martes, diciembre 31, 2019

Jack Wilson, el hombre adecuado en el lugar justo, en el momento crítico



Desde la primera vez que vi el vídeo del ataque en la iglesia de White Settlement (Texas), me quedé admirado de la rapidez, precisión y sangre fría con que actuó Jack Wilson. Un hombre entró con un rifle y empezó a disparar a la gente. Pero solo pudo asesinar a dos personas, porque Jack le disparó sin dudarlo y acertó en su cabeza.

Lo que hizo Jack puede parecer un acto sin demasiada importancia, pero el vídeo me resultaba increíble: ¿cómo pudo tomar las decisiones acertadas tan rápidamente y obrar con tanta sangre fría?

Jack es un héroe. Muy poca gente hubiera tomado la decisión correcta en tan poco tiempo y hubiera procedido sin dudar. Muy poca gente.

Incluso personas entrenadas, hubieran necesitado algunos segundos más para reaccionar, para sopesar, para valorar. Una situación así inmoviliza durante un par de segundos. Y cuando se hubieran decidido, los nervios les hubieran traicionado. Hasta un buen tirador, en esas circunstancias, lo normal es que hubiera errado. Jack no. Eso demuestra un carácter.

Cada segundo de duda podía haber significado otra víctima.

Y eso es lo que necesita la sociedad, gobernantes que tomen las decisiones correctas y lo hagan con esa personalidad. La personalidad se tiene o no se tiene, no se improvisa.

Hacer el bien, a veces, es ayudar a un pobre herido. Hacer el bien es, a veces, hacer lo que hizo Jack. Los clérigos debemos decir que las acciones son moralmente buenas si son buenas, por sangrientas que sean. Y que son moralmente malas si son malas, por más que sean de la línea hippie de los años 70. 

El bien y el mal es algo objetivo. Y si tengo un hijo en esa iglesia, espero que tome las decisiones alguien sin pájaros hippie-pacifistas en la cabeza, alguien como Jack.

Si Jack fuera católico y me pidiera la absolución, por el escrúpulo de haber derramado sangre, se la negaría: "No puedo absolverle de un acto no solo lícito, sino necesario. No puedo absolverle de hacer el bien".

lunes, diciembre 30, 2019

Buscando luz en el pasado, para las dudas del presente



Hoy he estado revisando la tercera parte de mi libro Obra Férrea. En días pasados, revisé las erratas de Obispo reinante y de Las leyes del infierno. Las visitas maternas son una buena razón para dedicarme a este tipo de tareas higiénicas. Con la televisión encendida, a veces, no escucho ni mis propios pensamientos.

Acabadas las correcciones, he leído algo sobre los libros apócrifos judíos, el famoso libro de Diez Macho. Interesante enterarme que los esenios se consideraban el auténtico Israel. Esto es una enseñanza para los grupos de cristianos que se consideran la verdadera Iglesia. Lo entendieran o no, hasta los tres sumos sacerdotes helenizados (nombrados Antíoco IV Epifanes y Demetrio IV) eran Israel. La historia nos aleja de tentaciones lefevristas.

Curioso, en Qunrán abunda la literatura sobre la interpretación de sueños. Podían comer carne en algunas fiestas. Tenían conciencia de vivir los últimos tiempos. Curiosamente, esto último, en su caso, para ellos, fue verdad. Cuando uno lee sobre ellos, ve que tenían cosas buenas y cosas menos acertadas. Aunque, en mi pequeña opinión (no soy un experto), el balance era claramente positivo.

Según los esenios de Damasco, si uno caía en un pozo en sabado, no se le podía ayudar a salir con una escalera o una cuerda. Los fariseos consideraban que sí. Decían que se puede profanar el sábado por un hombre para que este pueda observar muchos sábados.

Otro aspecto interesante que he aprendido es que los movimientos sectarios siempre insisten en la ruptura. Mientras que los profetas bíblicos se insertan en una continuidad. La literatura sapiencial se interesa por lo cercano. Los sectarios siempre sienten pasión por lo apocalíptico, que tiene su mirada en el futuro.

Otra cosa interesante, antes del destierro de Babilionia, la teología del norte era antimonárquica. La teología del reino del sur lo esperaba todo de un descendiente davídico.

Resulta llamativo que, incluso al volver del destierro, en esa generación, haya varias corrientes de pensamiento diversas. En el siglo II hay hasidim, helenistas, fariseos, saduceos y zelotes. Debemos ser comprensivos con nuestras tendencias actuales. Es algo humano. Tendemos a dividirnos. Siempre hay que trabajar por la unidad. De la historia sacamos tanta luz. Vemos tan claro lo que hubiera sido más santo, más perfecto, hacer en esa época, lo que más le hubiera complacido a Dios. Se trata de aplicar los mismos criterios a nuestra generación. Buena parte de sus problemas con el paganismo y la laxitud, son nuestros problemas.

Las soluciones eran y son las mismas. Fidelidad a la Palabra, absoluta. Obediencia a la autoridad sagrada, total. Acogimiento del pecador, el máximo posible, como el Padre del Hijo Pródigo.

Hoy el post es visual.









sábado, diciembre 28, 2019

Dos retratos de dos familias reales



Este es un retrato de la familia real danesa. Me imagino que el cuadro es de finales del siglo XIX o principios del XX. Una pintura, realmente, formidable, me gusta mucho.


Este es el retrato actual que ha hecho el artista Thomas Kluge y me parece, igualmente, formidable. Es una verdadera obra de arte. Esto es una visión personal, subjetiva de la familia. Otras pinturas hubieran sido tan faltas de alma como una postal.

viernes, diciembre 27, 2019

Festividad de san Juan Evangelista



Se han marchado mis padres. Con lágrimas en los ojos, les dije junto al coche: “Ojalá que encontréis allá tanta felicidad cuanta paz dejáis en esta casa”.

La nevera ha quedado llena lo mismo que el congelador. Ahora llega el momento decidir qué alimentos sobrevivirán (me los comeré) y cuáles perecerán (irán a la basura). Ya se sabe que las madres son incapaces de cocinar una cantidad de comida que se pueda gastar en un tiempo razonable, antes de que se estropee.

Las madres piensan que la nevera es una especie de artefacto que introduce los alimentos en un estado de suspensión temporal. Yo esta incapacidad para la administración alimenticia ya me la conozco y nunca le hago la más mínima reconvención: los alimentos que deban perecer, perecerán. Para qué emprender batallas perdidas: ni maternas ni eclesiales.

Del marido de mi madre no me atrevo a hacer broma en el blog, no tengo tanta confianza. Pero sí que su carácter se va pareciendo cada vez más al de Greta Thunberg. Las noticias nacionales políticas sacaban la energía de su carácter, normalmente, a horas fijas: las del desayuno, almuerzo y cena. Yo reaccionaba con una flema británica digna de un san Bruno. Eso sí, al segundo día, trataba de poner el Canal Viajar: “Mira que bonito”, le decía.

jueves, diciembre 26, 2019

La campana que como la voz de un ángel nos llama



Mis padres duermen como unos benditos. Menos mal que no madrugan. Así yo puedo rezar laudes tranquilamente. Estos días he reflexionado sobre el hecho de que si Dios me ha colocado en una situación en la que dispongo tiempo para escribir, tengo que tomarme esa ocupación con toda la seriedad posible. Debo exigirme, no debo conformarme. Mientras escribía estas líneas, mi madre se ha levantado. Ya está preparando un poco de pan con tomate.

Estos días estoy aprovechando para leer. He leído el estilo desgarrado de Juan Rulfo en Pedro Páramo. Me ha gustado mucho. También ha sido agradable, solo eso, leer a Haruki Murakami. Escritura cristalina, amena. Buena escritura, pero me ha gustado menos que Rulfo. También leí un trozo de Las nieves del Kilimanjaro, de Hemingway. Está bien, pero la literatura latinoamericana del siglo XX pienso que ha superado completamente ese molde.

También he leído varios artículos. Uno larguísimo que cuenta lo espantosamente mal que lo pasó el grupo de peregrinos en el que iba san Ignacio de Loyola cuando visitó Jerusalén. Me imagino que contaban su viaje solo los que volvían. Los que morían o eran vendidos como esclavos no lo contaban. Hoy leeré un artículo sobre el principado de Augusto.

Ayer di un agradable paseo de más de una hora con un sacerdote misionero. Hacía una tarde clara y templada. Junto al río, en un sendero, me encontré con un erizo. Un erizo bien gordo. Por la noche he soñado que tenía que ir al dentista. Hoy dedicaré el día corregir erratas y a leer varios artículos.

Post Data: Ayer me cortó mi madre el pelo con la máquina. La verdad es que ya era hora. Llevaba unos pelos como los del científico loco de Regreso al futuro.

miércoles, diciembre 25, 2019

El rey y la liturgia



Mi madre es de costumbres morigeradas. Las comidas de navidad bien sé que no me harán ganar peso. La cena de nochebuena consistió en unas pocas cigalas y langostinos de primero. De segundo, rodaballo con salsa romescu. Y de postre unas cortezas de naranja cubiertas de chocolate. Todo eso sin turrón ni pan. Como se ve, lo único que pudo provocarme indigestión fue el discurso del rey.

Y lo digo en broma, porque no vimos el discurso de Felipe VI. En mi casa no hay ningún monárquico, pero tampoco hay ningún antimonárquico. Lo que sí que es tradición, desde niño, es no escuchar el discurso. Solo lo puse un momento, sin voz, para ver la decoración. (Creo que el rey es una buena persona. Me cae bien.)

Qué lejos queda el año 2014 en que el rey dio el discurso con un fondo que parecía sacado de una sala de estar de la serie Cuéntame y con un árbol de navidad que no lo tiene ni el más pobre minero de la cuenca cantábrica. 

Alguien le debió sugerir, ese año, que había que huir de la ostentación y vaya que si huyó. Con ese decorado del 2014 solo faltaba que se asomase de la cocina su madre preguntando si quería que hiciera, de segundo, tortilla de patata.

Puede verse el discurso del 2014 en este link, su único interés es la decoración:

Ahora puede verse el discurso de la reina Isabel, hasta Stalin observaría alguna diferencia de estilo entre los dos vídeos:

Pues bien, vistos los dos estilos, esto se puede aplicar a la Iglesia: a su liturgia, a sus protocolos, a su arquitectura moderna, a las vestiduras pontificales. Basta ver los dos vídeos para entender más que con varias lecciones teóricas. Desde luego el árbol de navidad del rey de España, le perseguirá (como un fantasma) en los blogs hasta el día en que se jubile. 

Desearía que, en una liturgia pontifical catedralicia, los maestros de ceremonias entiendan que la sencillez sienta muy mal. De las liturgias vaticanas no tengo ninguna queja, son profesionales.

lunes, diciembre 23, 2019

Visita pastoral: mi madre ha llegado a casa


Bien, ya he aprendido una cosa: el queso roquefort produce insomnio. No comí más allá del equivalente a una cucharada sopera, pero he aprendido la lección.

Eso sí, y no lo digo en broma, me puse a pensar en cómo hacer algunas reformas al sistema canónico del que hablé ayer. Y no solo para las investigaciones por delitos, sino también para articular un sistema de recursos administrativos. El sistema actual funciona, pero es mejorable.

En cualquier caso, para el que pudiera pensar otra cosa, en el tema de las investigaciones, yo no me pongo de parte del clero. Lo importante es la verdad, la justicia, remediar el daño cometido, remediar en la medida de lo posible.

La que sí que va a investigar el polvo en todos los rincones es mi madre que ha llegado hoy por la mañana. Eso sí que va a ser una auditoría de varios días. Yo hablo de reestructuraciones canónicas, ella sí que me a reorganizar todo el contenido de los armarios. Cuando me deja, la sensación de desorientación, en mi propia casa, me dura varios días.

Su marido está ahora con su móvil. Desde que descubrió cómo navegar en el teléfono, se ha vuelto más silencioso que un gato. Siempre está mirando algo en su pantalla. “¿Qué miras?”, le pregunto intrigado. “No, nada”, es la respuesta de siempre.

domingo, diciembre 22, 2019

Unas líneas más



Recojo la petición de Alfonso acerca de alargarme algo más acerca del tema tocado ayer. Aunque, ciertamente, hubo comentaristas que dijeron cosas valiosas. Pero no es mi deseo aludir a ellas y escribir largamente, sino condensar algunas cuantas ideas más.

Si un marido ha sido infiel a su mujer en el pasado y su pecado quedó totalmente oculto, mi consejo es que lo deje en la oscuridad. Si su mujer no sospecha nada, ningún fruto bueno vendrá de la revelación y sí que la relación puede cambiar para siempre.

Todos los manuales de moral son unánimes, incluso el ladrón que se arrepiente y recibe el sacramento de la penitencia no está obligado a ,inculparse ante la autoridad civil. Debe restituir lo robado, pero no tiene obligación alguna de entregarse a la justicia. Eso vale también para el asesino.

En ese sentido, Lucía, los casos que pueden verse afectados por una doble investigación bajo dos autoridades, la canónica y la espiritual —con dos tipos de obligación en conciencia— son más que el que mencioné. Cuando uno elabora una norma canónica, hay que tener en cuenta las ramificaciones. Y las ramificaciones pueden ser muchas. Y, en ese campo de las variaciones sobre un mismo tema, es donde se comprueba si una norma jurídica está bien construida o no.

El obispo diocesano debe ser extremadamente cuidadoso a la hora de investigar o tomar medidas previas. El respeto a los principios del buen Derecho debe ser escrupuloso. El Bien debe hacerse dentro de la Ley. Y hablo de respeto al “buen Derecho” porque eso va más allá de la mera letra de la Ley. No basta con atenerse a la ley. La investigación debe hacerse bien dentro de la ley: dentro de la ley, pero bien.

Todo juez sabe que hay formas buenas, malas y regulares de investigar un caso. Lo mismo vale para un obispo. No podemos ser ingenuos: ahora mismo, dadas las circunstancias, el espíritu que va a prevalecer es el de seguridad jurídica para el obispo, va a ser una necesidad inexcusable. Esta realidad tiene que hacer reflexionar a los canonistas: el modo de enfocar las investigaciones diocesanas requiere una reestructuración. 

Hay que reconocer que, como criterio general, un vicario judicial no es suficientemente independiente del obispo que lo ha nombrado. Y menos lo es en un campo en el que la subsidiariedad puede afectar al obispo, incluso en materia penal. Quizá habría que ir pensando en una figura independiente nacional. Una figura eclesiástica que actuara en la misma recogida de datos y no solo para este tipo de casos, sino para cualquier otro tipo de proceso canónico. La mera supervisión en Roma me ha parecido siempre una defensa débil, por darse en la lejanía y por estar basada, sobre todo, en el proceso escrito. La creación de una figura canónica independiente y nacional otorgaría mayor seguridad canónica al acusado, para todo tipo de procesos por cualquier causa.

Además, a nadie se le oculta que el siguiente paso buscado por algunos abogados y jueces es la acusación del mismo papa y sus oficiales vaticanos. Por eso, el proceso tiene que ser profesionalizado. Cuanto mejor se haga, será un beneficio para todas las partes. Y más cuando cualquier decisión vaticana será agarrada por fiscales y letrados especializados para tratar de implicar a los más altos rangos de la Santa Sede. Estos pleitos inacabables que quieran sentar al Vaticano en el banquillo se pueden convertir en un quebradero de cabeza interminable.

sábado, diciembre 21, 2019

Cuestiones legales y problemas de conciencia en las diligencias de investigación diocesana de casos de pederastia



Hace poco salió la noticia de que se levantó el secreto pontificio para los casos de pederastia. Esta medida me pareció adecuada. Que algunos clérigos estuvieran obligados a mantener un secreto, mientras la autoridad judicial les exigía la información de la que tuvieran conocimiento, suponía tirar a los caballos a todos los obispos y curiales involucrados en la investigación en su ámbito nacional. Todos los investigadores quedaban incriminados por ocultar ante la ley civil aquello que, por la ley canónica, no podían revelar. Ha sido una buena medida la tomada por el papa.

Ahora bien, esto plantea otro problema jurídico y no, precisamente, menor. Si un fiscal, un juez o la policía pregunta a un culpable, este tiene todo el derecho (en muchos ordenamientos legales) a ocultar aquella información que le incrimine. Es un derecho que le asiste. Y es un derecho muy razonable que sería muy largo explicar aquí por qué casi todos los códigos legales lo han incluido.

Ahora bien, si en una investigación diocesana se le obliga a declarar bajo juramento, el clérigo se sentirá, con razón obligado a decir la verdad ante una investigación de la Santa Madre Iglesia, ante un obispo o su delegado que le pregunta en razón de su autoridad apostólica.

Si no existiera esa autoridad apostólica (que deriva de Cristo) y que obliga en conciencia, el investigado podría (con toda razón) responder que no se meta en su vida. El empleado de Mc Donalds le puede decir a su jefe que si tiene algo contra él que le denuncie en un juzgado. Evidentemente, la relación entre un presbítero y su obispo no es la misma.

El problema viene de que si el presbítero responde al obispo (o su delegado) con el corazón en la mano, lo que le diga puede ser pedido por el juez (es lo normal) y acabará en manos del juez. ¿Cómo el obispo puede pedirle a un sacerdote que le diga toda la verdad si el obispo no puede evitar que sus respuestas acaben en el acta de un tribunal?

La decisión que ha tomado el papa es la adecuada. Ahora bien, esta situación coloca al obispo y su vicario judicial como recopiladores de información del juez civil; el cual, por sistema, siempre pedirá toda la documentación sobre el tema que obre en poder de la diócesis.

Este tema no es ninguna tontería. Resolverlo de una manera u otra significa que alguien pase los últimos años de su vida en una prisión o no. En otros casos, una persona inocente puede tener oculta una información enteramente personal y no delictiva que si se hiciera pública en un juicio supondría, con probabilidad, que un jurado le declararía culpable. Y eso sin contar con la inestimable labor de los compañeros curiales del acusado a la hora de saber a quién preguntar o qué preguntar. Por poner un ejemplo distinto, ¿imaginamos que sea la misma familia de un acusado la que estuviera encargada de realizar una labor de investigación paralela con obligación de entregar los resultados y que tuviera consecuencias penales (penales, no solo civiles) la mera desidia en realizar esa investigación, la omisión de preguntar a algunos feligreses o la ocultación de información?

Como se ve, el levantamiento de la última barrera canónica –el secreto pontificio—lo veo adecuado, pero TIENE consecuencias. ¿Qué hacer en una situación así?

Honestamente, y mirando, sobre todo, a la conciencia, considero que el obispo tiene obligación, a la hora de hacer cualquier pregunta, de advertir, previamente, al sacerdote de que él –el obispo-- está obligado a entregar toda la información a las autoridades civiles, de manera que sea consciente de que se puede atener al código penal a la hora de dar sus contestaciones, aunque él sea el obispo.

Y si el obispo no le advierte de ello, el investigado puede obrar de ese modo justo, pues es la única defensa que le cabe ante una situación de “agresión jurídica” como la que se ha generado.

Antes había dos investigaciones paralelas, bajo dos autoridades distintas: la civil y la espiritual. Ahora esos dos ríos confluyen en el mismo lugar: el tribunal. Lo malo es que esta agresión jurídica va camino de invadir incluso el sacramento de la confesión.

viernes, diciembre 20, 2019

Sobre el veredicto del tribunal europeo sobre Oriol Junqueras



Hoy me gustaría escribir unas palabras sobre el veredicto del Tribunal de Justicia de la Unión Europea fallando que Oriol Junqueras, gozaba de inmunidad desde la proclamación de los resultados de las elecciones al Parlamento Europeo.

¿Por qué un sacerdote escribe sobre este tema? ¿No es un tema mundano? Sí, es un asunto del mundo, pero con indudables ramificaciones en el campo de la moral.

Dando paseos con un juez, tocamos este tema. Mi amigo era de la opinión de que la ley era clara: si no firmaban la recepción del acta de diputado y no juraban la constitución, no eran reconocidos como parlamentarios y, por tanto, no eran parlamentarios. Mientras que yo le argumentaba que uno es parlamentario por el hecho de recibir los votos, no por firmar un papel.

Uno no vende un terreno hasta que cumple con las formalidades notariales. Si las has cumplido, has vendido. Si no las cumplido, no has vendido la tierra. Pero, en este otro caso, el ser de la condición de parlamentario viene dado el hecho de recibir los votos, no por el requisito de firmar un acta de recepción.

Si fuera al revés, un Poder Ejecutivo malévolo podría movilizar a la fiscalía para que un opositor molesto (que se prevé con seguridad que va a lograr un escaño o, incluso, la presidencia) fuera imputado antes de estar aforado. Eso se podría hacer, incluso, un mes antes de las elecciones, en cuanto las encuestas mostraran lo que va a suceder.

Basándose en la figura de asociación para delinquir, el Ejecutivo podría, a través de la fiscalía, meter en prisión a toda la cúpula de un partido. A sabiendas de que con ello se les privará del aforamiento. Otra triquiñuela sería imponer una formalidad con la que se sepa que los representantes de un nuevo partido no van a poder cumplir en conciencia. Podría ser obligar con juramento a unos parlamentarios a renunciar al independentismo, u obligar a un partido cristiano a que reconozcan la supremacía del parlamento a legislar en materia moral. Un mero requisito puede ser creado para convertirse en un dique de contención.

El tema de las triquiñuelas no es ninguna tontería. En los detalles está el demonio. Unas veces puede servir para apartar del campo político a un partido, otras veces para apartar a un dirigente especialmente molesto. Basta que el requisito exigido tenga respaldo popular de algo más de la mitad de la población.

¿Qué es lo que constituye, de verdad, a alguien en representante del Pueblo? ¿Firmar un acta o recibir los votos? Resulta evidente.

Ahora se habla mucho contra el aforamiento. Pero el que los representantes del Pueblo estén aforados es una consecución evidente del Estado de Derecho. Eso no significa que no tengan que dar cuentas ante un tribunal. Solo significa que lo harán ante un tribunal más alto. Es decir, no les juzgará cualquier juez, sino que será un tribunal de jueces que han pasado un proceso de selección más riguroso. Dicho de otro modo, se protege a uno de los pilares del Estado frente a cualquier juez que pueda tener deseos de aparecer en los medios de comunicación, que tenga intenciones políticas, etc.; no son muchos, pero los hay. El suplicatorio para quitar el aforamiento es una cuestión más compleja que ya analicé en mi libro La decadencia de las columnas jónicas. Sería innecesario en caso de unos jueces perfectos y neutrales. Pero resulta una medida necesaria en el caso de alguna posible interferencia política en el sistema judicial.

En esa situación, la necesidad de pedir el suplicatorio es el único medio que tiene uno de los poderes del Estado para defender su independencia en caso de clara “agresión”. Porque sí, un poder constitucional puede agredir a otro poder. Un Poder, por muy constitucional que sea, puede intentar atar a otro Poder. Por eso se instituyeron los suplicatorios. Aunque esa es una medida que puede usarse mal y que, en mi obra, explico que requiere una entera revisión teórica.

Pero, en cualquier caso, Oriol Junqueras era representante de una porción de la voluntad del Pueblo, con todas las seguridades que el Estado de Derecho ofrece para esas personas: seguridades, no privilegios. Ellos no están por encima de la Ley, solo se encuentran especialmente protegidos por la Ley.

Cuanto más protegidos estén los representantes del Pueblo, más protegidos estaremos todos. Ellos están tan sometidos a la Ley como cualquiera. Pero sus procesos judiciales deben estar más cuidadosamente supervisados por el bien de todos. Defender al parlamentario de la más pequeña minoría que, personalmente, sea un miserable es un bien para todos. El Pueblo no le va a defender; si pudiera, lo lincharía. Pero la constitución sí que lo debe defender con todo el poder de la ley.

Como se ve, esta es una cuestión con ramificaciones morales. La moral no es solo la sexualidad, también el Derecho Constitucional. El clero no se preocupa solo de los pobres, también de algo tan inmaterial e inasible como la libertad.

Una vez más repito que los jueces del Tribunal Supremo de España son unos magníficos profesionales. Fueron ellos los que consultaron la cuestión al tribunal europeo. Y mi opinión sobre la justicia de España aumenta cada vez que esta acata cualquier resolución del Tribunal de Justicia de la Unión Europea. El Pueblo ve estas cosas como una falta de redaños. Pero, en realidad, los buenos jueces no hacen justicia con las vísceras; la masa linchadora, sí.

Tengo la más alta consideración sobre nuestros jueces del Tribunal Supremo: los mejores escogidos entre un país con muy buenos tribunales. Y episodios como este todavía mejoran más mi opinión sobre ellos.

jueves, diciembre 19, 2019

Todo está en los libros: el Bien y el Mal, la grandeza humana y la bajeza.



Los que tenemos cierta edad nos acordamos de la sintonía de un programa de literatura que comenzaba con esta sintonía tan serena y bonita:


Ya he acabado de leer las memorias de Rudolph Hoss. Indudablemente, unas de las mejores que he leído sobre esa época. Las mejores son las de Paul Schmidt (el traductor de Hitler), las siguientes son las Albert Speer, arquitecto favorito del Führer. Malísimas son las del conde Ciano, por no decir pésimas.

Lo interesante del escrito de Hoss son los detalles, detalles que escapan a los lugares comunes. Detalles que solo se pueden conocer si uno estuvo allí. Además, se trata de un hombre de gran capacidad de observación. A eso se añade que escribe de un modo perfecto: sin hojarasca, sin rellenos inútiles.

De entre sus páginas, me llamó la atención lo que dice de los testigos de Jehová:

“Eicke los había hecho apalear varias veces por indisciplinados, pero ellos aceptaban el castigo con un fervor que, de tan dichoso, parecía perverso. Incluso suplicaron al comandante que se los castigara más aún, para dar testimonio de Jehová.

Como era de esperar, se negaron a presentarse ante la comisión de reclutamiento, y ni siquiera aceptaron firmar los formularios enviados por las autoridades militares. El Reichsführer los condenó a muerte.

Cuando se les anunció el veredicto, casi se volvieron locos de contento. Estaban exultantes, no podían dominar su impaciencia ante la proximidad de la muerte; juntaban las manos y, elevando los ojos al cielo, gritaban sin cesar: «¡Pronto estaremos cerca de ti, oh, Jehová! ¡Qué felicidad, encontrarnos entre los elegidos!».

Unos días después, los correligionarios presentes en la ejecución pretendían que también se los fusilara a ellos. Fue muy difícil contenerlos y hubo que llevarlos al campo por la fuerza: un espectáculo casi insoportable.

Cuando les llegó el turno de morir, corrieron hacia el paredón. Por nada del mundo habrían dejado que los esposaran, porque querían levantar las manos al cielo invocando a Jehová. Se colocaron frente al panel de madera que servía de diana, con el rostro iluminado, henchidos de una alegría que ya no tenía nada de humana.

Así me imaginaba yo a los primeros mártires del cristianismo: esperando de pie en la arena a ser devorados por las fieras. Aquellos hombres recibieron la muerte con una expresión de alegría extática, los ojos mirando al cielo y las manos juntas para la plegaria. Todos los que presenciaron la ejecución —incluidos los soldados que integraban el pelotón— estaban muy impresionados”.

En las memorias de Hoss, hay otro pasaje que me llamó la atención al hablar de las testigos de Jehová encargadas del servicio doméstico de los altos oficiales :

“Entre ellas había otros seres maravillosos. Una de esas mujeres, empleada en casa de un Führer de las SS, se empeñaba en anticiparse a todos sus deseos; sin embargo, se negaba rotundamente a cepillar e incluso tocar su uniforme, su gorra y sus botas, en una palabra, todo lo que guardara la menor relación con lo militar”.

Durante ese reinado del Mal, tantos hombres importantes (que nunca fueron nazis) con grandes responsabilidades se mostraron incapaces de ningún gesto de heroísmo, y esas mujeres sencillas, situadas en unas circunstancias de mucho mayor peligro, dieron ese ejemplo im-pre-sio-nan-te.

Es un ejemplo, uno más, de cómo los que tienen puestos importantes, a menudo, no los merecen; y como los pequeños y humildes sí que los merecerían. Eso ocurrió entonces y ahora.

Esas testigos de Jehová ahora gozan del premio del Dios al que sirvieron, y todos esos hombres malvados pagaron o siguen pagando sus deudas en el más allá.

Que Dios se apiadase de aquellos cuyos nombres estaban escritos en el Libro de la Vida, y aceptamos la Voluntad Divina de que sigan ardiendo aquellos que deben seguir ardiendo por los siglos de los siglos. Ardiendo en un fuego que ni toda la Iglesia unida en oración tiene poder para extinguirlo.

miércoles, diciembre 18, 2019

Dos fotos poco conocidas de Hitler




Uno de los libros que tenía guardados desde hacía meses o años eran las memorias (que escribió en la cárcel) Rudolph Hoss, comandante de Auschwitz. Pensé hojear esas memorias dos o tres minutos.

Me interesa mucho la psicología del Mal, es decir la mente de los jerarcas de ese Estado de Satanás que fue el III Reich. Ahora bien, los sadismos que ocurrieran en un campo de concentración no tienen para mí el menor interés intelectual. Todos tenemos una idea bastante clara de lo que ocurrió entre las alambradas de espino. No me aporta nada leer más sobre ese tema.

El libro, por lo tanto, iba a ser desechado tras un par de minutos de aburrido pasar páginas. Pero cual fue mi sorpresa al encontrar un escrito rebosante de detalles valiosos, tales como la vida familiar de ese asesino, su relación con los subordinados o el análisis de los distintos tipos de condenados. Es un libro que no reconoce su culpa, pero (salvo por ese punto) son páginas sinceras y llenas de detalles.

El libro que parecía destinado a la papelera ha pasado a ser leído desde la primera línea hasta la última. ¿Se puede ser comandante de un campo de concentración y llevar una vida normal? No, el Mal lo invade todo. Su vida familiar era mala, no tenía amigos; la relación con sus subordinados llena de desconfianza; acabado su trabajo cada día, se aislaba en sí mismo. Su felicidad personal era nula.

Mañana os contaré más detalles. Lo curioso es que, de joven, durante muchos años, pensó en hacerse sacerdote. Pero, después, abandonó sus creencias cristianas y se hizo nazi. ¡Menuda bifurcación la de ese momento de su vida!

martes, diciembre 17, 2019

Tenía estas pinturas guardadas que hoy os comparto.


Cuando estaba escribiendo Obispo reinante, recopilé varias pinturas acerca de cómo se visualizaba la conjunción del coro de los canónigos y el altar mayor. Había leído varios artículos. Pero me apetecía ver lo leído.

La primera pintura tiene el coro situado en el lugar habitual en las catedrales francesas. Es una pintura formidable que podéis ampliar:


La siguiente pintura, evidentemente, no es de un templo francés, sino italiano. Pero es una obra magnífica. Fijaos como ayuda la iluminación a recogerse en la oración. En la primera pintura, eso no queda facilitado.


En este dibujo, en blanco y negro, vemos cómo era el presbiterio en la Catedral de Notre Dame. Muy similar al presbiterio de Canterbury salvo por la añadidura de la cátedra y el sepulcro de santo Tomás. De nuevo, la catedral gótica aparece como un espacio compartimentado. Algo que le hacía ganar mucho misterio al que lo recorría.


Esta pintura muestra la catedral como lugar para recorrerlo, como un bosque de columnas que invita a internarse en él. 


Esto mismo se observa en la última pintura. La catedral de Obispo reinante la imaginé como estas dos últimas pinturas, solo que a una escala mucho más pequeña. Pero con ese esquema de espacio cuajado de recovecos.




lunes, diciembre 16, 2019

Vestiduras episcopales para gastar menos en calefacción y reducir el impacto climático de la huella del carbono



Mañana dedicada a la lectura. Una buena ocupación entre la escritura de varios libros. Quería dedicarme a Faulkner. Sabía que se lo merecía. Pero sus novelas no me atrapan. La lectura se convierte en un puro ejercicio de obligación literaria.

Creo que será la última vez que intente El ruido y la furia. Ya sé, todos me lo han dicho, que el libro cambia en el segundo capítulo. Pero no me veo con fuerzas. Hace meses lo intenté con El guardián entre el centeno, hace un mes con Absalón, Absalón. (Fe de erratas, "El guardián" es de Salinger.)

Creo que estoy muy hecho al estilo y los modos de la novela francesa decimonónica. Ah, Flaubert... Y, por supuesto, me encanta la novela latinoamericana.

También he leído un artículo sobre las catedrales del insuperable Navascués. Eso sí que es una vida dedicada a los templos. Me ha encantado una cita de Goethe en la que un constructor medieval (de una catedral) les decía a sus hijos: Permanezco junto a vosotros (...), acabad lo comenzado en las nubes. Por supuesto que me he sentido reflejado. Es como si yo hubiera estado construyendo torres en el reino de las nubes.

Ahora la gran cuestión. Cuando acabe esta semana, escribo mi libro con consejos a los obispos sobre el episcopado, reviso mi libro sobre san Pablo (lo cual sería verdaderamente largo) o escribo una novelita corta sobre el Apocalipsis, situado en nuestra generación. Escucharé vuestras opiniones. Siempre me son muy útiles.

Se acerca la venida de mis padres a casa por Navidad. Será mejor que comience después de su partida. Cuando están aquí, no hay manera de concentrarse.

Mi piso es pequeño, la televisión está encendida todo el día con mis padres aposentados en los sillones, cómodamente aposentados, enraizados en ellos. Con la televisión encendida con el volumen alto, Faulkner no hubiera sido capaz de escribir ni un guion para Barrio Sésamo (Sesame Street).

domingo, diciembre 15, 2019

Ojo con los caracoles, puede llegar a ser muy agresivos



Estos días he estado reflexionando en que, de hecho, el sistema organizativo de cada diócesis del mundo es monárquico. Teóricamente, la concentración de poder episcopal debería estar regida por un espíritu sinodal. De manera, que la labor en equipo, en la práctica, atemperaría esa concentración.

El mundo de los deseos es libre. Pero puedo asegurar que el poder es monárquico, salvo excepciones. No solo eso es lo ordinario, sino que, en casi todas partes, allí donde existe un consejo (arciprestes, vicarios, consejeros de economía, de pastoral) se premia no la franqueza en la crítica, sino que, por el contrario, se premia la conformidad, el asentimiento, el reforzamiento de la opinión, el asentimiento con la opinión monárquica manifestada o presentida.

He conocido docenas de diócesis en mis viajes. Los ejemplos se multiplicarían. Y van desde los grandes escándalos hasta cuestiones organizativas cuyas evidentes malas consecuencias se perpetúan durante decenios. Se perpetúan con consecuencias.

Hay que reconocerlo, el sistema premia la conformidad, el dar la razón. Es algo inherente a la debilidad de la naturaleza humana. La solución no es fragmentar el poder del obispo. La solución no es complicar el gobierno episcopal levantando muros y muros de leyes.

Como ya he dicho en otros posts, si se crearan cauces para la crítica eclesial, como el reforzamiento de la figura del arzobispo, se podría dar impulso a un cierto cambio. El arzobispo (en realidad, un equipo de colaboradores suyos) como recipiente de esas críticas. Recipiente que discierna, que racionalice el magma que llegue hasta él. Esto no sería, de por sí, la solución de todo. Pero podría ser un comienzo de toma de conciencia. 

Conciencia de la Iglesia para analizar la situación y tratar de buscar nuevas soluciones en temas que van desde la gestión económica hasta el campo de los recursos humanos.

sábado, diciembre 14, 2019

Dedicado a mi amiga dentista supernumeraria



Estoy muy contento. Tan contento como lo puede estar un cincuentón que —tras una cena en una taberna, taberna de comida novedosa y moderna— se pesa en la báscula con miedo. Sí, yo que no tengo miedo al demonio, tuve miedo a los números digitales que se vacilaban velozmente hasta fijar una sentencia definitiva: 86,3 kg.

Hay 86,3 kg. de padre Fortea, el resto es ropa o libros en su cabeza. Así que con optimismo he almorzado hipocalóricamente. A la espera de alguna otra buena noticia mañana. Me conformo con poco. Si pierdo otros 100 gramos, tal vez me anime a escribir el libro titulado “Cómo hacer perder peso a los cabildos”.

Por lo demás, me he pasado la mañana corrigiendo erratas en Las leyes del infierno. La cuestión sobre la condenación de Judas está cambiada y mejorada.

He firmado un contrato para la impresión de toda la colección de libros sobre el demonio. Cuando los vea todos juntos en mi salón de estar, seguro que tendré que confesarme de soberbia al día siguiente. Pero prefiero ser soberbio a gordo.

jueves, diciembre 12, 2019

No cuesta tanto decir: "Me equivoqué".



Hay un tema en el que he cambiado de opinión y es la cuestión de si la presencia eucarística permanece cuando se produce una profanación satánica de la forma consagrada. Después de darle muchísimas vueltas, reconozco que estaba equivocado: la presencia de Jesucristo permanece, incluso en unas circunstancias tan espantosas como esas.

Debo agradecer este cambio de postura a un texto medieval que me envió un lector. No menciono por su nombre a esa persona porque no le he pedido permiso. Pero su aportación fue, realmente, valiosa.

Podéis leer el artículo entero con todos los argumentos en mi libro Ex scriptorio, pg. 90. También he cambiado la referencia que a esta cuestión existía en Exorcística.

Si ese lector fue el que me hizo repensar la entera cuestión, debo que agradecer a un amigo el espolearme hasta lograr la redacción final de esa cuestión. Tiene gracia, porque él defendía con fuerza la primera redacción de mi texto. Y, como le dije, la primera argumentación no era incorrecta, era razonable. Pero Dios puede sorprendernos por elevación.

Cambiar la cuestión me llevó dos mañanas porque la primitiva redacción de unas quince líneas hace años se transformó, hace cuatro años, en unas seis páginas; y ahora los razonamientos se han ampliado hasta llegar a catorce páginas. La reproducción de los textos sigue unas reglas casi biológicas, en medio de otros libros ya petrificados.

He necesitado también parte de esta mañana para cambiar la cuestión no solo en un libro, sino también en otro en el que mencionaba el tema. Además, había que sustituir los archivos en Biblioteca Forteniana. Y, por último, había que reescribir los links de descarga en este blog.

Hacer un cambio en un libro conlleva una cadena de acciones, como veis. Pero, al mismo tiempo, ese esfuerzo lo considero justificado, porque, y os lo digo con total sinceridad, me conmueve cómo un texto perdido en una de mis obras es causa de que haya individuos que piensen, argumenten y razonen con una profundidad que me sorprende. El lector puede valer más que el autor. Por eso corregir un texto es algo que hay que tomarse muy en serio. Y reconocer “me he equivocado” no es un desdoro. ¡En cuántas más partes me habré equivocado y ni siquiera lo sospecho!

Lo que es un desdoro es la pertinacia. Uno nunca debe escribir para vencer. La única victoria es la verdad. Y esta cuestión que siempre la consideré muy menor en el libro en el que estaba inserta, ahora se ha transformado en un escrito muy interesante. Por lo menos, a mí, me ha acabado interesando muchísimo.

martes, diciembre 10, 2019

El comienzo del día



Me gusta desayunar panetone con leche templada. Panetone de frutas, no de chocolate. La masa no debe estar demasiado dulce. No me gustan las cosas dulzonas. Cuando desayuno satisfactoriamente, emprendo la jornada mirando al mundo de otra manera: con buen humor. Empezar bien el día es muy importante.

A veces me canso del panetone y regreso a mis cereales con leche. La verdad es que los cereales están muy bien. No me gustan dulzones. Cereales de avena o los típicos granos de trigo aplastados (vamos, los del gallo en la caja) es una buena opción para empezar el día.

¿Qué desayunaría santo Tomás de Aquino? He intentado encontrar artículos que hablaran de su supuesto sobrepeso. No he encontrado nada concluyente. Yo he perdido cinco kilos (cinco y medio) en las últimas cinco semanas. El mejor modo de perder peso es leer a san Anselmo de Canterbury. Entre sus obras, lo mejor es su Argumento Ornitológico.

Mientras que leer a Flaublert o a De Lubac, claramente, engorda.

lunes, diciembre 09, 2019

Tradición y fidelidad dentro del barco de la Iglesia



El conocimiento de las fuentes, de la historia de la Iglesia, del desarrollo de los dogmas, nos muestra como las polémicas de ahora ya surgieron en las comunidades desde el comienzo. Y podemos ver cómo se fueron resolviendo esas discusiones, a veces verdaderas tempestades.

Vosotros, siempre estad con la Iglesia, con la Iglesia como un coro. Siempre con el colegio de los obispos, siempre con el vicario de Cristo. Después seguid los impulsos personales, más tradicionales o más modernos. Nadie os pide que sigáis un cristianismo neutro. Nadie os pide que sigáis una fe desnuda de todo elemento personal o entrañable. Obrad con libertad, pero siempre con la Iglesia.

Yo, en lo litúrgico, soy tradicional. Es lo que más me gusta. Pero, en lo teológico, me aprovecho de lo que escribieron los Padres Capadocios, pero también de lo que escribieron los teólogos alemanes del Vaticano II. No tengo que renunciar ni a unos ni a los otros. ¿Ser fiel a san Atanasio implica que no pueda escuchar con agrado al obispo anglicano Rowan Williams? En lo personal, estoy más cerca de Rowan Williams que con el obispo Atanasio, al que dediqué un sermón y varios posts, sobre todo me fijé en sus defectos.

No es que quiera estar entre dos aguas, no es que yo sea débil, no quiero congraciarme con nadie. Sencillamente, no tengo que renunciar a nada de lo bueno.

Uno de los comentaristas a uno de mis sermones en youtube me ha escrito hoy lo siguiente:
Sacerdote Fortea, lamebotas para mantener su comodidad, el diablo vendiendo cruces con su falta lealtad.

¿Me indigna? Ni lo más mínimo. Ese tal Gonzalo me juzga según sus pequeños esquemas. Cree hacer la obra de Dios con su condena. Pero no, no me enfada ni lo más mínimo. Le encomendaré en mi misa esta tarde.

El pobre fiel que suele leer cuatro webs intoxicantes juzga según lo que sabe. Yo no puedo entrar en el juego de las pasiones. La teología no es un combate de pasiones. La ciencia acerca de Dios debe ser abordada desde la oración y el respeto máximo hacia el Señor. Solo desde el Misterio de Dios podemos emprender la tarea de conocer qué quiere el Altísimo de la Iglesia que fundó.

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Claudia escribió un pensamiento muy bonito: Estamos viajando en este momento en el barco de la Iglesia, con nuestras fortalezas y debilidades.

Tienes razón, Claudia, laicos, sacerdotes, obispos, el papa, todos viajamos (que forma tan bella de referirse a la vida) con nuestras fortalezas, debilidades, conocimientos, errores...

Lucía, no te preocupes por los insultos. No puedo pasarme el día borrando comentarios. Pero el que insulta se desacredita a sí mismo. El que insulta y odia ya ha dicho todo sobre sí mismo.

Un lugar de comentarios en un blog es como una plaza, como una asamblea. Todo el mundo tiene voz. Pero no todas las voces son iguales. Hay que distinguir entre voces y voces. Lo mismo pasa en la Iglesia a nivel universal. Debemos escuchar las voces sabias, las voces santas.

domingo, diciembre 08, 2019

Progresismo y tradición: barcos (iglesias) en medio del mar del mundo



(Los grafitis me gustan mucho. Pero, hoy día, lo mejor de lo mejor está en el campo del concept art. Y si no véase la pintura que he puesto arriba.) 

En mis posts, muchas veces he hablado de “ultraprogresismo”. Algunos, sin duda, hubieran preferido que yo condenase el progresismo a secas.

Hace unos días, he estado leyendo y hojeando la Enseñanza de los doce apóstoles, la Epístola de Bernabé, El pastor de Hermas. También algunas pocas actas de martirios del siglo II. En esa época apostólica, las comunidades cristianas tenían las Escrituras y, como mucho, algún escrito de este tipo. Pero, aunque también con la tradición, con la enseñanza reciente de los Doce, es cierto que el contenido de la fe de esos primeros seguidores de Cristo era muy sencillo, muy elemental, nuclear, esencial. No lo digo como crítica. ¡Bendita época!

El desarrollo posterior hasta Trento y hasta el Vaticano I no es una traición, es una fascinante historia de profundización, de ramificación teológica que no cambia la esencia, que explicita lo que estaba en la semilla.

Pero cuando los católicos alemanes piden ciertas cosas (por ejemplo, la mayor inclusión de los laicos en la administración de parroquias sin sacerdote) es algo que cabe en la fe. Para nada contradice la doctrina que creían los que leían El Pastor de Hermas o la Didajé o a san Ireneo. ¿Cabe todo entonces?

No, hay elementos doctrinales presentes en algunas peticiones de fieles alemanes que, por poner un ejemplo claro, supondrían una disolución de la unidad de doctrina entre Alemania y el resto de las iglesias del orbe. En Lutero había elementos teológicos valiosos, pero también elementos incompatibles con la enseñanza universal de los Santos Padres.

Por eso siempre condeno el ultraprogresismo y no el progresismo a secas. Condeno el tradicionalismo (esto es, el tradicionalismo lefevriano), pero no la mentalidad tradicional ni el gusto por lo tradicional. Se puede profundizar y amar lo tradicional opinable sin salirse del camino justo. Los franceses tradicionales suelen amar la estética y las costumbres galas del siglo XIX, mientras que los ingleses tradicionales suelen amar las costumbres y estética medieval. No hay nada malo en amar lo tradicional concreto, mientras no “excomulguemos” a todo aquel que no le quiere entrar por ese aro.

El tradicionalismo excomulga toda desviación en lo opinable, en lo mudable. La excusa siempre es que si se cede en lo opinable, se abrirá una brecha y se acabará cediendo en la fe. Lo mismo pasa en el otro extremo del arco, con el ultraprogresismo. En el fondo, con la excusa de la libertad, se obliga a todos a pasar por el aro.

Vosotros, siempre estad con la Iglesia, con la Iglesia como un coro. Siempre con el colegio de los obispos, siempre con el vicario de Cristo.