miércoles, febrero 13, 2019

Maestro, ¿es lícito...


La pintura tiene su razón de ser en este post. Representa a Jacob bendiciendo a todos sus hijos.

Preámbulo
Con el tema el independentismo, ha habido palos en las calles (con los antidisturbios), familias enfrentadas, personas sentadas en un tribunal, otros en la cárcel…

Yo no me hubiera metido en el asunto del independentismo si todo esto fuera un asunto opinable. Puedo hablar de las películas que he visto (hoy he acabado de ver Life), de libros y de lo que he hecho hoy, pero lejos de mí hablar de política. Fuera de mí, aborrezco la idea, de un sacerdote que se me mete en un campo que hay que dejar a los laicos, porque, lo repito: el sacerdote tiene que ser padre de todos, de todos.

Ahora bien, había que dar una respuesta a la cuestión moral, al interrogante real de tipo moral: ¿es lícita la secesión?

La respuesta la di hace tiempo: existe el derecho a la autodeterminación de un pueblo libre conquistado, ocupado y oprimido; no existe el derecho de secesión de algo que forma una unidad soberana en plano de igualdad.
Si alguna constitución incluye tal apartado no tiene más trascendencia que escribir sobre el papel un derecho inexistente. El hecho de que aparezca en una carta magna no le otorga el rango de derecho objetivo, se queda en una mera disposición legal, no en un derecho basado en el ser de las cosas. 

Tampoco las constituciones suelen incluir el derecho del Estado a autodisolverse, a fusionarse con el Estado vecino o a repartir todos los bienes entre los ciudadanos para que abandonen todo el territorio del Estado convirtiéndolo en un gran parque “nacional” despoblado donde la Madre Naturaleza reine como en los tiempos jurásicos.


El verdadero post de hoy
Después de este largo preámbulo, considero que los teólogos van a tener que plantearse realizar una seria reflexión acerca de una cuestión que tanto daño general y perjuicios concretos va a provocar en la vieja Europa. Los obispos, al final, podrán decantar sin prisa, en su magisterio colectivo, los resultados de esa reflexión.

La Iglesia sí que decidió intervenir con su palabra en el caso del liberalismo, del marxismo y del fascismo. No se limitó a decir que eran cuestiones opinables, porque percibió los daños que provenían de los programas de esos partidos.

Del mismo modo, ahora considero que la Iglesia debe hacer un esfuerzo por dar una enseñanza acerca de la cuestión de la licitud del derecho de secesión. La balcanización de Europa es un peligro real.

Y si esto sucediera en todo este continente, podría seguirse esa estela en Latinoamérica y otros lugares. Cuarenta o cincuenta territorios repartidos por el mundo, presionando por la vía de facto para la secesión, no lo dudemos de que puede tener repercusiones muy graves. Lo menos grave sería la cárcel de los líderes y las heridas provocadas al reprimir las manifestaciones.


Conclusión
Si observamos el magisterio de los obispos españoles en los último diez años, sí que observo un cambio positivo: ya no es tabú afirmar claramente que la unidad nacional es un bien objetivo. Hubiera sido impensable en los años 70 que los obispos dijeran bien claramente que el independentismo no es una opción indiferente, moralmente hablando.

Un gran error es pensar que el nacionalismo es un problema muy localizado en unas pocas naciones. Error, es una tendencia política que puede extenderse a cualquier nación por armoniosamente que viva ahora. Ni siquiera Estados Unidos está libre de comenzar un proceso de disolución de los vínculos que le unen.

El amor a la patria pequeña, a la región, es algo bueno. El amor que se exalta, que divide, que confronta es algo malo. Hay que decirlo con toda claridad.

viernes, febrero 01, 2019

Mi viaje a Mérida


Hace unas semanas estuve en Mérida. Me invitó don Jesús Sánchez Adalid a dar una charla-conversación-concierto en su parroquia. Don Jesús era un juez que dejó todo para ingresar en el seminario. Después escribió una novela, su segunda novela, y fue un increíble best-seller, un número uno de ventas.

Me sorprendió la cantidad de cosas tan bonitas que tiene la ciudad de Mérida. En el siglo III, fue Mérida la capital eclesiástica de toda Hispania. Llegó a tener 50.000 habitantes. La ciudad también estará para siempre unida a la magnífica guía de la persona que me acompañó esos dos días. No voy a citar ni su nombre de pila porque no le he pedido permiso. Pero la ciudad gracias a su compañía lució con más luz sin duda.

Allí pude comer con los curas de la ciudad que ese día tenían su reunión de arciprestazgo. Os pongo varias fotos de ese viaje. En la última, se me puede ver junto al célebre escritor.