Algunos me preguntaron si este viaje había cambiado
algo mi visión de las cosas respecto a mi libro Paulus. Sí, unos pocos
detalles sí.
--No me imaginaba que la parte central de Anatolia
fuera tan
llana entre las montañas. Siempre imaginé que era una zona más
llena de ondulaciones orográficas.
--Creía que el centro de Anatolia era más húmedo en
cuanto a su régimen de lluvias. Pero no, es más seca, más árida, de lo
que imaginé.
--Nada sabía de sus poblaciones rupestres. El
apóstol sin duda escuchó hablar de ellos. Tendría que revisar ahora todos los
caminos por los que pasó para ver si atravesó la zona de roca volcánica donde
ese encuentran este tipo de viviendas.
--Como recorrimos la ruta que va de Iconio a Antioquía
de Pisidia, percibí lo que le costó a Pablo andar a pie esa distancia. Una fría
distancia en mi libro, tras el viaje, pasó a ser más tangible. Pobre Pablo,
siempre caminando. Yo creía que en ese trayecto habría más pueblos y aldeas.
Tuve la impresión de que el centro de Anatolia no tiene tantas pequeñas poblaciones
como Italia o España.
--No percibí la unión tan estrecha que existía entre tres ciudades: Laodicea, Hierápolis
y Colosas. Ahora entiendo mucho más este versículo: For I testify for him
that he has worked hard for you and for those in Laodicea and in Hierapolis
(Colossians 4:13).