictados de la moral obligan por encima de los partidos políticos, de las ideologías y de las opiniones personales. Lo repito, las opiniones personales no están por encima de la moral. Las opiniones deben adecuarse a los dictados de la moral.

Todos hemos escuchado cientos de veces que hay muchos y muy buenos católicos que son secesionistas. Pero, por mucho que se repita esa frase, la gran cuestión es si existe un verdadero derecho a la secesión. No me importa el número de buenos católicos secesionistas, lo que me importa es la verdad moral, la lógica implacable de la verdad.

Cuando he afrontado esta cuestión, equivocado o no, lo he hecho desde el más escrupuloso deseo de buscar la verdad, de que no me traicionaran mis prejuicios, de que nunca nadie me pudiera echar en cara el haber abusado de mi función como pastor de almas para imponer mis ideas opinables sobre las de otros.

Durante años, evité esta cuestión. Pero la intervención de las fuerzas de seguridad del Estado, la detención de varios cargos electos y la posible aparición (en el futuro) de la violencia me obligaron en conciencia a emitir un juicio moral sobre el mismo núcleo del asunto. Cosa que, durante años, repito, evité.

Y ahora voy al tema que iba ser el post de hoy, lo que pasa es que en el preámbulo (iba a ser solo un párrafo) me he alargado.

Ayer hablamos por teléfono de don Mateo Múgica, obispo de Vitoria (es el que aparece en la foto de arriba en este post), y del cardenal Vidal i Barraquer, arzobispo de Tarragona. Los dos únicos que no firmaron la Carta Conjunta del episcopado de España, del que ellos eran parte.
        
Pues bien, del obispo de Vitoria, solo voy a dar un dato entre varios y es el documento que se radió en el País Vasco con su aprobación y en el que se dará un juicio episcopal acerca del hecho de los católicos carlistas estuvieran luchando en el frente contras los católicos nacionalistas vascos. El obispo dirá estas palabras impresionantes:

No es lícito, en ninguna forma, en ningún terreno, y menos en la forma cruentísima de una guerra, última razón que tienen los pueblos para imponer su razón, fraccionar las fuerzas católicas ante el común enemigo.

Menos lícito, mejor absolutamente ilícito es después de dividir, sumarse al enemigo para combatir al hermano, promiscuando el ideal de Cristo con el de Belial, entre los que no hay compostura posible.

Impresionante. Sencillamente, impresionante. Y este es el obispo al que todos los documentales presentan como enemigo de la Carta Conjunta.
El que quiera puede leer un artículo mucho más largo (con muchos más datos) en la prestigiosísima revista Hispania Sacra en el que aparece, además, la alocución entera que se leyó en la radio:


El otro prelado que no firmó la carta de todos sus hermanos obispos (vivos) fue el cardenal Vidal i Barraquer, del que también se ha querido hacer un símbolo independentista y también siempre aparece mencionado en todos los documentales, los cuales repiten que no todos los obispos apoyaron a Franco.

De este cardenal ya hablé largamente en otros posts. Solo repetiré sus mismas palabras: “Deseo vivamente que triunfe Franco”. En este link se pueden tomar muchos más datos acerca de esta cuestión:


¡¡Y estos eran los dos paladines antifranco!! Cómo se manipula todo en los documentales pagados (con el dinero de todos) por nuestro régimen socialista.

En fin, he escrito este post para completar mi conversación de ayer. Yo siempre respeto a las personas. Las personas son respetables. Todas las ideas no son igual de respetables.

El nacionalismo independentista puede ser una fuerza que se desarrolle en muchos países europeos. Puede acabar siendo una ideología que prenda incluso en muchos países latinoamericanos.

Los pueblos harán lo que quieran, pero el Estado de Derecho está investido de toda la legitimidad para imponer el orden de la Ley allí donde se conculque el orden constitucional.

En España no hay presos políticos. No existe el derecho a la secesión. Y Tarragona y Bilbao son tan parte de España como Córdoba y Segovia. Los derechos no son un menú servido sobre la bandeja del relativismo moral para que cada uno se sirva según sus gustos.

jueves, julio 11, 2019

Obispos, obispos, obispos





Mañana hablaré de mi visita al Monasterio del Paular. He compartido con ellos la festividad de san Benito. Siempre que he entrado bajo su techo, he sentido verdadero afecto de parte de su prior y de su comunidad. No solo hospitalidad, sino verdadero afecto.

Ni hoy ni mañana pondré fotos de la gente que estábamos. Siempre soy respetuoso de la intimidad de las personas. Si en los próximos días pongo fotos con más gente serán las que se vayan a subir a la web del monasterio.

Ahora sigamos con el post sobre los obispos que viene de ayer.

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El obispo nunca debe crear una cierta distancia entre él y el sacerdote que le habla. Algún prelado puede pensar que para reafirmar su autoridad es bueno no dar excesivas confianzas.

Craso error. Error que ha causado muchos sinsabores y ningún fruto. La simplicidad, la afabilidad, la cercanía siempre son virtudes en el que debería ser padre de los sacerdotes.

El obispo puede actuar con la máxima sacralidad en los grandes pontificales. Cuando ejerce como sumo sacerdote de su diócesis, puede revestirse con la mayor magnificencia.

Pero, acabado el acto litúrgico, sus vestiduras son sencillas como las de cualquier sacerdote: una simple sotana, una cruz pectoral, un anillo. Precisamente por esto, soy de la opinión de que es bueno tener una crux pretiosa para las grandes misas y un anillo especialmente bello y rico para los actos litúrgicos. Pero, en la vida ordinaria, el pectoral y el anillo, deben respirar sencillez. Sobria belleza, pero nunca lujos que expresen jactancia.

Con esto no digo que no se vista con la sotana filetata o con la sotana de color fucsia en ocasiones. De ningún modo digo eso, porque cuando el obispo se viste con esas sotanas especiales lo hace como servicio, es decir, lo hace para dar más esplendor a un acto. Y, por supuesto, que otorga más prestancia a un acto vistiendo de un modo especial.


domingo, junio 30, 2019

Obispos, últimas sugerencias



Décimo cuarto. Una sería la figura del presidente de la Conferencia Episcopal, encargado de coordinar las funciones generales de la Iglesia en un país, y otra figura, muy distinta, sería la del primado, encargado de los arzobispos. 

Por supuesto, el primado estaría exento de toda jurisdicción sobre ellos. Solo poseería autoridad personal y el encargo de hacerles notar los defectos, los aspectos mejorables. Ni los arzobispos tendrán jurisdicción sobre los obispos sufragáneos, ni el primado sobre los arzobispos. Las quejas respecto al primado pasarán al nuncio.

Por supuesto que siempre cualquier fiel podrá recurrir, desde el primer momento, al nuncio sin seguir este sistema. Pero lo propuesto desea dotar de cercanía al sistema para detectar problemas y que siempre haya alguien que tenga el deber de revisar los verdaderos o falsos problemas.

Décimo quinto. Seguirán existiendo obispos auxiliares. Pero considero que cuando alguien es nombrado para ser pastor de una diócesis, lo lógico es que esté en ese encargo veinte años. En el sistema que propongo, el obispo auxiliar o pasa a ser obispo residencial para ejercer durante ese largo periodo de tiempo, o si no es mejor que se enraíce en la diócesis en la que esté ejerciendo como obispo auxiliar. En este sistema, muchos de los obispos auxiliares deberán acceder a esa dignidad con la mentalidad no de que sea un puesto de paso, sino una vocación específica.

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Aquí acabo esta serie de cosas que me rondaban por la cabeza y que quería compartirlas para escuchar vuestras opiniones. Sin que tenga nada que ver y, solo como curiosidad, el Código de Derecho Canónico da algunas normas que para los laicos pueden resultar interesantes:

No debe ausentarse de su diócesis los días de Navidad, Semana Santa y Resurrección del Señor, Pentecostés y Corpus Christi, a no ser por una causa grave y urgente (canon 395 § 3).

El obispo no hace la visita pastoral de las casas sujetas a derecho pontificio.

El obispo no puede ausentarse un mes de su diócesis, salvo en los casos ya establecidos por el Derecho Canónico.

388 § 1.    Una vez tomada posesión de la diócesis, el Obispo diocesano debe aplicar por el pueblo que le está encomendado la Misa de todos los domingos y otras fiestas de precepto en su región.

 § 2.    Los días indicados en el § 1, el Obispo debe personalmente celebrar y aplicar la Misa por el pueblo; y si no puede celebrarla por impedimento legítimo, la aplicará esos mismos días por medio de otro, u otros días personalmente.


Post Data: Después de tanto hablar sobre los obispos, sería un buen momento para hablar de mi madre. Aunque mi madre (siempre terca) me haga tanto caso como los obispos.

En algunas cuestiones, tengo más posibilidades que la Iglesia acepte parte de estas sugerencias que el que mi madre dé su brazo a torcer en varias cuestiones domésticas.

Reformas episcopales: sugerencias y más sugerencias



Sigue el post de ayer acerca de las medidas que sugeriría de reforma del episcopado.

Noveno. Se fomentará que los laicos y el clero se pongan en contacto con el arzobispo dando su opinión sobre problemas eclesiales diocesanos. Por supuesto que esto se gestionará a través de un delegado. De manera que el arzobispo tenga una idea precisa de las diócesis sufragáneas y pudiera hablar de esos problemas con esos obispos. Esta será una tarea propia del arzobispo, no una actividad opcional, sino parte de su misión. De manera que no sea lo mismo ser arzobispo que obispo.

Décimo. Las quejas nunca podrán ser anónimas. Se presentarán personalmente al delegado. Y el arzobispo mantendrá oculto el nombre. El arzobispo podrá delegar en alguien la investigación de la verdad que haya detrás de esas quejas.

Undécimo. Este sistema nada tiene que ver con el sistema actual de las congregaciones romanas o de la Signatura. En esta última, el tenor es judicial. Mientras que este sistema que propongo se mantendrá dentro del tenor de la caridad fraternal. Apelar a un tercero para que dialogue. Ofrecer un camino alternativo a los actuales (más formales) para la solución de los problemas internos.

Duodécimo. Si hace falta se reconfigurará la calificación de las sedes arzobispales para que no haya pequeñas sedes arzobispales sin obispos sufragáneos. La medida ideal es que cada arzobispo tenga siete obispos sufragáneos. A la hora de reorganizar el mapa de las provincias eclesiásticas, se tendrá en cuenta, ante todo la proporción numérica, y no las divisiones políticas entre provincias. Porque lo principal del arzobispo en esta reforma será ejercer como arzobispo. Es decir, hablar fraternalmente de lo que él considera que son las deficiencias de ese obispo. Lo importante no serán las divisiones regionales sino el poder ejercer esa función.

Décimo tercero. Los arzobispos escogerán a un primado entre ellos. El primado ejercerá con ellos la función que el arzobispo ejerce con sus obispos sufragáneos. Seguirá existiendo (de un modo honorífico) una sede primada en cada país. Pero el primado podrá ser obispo en cualquier sede o incluso estar jubilado. Lo lógico es que se escoja entre los arzobispos, pero tendrán libertad para escoger a quien lo deseen.

sábado, junio 29, 2019

Reformas episcopales y arzobispales



Me gustaría escuchar vuestra opinión (y sugerencias) sobre un asunto que llevo pensando desde hace tiempo. Algo escribí sobre el tema, pero ahora –lo digo en serio– me gustaría escucharos. Lo voy a exponer de forma casi telegráfica, dejando a un lado el apoyo de razonamientos. Numero los párrafos para facilitaros vuestra labor de comentar.

Primero. Cada obispo sería nombrado con una edad que rondaría entre los 45 y 50 años. No antes, porque debe presidir sobre presbíteros (ancianos).

Segundo. No después, porque debe ser un padre que se asiente en el puesto. Esta edad sería una norma general, pudiendo haber excepciones, por supuesto. Pero de manera ordinaria se evitaría nombrar obispos ya ancianos, porque el obispo debe asentarse, echar raíces, estar mucho tiempo. Nombrarlo a los 50 años, implica que va a estar solo 25 años de obispo.

Tércero. Un obispo sería nombrado para una diócesis y sabría que va a estar en esa diócesis para siempre. No habría traslados a otras diócesis. El oficio de obispo requiere una total exclusividad, un dedicarse por entero y para siempre a ese rebaño. Se tardan más de cinco años en conocer bien a todo el clero y a los pueblos de la diócesis. No tiene sentido cambiar a ese obispo justo cuando conoce ya bien a su rebaño.

Cuarto. De manera que el obispo sabe que se va a ese rebaño y solo a eso. Las actividades de la Conferencia Episcopal se delegarán a presbíteros, diáconos y laicos. Restringiendo los desplazamientos de obispos al mínimo necesario a lo que, realmente, sea muy importante. Delegar debe ser la consigna.

Quinto. El arzobispo ejercerá las funciones que ya he explicado en mi libro Colegio de pontífices. Cuando muera un arzobispo se escogerá, de entre los obispos de esa nación, al que se vea más digno, más venerable, más sabio y santo para ocupar esa sede.

Sexto. Lo lógico es que un arzobispo esté en esa sede arzobispal un mínimo de quince años. De manera que la provisión de esas sedes vacantes debe tener en cuenta ese hecho. Y, por lo tanto, un obispo llegaría a una sede arzobispal tras 10 o 15 años de ejercicio del episcopado.

Séptimo. Los obispos al llegar a los 75 años seguirán en el puesto, con el mismo título, presidiendo las celebraciones, pero el gobierno de la diócesis quedará, enteramente, en manos del obispo coadjutor. La figura del obispo anciano será similar a la de un padre que se ha convertido en abuelo y que deja los asuntos en manos de su hijo primogénito. Pudiéndose dedicar a presidir fiestas patronales, a predicar, a recibir a sacerdotes que quieran pedirle su consejo, a la catedral. Las diócesis necesitan esta figura del abuelo.

Octavo. El obispo anciano ya no será emérito, pero sí jubilado. Me gusta la figura del obispo-abuelo u obispo-patriarca, y la del obispo-hijo u obispo-primogénito. Por supuesto esta figura del obispo anciano podrá retirarse si lo desea a otro lugar. Hay que dejar de ver al obispo jubilado como un posible estorbo, para considerarlo como una benéfica ayuda para el nuevo obispo.

jueves, junio 27, 2019

El celibato: más consideraciones



Ahora quiero dar otro enfoque a la cuestión de ayer. Me resulta llamativo que en tantas diócesis haya una tan grande resistencia episcopal a crear un cuerpo de laicos que puedan hacer liturgias de la Palabra allí donde no hay un párroco.

En cierta diócesis que visité del continente americano, cada sacerdote, los domingos, celebraba unas cinco misas. Me imagino que los sábados por la tarde debían ser tres, pero no lo pregunté. Resulta claro que no tiene sentido que el sacerdote se mate a celebrar misas, cuando el remedio de laicos que organicen una celebración de la Palabra (con comunión) es perfectamente lícito. Esa resistencia no es un caso aislado.

¿La razón esgrimida? No podemos protestantizar la Iglesia. No podemos abrirnos a la modernidad de manera que desnaturalicemos la catolicidad. Si abrimos la puerta...

Por supuesto que esas razones no me convencen para nada. Precisamente la Iglesia antigua desarrolló todo un escalafón de órdenes menores. Una modernización que consista en volver a los orígenes nunca puede ser un desastre. Puede hacerse de forma más o menos acertada, pero nunca será una traición.

Cierto que si se abre la puerta a esa novedad va a haber problemas. ¿Pero no es mayor problema dejar que una población, de hecho, se marchite sin sacerdote? El que el sacerdote venga, celebre misa y se marche (porque tiene otra misa) no es, realmente, atender esa población.

Y si desarrollamos todo ese cuerpo de evangelizadores laicos, ¿alguno de ellos no se podría preparar para recibir el sacramento del orden? ¿Es preferible que presida la liturgia una monja y ella administre el sacramento a que lo haga un “anciano”, aunque esté casado, bien formado teológicamente, virtuoso y que lleva evangelizando durante diez o quince años?

Como veis, tan superficial me parece pensar que la introducción de sacerdotes casados va a arreglarlo todo, como negarse en redondo.

El gran problema de toda esta fraternal discusión no son los poblados aislados de Brasil, sino la muy peculiar situación de Centroeuropa. Allí es donde está el verdadero temor a tomar cualquier decisión que implique una mayor identificación entre el mundo y la Iglesia. O, dicho de otro modo, el temor a que las iglesias de ese entorno geográfico acaben pensando totalmente como el mundo, es decir con los valores imperantes en los temas tan debatidos hoy en día.

Hasta ahora, el clero célibe, el clero que reza, ha sido un dique frente a esa ola de lo políticamente correcto que lo invade todo. Si el mismo clero se laiciza, es de esperar que opere un cambio muy grande en la mentalidad de esas comunidades católicas. Alguien me dirá que no tiene por qué. Pero es un hecho que el clero célibe y orante ha sido hasta ahora un dique frente a las pretensiones modernizadoras de un gran sector de los laicos.

Como veis, no es un asunto fácil. Para hacer que sea más difícil, todavía más, tomar una decisión, es un hecho que en los países con poco clero es donde apenas se ha desarrollado el diaconado permanente. Curiosamente, se ha desarrollado muchísimo en los países con más clero.

Sí, el tema no es fácil. Yo mismo, os confieso, me mantengo en una posición de en medio en esta discusión. Y no lo hago por quedar bien con todos, o por no implicarme. Realmente, en conciencia, veo razones a favor y en contra. Lo que sí que tengo claro es que acepto y aceptaré lo que ha determinado la Iglesia y lo que pueda determinar en el futuro. Amén.

miércoles, junio 26, 2019

El celibato: solo algunas consideraciones



Hubo presbíteros y obispos casados en la Iglesia Antigua. Pero para aquellos que piensen que las iglesias del Imperio Romano de Occidente y las del Imperio de Oriente eran un faro de espiritualidad y constituían una edad dorada de la Iglesia, les recomendaría que leyesen mis posts sobre Gregorio de Nacianzo. Ahora estoy dando unos sermones (todavía no puestos) sobre Cirilo de Jerusalén. San Cirilo fue un hombre muy santo, no lo dudo, pero también una fuente de problemas. En los iconos queda genial, pero su episcopado está repleto de decisiones digamos que “controvertidas”.

Lejos de ser una época dorada, esa fue una época siempre agitada por conflictos internos, por grandes rivalidades eclesiásticas. Entre los obispos, había un impresionante “mal rollo”. Resulta sorprendente la muchísima ambición que existía por lograr los puestos eclesiásticos. Y las disputas se solucionaban no solo con palabras, sino también con piedras y palos. Es una época que es de todo, menos pacífica.

Los cristianos del siglo IV y V verían nuestra época como una era de paz eclesial. Las cuestiones de fe ahora están más claras. El campo de lo civil y de lo religioso se muestran mucho más delimitados. Los párrocos ahora están mucho mejor formados que los presbíteros de entonces.

Imaginaos un presbítero del siglo IV o V de un pueblo de trescientos habitantes en Libia, vestido como el resto de sus feligreses. Con cuatro hijos, una docena de gallinas y unos huertos que cultiva como el resto de las personas con las que convive. La misa solo es dominical. Pero se rezan salmos al caer el sol en la pequeña construcción rectangular con techo de vigas de madera. Una construcción donde no caben todos los habitantes. En una población de ese tamaño, tendría una edificación donde cupieran apretados algo menos de una tercera parte. Su formación teológica resulta exigua.

A media hora de caminata, hay otro presbítero de una ciudad de mil quinientos habitantes, mucho mejor vestido, más refinado. Su mujer también viste mejor. Él dispone de más dinero. Se nota que vive mejor. (Véase, por ejemplo, el presbítero que aparece en Los Diálogos que le hace la vida imposible a san Benito.) El presbítero de la ciudad busca que sus hijos prosperen en la vida. Por supuesto, no quiere ni oír hablar de que otro clérigo se establezca en la ciudad. Además, ya ha decidido que su primogénito le sucederá y le prepara para eso. Como ya tiene cierta edad, ve al obispo una vez al año. Hace un viaje hasta la sede episcopal para saludarle y llevarle algunos regalos y una donación.

Y visita a un obispo que también tiene su familia y sus negocios, que se marcha de viaje durante varios días (sin poder comunicarse con él), que promueve a sus familiares... Cuando escribí mi libro La catedral de san Agustín me sorprendió la cantidad de veces que, en el norte de África, se escogía para suceder a un obispo a un comerciante rico o a un terrateniente. Y que se escogía a gente rica por razones meramente de interés material para la diócesis. No todos eran o monjes o laicos ricos, también había clérigos de la curia episcopal que pasaban a tener muchos partidarios.

No siempre había facciones detrás de cada candidato, facciones dispuestas a presionar mucho. La historia de los clérigos de esa época era una mezcla de espiritualidad y asuntos mundanos, de ascetismo y ambición. Había de todo. Pero el clero de nuestra época de ningún modo es peor que el de entonces. Y los obispos son mucho mejores globalmente considerados.

El que los clérigos pasaran a ser hombres totalmente consagrados a Dios; dedicados solo al culto, la predicación y la caridad fue un claro avance. Recibieron vestiduras que mostraban su consagración, se tonsuraron, comenzaron a tener un tenor de vida dedicado solo al Reino de Dios, se obligaron a rezar las horas canónicas. Fruto de esto, la obediencia pasó a ser algo mucho más importante. El obispo pudo cambiarles de destino con libertad.

Ojo, solo he querido señalar estos aspectos históricos en la discusión. También podría hablar de los aspectos positivos. Incluso podría hablar de los aspectos positivos que ese sistema tuvo en su época. Ciertamente los hubo.

Pero hay una consideración del párroco como, digámoslo así, monje en el mundo. No se me escapa a mí mismo lo incorrecto de esta calificación, pero algo de eso hay. Y hay otra consideración del párroco como rabino al modo judío. ¿Es el párroco un monje dedicado a la oración y la lectura de la Biblia, que, además, cuida de sus fieles? ¿O es un rabino que dirige el lugar de oración y todo lo que se ramifica desde allí: caridad, etc.?

¿Es una persona totalmente consagrada, un nuevo levita? ¿O es un hermano entre los hermanos que dirige la casa de oración y se encarga de lo ritual? Por favor, no quiero hacer de menos la segunda opción. Soy consciente de que lo segundo es una simplificación, como lo del párroco-monje también lo era.

Lo de hoy ha sido un primer acercamiento, acercamiento negativo. Mañana seguiré aproximándome a la cuestión desde otros ángulos.

domingo, junio 16, 2019

¿Cómo traducir la Biblia?



Me gustaría extenderme un poco en el tema de ayer que me parece muy interesante. No me opongo de forma radical a que haya biblias populares, es decir, traducciones en las que los versículos difíciles hayan sido traducidos no literalmente, sino según el sentido.

Pero si se hace una traducción según el sentido hay que hacerla bien. Traducir según el sentido implica rigor, implica una voluntad férrea de ser muy fiel. Hay una fidelidad y un rigor filológico tanto en la traducción ad litteram como en la traducción ad sensum.

Yo, desde luego, prefiero las versiones literales. La Biblia fue escrita para personas sencillas, no solo para los ilustrados. Fue el alimento de pastores hebreos, de agricultores.

Así que soy de la opinión de que, incluso los hijos sencillos de la Iglesia, prefieren asomarse al texto verdadero (que es el literal) que no a una versión interpretada. Así que no me opongo radicalmente a las traducciones populares, pero prefiero totalmente las versiones literales para todos los públicos. Hasta la persona de pocas letras suele valorar el sabor hebreo de un texto. Hasta el hombre que no tiene estudios suele preferir enfrentarse al enigma del texto por sí mismo.

La literalidad no plantea problemas (y se le pueden poner todas las notas a pie de texto que se desee), pero la traducción ad sensum es un pozo del que es difícil salir. ¿Traducimos que hay que perdonar “70 veces 7”, o que hay que perdonar “siempre”? Algunos traductores piensan que la gente común es muy tonta.

Imaginemos, ejemplo hipotético, que alguien decide hacer una traducción gitana de la Biblia que, en realidad, sea una simplificación. El propósito puede ser el de acercar a ellos la Palabra. Pero, sin ninguna duda, ellos prefieren la Palabra en toda su pureza. No tengo la menor duda de que el pueblo gitano dará la espalda al que lo trata como a niños, y se acercará al que lo trata con seriedad.

sábado, junio 15, 2019

Sobre el padrenuestro, algunas consideraciones



Zelenka ayer escribía:

Padre Fortea, quiero pedirle un favor, que nos dé su opinión sobre la traducción del nuevo Padrenuestro que dice "perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a quienes nos ofenden". Yo rezo siempre el Padrenuestro antiguo porque me parece que no es lo mismo una deuda que una ofensa. Puede haber deudas sin ofensas y ofensas sin deudas. Es seguro que ya haya escrito algo sobre esto, pero no estaría de más repetirlo.

Efectivamente, no es lo mismo decir “cielo” o “cielos”, “ofensas” o “deudas”, “mal” o “maligno”, o “no nos dejes caer en la tentación” que “no nos conduzcas a la tentación”. En el futuro, no descarto hacer una nueva serie de sermones sobre el tema en mi canal:

A tu pregunta, Zelenka, te diré que lo que debió decir Jesús en arameo debió ser “deudas”. No voy a explicar aquí las razones de crítica textual por la que afirmo eso. Pero a la misma conclusión llegaron en la Antiguedad y por eso en latín dice debita nostra. Los antiguos no conocían el whatsup, pero eso no significa que fueran tontos. La traducción por "ofensas" no es ninguna traición. Mateo dice "deudas", Lucas dice "pecados": perdona nuestros pecados. O, más literal: perdonanos los pecados.

Lo que subyace en todo esto, en el fondo, son dos modos de acercarse al texto sagrado. Unos se acercan postrándose ante el Misterio, considerando que no deben cambiar nada del mensaje divino. Podemos conservarlo, transmitirlo y meditarlo. Mientras que otros consideran que ese mensaje hay que adaptarlo, hacerlo más humano, y que para eso no pasa nada por hacer pasar por texto bíblico lo que es una especulación.

El pro multis es solo un ejemplo. Se pueden poner más ejemplos en los que los traductores (incluso en textos oficiales de leccionarios) no han tenido el cuidado que se esperaba de ellos. El caso más claro es que en vano buscaréis el versículo del leccionario que dice cuánto le cuesta al Señor la muerte de los justos. Una frase inventada de principio a fin. Es más, el sentido del texto hebreo dice justamente lo contrario: O quam pretiosa est in conspectu Domini mors sanctorum eius. Pero, en fin, este es el caso más gordo.

Qué pasaba por la mente de los traductores norteamericanos cuando tradujeron en la misa et cum spiritu tuo, por and also with you. Pues no tengo ni idea. 

Para las almas sencillas que se pregunten qué versión de la Biblia leer, les diré que en español la Biblia de Jerusalén está bien. No sé cómo están ahora las notas. Hace tiempo me dijeron que mal, que no creían en la inerrancia. Pero nunca las he leído. Así que no sé.
La Biblia de la CEI en italiano es óptima. Yo suelo leer la New Revised Standard Version y cuando tengo dudas una versión interlineal.

En el fondo, lo que subyace debajo de esta forma de traducir es una mentalidad: lo que importa no es el depositum fidei, sino hacer una religión más humana. Si no se tiene respeto a la Tradición y ni siquiera a las Escrituras, pues se las modifica sin más. Lo digo bien alto y bien claro, para advertir a las ovejas del buen rebaño de Cristo: he conocido personalmente a biblistas en Roma que, de ningún modo, creían en la inerrancia de la Biblia.  

¡Ojo, quedaos tranquilos! Leccionarios y biblias suelen estar bien traducidas. Lo repito: No tengáis intranquilidad. No os van a dar gato por liebre. Las cosas de arriba, son excepcionales. No leáis con aprensión ni las biblias ni las lecturas de la misa. El 99,9% es perfecto. Y una fracción es mejorable. Solo eso, mejorable. No es que estén traicionando el texto ni metiendo sus ideologías. Lo que pasa es que no se puede admitir EN ALGO TAN SAGRADO ni la más mínima ligereza. 

El texto sagrado, las palabras de Dios, deben ser traducidas de un modo exquisito.


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En fin, para los que deseen saber más, aquí hay cuatro posts antiguos sobre el padrenuestro. En alguno de esos posts, hay links a cuatro sermones míos sobre el tema: